El yin y el yang rojiblancos: el volcán Simeone y la calma de Julián, que marcó a lo panenka

El yin y el yang rojiblancos: el volcán Simeone y la calma de Julián, que marcó a lo panenka

Han sido semanas de tensión. Semanas de mensajes, tuits y comunicados. Pero hay un hombre que viste de rojiblanco que vive tranquilo, ajeno a todo el ruido. Que no escuchaba los silbidos de las 80.000 almas, o igual lo hacía, pero no le importaba. Cuando Soto Grado señaló el punto de penalti, fue a por el balón en las manos de Courtois a paso lento. Y cuando el colegiado dio permiso para patear, miró al portero, tomó carrerilla y se marcó un pseudopanenka que silenció el Bernabéu.

La Araña se reafirmaba en el campo en el que pudo jugar si se hubiera confirmado su fichaje cuando se enfundó la camiseta blanca con 11 años. Lo hacía con un panenkazo asumiendo una responsabilidad que le había cedido Griezmann tras su fallo en Leganés. Y se movía por el Bernabéu como si fuera su jardín, con ligereza e intensidad, pero también con calma, como si no fuera este el primer derbi madrileño que enfrentaba al primero y al segundo clasificado en los últimos 33 años. Por cierto, con este empate, el Atlético lleva cuatro duelos sin perder con el eterno rival

Y si Julián era la calma, Simeone era un volcán. El entrenador, como un león enjaulado, se comía las rayas del área técnica. Gesticulaba sin parar y ni siquiera el gol le dio el relax que proporciona el ir ganando en terreno rival. Y eso que su apuesta por Lino, no le había salido mal.

La jugada que pudo marcar el partido la provocó el brasileño, una de las dos dudas que tenía Simeone para iniciar en el derbi. El brasileño fue un puñal en ataque y con más calma pudo haber hecho más daño en el área blanca, pero las dos que tuvo las resolvió mal. Además, por su falta de ayuda a Galán, llegó el empate del Madrid gracias al eslalon de Rodrygo. Es lo que tiene el extremo como explicó Simeone en la previa, “gran presencia en ataque”, pero Gallagher equilibra mejor.

No hizo falta mucho equilibrio en la primera mitad. Ambos conjuntos se dedicaron a encadenar posesiones largas y bloques bajos para protegerse y esperar el error del contrario. El propio Lino encontró uno de Lucas, que resolvió mal, y Barrios cometió otro que tampoco supieron aprovechar los blancos. Ningún tiro a puerta por parte de los dos equipos.

Sin embargo, la segunda fue otra cosa. El Madrid arrancó fuerte dispuesto a empatar pronto el choque, lo consiguió y embotelló al Atlético en el área de un Oblak inadvertido hasta entonces. Simeone vio el momentum del Madrid y quiso pararlo desde el banquillo. Sacó a Lino, pero no por el inglés, sino por el capitán, que tiene muchos tiros pegados en derbis. De hecho, Koke o Barrios era la otra duda del técnico argentino. Probó con el primero en el último entreno previo al derbi, el que suele marcar el once. No en esta ocasión.

Ausencia

Quien no apareció en el derbi, el primero que jugaba en Primera, fue Giuliano, quizás el mejor jugador rojiblanco el último mes. Apenas una carrera con Asencio, que le ganó el central, en una imagen que representaba a la perfección el duelo de canteras que ninguno de los entrenadores usa con tanta asiduidad como, por ejemplo, hace Flick en el Barça.

Simeone se debió de transformar en el alemán porque al final del choque pedía calma. La que no había mostrado durante los 90 minutos. Es el argentino un volcán peculiar, en erupción en los inicios y durmiente en los finales. Curioso.

kpd