El electricista Mbappé

El electricista Mbappé

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Kylian Mbappé no compareció ante el Athletic por sancionado y lesionado. Dos razones igual de incapacitantes. Respecto a la primera, un solo encuentro de suspensión, el mínimo castigo posible, se antoja una benévola pena para la gravedad de la falta. Pero no seremos nosotros quienes refutemos la decisión de juez alguno, de cualquier ámbito y rango. Mucho menos en estos tiempos en los que es frecuente que los magistrados se vean acusados de prevaricación si sus resoluciones no gustan a quienes las reciben. Tenemos derecho a discrepar de la justicia, pero no a desobedecerla, que es una forma indirecta de negarla.

En cuanto a la segunda, los pitos acompañaron la salida del campo de un Mbappé renqueante. El Bernabéu, ese jurado popular, ha pitado siempre. Incluso a los más ilustres y queridos de los suyos. Pero no tan pronto como a Kylian y, además, mientras cojeaba. No le ofreció ni comprensión ni compasión. Va a tardar en perdonarle, si es que llega a hacerlo, los antiguos desplantes. Al Madrid no se le chulea.

El caso es que, entre la violencia y la inanidad, los dos últimos partidos de un Mbappé que lleva cinco sin marcar se han saldado con una expulsión, la cuarta de su carrera, y una decepción, no precisamente la primera del curso. Dos comportamientos individuales que repercuten en la imagen y resultados de un club que ahora es poco menos que el Real Mbappé. El francés es el principal foco de atención local e internacional de la marca más prestigiosa en la historia del fútbol.

El futuro del banquillo madridista

Es imposible saber, y en qué porcentaje, si es víctima de las deficiencias estructurales del equipo, o si éste, también con exceso de lesionados, acusa los altibajos o la desubicación de quien es el llamado a contribuir más que nadie, por fama y sueldo, al buen desempeño comunitario. Por otra parte, resulta irónico que Kylian haya cambiado París por Madrid para ganar la Champions y quizás se la lleve el PSG. Según Luis Enrique, el equipo jugaba mejor sin Mbappé. ¿Y el Madrid?

Con toda probabilidad, la Decimosexta, cuando llegue, no la levantará Ancelotti. Entretanto, al parecer, el club estaría tratando con Jürgen Klopp. Tendría su gracia un alemán en el banquillo blanco como antídoto del alemán del banquillo azulgrana. Flick y Klopp. Dos apellidos onomatopéyicos de cinco letras, una sílaba y una sola vocal agobiada en medio de cuatro opresivas consonantes. Si uniéramos ambos apellidos en un objetivo común, Flick & Klopp no sugiere el nombre de un bufete de abogados, una corporación financiera, una firma de alta costura o incluso un dúo cómico-musical en una compañía de “variétés”. Más bien el de una marca de herramientas con la reconocida fiabilidad germana en útiles de bricolaje.

Muy apropiado. En resumidas cuentas, de eso trata la idea de un equipo. Una reducida y sinérgica colectividad en la que, para provecho general, funcionen eficazmente los albañiles, los carpinteros, los fontaneros y los electricistas. En especial los electricistas, encargados de instalar y encender la luz que ilumine el juego conjunto. Como Mbappé, una estrella que brilla, sí, pero hasta ahora alimentada con corriente alterna.

kpd