El Valencia se agarra a un gol de Diego López ante el Mallorca para mirar de lejos el descenso

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Diego López llegó a Mestalla fruto de la necesidad y se ha convertido en la catapulta que ha impulsado al Valencia a salir del descenso. Cuatro goles para abrir el marcador en cuatro partidos consecutivos en los que el equipo de Corberán ha sumado ocho puntos que le permiten mirar desde arriba la parte infernal de la clasificación. El Valencia revive, pese al sufrimiento al que le obligó el Mallorca, y se niega de decir su última palabra. [Narración y estadísticas: 1-0]

La losa de la debilidad como visitante -pronto se cumplirá un año sin ganar fuera de casa- han convertido cada partido en Mestalla en una final, sea quien sea el rival. Da igual que pelee codo con codo por huir de la quema o que tenga la vista puesta en objetivos más esperanzadores, como era el casi del Mallorca. No puede el Valencia permitirse el más mínimo despiste, y eso deparó un partido muy atascado en la primera parte, donde los dos equipos, casi al ralentí, era incapaces de hacerse daño. Sólo en el minuto 22 apareció Javi Guerra para armar un disparo que tocó en Raíllo y se perdió rozando el palo de Greif. De ese córner sacó Sadiq un testarazo que obligó al guardameta eslovaco a atajar el balón casi sobre la línea de gol.

En la segunda parte no fue más vistosa, pero sí obligó a una disputa mayor. Nada más volver al césped, Mamardashvili tuvo que volar para atrapar una volea de Sergi Darder desde la frontal. Después volvió a ser Sadiq quien amenazara la portería mallorquinista.

Una racha histórica

La necesidad y el susto empujó al Valencia a apretar a su rival y de una recuperación de Almeida nació una ventaja que acabaría siendo definitiva. El portugués vio aparecer por su izquierda a Diego López y le sirvió un balón que el asturiano se acomodó para enviar al palo largo de Greif. Cuarto gol en cuatro partidos, todos para abrir el marcador y recordar que, desde 2018, ningún valencianista había tenido una racha igual. El quinto se le escapó en un remate forzado a centro de Foulquier que engatilló a la grada.

Desde ese momento, tocó sufrir. Apareció el Mallorca a la contra demostrando más capacidad de amenaza que efectividad. Assano se dejó el empate al no conectar a bocajarro un centro perfecto de Maffeo. La sensación en la grada, preocupada por la atención a sus aficionado en el minuto 70, era de inquietud. Corberán optó por protegerse sumando a Diakhaby al eje de la zaga, a lo que Jagoba Arrasate respondió deshaciendo ese dibujo para tratar de empatar un duelo que se le iba presentando más cómodo porque el Valencia, desde el gol, no había vuelto a rondar el área.

Más corazón que fútbol

El partido, por momentos, pareció enloquecerse y ahí el Valencia no había sabido manejarse quizá porque no tiene suficientes recursos para hacerlo. Echó mano el entrenador de Rafa Mir, muy despistado, de Fran Pérez y hasta de Jesús Vázquez para mantener al menos la tensión física con más corazón que fútbol. Acabó achicando balones con Mamardashvili cazando los intentos de Darder de colgar balones al área y un remate de Dani Rodríguez.

La pelota quemaba, pero el Valencia superó la prueba de fuego con la única penalización de que Gayà y Rioja, dos jugadores esenciales, no estarán en el Bernabéu. Eso importa menos que los 17 puntos que lleva sumados desde enero para la resurreción.

kpd