Llevaba el Cádiz 24 jornadas sin conocer la victoria. Apenas había conseguido otra antes, pero el último tercio de LaLiga es un espacio de necesidad, de urgencias. En el que los que están en ese pozo, juegan con desesperación y ansiedad, sí, pero también con una energía que no tienen los equipos que están en tierra de nadie. Y lo consiguieron a costa de un triste Atlético, que parecía pensar más en la Champions del miércoles que en afianzar su cuarta plaza. [Narración y Estadísticas, 2-0]
El otro día respondía Xavi que había Liga para ellos, debería Simeone gritar la misma respuesta a su vestuario. Lejos queda el Atlético arrollador de 2023, ese que era un ciclón a la vuelta del Mundial de Qatar. Los rojiblancos son hoy un equipo plano y con algunos retazos de orgullo e intensidad para que, cuando los astros se alineen, puedan golear a una asombrada Unión Deportiva Las Palmas, pero que terminen superados por equipos más hambrientos como Inter y Athletic.
El Cádiz salió famélico. Ganando duelos, como le gusta al Cholo, y tocando el balón con criterio. Especialmente Navarro, incontenible el mediocampista catalán. Suyos fueron los mejores detalles del duelo y especialmente bonito fue el 1-2 que le hizo a De Paul en el mediocampo y con el que arrancó la jugada del primer gol del Cádiz.
Salió el centrocampista de la acción con todo el campo por delante, hizo una pared con Javi Hernández hasta que abrió a la banda para el lateral que la puso al área pequeña donde la esperaba Juanmi entre los centrales. Perdió la marca Paulista y el delantero malagueño despegó como un Airbus para poner el testarazo en la escuadra de Oblak. Podría haber hecho algo más el esloveno, podrían haber hecho mucho más los centrales rojiblancos.
Tiene otro talante el jugador perteneciente al Betis y cedido en los amarillos hasta final de temporada. Quería buscar felicidad en la tacita de plata tras la fallida experiencia en el fútbol saudí. Ya lleva el triple de goles en LaLiga española en una tercera parte de partidos. El fútbol no es solo estados de forma, también son estados de ánimo.
El Atlético parece en depresión tras los últimos traspiés. La distancia en liga con el primero, la eliminación de la Copa y la derrota en la ida ante el Inter no generan la mejor dinámica, como le gusta decir a Simeone, para afrontar los partidos con una mentalidad positiva. Además, llevan varios partidos sin su mejor jugador.
No es que el equipo eche de menos los goles de Griezmann, que también, es que le echa de menos en el último tercio de campo, donde se ganan los partidos. Los delanteros rojiblancos están desasistidos, con un equipo demasiado largo y teniendo ellos que buscarse las jugadas de manera individual o a 45 metros, como un disparo de Correa que, un poco más a la izquierda y hubiera sido un gol de bandera.
La tarde de Paulista
Quien tampoco es que necesite mucho es Juanmi. Le necesita el Cádiz, eso sí, a dos puntos de la salvación tras su victoria ante el Atlético. Pero el malagueño solo tuvo que esperar un nuevo error de su mejor socio, Paulista, para hacer el segundo. Estuvo en todas, el brasileño.
Le salvó el árbitro de un posible penalti por mano en el minuto 40, hace cinco jornadas eso se hubiera señalado. Pero no pudo Oblak hacerlo de una mala colocación en un despeje del Cádiz. Juanmi esperó a que saltara con su mano en la espalda, el central se la comió y el malagueño fusiló a Oblak a 25 minutos del final, 2-0. Para ingerir cianuro.
No aparecía el pundonor atlético salvo en un jugador que siempre muestra orgullo y coraje. Llorente pudo recortar distancias apenas cinco minutos después del segundo gol gaditano tras un testarazo a un buen centro de Riquelme. Ledesma respondió con maestría y Morata, al que le cayó el balón a los pies, no pudo orientar el cuero a portería. Hoy era uno de esos días. El miércoles, no debería ser otro.