La vista larga y la palabra corta definen a Andrés Iniesta, un personaje introvertido y observador, siempre en busca de un refugio emocional. Hay algo del niño que abandona la casa demasiado pronto. En el fútbol le sucedió algo parecido. El cuerpo de niño no lo abandonó jamás, por lo que, dada su inferioridad física, los algoritmos del juego que generaba su mente, una mente no siempre en paz, como la de todos los genios, necesitaban soluciones. I
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En el deporte, como en la vida, unos se van y otros llegan. Una ley más que una regla. La despedida en el deporte es igual de irremediable, pero menos trágica que en la vida. En la vida se llama fallecimiento. En el deporte, retirada.
El deporte español ha sufrido en los últimos tiempos una plaga de retiradas. Más que en unas épocas y menos que en otras, y de diverso calibre, como siempre desde que el mundo es mundo. Pero, en cualquier caso, muchas y muy significadas. Remontémonos sólo tres años atrás, con el adiós, en 2021, de Pau Gasol. En 2022, de Alejandro Valverde y Sandra Sánchez. En 2023, Julen Aginagalde, Cesc Fábregas, David Silva, Lydia Valentín, Ona Carbonell...
En los últimos días se han producido dos despedidas prácticamente simultáneas: las de Rafa Nadal y Andrés Iniesta. Les habían precedido en el trance Álvaro Martín, Gómez Noya, Rudy Fernández, Sergio Rodríguez, Marc Gasol, Víctor Claver, Jesús Navas, Joan Cañellas, Viran Morros, Cristian Toro, Cristian Ugalde, Pablo Herrera, Sete Benavides, Garbiñe Muguruza, Melani Costa, Nerea Perea... Todos campeones mundiales, europeos y/o medallistas olímpicos. O, como en el caso de la recién casada Muguruza, ex número uno de la WTA. El deporte español se ha debilitado con tantas renuncias.
Mireia Belmonte
Mireia Belmonte no está oficialmente retirada. Pero a sus 34 años en noviembre y después de varios prácticamente incapacitada a causa de las molestias en sus hombros, el anuncio de su marcha puede llegar en cualquier momento, aunque, según sus palabras, siga entrenándose y pensando (soñando) en un regreso en 2025. Un caso parecido al de Nadal y, nos tememos, con un mismo inevitable desenlace. Tampoco inspira optimismo Carolina Marín. A los 31 años, tras su grave lesión en los Juegos de París, incidiendo en sus rodillas ya muy castigadas por percances anteriores, su regreso se antoja dudoso.
De algún modo, París certificó un retroceso. O, al menos, un estancamiento. Quizás sólo una transición, una estación de paso. Para quienes siguen en activo el reto consiste en estar a la altura de sí mismos. Para quienes, con mayor o menor actualidad, velocidad o consistencia, acuden al relevo generacional, al recate, no se trata tanto de igualar o superar a sus predecesores como de alcanzar una elevada cota internacional, sin comparaciones presionantes ni exigencias reflejas. A Alcaraz, por ejemplo, no se le pide que sea el segundo Nadal, su reproducción murciana, sino el primer Alcaraz, el original. Con su categoría, eso sería suficiente para mantener el tenis español en el vértice de la pirámide.
No estamos por completo huérfanos o desnudos, claro. Ayudan los nacidos en España de padres inmigrantes y los nacionalizados. Pero, en general, no avanzamos y en algunos deportes, como el esquí, de una cierta historia, y no sólo con los Fernández Ochoa, prácticamente no existimos. No es el único. El fútbol se los está comiendo a todos. En datos de 2023, hay casi 4.300.000 licencias deportivas en España. El fútbol agrupa el 29,2%. Le sigue el baloncesto (9,6%). Existe una licencia femenina por cada tres masculinas. Y, en números redondos, las femeninas de fútbol han pasado en tres años de 67.000 a 108.000. Sólo el baloncesto, apoyado en una larga y fructífera tradición, reúne más: 138.500. Pero, probablemente, será sobrepasado ya en el mismo 2025. La visibilidad y la repercusión que aquí ofrece el fútbol a las chicas no las otorga ningún otro deporte. El fútbol crea o desvía vocaciones.
Con independencia de las apariciones inopinadas, que casi nunca faltan en un ámbito no regido por la ciencia, un viejo axioma deportivo sostiene que de la cantidad sale la calidad. Y, añadiríamos, la densidad a buenos niveles, no únicamente a los más punteros. Al paso que vamos nos sobrarán futbolistas y nos faltará de todo lo demás. Los años sucesivos amenazan con un panorama aún más desequilibrado que el actual.
Andrés Iniesta ya ha dejado de ser futbolista, pero nunca se alejará del fútbol. En el acto de su despedida como jugador profesional, celebrado en el antiguo IMAX de Barcelona, que hoy acoge la America's Cup Experience, el de Fuentealbilla desgranó su carrera deportiva casi como los capítulos de un cuento. En él, intervinieron figuras que han sido clave a lo largo de su carrera, como Lorenzo Serra Ferrer, Luis Enrique, Pep Guardiola o Vicente del Bosque.
La historia, que empezó su capítulo más importante cuando tenía apenas 12 años, con el viaje que lo llevó desde su pueblo hasta La Masia, ha llegado ahora a un punto y aparte. Una vida que se mantendrá siempre cerca del césped, aunque no sea ya para correr sobre él y dejar por el suelo rivales como si tal cosa. El manchego quiere que el banquillo sea el protagonista de lo que vendrá a partir de ahora. Por supuesto, tras pasar por la conveniente formación.
Por eso, la idea de llegar al del Barça, por ahora, es muy lejana. Sobre todo porque, como culé, desea que Hansi Flick pueda hacer historia. "Espero que el míster pueda estar muchísimos años aquí, sería una gran señal para nuestro club, señal de que todo funciona bien. No tengo duda de que el trabajo que hace y que hará será fantástico y los de fuera tenemos que apoyar", confesó ante la pregunta de si le gustaría dirigir los destinos del equipo azulgrana.
Sí tiene claro, por supuesto, que quiere devolverle a la entidad gran parte de todo lo que le ha dado. "Volver al Barça, en algún momento de mi vida, me gustaría. La gente que hemos pasado tantos años en este club, de una manera u otra, tiene que estar, pero en condiciones", aseguró.
Cómo no, en el acto estuvieron muchos de los que compartieron vivencias con él sobre el césped, como Xavi, Piqué, Deco o Bojan y fuera de él como el presidente del Barça, Joan Laporta, y Emilio Butragueño, en representación del Real Madrid.
También estuvo presente el padre de Dani Jarque, a quien le dedicó el gol más importante de la historia del la Roja. "Pasarán años y años y nos seguiremos emocionando, no hay palabras. Digo que el gol lo marcamos todos porque lo siento así, fue algo celestial mas que físico. Me siento un privilegiado por haberlo vivido. Para el fútbol español fue el momento, no hay otro", recalcó.
Pero, puestos a elegir, no puede priorizarlo por encima de otro momento como el de Stamford Bridge. "No puedo quedarme con uno, y no es por quedar bien. He tenido la oportunidad de marcarlos y ver a la gente volverse loca. Cada uno tiene su magnitud, no puedo elegir, son dos puntos que simbolizan mucho mis dos vidas, la selección y el Barça. A nivel personal, son mis dos momentos más potentes", apostilló.
Para él, lo más importante es el apoyo que siempre recibió como jugador desde todos los ámbitos. Por encima, incluso, de los títulos ganados y de un Balón de Oro que llegó a rozar con las yemas de los dedos. "Ganar el Balón de Oro es muy bonito, pero para mí no es lo mas importante. Me siento orgulloso por haber sido futbolista y haber sentido el cariño de la gente. La imagen de Xavi, Leo y yo, de los tres, en el podio, es más grande que haberlo conseguido. Ese es el verdadero premio de ese dia, no quien lo ganase. Es lo que siento", sentenció.
En Marrakech, en Berlín, en Monterrey o en mallas. La nueva vida de Xavi Hernández es el descubrimiento de la 'dolce vita' por parte de alguien que, a sus 44 años, y pese a la fama y el dinero, no sabía lo que era disfrutar de un fin de semana con amigos y familia desde que era un niño, según confiesa en su entorno. El fútbol cría mucho pobre niño rico. «¡En esto del fútbol el dinero es una burrada!», solía decir cuando vestía de corto e invitaba a sus amigos de Terrassa. Entonces, coqueteaba con la presión. Como entrenador, la padeció hasta extremos preocupantes para su salud mental, por lo que, cerrado el ciclo en el banquillo azulgrana, se propuso una descompresión de verdad, sin declaraciones ni rencores. Ni en la despedida ni ahora que el Barça de Hansi Flick vuelve en la tabla a la misma casilla que el Barça de Xavi.
En la gala del 125 aniversario que precedió a la derrota en Montjuïc ante Las Palmas, Xavi no faltó, acompañado por su esposa, Nuria Cunillera. Leo Messi, pese a haber concluido la MLS, intervino por vídeo, como Carles Puyol o Pep Guardiola. Tampoco evitó las despedidas de Andrés Iniesta o Sergi Roberto, aunque dijo no a todas las propuestas de los medios de comunicación. Cuando escenificó su propio adiós, tras ser despedido por Joan Laporta, explicó que sería un aficionado más en el estadio. Hasta ahora, en cambio, no ha acudido a Montjuïc. Está donde debe estar, pero no allá donde pueda levantar suspicacias.
Los buscadores de gestos vieron más en el rostro de su mujer que en el del propio Xavi mientras en la platea del Liceo escuchaban en vídeo las palabras Guardiola. La comparación, como jugador y entrenador, siempre persiguió al personaje y obsesionó a su entorno, que llegó a referirse al «guardiolismo sociológico» como origen de las críticas hacia el técnico.
El fulgurante arranque del Barça de Flick las volvió propiciar, pero ante la primera crisis, después de lograr un punto de nueve posibles, la clasificación habla claro: en la jornada 15 el equipo azulgrana tiene los mismos puntos que la temporada pasada (34) y cuatro menos que en la anterior, cuando Xavi levantó la Liga. El silencio, sin embargo, continúa. Xavi aceptó la petición que le hizo Flick de tener una cita, algo que tras su llegada al Madrid también hizo Carlo Ancelotti con Vicente del Bosque, mediante Fernando Hierro. Tipos listos. Fue en casa de Xavi y la familia se limitó a difundir la imagen juntos, a la que el club no dio difusión.
Imagen antes de una fiesta en redes sociales.
De Xavi se sabe más por la intensa actividad de su pareja, profesional de la comunicación, en las redes sociales que por sus iniciativas. Quienes velan por sus intereses futbolísticos han llegado a advertir que quizás tanta exposición podría resultar excesiva, dar a entender que se ha separado excesivamente del fútbol, pero Xavi insiste en que permanece conectado y sigue partidos constantemente, incluso del torneo qatarí.
Las imágenes de viajes o escenas familiares, junto a sus hijos Asia y Dan, o con amigos son habituales. Por Europa, en Marruecos, por una playa o entre tacos y tequila en México, donde acudió para jugar un partido de leyendas y decidió quedarse unos días, acompañado de Héctor Moreno. Se conocieron cuando el mexicano jugó en el Espanyol, volvieron a encontrarse en Qatar y, hoy, Xavi es padrino de su hijo Bruno. El catalán ha llegado a aparecer hasta con unas mallas de gimnasia, poco antes de asistir a un cumpleaños en el que los invitados debían ir disfrazados.
No a las ofertas
Desde el momento en que dejó el club, Xavi tuvo claro que quería tomarse un año sabático. Sentía que tenía una deuda con su familia. En su hoja de ruta figura volver a entrenar la próxima temporada a un club importante europeo. La primera vez que el ex técnico azulgrana dijo que no continuaría en el club, hace ya casi un año, las personas que rigen sus intereses ya recibieron llamadas. Representado por Arturo Canales, agente de Gerard Piqué, es su socio Fernando Solanas quien está más cerca del técnico. El Manchester United empezaba entonces a hacer prospecciones de futuro, un casting para explorar candidatos a suceder a Erik ten Hag. Las partes no aclaran si en ese momento o después se produjo una oferta en firme, pero el elegido, finalmente, fue el portugués Rúben Amorim, entrenador de nueva generación, más joven que Xavi, que estaba detrás del éxito del Sporting de Portugal.
Tras el despido, hubo más llamadas, pero todas obtuvieron la misma respuesta. Algunas llegaron de equipos y selecciones más exóticas, aunque Xavi ha descartado experiencias similares a la que tuvo en Qatar. Quiere entrenar en Europa, en la elite. Durante su paso por el Al-Sadd, encontró un hábitat muy cómodo para su familia en la Perla, zona exclusiva de Doha donde vive la mayoría de desplazados occidentales. Eso influyó en las dos veces que dijo «no» al Barça, al margen de la desconfianza en los dirigentes y su pacto con el opositor Víctor Font. La situación no cambió con Laporta, cuya primera opción no era el de Terrassa, pero un tercer «no» era un desafío excesivo al destino.
Xavi y su mujer, en Marrakech.
La prioridad de Xavi no es económica, debido al patrimonio forjado durante su carrera y gestionado a través de una sociedad limitada creada ya en su etapa como futbolista. La sociedad posee más de 60 activos, principalmente propiedades inmobiliarias, repartidos en pisos, casas, locales, aparcamientos u oficinas en distintas localidades de Cataluña, algunas de ellas en las zonas más exclusivas.
El entrenador catalán piensa en un proyecto deportivo que pueda moldear a su gusto, junto a buena parte del staff que le ha acompañado hasta ahora, especialmente su hermano Óscar, su segundo en el banco azulgrana. El resto depende de la receptividad del mercado, algo en lo que confía que pese más su pasado y el fútbol que representa que el áspero final en el Barça. Pero eso será mañana. Por ahora agota la efímera 'dolce vita'.