Hace 11 años no sabíamos lo que era el coronavirus, salíamos de una de las mayores crisis económicas de este siglo y el Rayo Vallecano de Paco Jémez ganaba al Atlético de Madrid. Fue en febrero de 2013 la última vez que el equipo franjirrojo se haría con un derbi y la única derrota de Simeone en un duelo con los vallecanos. En el partido de la temporada pasada en Vallecas, los rojiblancos le hicieron un siete a los locales, pero esta era otra historia y, pese a los esfuerzos y méritos de uno y otro, la contienda quedó en empate. El cansancio hizo mella en este calendario loco. [Narración y Estadísticas, 1-1]
El duelo comenzó como una tormenta eléctrica, con rayos a ambos lados. Más méritos ofensivos que defensivos salvo Oblak, que sacó un tiro de De Frutos abajo al palo, como si tuviera 10 años menos. Antes ya había perdonado Sorloth una contra fulgurante conducida por Llorente con velocidad y fuerza, como un tráiler, vamos. El control del noruego le impidió finalizar la meritoria jugada del madrileño. Y la cosa debía de ir de dominar el balón, porque el toque de Julián Álvarez para orientar un esférico que le cayó del cielo con Lejeune y Mumin de vacaciones fue tan malo, que el argentino desperdició una ocasión clarísima para abrir el marcador.
Repetía el argentino en el once tras la victoria ante el Leipzig del pasado jueves. De los pocos que lo hacían. Simeone debe de priorizar la salud mental de su ariete que la física, pese a que en la previa ya hubiera recordado la necesidad de dosificar a los futbolistas para afrontar el exigente calendario de los clubes importantes. “Sin salud es imposible. No puedes repetir siempre los mismos jugadores, aunque quieras, si lo haces sufrirás lesiones importantes”, comentó el técnico. En Vallecas cayó Azpilicueta.
Sin embargo, quiso Álvarez levantarse a sí mismo la moral con un zapatazo que rozó la gloria. Desde el perfil izquierdo se abrió hacia la esquina del área y disparó con el empeine interior de la pierna derecha una comba que se estrelló en el larguero de Batalla. Respiraba un argentino y se lamentaba el otro.
Vallecas no es que sea el precisamente el campo más grande de Primera División, tampoco es el más pequeño pese a que el fondo de los Bukaneros donde se homenajeó a Prudencia Priego, esposa de uno de los fundadores del club, y el no fondo, den la impresión de achicar su tamaño. No obstante, los dos equipos estaban tan juntos que se jugaba en 40 metros y, lo que es mejor para el espectáculo y peor para los entrenadores, cada balón a la espalda de las defensas, voluntario o accidental, era una ocasión de gol.
En una de esas carreras fulgurantes apareció De Frutos dividiendo a la defensa atlética por el centro como si fueran conos hasta que abrió a Ratiu, que estaba sólo pero algo esquinado ante Oblak. El lateral decidió hacer un centrochut que agradeció Isi con suspense en boca de gol. Aunque Melero López marcara fuera de juego en un primer momento, el VAR corrigió al colegiado y validó el tanto del capitán rayista.
Salieron en la segunda parte Griezmann y Correa para reconducir una situación anómala en el histórico de Simeone con el Rayo. No fueron ellos los protagonistas del empate sino Sorloth y Gallagher, las nuevas y más frescas incorporaciones de los rojiblancos. Solo que el orden fue el diferente a lo normal entre un medio y un delantero. Fue el noruego el que asistió al inglés en una buena jugada y este definió raso, como si fuera él el que llevara el 9 a la espalda.
Cansancio e imprecisiones
En la segunda parte el dominio cambió de bando y fue más rojiblanco, con algunas arrancadas de orgullo del equipo local. Los cambios rejuvenecieron el vigor de ambos equipos con James y Griezmann como estilistas de esta segunda parte. Si el francés viene de un momento dulce con el Leipzig, el colombiano debe aún mostrar su calidad en Vallecas. De momento solo se tienen noticias suyas con su selección.
Se notaron los minutos y la tensión de más de la Champions en el Atlético de Madrid. El esfuerzo de remontar al Leipzig resultó agotador y el equipo, pese a los cambios de Simeone, no mostró la frescura que venía exhibiendo, algo que se evidenció en los últimos minutos con un juego más impreciso de lo habitual. Queda mucha liga, pero psicológicamente es importante mantener el tren con los dos transatlánticos de cabeza. La plantilla de este año da para ello.