Todo de negro y enorme carga emotiva en el césped y en la grada de La Cerámica. El Villarreal, tras el partido aplazado en la anterior jornada, regresó a la actividad de la liga con un homenaje a los damnificados por la maldita riada. Este sábado, el equipo castellonense, en su cita ante el Alavés (finalizó 3-0, con goles de Ilias Akhomach, Comesaña y Dani Parejo, de penalti) prescindió de su habitual uniforme para presentar una vestimenta de luto. En el preámbulo del encuentro, ambos conjuntos exhibieron durante unos minutos camisetas (amarillas el equipo local y blancas, los visitantes) con un lazo negro y el mensaje Força València. Los jugadores posaron entrelazados en un minuto de silencio que terminó con aplausos y lágrimas de espectadores, jugadores y entrenadores. Todos profundamente conmovidos al escuchar el himno de la Comunidad Valenciana.
Villarreal y Alavés enviaron un mensaje de ánimo y de resistencia a esas miles de personas que han sufrido los efectos de una DANA perversa.
En el inicio del partido se pudo ver en el banquillo a Marcelino García Toral con los ojos humedecidos. El técnico de Villarreal, como no podía ser de otra manera, ya mostró, en la previa del partido, su dolor por la tragedia que ha asolado la Comunidad Valenciana. Ahora, para él, el fútbol es algo secundario. «Estoy de acuerdo con todos los compañeros que tenía que aplazarse la jornada pasada en su totalidad, pero la vida sigue y tenemos que hacer nuestro trabajo», dijo el asturiano.
El entrenador asturiano también elogió la iniciativa de su club de vestir de negro. «Es un detalle que creo que es necesario tener. El Villarreal siempre demostró que está cerca de la gente. Todos hemos tenido desgracias cercanas y hay que seguir», comentó el técnico, que recordó que tres días después del fallecimiento de su padre dirigió un partido del Villarreal.
«Cada persona siente la emotividad y la tristeza a su manera», añadió. También dijo que como ciudadano siente una profunda tristeza e indignación por las consecuencias y la gestión de la DANA que asoló la provincia de Valencia la pasada semana: «Hemos vivido y estamos viviendo un momento de gran dificultad. Siento tristeza porque hay más de 220 fallecidos y 70 desaparecidos, porque muchas personas han pedido a familiares y amigos, sus casas y todo lo que tienen».
El 29 de octubre, el barro colapsó la vida de Valencia arrastrándolo todo a su paso. La provincia aún supura dolor y lágrimas, pero el fútbol regresa a Mestalla como sentido homenaje y vía de escape emocional, como alivio para un pueblo que lucha por alzarse, justo como lo hace su equipo también desde el fondo de la clasificación. Ante el Betis, el reto es mayúsculo: convertir en energía y goles toda la carga emocional acumulada en estos días hor
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Carlo Ancelotti y Lucas Vázquez viven en Madrid y no han sufrido pérdidas personales o físicas en la desgracia de la DANA, que se ha cebado con los pueblos y ciudadanos de la Comunidad Valenciana, pero el entrenador y el defensa del Real Madrid mostraron la emoción de todo el fútbol español en la previa del encuentro de Champions League contra el Milán. "No tengo ganas de hablar de fútbol", admitía el técnico italiano.
Fue una rueda de prensa extraña, en la que ni los protagonistas ni los periodistas podían alejar su mirada, sus preguntas y sus respuestas de la tragedia vivida estos días. "Antes de nada, tenemos una tristeza enorme por esta tragedia... Esta es nuestra emoción", comenzaba, antes de cualquier pregunta, un Ancelotti visiblemente emocionado. "Estamos cerca de Valencia y de todos los pueblos afectados. Ojalá se pueda resolver pronto", dijo. Y comenzó su reflexión sobre la disputa de partidos.
"Quiero que comprendáis que hablar de fútbol es complicado, y también jugar al fútbol. Nosotros somos parte de este país y esto nos afecta mucho. Por respeto para todos, intentaré hacer una rueda de prensa lo más sencilla posible, porque no tengo ninguna gana de hablar de fútbol", explicó.
Ancelotti aseguró que ha sido "una semana difícil", "porque no tienes la cabeza en tu trabajo". "Ha sido algo terrible. Vamos a preparar el partido porque somos profesionales e intentaremos ganarlo, obviamente, porque es lo que toca, pero es difícil".
Cuestionado sobre la disputa de la jornada liguera, el transalpino se mostró en contra. "El fútbol es una fiesta y tú puedes hacer fiesta cuando estás bien, cuando tu familia está bien, pero cuando la gente no está bien no hay que hacer fiestas. El fútbol tiene que parar, porque es lo más importante de lo menos importante de la vida. Nadie quería jugar la jornada y me parecía la decisión correcta", admitió, e insistió en que su poder para parar es "cero". "El poder que tenemos nosotros es cero, no podemos tomar ningún tipo de decisión. Todos los entrenadores estaban en la misma idea y han jugado sin ganas. El poder del entrenador es cero. Hay una frase que es 'el espectáculo debe continuar', pero no es así".
"El pueblo está frustrado"
Ancelotti no quiso entrar a valorar la gestión política de la tragedia, pero admitió que el pueblo "está frustrado". "El pueblo está frustrado, es normal, lo han perdido todo. Aquí no estoy para opinar o evaluar lo que ha hecho la política, no tengo recursos. Tengo la tristeza de ver personas afectadas. Y es que es difícil pensar que en 2024, con todas las informaciones del mundo, que puedes ver la hora exacta de cuando empieza a llover, no seamos capaces de prevenir este tipo de tragedia", expresó.
Lejos de la actualidad queda ya la derrota contra el Barça y la ausencia de la expedición madridista en la gala del Balón de Oro. "Eso ya ha pasado y hay que felicitar a todos los premiados. El ambiente es triste en el vestuario, pero no por el Balón de Oro, sino por la tragedia de Valencia".
Lucas: "El fútbol debe pasar a un segundo plano"
Lucas Vázquez, por su parte, mantuvo una reflexión similar a la de su entrenador, animando a los afectados, alejándose de cualquier valoración política de la tragedia e insistiendo en que el fútbol "debe pasar a un segundo plano". "Es difícil aislarse de lo que está pasando, las imágenes son durísimas, nuestra gente ha sufrido y es momento para que todos reflexionemos en lo que ha pasado", añadió.
"Ojalá aprendamos de estas circunstancias", contestó, preguntado por la gestión de los gobiernos. "Yo me siento triste por lo que ha pasado, y no es el día de hablar de política. Se ha vuelto a demostrar la calidad humana y la solidaridad. Creo que eso es precioso".
Sobre la jornada, volvió a dejar claro que "no se debería haber jugado". "Era el momento de estar con los afectados y pensar solo en eso. Pero nos toca hacer cosas aunque no nos apetezca", declaró el gallego.
El pasado 19 de agosto, Iván Penalba ganó las 100 Millas del Muro de Berlín con un tiempo de 13 horas y 56 minutos, junto a Carmen Pérez, su pareja, que también se impuso en categoría femenina. Sólo dos meses después, el ultrafondista valenciano tardó más de una hora en recorrer 60 metros. Los que tuvo que atravesar, con el fango hasta la cintura, para acceder a la casa de su padre, de quien no sabía nada desde dos días atrás. Cinco minutos por zancada entre pilas de coches y escombros en Alfafar. «Fueron momentos muy dramáticos, porque ni siquiera había cobertura de móvil. En ese momento teníamos que hacerles llegar lo primordial: algo de comida», detalla Penalba a EL MUNDO, con el alivio de quien no perdió a ningún familiar, con el horror de quien asistió a la devastación y con la esperanza de quien siempre vislumbra una meta, por lejana que sea.
Familiarizado con todo tipo de causas solidarias, Penalba se volcó desde el primer minuto con su pueblo. En las tareas más duras, como el desescombro y el reparto de víveres, y en otras que pasan desapercibidas. De este modo pretende ayudar a la Unión Deportiva Balompié Alfafar, con la que había empezado a colaborar a principios de octubre. Una escuela de fútbol, fundada en 1994, arrasada hoy por la DANA. Sin embargo, entre palada y palada, Iván aún saca tiempo para ayudar a los niños. «Ya no es por mí, sino por ellos, que han perdido muchas cosas. Así que estoy intentando reubicarlos para que sigan entrenando y no se queden un año sin hacer nada». Doce meses, ahora mismo, se antojan un horizonte inabarcable en Alfafar.
«Durante el día vives en una burbuja de pesadilla, con la mente enfocada solamente en el trabajo. Pero cuando por la noche te paras a pensar un poco, te dan ganas de llorar, de tirarlo todo por la borda y no salir de la cama. Dentro de un mes, cuando ya no salgamos en los telediarios, aquí no va a haber nada y nos enfrentaremos a una situación aún más dura», vaticina Penalba, el único español en subir dos veces al podio en la Badwater 135, una de las carreras más extremas del planeta, con 217 km a casi 50º C en el californiano Valle de la Muerte. Esa resistencia debe ponerse a prueba ahora en Alfafar, una población de 22.000 habitantes que deberá «empezar de cero». «¿Quién va a montar un negocio? ¿Quién va a comprar, si no hay dinero? Por eso le pido a la gente que no deje de donar».
«¿Cómo vamos a salir de esto?»
En ese mismo estupor, plagado de interrogantes, vive la nadadora Merche Peris en Paiporta. «Me siento colapsada y no veo la luz. Todos los negocios han quedado arrasados: la peluquería, las uñas, la tienda de fotos, el supermercado... ¿Cómo vamos a salir de esto? Si te soy sincera, mi mayor miedo es que dentro de una semana la gente ya no se acuerde o piensen que somos unos pesados», dice a este diario la campeona de Europa en 2012 de 50 metros espalda.
Desde hace dos semanas, Peris no encuentra descanso. Ni por la noche, cuando apenas logra conciliar el sueño, ni en sus extenuantes jornadas de faena, descargando camiones, moviéndose de aquí para allá en permanente misión humanitaria. «No sé cómo estamos aguantando. Me siento muy orgullosa de la gente joven que ha venido a ayudarnos. Es algo que me está llenando el corazón y me alivia de muchas otras cosas», reflexiona antes de alzar la voz. «Se nos avisó cuando ya había muertos y eso es intolerable. Ellos son los culpables de esas muertes. Tienen que asumir su responsabilidad y no señalarse entre sí. No somos imbéciles».
A esa censura se suma Penalba, sin rubor en subrayar que «ningún político se ha tomado esto como si tuviese un hijo aquí» y muy consciente de que con el mero voluntarismo no alcanza. «Han tardado muchísimo en llegar y se han quedado cortos. Se requiere mucha más ayuda profesional, porque todo se ha convertido en un foco de infección brutal y va a ver muchísimas infecciones», manifiesta.
Peris, olímpica en Pekín 2008, siempre se ha considerado de Paiporta, donde vive desde hace siete años y donde nacieron su padre y su abuela. No obstante, cada mañana recorre 30 km hasta su puesto de trabajo. El primer tramo, en coche hasta Valencia. Desde la capital, en tren hasta Puzol. «Si el día 29 ese tren llega a tardar 10 minutos más, la DANA nos hubiese pillado al volante a mi marido y a mí de vuelta a casa».
La pasada semana, la madre de Peris sufrió una caída cuando intentaba cruzar su calle, cubierta por el lodo. Y allí tuvo que esperar a ser atendida por una ambulancia militar. Esos resbalones, en cambio, se antojan una trivialidad en la zona cero de la tragedia. Merche aún no ha podido olvidar los gritos de auxilio de quienes sólo unos minutos más tarde perecerían bajo la riada. Hoy, cada vez que sale a la calle, lo cotidiano queda engullido por lo dantesco. «He visto portales donde el agua arrancó los marcos de las puertas. Ahora, frente al mío hay una cornisa».
Penalba tampoco puede quitarse de la cabeza la visión del agua, bajando «muy despacito». «Todo empezó, literalmente, a irse. Desde los coches a los contenedores. Sin dejar nada a su paso. Todo destrozado, como si hubiesen caído tres bombas. Fue alucinante», subraya el plusmarquista español de 24 horas (274,322 km). Muy consciente de sus raíces, rechaza cualquier ademán de heroísmo. Simplemente se ve «arrimando el hombro como cualquiera». Su mesura ni siquiera se tambalea a la hora de mirar hacia adelante. «No sabemos nuestras necesidades para dentro de una semana. Según avancen las cosas tomaremos iniciativas para que la gente vea cómo está la situación y cómo se puede ayudar», concluye.