El Real Madrid está atravesando una etapa de desconexión, como relajándose después de lograr el liderato en la ACB y la Euroliga, y preparándose para las fases decisivas. Pero cuando esas etapas se traducen en derrota tras derrota, se pone en peligro
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Se valorará con el tiempo, cuando se mire a esta época de frotarse los ojos. De coleccionar títulos, tantos que las cuentas de Unicaja se pierden en su grandeza. En Atenas llegó el sexto en tres años, la segunda Champions League consecutiva, que sería la guinda del proyecto Ibon Navarro si no fuera porque este colectivo parece lejos de estar saciado.
Todo empezó en Badalona, aquella Copa del Rey contra pronóstico despedazando gigantes. Unos meses después, ganar empieza a ser casi una obligación para este Unicaja histórico, que acabó con el Galatasaray (67-83) en una final de pura experiencia, de equipo que compite como nadie, que dominó toda la tarde a un rival al que remató en la recta de meta sin siquiera pestañear. Fueron Kendrick Perry, Kalinoski y Tyson Pérez los héroes y Tyson Carter el MVP, un grupo salvaje en el que se turnan el protagonismo para bien común.
No fue tarea sencilla, pese a la clara condición de favorito de Unicaja, su sabiduría ganadora, eso tan difícil de adquirir. El Galatasaray, a la sombra de Fenerbahçe, Efes y Besiktas en Turquía, ya desplumó aLa Laguna Tenerife en semifinales, evitando la final española de este torneo de la FIBA con premio de un millón de euros para el ganador. Y no se arredró ante la habitual pujanza malagueña, que venía con el viento a favor tras el más difícil todavía de ganar dos días antes al anfitrión AEK.
Tyson Pérez culmina una jugada, ante el Galatasaray.GEORGIA PANAGOPOULOUEFE
Los de Ibon Navarro tardaron dos minutos en ponerse en órbita. Fue un arranque extraño, con dos faltas en menos de un minuto de Kravish. Esas dudas pronto las despejó Unicaja con su baloncesto coral y agresivo, haciendo cada intento turco una verdadera pesadilla. Nadie en eso como Alberto Díaz, que volvía locos a los rivales: forzó en un momento hasta tres faltas en ataque. Una pericia tan jugosa casi como la del que mete triples. Así llegaron las primeras ventajas considerables, un 13-24 tras triple de Kalinoski.
Tyson Pérez
Pero el rebote era un problema inesperado y Galatasaray se reencontró con un parcial de 13-2 que igualó el duelo. Fueron seis puntos seguidos de Tyson Pérez los que rompieron esa dinámica incómoda para Unicaja y Tyson Carter el que remató antes del descanso con tres tiros libres para sus 12 puntos en ese instante. Eso, puntos (y triples), era lo que le faltaba a los andaluces para ser más ellos.
A la vuelta continuó la tónica. Unicaja, al que el retorno al partido de Kravish le dio mucho, pretendiendo romper la tarde, y Galatasaray, que sólo presume de un título europeo en sus vitrinas (la Eurocup de 2016), agarrándose a ella con todo lo que tenía, soñando con la sorpresa los de Yakup Sekizkok -que fuera ayudante de Ataman (ahí estaba en primera fila del Sunel Arena junto a Juancho, Vildoza...)- en el Efes.
Le 'mataban' los fallos en los tiros libres y tener enfrente a un grupo tan poderoso mentalmente como Unicaja, conocedor de los terrenos. Fueron cinco puntos seguidos de Kalinoski los que empezaron a hacer acariciar el trofeo. Era un +12, la máxima (56-68), con menos de cinco minutos de juego. Un poco más adelante, Ejim estiraba un poco más. Y después, dos tripes más, Perry y de nuevo Kalinoski, fue la puntilla cuando ya sonaba de fondo en las tribunas el 'Tu bandera' el himno de una era. El que se ha escuchado en cada uno de los cuatro trofeos de esta temporada (Intercontinental, Supercopa, Copa y Champions) de 11 en toda su historia.
No fue la victoria de todas las victorias, apenas un primer paso ante un rival menor como Dinamarca. Pero había motivos de festejo y de alegría en las entrañas del Farum Arena. Hubo baño de agua para Chus Mateo en el vestuario, el bautismo de la nueva etapa. «Había mariposas en el estómago. Cuando he escuchado el himno y después he visto el compromiso... es una victoria especial. Así se lo he traslado. Nunca me voy a olvidar de esta primera concentración, de todos ellos», confesaba el nuevo seleccionador.
Porque es una España nueva, aunque sólo hubiera dos debutantes en Copenhague. Un cambio de estilo reconocido por los propios protagonistas. "Con Scariolo jugábamos de una manera, con Chus de otra. Ha cambiado todos los sistemas, ha traído su manera de entrenar. Estamos muy contentos con esos cambios", pronunciaba Oriol Paulí, uno de los veteranos, uno de los mejores, con un buen moratón en su ojo. Y detallaba: "Sergio tenía un juego más estático, quería controlar más la situación. Con Chus hay más juego dinámico, de contraataque; que conlleva el riesgo de cometer errores, de las pérdidas. Es el gran cambio".
Con sus aciertos y también con sus errores, España no pasó ningún apuro ante una Dinamarca en la que costaba encontrar algún jugador reconocible. Tampoco fue un ejercicio de brillantez y consistencia, difícil en un grupo que ha completado apenas tres entrenamientos. Mateo destacó el «dinamismo» de su selección. «Hemos jugado aceptablemente bien en ataque la primera parte. Hemos peleado todos juntos el rebote, hemos dejado en 64 puntos al rival. Estoy contento. Me parece ilusionante. Hay jugadores de 13 clubes diferentes y se ayudan como si fuera un equipo que se conoce. Eso siempre es una ayuda», razonó el ex entrenador del Real Madrid.
Great Osobor, en acción contra Dinamarca.ALBERTO NEVADO / FEB
Que tuvo palabras de elogio hacia el nombre propio del duelo. Great Osobor, desconocido para tantos, al que visitó hace unas semanas en Alemania, donde juega en el Science City Jena de la Bundesliga. El que le cautivó. «Un animal», en palabras de su compañero Paulí. «Es un chico joven. Que está haciendo muy bien las cosas en su equipo. Tenemos esperanzas, tiene calidad y aún que aprender, los errores propios de la juventud. Tiene uno contra uno, capacidad de generar, que siempre es bienvenido...», le elogió Mateo.
«Me he sentido bien, es una oportunidad espectacular. Sólo quería jugar duro y hemos ganado, que es lo más importante», admitió el navarro de Tudela, 12 puntos, ocho rebotes, un par de mates asombrosos, criado en Londres y desarrollado baloncestísticamente en la NCAA. «Soy un jugador versátil. Hago muchas cosas diferentes, que otros jugadores de mi estatura y mi físico no pueden hacer», comentó el protagonista.
La nota negativa fueron los problemas físicos. Mateo mostró su preocupación por los lesionados de cara al choque del domingo en Tenerife contra una Georgia que fue sorprendida en Tblisi por Ucrania (a pesar de contar con un Shengelia que 24 horas antes jugó un partido de Euroliga con el Barça). Por el esguince de Dani Díez, por las molestias de Jaime Fernández, quien no regresó a cancha «por precaución».