Antes de que se apagase el semáforo, Silverstone estaba preparado para vibrar con el Gran Premio más británico de la historia. El escenario, la meteorología, el olor a bacon y beans en la grada, una afición entregada y los tres pilotos británicos colocados en las tres primeras posiciones de la parrilla. Algo que no ocurría desde el GP de Sudáfrica de 1968 cuando Jim Clark, Graham Hill y Jackie Stewart coparon también las primeras posiciones de aq
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