La final ‘maldita’ que unió a la Sudáfrica del ‘apartheid’: seis héroes ya han fallecido

La final 'maldita' que unió a la Sudáfrica del 'apartheid': seis héroes ya han fallecido

Mundial de Rugby

Actualizado

La mayoría de ellos, junto al neozelandés Jonah Lomu, ha muerto con apenas 40 años por cánceres, ataques cardíacos o accidentes de tráfico

Mandela entrega la Copa al capitán de los Springboks.EM

En 1995, la International Rugby Football Board, hoy World Rugby, decidió permitir a Sudáfrica reincorporarse al Campeonato Mundial tras no participar en las ediciones de Nueva Zelanda 1987 e Inglaterra 1991 al ser sancionada por su política de apartheid. La victoria de Nelson Mandela en las elecciones de 1994 y la construcción de una democracia joven y frágil, necesitaba un símbolo. Y para es símbolo, Mandela, eligió el rugby.

«Era una manera de neutralizar las amenazas de la extrema derecha», dice John Carlin, periodista británico que trabajaba entonces como corresponsal en el país sudafricano. Carlin es autor del libro El Factor Humano, donde se analiza la capacidad de unión de Mandela del pueblo sudafricano, que cristalizó al clasificarse la selección de los Sprinboks para la final del campeonato Mundial de Rugby de 1995, en la que tendría como rival a la temible Nueva Zelanda. Un partido que atesora una maldición.

Recientemente se ha conocido la muerte de Hannes Strydom, segunda línea sudafricano, tras un accidente de coche, tenía 58 años. No era el primer incidente que tenía con su vehículo. Strydom ya había tenido que pasar varios días en la UCI tras un intento de secuestro cuando conducía su coche por las calles de Pretoria. El ex jugador se enfrentó a varios asaltantes.

La muerte de Strydom no era la de un deportista cualquiera. El suyo era el séptimo fallecimiento de los participantes de aquella mítica final. Todos han desaparecido antes de cumplir los 60 años.

Sendos cánceres se llevaron al técnico del equipo sudafricano Kitsch Christie (58 años), en 1998, y al ala Ruben Kruger (40 años), en 2010. A los 40 años también murió Jonah Lomu, el único neozelandés afectado por esta maldición. Una enfermedad renal terminó con su existencia en 2015.

Posteriormente, en 2017, fallecería otro de los mejores jugadores de aquel Mundial de 1995, el medio scrumJoost van der Westhuizen (46 años), por una enfermedad neurodegenerativa. Dos años después, sendos ataques cardíacos se llevaron a James Small y a Chester Williams (50 y 49 años, respectivamente).

Strydom es el último de esta trágica lista que, aunque casual, ya hace arquear las cejas a muchos en el país africano. «Nunca se me había ocurrido que fuera un caso de mala suerte. Es verdad que es curioso porque son jóvenes y estaban bien físicamente en su día», responde Carlin, muy empírico.

Hay muchas especulaciones, la mayoría sin fundamento, que intentan explicar lo ocurrido a estos deportistas. El 30% de aquel equipo de los springboks ha fallecido. Bien es cierto que existe una investigación en curso que afecta a la muerte prematura de 400 ex jugadores de este deporte y que tiene que ver con las lesiones cerebrales causadas por los golpes en la cabeza, pero por la variedad de las causas en este caso, no entraría en este apartado. No es una explicación, pero sí un rumor el que habla de un posible dopaje de los jugadores, un asunto alimentado por el testimonio de un gran protagonista.

François Pienaar, el capitán de los Springboks, admitió en una entrevista pocos años después de aquella final que consumía suplementos que ayudaban al rendimiento. «Empecé a tomar pastillas porque todo el mundo lo hacía», explicó sobre unos estimulantes que tomaba en 1992. «Ayudaban a pasar los duros 80 minutos si tenías problemas físicos», confesó el capitán.

INDIGESTIÓN

Por añadir más misterio a esa final, cabe recordar a Suzie, una camarera que apareció en el staff de cocina de los All Blacks el día en el que varios de jugadores de Nueva Zelanda sufrieron una intoxicación alimentaria. Años después, el guardaespaldas de Nelson Mandela asignado al equipo neozelandés aseguró que el equipo había sido envenenado. Sin embargo, el entrenador de los All Blacks lo achacó a leche en mal estado. «Estos tíos estaban en una condición extraordinaria y aquello se produjo dos noches antes de la final. Si el alimento en mal estado se hubiera consumido un día antes del partido sí podría haberles afectado», cuenta Carlin. El periodista también asegura que se habló de la iniciativa un patriota o de una conspiración pero que nunca se pudo comprobar.

El caso es que Sudáfrica terminó haciéndose con el título. «Ganaron porque la desearon con más fuerza, por la gran responsabilidad que sintieron hacia su nación y hacia Mandela», señala Carlin. El partido terminó 15-12, sin ni un sólo ensayo, y con dos jugadores Stransky y Mehrtens haciendo todos los puntos para sus respectivos equipos. Muchos recuerdan a Small agarrando del cuello de Lomu en cada lance. «Cuando le derribó en la primera jugada vieron que Lomu no era Superman», revela Jon Carlin.

El verdadero Superman de esa historia fue el prisionero número 46664. El que quiso hacer del rugby el pegamento de un país. Así, esa final, esa victoria, logra lo que Nelson Mandela buscaba desde el inicio del campeonato. «Consigue absolutamente su propósito político. Hubo una euforia tremenda, blancos y negros en todo el país celebrando por igual», cuenta Carlin. Lo que fue una bendición para más de 40 millones de personas, supuso una maldición para siete protagonistas de aquel partido.

kpd