El Barcelona no tiene piedad del Espanyol y se proclama campeón de Liga en Cornellà ante el asalto de los radicales

El Barcelona no tiene piedad del Espanyol y se proclama campeón de Liga en Cornellà ante el asalto de los radicales

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El equipo de Xavi Hernández conquista la 27ª Liga del Barcelona a cuatro jornadas del final y después de golear al moribundo Espanyol en el derbi. Los ultras blanquiazules asaltaron el césped y obligaron a interrumpir la celebración azulgrana

Radicales del Espanyol invaden el campo.LLUIS GENEAFP

El éxito quizá sea la única manera que tengamos de alejarnos del miedo, aunque nunca consigamos dejarlo atrás del todo. No convendría equivocarse, la alegría tiene sentido cuando sirve para aliviar el dolor. Cuatro años de indiferencia siempre pesan cuando sólo vale ganar. Ese Barcelona de Xavi Hernández que encontró ante el moribundo Espanyol un buen momento para proclamarse campeón, descubrió en el fútbol un refugio donde recomponer el alma. Este equipo fresco y comprometido, liberado de las antiguas mordazas del ego y ajeno a los tejemanejes de los capataces, puede mirar al frente sin tener que rendir cuentas con el pasado. Y reivindicar un título en el que ha creído como nadie. Celebró el título con una sardana en el círculo central, y los radicales asaltaron el campo sin que nadie pudiera controlarlos. Los porrazos de una policía desbordada se sucedieron mientras los jugadores del Barça huían a la carrera en una escena surrealista. El fútbol puede ser muy deprimente.

Necesitaba el Barça ganar en esa hondonada de Cornellà donde ya no hay espacio para los lamentos, sino para la revuelta. Antes del descanso, y gracias al tormento al que se vio arrastrado Óscar Gil ante la voracidad adolescente de Balde -asistente de Lewandowski en el 0-1, autor del 0-2-, el equipo azulgrana ya había cerrado la noche. El polaco puso el pie en vez de la rodilla en el 0-3, demostrando que la edad no agrieta el oficio (son ya 31 goles esta temporada, 21 en la Liga), y la afición del Espanyol se hartó. En el minuto 40, los hinchas blanquiazules decidieron seguir cantando contra la jefatura del juguetero chino Chen Yansheng mientras muchos se marchaban. No los radicales, que esperaron al final para llevárselo todo por delante.

Radicales del Espanyol invaden el campo.LLUIS GENEAFP

No puede hacerlo el técnico Luis García, al que le ofrecieron un proyecto descuartizado, y cuyo planteamiento ayudó a un Barcelona que pudo bailar descalzo sobre las brasas. Los tres centrocampistas dispuestos por el Espanyol (Darder, Melamed y Denis), siempre en inferioridad numérica pero también física, fueron engullidos por Pedri, De Jong, Gavi y Busquets. El capitán del Barça nunca debió imaginar semejante placidez.

Braithwaite, que lo hizo todo a cámara lenta hasta lesionarse, examinó la concentración de hierro de Ter Stegen, sólo superado por una vaselina de Puado y un tanto a deshora de Joselu. Pero pocos argumentos tiene este Espanyol, que sólo luchó por su dignidad en el ocaso y cuando ya todo estaba perdido. Koundé reforzó esa sensación tras atrapar con la cabeza, y tras caricia de De Jong, su primer gol como azulgrana.

Bret Easton Ellis, que ha escrito como nadie de la sordidez del ser humano, pero también de la condena de la redención, empleó en American Psycho aquello de «el pasado no es real; es sólo un sueño». Sólo pueden entenderlo así los jugadores del Barcelona, campeones a cuatro jornadas del final. Y emancipados de las penas en una Cornellà de la que tuvieron que salir corriendo. Su cielo está en otra parte.

kpd