El azar quiso que Marcelino García Toral volviera a Marsella, de donde tuvo que marcharse a principios de esta temporada por la presión de los ultras del Olympique. El técnico asturiano aceptó el pasado verano la propuesta de su amigo Pablo Longoria, presidente del club francés, para sentarse en un banquillo sumido en la inestabilidad y que, como el del Villarreal, ya va por su tercer entrenador esta campaña.
Jean-Louis Gasset se hizo cargo del equipo galo el pasado 20 de diciembre después de la destitución de Gennaro Gattuso, sustituto a su vez de un Marcelino que solo dirigió siete partidos al rival de los castellonenses. La breve etapa del asturiano en el Vélodrome ya empezó con mal pie después de que el Olympique cayera eliminado en la ronda previa de la Liga de Campeones.
No le acompañó la suerte en el cruce con el Panathinaikos, que se impuso 1-0 en la ida pero perdía 2-0 en la vuelta cuando un penalti en el tiempo añadido permitió a Ioannidis forzar la prórroga. El marcador ya no se volvió a mover y los griegos estuvieron más certeros en la tanda de penaltis, relegando al Olympique de Marsella a jugar la Liga Europa.
En la Ligue 1, a pesar de no haber perdido ningún partido, un empate en casa frente al Toulouse hizo estallar a los ultras, que se reunieron con Longoria para reclamar su salida y la de sus colaboradores así como la de Marcelino. «Por la noche llamó Pablo y me contó que él y otros líderes habían recibido amenazas», explicaba el técnico en una entrevista concedida al diario L'Équipe poco después de dejar el banquillo, una decisión que fue consensuada. «No podía aceptar, bajo ninguna circunstancia, este tipo de amenazas ni seguir trabajando en esa situación», añadía.
Sin pesar
De esa forma, Marcelino ponía fin a su etapa en el único equipo francés con una Copa de Europa en sus vitrinas, como recordó en su presentación, apenas dos meses después de su llegada. En su regreso al Vélodrome afirma no arrepentirse de nada. «En cada momento, todos tenemos que tomar decisiones. De todas las experiencias se aprende y ésta para mí fue muy educativa y ahora estoy muy feliz en otro club. No tengo ningún arrepentimiento de nada lo que sucedió. Y sobre todo, la conciencia tranquila por nuestra forma de actuar».
Desde que se conoció el emparejamiento con el Olympique, el técnico del Villarreal ha tratado de quitar importancia a su regreso a Marsella, como volvió a hacer en la rueda de prensa previa al partido. «No me siento protagonista, el protagonismo recae en los futbolistas, los entrenadores estamos en un segundo término. No me he parado a pensar en lo que me espera. He tenido la suerte de ser entrenador local en este magnífico escenario y ahora me ilusiona conocerlo como visitante. Lo dije cuando estaba aquí: este campo es diferente».
En ese escenario tratará este jueves (21.00 h., Movistar) un Villarreal muy mejorado las últimas semanas sacar un buen resultado con vistas a certificar la próxima semana en La Cerámica su pase a los cuartos de final de un torneo especial del que fue campeón hace tres temporadas.