En la merecida cumbre de su poder omnímodo, Florentino dominó bajo palio una Asamblea orbitante alrededor de su figura. Absolutista coronado a fuer de demócrata electo, revolucionario para continuar siendo conservador, es el presidente histórico de un club eterno.
Carismático a su manera, nimbado por su talla empresarial, es un autócrata convencido, legitimado por su eficacia como gestor convincente. Un “conducator” de ramalazos populistas y aura
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Dos días después de que el Real Madrid celebrase su 123º aniversario, Florentino Pérez cumplió el sábado 78 años, los mismos que tiene Donald Trump. Cuando en enero fueron elegidos (Florentino, prolongado; Trump, restituido), ya manejamos un inofensivo, intrascendente juego de similitudes, dentro de sus diferencias. Pero desde entonces se han precipitado acontecimientos de orden bélico. Florentino entró en guerra epistolar contra los árbitros. Trump bombardeó verbalmente a Zelenski y nos va a ametrallar a todos con aranceles.
Pérez y Trump. He aquí a una pareja de magnates tratando de transformar a su favor un par de realidades universales. Trump, la política. Pérez, la futbolística. Desde su condición de líderes de dos superpotencias, Estados Unidos y el Real Madrid, entienden la relación con sus inferiores en términos absolutistas. De influencia, por no decir mando, en el caso de Florentino. De obediencia, por no decir vasallaje, en el de Trump.
Florentino aventaja y mejora a Trump en maneras. Son reconocibles en él, incluso en sus ruidosos ramalazos de arrogancia y madridismo de clase, los residuos de cultura y elegancia de esta noble y desgastada Europa por la que Trump, un patán sin modales, experimenta un desprecio indisimulado. Florentino actúa con finura florentina. Donald, con tosquedad neoyorquina. Sería interesante proponer un intercambio de papeles y jugar con la idea de Pérez en el Despacho Oval y
Trump en el Palco del Bernabéu. Probablemente, al mundo le iría mejor. Al fútbol no.
El cumple de Floren no ha sido del todo feliz, con el ambiguo comportamiento del equipo de fútbol y el negativo del de baloncesto. La Superliga está hibernada y cataléptica, y la insonorización del Bernabéu, importante en el capítulo de ingresos, suscita muchas dudas. En el horizonte bastante cercano, la renovación de Vinicius no va a ser un camino de rosas. El chico quiere quedarse, pero pedirá muchísimo dinero. No tanto, claro, como el que le ofrece Arabia (1.000 millones por cinco años como compromiso inicial). Pero con tamaña oferta sobre la mesa, su capacidad de presionar al presidente para que le suba el sueldo hasta alturas exageradas, ¿inaceptables?, se antoja de consideración.
En cambio, ACS va viento en popa y planta sus reales en casa del Tío Trump. Por medio de sus filiales estadounidenses Turner y Flatiron, y algunas 'joint ventures', está reemplazando un dique seco en Pearl Harbor y un puente en el Bronx. También construyendo la Red de Tránsito Automatizado del aeropuerto de Atlanta. Y, para la NFL, los nuevos estadios de los Tennesse Titans y los neoyorquinos Buffalo Bills. Y el primer estadio de fútbol ('soccer') en el estado de Nueva York. No está mal para este insignificante rincón del Imperio. Tiene mucho que enseñar al "nuevo sheriff". No sólo produce sol, fruta, vino, embutidos y folclore.
Y, bueno, ACS, de la que Florentino posee el 146% de las acciones, más que nadie, ha alcanzado máximos históricos en Bolsa y ganado 828 millones de euros en 2024. Y, sea lo que sea todo eso, logrado un beneficio bruto de explotación (ebitda) de 2.456 millones y un ordinario (ebit) de 1.590.
Los trileros abundaban en las calles de España. Todavía es posible ver algunos, pero, hoy, los percibimos como personajes asociados a otro tiempo, extinguido en el tardofranquismo. El juego del Trile, también conocido como la Bolita o la Mosqueta, consiste en mover rápidamente una bola entre cubiletes y adivinar dónde se encuentra. Los trileros suelen tener compinches que indican sigilosamente a quien realiza la apuesta. Después de ganar, aumenta la puja y, entonces, pierde. Los trileros del fútbol, desgraciadamente, no son cosa del pasado, como ha puesto de manifiesto el último y vergonzante episodio en la Federación, desvelado por Esteban Urreiztieta. Al menos, con un toque de modernidad, al cambiar los cubiletes por un excel donde el estadio de Balaídos, uno de los aspirantes a albergar el Mundial 2030, aparecía y desaparecía. Los trileros de la Federación, sin embargo, han ido más allá de los de la calle, porque además de estafar al que jugaba, traicionaban la ética de los propios estafadores, al grabarse en secreto unos a otros. Una práctica amoral extendida en un lugar podrido, percibido en las alturas del fútbol como el Tercer Mundo de la gobernanza de este deporte, muy por detrás de Marruecos, una organización que no parece únicamente una Federación de trileros, sino también de 'Villarejitos'.
El excel de María Tato enviado a la FIFA tiene, en realidad, el mismo valor que una invitación de boda. Se ruega confirmación. Nada más. En Zúrich lo deciden todo, también con quién casarse, desde que el organismo de Gianni Infantino convirtió los comités organizadores en comités de bienvenida, antes de Qatar 2022, y estableció un bureau ad hoc para cada campeonato. En 2026 o inicios de 2027, la inspección de la FIFA visitará estadios en los tres países organizadores, no únicamente los recintos del excel, y tomará sus decisiones sin que viejas cuentas pendientes, como las que tienen Abel Caballero y Rafael Louzán, supongan una variable.
El Gobierno español se ha situado en lo políticamente correcto, al pedir a la FIFA que aumente de 11 a 13 las sedes concedidas a España y de ese modo evitar conflictos de índole territorial. José Manuel Rodríguez Uribes envió, el pasado 26 de julio, una carta al secretario general del organismo, el sueco Mattias Grafström, en la que se refería a Vigo y Valencia como ciudades históricas, de tradición futbolística, claves en la vertebración territorial del país, al tiempo que abogaba por el justo reparto de los «beneficios económicos, sociales y emocionales».
"Si con estos dirigentes lo ganan todo..."
La FIFA no está cerrada a modificaciones, pero aumentar las sedes en España significaría, posiblemente, tener que hacerlo en Portugal y Marruecos, cuyo trabajo eficaz y en silencio es puesto como ejemplo en Zúrich, especialmente el del país africano, frente a los constantes escándalos y cambios de la Federación Española. «¿Si con estos dirigentes lo ganan todo, cuánto más ganarían con otros?», se preguntan, entre risas y asombro.
María Tato, durante su entrevista en EL MUNDO.Alberto Di LolliMUNDO
Fernando Gomes acaba de dejar la presidencia de la Federación Portuguesa de Fútbol, después de tres mandatos, para liderar el olimpismo del país luso. Un hombre muy bien visto en la FIFA, que había cargado de sensatez la candidatura, a la que ahora contribuirá en otro rol. En Zúrich también están agradecidos a Marruecos, no sólo por el impulso del fútbol en el país, también por su mediación diplomática ante Arabia para que prorrogara su interés por organizar el Mundial de 2030 a 2034. Ya es suyo. Marruecos construye un gran coliseo en Casablanca para el Mundial. No parece que peligre la final, con Florentino Pérez como garante del Bernabéu, en fantásticas relaciones, además, con Infantino, que le dio a Vinicius el Balón de oro sin oro.
La final es la guinda del pastel, pero el pastel está por repartir, y para ello Marruecos está formidablemente situado, con un posición estratégica clave como aliado de Estados Unidos y puente con el resto del mundo árabe, y un cuerpo diplomático eficaz y volcado en una cuestión de Estado. Para el Gobierno español, por ahora, el Mundial es cuestión de la Federación.
Pasividad en el Gobierno
La prueba es cómo la chapuza de los excel ha dejado mudo al Consejo Superior de Deportes, ante la dualidad de observar cómo un proyecto estratégico para el país empieza en las viñetas del cómic y la imposibilidad de intervenir la Federación, pese a la sucesión de escándalos. No hay 155 que lo posibilite, por supuesto, pero la alternativa de optar por un papel escrupulosamente político es lo que convierte a la política en inútil.
Sólo una acción penal podría explorar las acusaciones del alcalde de Vigo contra Louzán, al que señala por la exclusión de Balaídos en el segundo excel, como si se tratara de una venganza entre familias gallegas. Lo que, en cualquier caso, ha quedado acreditado es el bajo nivel profesional de la comisión a la que se encargó el trabajo. Una constante en una Federación donde abunda el nepotismo, con hijas e hijas por los despachos, y donde tener un pasado como futbolista, encajarse un buen traje y poner voz de radio no garantiza el nivel. Nivel tiene y de nivel sabe Javier Tebas, en la posición más cómoda de toda su etapa: la Federación hace lo que dice, pero el presidente de la Liga no tiene responsabilidad en lo que hace. Cuidado, no obstante, con los efectos colaterales si llegan las explosiones, sobre todo con enemigos poderosos de verdad.
Rafael Louzán, presidente de la Federación.EFE
En Las Rozas muchos temieron que la crisis de los estadios pudiera ser la explosión definitiva. La razón es que la Federación es presa de su propia dinámica, de su gangrena, y nadie sabe hasta dónde puede haber sido grabado y hasta dónde pueden llegar sus whatsapps. Si María Tato tiene algunos comprometedores, únicamente ella lo sabe y sólo estaría obligada a aportarlos en un proceso judicial. Los mails con Louzán de la ya ex ejecutiva durante el proceso de selección de los estadios revelan que existía una conexión, nada más. Los supuestos whatsapps del miedo, sin embargo, desataron el pánico en una semana complicada en la casa, en la que el eficaz cortafuegos de su comunicación hizo muy bien su trabajo y puso a salvo a Louzán. El presidente sólo habló después de que María Tato cerrara su salida. La comunicación en la Federación es como atravesar un arrozal en los dominios del Vietcong. Nunca sabes de dónde puede llegar el siguiente disparo o el siguiente whatsapp. Continuará...
Once entrenadores del Valencia han debutado ante el Real Madrid. Lo hicieron los recordados Di Stéfano, Ranieri, Benítez o Emery, como también Valdano o Pellegrino, con trayectorias más breves y grises. Esta noche Mestalla, en llamas contra Peter Lim, recibirá a Carlos Corberán. A este técnico valenciano sin experiencia en LaLiga se ha encomendado el club para lograr lo que parece ya un milagro.
La agonía a la que sometieron el adiós de Baraja condena al equipo, tembloroso, a un rendimiento extraordinario que nadie ha conseguido. Y lo hace con un calendario que empieza por recuperar el partido aplazado por el azote de la dana ante Real Madrid, que llega con el colmillo afilado en busca del liderato, y sigue con Sevilla, Real Sociedad y Barcelona. Una cuesta de enero pasmosa para un Valencia que camina en el alambre.
Penúltimo, con 12 puntos en 17 partidos, necesita sumar para no enfrentarse a una estadística que asusta. Desde 1995, cuando cada victoria en el campeonato de Liga comenzó a premiarse con tres puntos, sólo un equipo que acabó la primera vuelta con una docena de puntos logró esquivar el descenso. Fue el Zaragoza en 2012, cuando después de lograr sólo dos victorias y seis empates con Javier Aguirre en el primer tramo de la temporada -justo los mismos números que tiene el Valencia- cuajó una segunda vuelta brillante con 12 victorias con Manolo Jiménez al frente.
Pendientes de Sadiq
A eso se agarra Corberán y, tras él, todo el valencianismo con más fe que certezas. Y es que, a día de hoy, la materia prima con la que trabajará el ex técnico del West Bromwich Albion es la misma que no ha rendido desde el pasado abril.
El club, con la autorización de Lim, que parece haberse dado cuenta ahora del riesgo de descenso, busca un lateral derecho y ultima la cesión del delantero de la Real Umar Sadiq si pasa el reconocimiento médico. Pero en el debut no los tendrá, ni tampoco al sancionado Pepelu y los lesionados Mamardashvili, Gayà o Rafa Mir.
Es una incógnita saber cómo será el nuevo Valencia con sólo cinco días de trabajo, en sesión doble, eso sí. «Lo primordial es saber qué queremos ser, a qué queremos jugar y cómo queremos conseguirlo. Esto es un proceso. Quiero un equipo entregado, valiente, resiliente. Esas son las señas que quiero ver en el Valencia», confesó el técnico. Pero tiene el reloj corriendo en contra. Por eso ha llegado con un nutrido grupo de ayudantes y con dos años de contrato bajo el brazo, pase lo que pase, dicen, tras el pago de una cláusula de rescisión de casi tres millones, condiciones aceptadas por la angustia. Eso sí, el proceso de crecimiento debe ser rápido o el destino se volverá irreversible.
Corberán, durante un partido de la Europa League, en 2022.AP
¿Cómo ha encontrado a una plantilla que sólo ha sido capaz de ganar en Mestalla al Betis y al Girona? «Si mantienen la actitud, el compromiso y el esfuerzo de estos cinco días, vamos a crecer mucho», advirtió, aunque enfrente esté un equipo que, si bien ha titubeado en el primer tramo de temporada, llega con la inyección moral de tener en su mano el liderato.
«Es una oportunidad para crecer, para plasmar ideas y para demostrar el compromiso y la energía con la que han entrenado. Una oportunidad para acercarnos a ser el Valencia que queremos», insistió el técnico sin más detalles, serio y esquivando respuestas como atajaba balones como canterano. Por si acaso, Ancelotti se ha estudiado a su West Bromwich y cómo puede adaptarlo, lo que no hará fácil el debut, y no sólo por el rival.
Sin público hasta el 19 y con agradecimiento
La parroquia de Mestalla está harta de Lim, de ver cómo hunde a su equipo cada temporada un poco más mientras ahora insiste en acabar un estadio que no quieren y que pone en riesgo la viabilidad económica. Sólo sueñan con su salida y, mientras, hay colectivos como Libertad VCF que llaman al boicot y convocan el vaciado de Mestalla para este partido. Ante las dudas entre los aficionados, que ven compatible oponerse a quien consideran un tirano con darle calor a un equipo ahora que aún lucha por seguir vivo, el vaciado será hasta el minuto 19. Eso esperaba Corberán: «Yo acabo de llegar y respeto todo debate. Pero siento que la afición del Valencia no nos va a abandonar».
Será un duelo clásico, pero raro. Con Florentino Pérez en el palco, sin Vinicius en el disparadero de la grada y con agradecimiento al Real Madrid por su generosa donación y gestos de apoyo tras la dana.