El Jockey Club, organismo regulador de las carreras de caballos en España, llevaba tiempo manejando una idea que al fin pudo concretar el pasado 6 de marzo, cuando las cámaras de Movistar entraron por vez primera en el Cuarto de Comisarios para emitir en directo las declaraciones de los jockeys ante los jueces. Un avance con el que nuestro turf adelanta a potencias como Inglaterra o Francia, que sólo reservan este privilegio a sus citas de mayor rango. Hoy, por vez primera, los comisarios explican los detalles de un proyecto que debería inspirar el futuro de la Fórmula 1 o MotoGP, disciplinas aún teñidas por el oscurantismo durante su toma de decisiones.
“Los jinetes, en el mejor de los casos, llegan nerviosos, porque acaban de bajarse de un caballo que galopaba a 70 km/h. Nosotros debemos decidir en cinco minutos, porque 20 después todo debe quedar listo en el paddock para la siguiente carrera”, cuenta a este periódico, Carlos Reyero, uno de los comisarios de más prestigio en España. “La tensión se recrudece cuando recibimos a la vez a dos jockeys. Ahí toca moderar con mucha mano izquierda, para que se traten con respeto y respeten su turno de palabra. No tanto por nosotros, sino porque ellos pueden quedar retratados al dirigirse al compañero de un modo despectivo. Hay que velar para que su imagen no quede perjudicada”, añade Félix González, otro de los jueces consultados por EL MUNDO.
Dejando a un lado el desaforado debate sobre el VAR en LaLiga, lo cierto es que nuestro mejor ejemplo de transparencia llega hoy desde los hipódromos. “Nos mueve una voluntad de divulgación, para que se entienda la complejidad de lo que sucede allí dentro. Porque las declaraciones de los implicados no siempre son objetivas. El código les obliga a colaborar, pero cada uno trata de arrimar el ascua a su sardina”, detalla Reyero.
Más de 300 artículos y anexos
Desde luego, un reglamento con más de 300 artículos y anexos se presta a múltiples interpretaciones. Especialmente en lo relativo a los cambios de línea, quizá el punto más controvertido. Aquí, como ya sucede sobre el asfalto en los deportes de motor, esas obstaculizaciones, choques o interferencias pueden alterar a posteriori la suerte de una carrera. “Tenemos que estar convencidos de que el perjudicado hubiese estado por delante para cambiar el orden de la llegada. Una intuición nunca puede ser suficiente para la sanción”, relata Reyero. Antes que asumir esa decisión tan crítica, los castigos más habituales oscilan entre la multa económica y una prohibición de montar para el jockey. Males menores con tanto dinero y prestigio en juego.
Baste el ejemplo de lo sucedido el pasado sábado en el hipódromo bonaerense de San Isidro, cuando una descalificación provocó graves altercados, con insultos y agresiones a los jueces y destrozos de las instalaciones. “Claro que en alguna ocasión se ha elevado el tono, pero aquí nunca hemos llegado a casos de violencia, ni situaciones desagradables, ni presiones”, recuerda González. Sin tener en cuenta el volcánico carácter porteño, lo cierto es que en el mencionado evento se repartieron 135.000 euros. Y según los datos del Hipódromo de la Zarzuela, durante las 237 carreras disputadas a lo largo de 2022 en nuestro país, la dotación media de los premios apenas va a superar los 14.000 euros.
Asimismo, la vertiente económica cuenta con otra derivada: la de las apuestas sobre el terreno. “Si demoramos mucho una decisión puede haber un perjuicio para el organizador, que pierde el tiempo para las apuestas, pero no es el criterio que nos guía”, detalla Reyero. “Alguna vez, la toma de declaración se alarga y siempre hay algún jockey que nos dice que se tiene que cambiar de colores para su siguiente carrera. Y hay que decirle: ‘No, tranquilo’. Una carrera ha de empezar con el resultado firme de la anterior”, revela el veterano comisario, que el próximo día 30 impartirá justicia, junto a González, en la segunda cita del tríptico de la Santander Cup, una de las pruebas más prestigiosas del calendario, con 122.400 euros repartidos entre San Sebastián, Madrid y Dos Hermanas.
Desde tiempo atrás, los comisarios han protagonizado curiosas escenas en la toma de declaraciones. Y basta el vídeo que acompaña estas líneas -cortesía de Jockey Club- para apreciar la intensidad del momento. El 22 de noviembre de 2015, tras el GP Antonio Blasco disputado en el Hipódromo de la Zarzuela, Reyero tuvo que lidiar con tres de los jinetes más reputados del panorama nacional. “Es muy feo lo que ha hecho, pero si me necesitan entro otra vez aquí”, replicó aquel domingo Ricardo Sousa, jockey portugués que a lomos de Zebed, de la Cuadra Celso Méndez, había terminado cuarto.
El código les obliga a colaborar, pero cada uno trata de arrimar el ascua a su sardina.
Aún más concluyente se mostró Ioritz Mendizábal, toda una estrella en Francia, donde ha conquistado varias victorias en certámenes del Grupo 1. “No es una maniobra rara, yo vengo aquí para ganar”, refirió el guipuzcoano, que montando a Buscavidas, de la Cuadra Odisea se llevó los 4.800 euros del tercer premio. Sin olvidar las palabras del valenciano Borja Fayos, premiado con 9.600 euros en la meta, por su segundo puesto con Totxo, de la Cuadra Rober: “Acepto la multa, pero si tiene caballo, me pasa”. Queda claro que poco ha cambiado el tono con el paso de los años.
En cualquier paso, más allá de las premuras y las apuestas, otra de las preocupaciones acuciantes estriba en la escasez de medios técnicos. Y es que Telefónica Broadcast Services, la productora que presta su señal a Movistar, únicamente habilita cuatro cámaras, repartidas a lo largo de la cuerda. Asimismo, la instalada en el dron no siempre puede habilitarse en Madrid. En primer lugar, por cuestiones de seguridad, dada su cercanía al Palacio de la Familia Real. En segundo, por cuestiones atmosféricas. “Hay zonas del recorrido que quedan peor cubiertas, pero nos toca vivir con estas limitaciones. Existe una obvia diferencia con respecto a otras potencias hípicas, como EEUU o Japón”, admite Reyero.
Pero si algo equipara ahora a España con estos países «hípicamente desarrollados» es este magnético VAR en el Cuarto de Comisarios. “A nosotros no nos ha cambiado tanto, pero creo que sí ha obligado a otro esfuerzo a los jockeys, que se saben observados por mucha gente. De hecho, ahora encuentro una gran diferencia respecto a las primeras semanas de aplicación”, revela González, sin ocultar su «satisfacción» por el modo en que la productora trata las imágenes. “Al principio me daba miedo que nos sorprendieran cuando andábamos debatiendo y se divulgara alguna frase fuera de contexto. Por ejemplo, si un jinete nos miente, en el momento en que deja la sala, alguno de nosotros podría decir: ‘Menuda trola nos ha contado’. Nadie querría que se emitiera y afortundamante no sucede”, finaliza.