El origen de la sonrisa de “Lizarazu” Camavinga tras la desgracia familiar: “Eres la esperanza de la familia”

El origen de la sonrisa de "Lizarazu" Camavinga tras la desgracia familiar: "Eres la esperanza de la familia"

Mundial de Clubes

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El centrocampista francés, bebé refugiado cuya casa se quemó cuando tenía 9 años, fascina al Madrid por su carácter. “No tiene miedo”, “es un espectáculo de persona”, dicen los que mejor le conocen.

Camavinga, con jóvenes aficionados en Valdebebas.RealMadrid.com

Hay cosas que gran parte del mundo occidental apenas puede entender. Situaciones que erizan la piel y que suenan, por suerte de unos y desgracia de otros, a noticia lejana de los informativos de televisión. El fútbol español está lejos de las guerras, el hambre y la miseria, pero son sus futbolistas, sus vidas y sus actitudes los que a veces nos acercan a los pequeños infiernos que se viven por todo el planeta. Eduardo Camavinga (Angola, 2002) es uno de ellos. Y su sencillez y su alegría a pesar de los tormentos todavía tiene fascinados a sus compañeros y empleados del Real Madrid, su casa desde el verano de 2021 y el equipo con el que espera levantar su primer Mundial de Clubes esta semana en Rabat, capital de Marruecos.

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«Es un tipo muy alegre». «Se pasa el día sonriendo». «Da igual lo que le digas, se ríe». «Lo preguntatodo, sin complejos». «Un niño muy sencillo». La gente que ha podido tener algo de trato con el futbolista durante el último año y medio destaca lo mismo. Por algo será. «Eduardo es un espectáculo de persona», insisten en el conjunto blanco, donde mirando a su pasado se hacen la misma pregunta que se haría cualquiera: «¿Cómo?».

Del campo de refugiados al incendio de su casa

Camavinga, tercero de los seis hijos de Celestino y Sofía, nació en el campo de refugiados de Miconge, al norte de Angola, en pleno triángulo fronterizo con el Congo y la República Democrática, mientras sus padres y sus hermanos escapaban de la guerra civil. Un polvorín. Aguantaron ahí poco más de un año y se decidieron a cruzar el continente para llegar a la ciudad francesa de Lille, a 10.000 kilómetros del horror. Una vez asentados en el país, se movieron a Fougères, en la Bretaña gala, a 50 kilómetros de Rennes. Ahí encontraron su casa.

Eduardo, que se había aficionado al karate, acabó animándose a jugar en el Drapeau-Fougères, el equipo de la zona donde su padre formaba parte del equipo senior. Su madre, que quería que hiciera cuantos más deportes mejor, le empujó. Y a Eduardo se le dio bien. Tan bien que con solo nueve años comenzó a llamar la atención de los equipos vecinos. Todos conocían ya la historia de la familia. Una historia que volvería a quedar marcada por la desgracia. Una mañana, su casa se incendió. No había nadie dentro, porque los niños estaban en el colegio, el padre trabajando en el matadero y la madre haciendo compras, pues era ama de casa, y no lamentaron daños humanos. Pero sí materiales. No les quedó nada.

Su futuro dependió de la colecta que hicieron en el pueblo a través del equipo de fútbol, y los sueños se fijaron en el pequeño Eduardo. «Eres la esperanza de la familia», le dijo Celestino a su hijo. Era 2010.

En 2013 entró en las categorías inferiores del Stade Rennes, en 2018 firmó su primer contrato profesional, en 2019 debutó con el primer equipo, en 2021 fichó por el Madrid y en 2022 ganó su primera Champions siendo la gasolina de las remontadas del conjunto blanco. «No le tiene miedo a nada. ¡Cómo va a tener miedo!», admiten los que mejor le conocen. No temió cuando aceptó la oferta madridista, cuando el primer día en una capital desconocida condujo su coche hasta casa sin nadie en el asiento del copiloto, cuando comenzó a hablar en español, sin vergüenza, a la semana de llegar a Valdebebas, cuando tuvo la responsabilidad de meter al Madrid en las rondas finales de la Copa de Europa, cuando llegaron las críticas o ahora, cuando Ancelotti le ha pedido sacrificarse y cambiar de posición para ayudar a su equipo. Su reacción ante Carletto: una risa juvenil y a jugar.

En el vestuario le llaman “Lizarazu”

«A él no le gusta mucho, pero a nosotros sí», admitió el italiano sobre la situación temporal de Camavinga en el lateral. Sin Mendy y con Nacho de central por las bajas de Alaba y Militao, la zurda de Eduardo ha sido la elegida para gobernar la banda izquierda del Madrid. Y, como cuando su madre le empujó hacia el balón, ha cumplido. Con él de lateral, los blancos han encajado un gol en 315 minutos y, a pesar de la derrota en Mallorca, el francés ha sido el mejor desde la lesión de Mendy. Lo ha hecho, además, sin amarillas, su talón de Aquiles durante los últimos meses, y lo que le ha valido algún castigo de Ancelotti. Esta noche, y si Alaba mantiene su recuperación, Camavinga volverá al centro del campo, aunque con nuevo mote.

«Lizarazu», como le llaman ahora Lucas y Modric (por el mítico lateral galo), es el futbolista de la Liga que más duelos gana por partido y su familia le acompaña en Madrid, donde viven una docena de personas en una casa gigante a las afueras. Y en Fougères, en la Chapelle-Janson donde ardió su casa, los niños juegan al fútbol en el Stade Intercommunal Eduardo Camavinga. «Respetad a las personas, por favor, y hacedlo siempre con una sonrisa», dijo la estrella del fútbol a los niños en la inauguración. Pues eso.

kpd