La retirada de Robert Lewandowski del terreno de juego, cuando el Barça aún peleaba por remontar un partido ante el Celta que acabó con triunfo azulgrana por 4-3, desató pésimos presagios. Sobre todo, cuando el polaco parecía indicar con sus gestos que se había roto. Este mismo domingo, el club azulgrana confirmó que el delantero sufre una lesión en el semitendinoso de la pierna izquierda. Y, aunque no especifica si se trata de una elongación o una rotura, por ejemplo, las previsiones indican que será baja segura para el duelo frente al Mallorca de este martes y, sobre todo, casi con toda seguridad, también para la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid del sábado que viene.
Las especulaciones en el entorno barcelonista hablan de que el máximo anotador barcelonista podría estar, por lo menos, unas dos semanas de baja. Con lo que, en este caso, se perdería también la ida de las semifinales de la Champions que el equipo que entrena Hansi Flick disputará con el Inter de Milán el próximo 30 de abril. Si las cosas van bien, quizás podría apurar sus opciones para estar frente al Valladolid, el sábado 3 de mayo. Aunque, llegado ese caso, lo más probable sería que el técnico optara por reservarlo para la vuelta ante el conjunto neroazzurri, que debe disputarse en San Siro el 6 de mayo.
Ahora, Hansi Flick deberá decidir quién le toma el relevo al polaco en los duelos en los que deberá permanecer en el dique seco. La opción tal vez más lógica, aunque su perfil como jugador es muy diferente, sería darle la titularidad mientras dure su ausencia a un Ferran Torres que ha demostrado sobradamente que vive un momento dulce de cara al gol. A pesar de que no ha tenido tantas opciones de jugar como el resto de sus compañeros en punta, suma un total de 17 goles en lo que llevamos de temporada, lo que le permite erigirse como tercer máximo anotador solo por detrás del propio Lewandowski (40 tantos) y Raphinha (30). Otra posibilidad, en este caso, sería colocar a Dani Olmo como falso delantero centro. Una figura que, de hecho, explotó con resultados más que interesantes Johan Cruyff cuando revolucionó el juego barcelonista durante su etapa como máximo responsable del banquillo del Barça.
Olmo ya ha demostrado sobradamente que puede adaptarse a muchas posiciones sobre el terreno de juego y, de hecho, también ha actuado de forma similar con la Roja. Su capacidad para recibir el balón de espaldas a la portería y distribuirlo con acierto hace que se adecúe más a la función de boya que ha estado cumpliendo Lewandowski en algunos partidos. Sobre todo, para romper defensas tremendamente cerradas. Y, de hecho, aunque su rendimiento se ha visto en general mermado por las lesiones, el ex del Leipzig ha sido determinante en lo que llevamos de curso, tanto marcando goles decisivos como, frente al Celta, forzando el penalti de la remontada azulgrana. La tercera opción, quizás la menos probable, sería darle confianza con vista a los grandes duelos que vienen a un Pau Víctor que no ha tenido tampoco mucha presencia en el equipo este curso. Aunque, en la pretemporada, fue el autor de los dos tantos que le permitieron al Barça imponerse al Real Madrid en un amistoso disputado en Estados Unidos.
El Comité de Disciplina de la Real Federación Española de Fútbol ha decidido imponer una sanción mínima de cinco partidos al delantero del Atlético de Madrid, Ángel Correa, tras insultar al árbitro del encuentro Getafe - Atlético, después de ser expulsado por una entrada ante Djené.
El organismo federativo le ha aplicado un partido por vulnerar el artículo 130.1 del Código Disciplinario y cuatro por infringir el 99. El primero habla de "violencia en el juego" y el arco es de uno a tres partidos y el segundo se refiere a los "insultos, ofensas verbales y actitudes injuriosas" contra el "árbitro principal, asistentes, cuarto árbitro, directivos o autoridades deportivas" y el marco sancionador es de cuatro a doce partidos".
El futbolista fue expulsado después de realizar una entrada temeraria con "fuerza excesiva" sobre el defensa azulón cuando quedaban apenas dos minutos de tiempo reglamentario. En un primer momento, el colegiado del encuentro, Guillermo Cuadra Fernández, le mostró la tarjeta amarilla pero, tras ser llamado por el VAR, cambió su decisión y optó por expulsar al jugador.
Al abandonar el terreno de juego, el futbolista, tremendamente molesto, insultó al árbitro con estas palabras según reflejó él mismo en el acta del encuentro: "Hijo de mil putas, cagón, la concha de tu madre".
El Atlético de Madrid intentó recurrir la posible sanción a su jugador alegando que "hay un error manifiesto" en la expulsión del futbolista y que sus palabras no se consideran un insulto sino un menosprecio al colegiado. Además, recuerdan el arrepentimiento espontáneo e inmediato de Correa como circunstancia atenuante.
Hay que recordar que el futbolista, en sus redes sociales, pidió perdón horas después de la acción. Mantuvo que su "respeto hacia los árbitros es total" y que no se reconoce en esa reacción. "Estaba muy caliente por dejar al equipo con diez en un momento tan delicado", expuso y que reaccionó "de la peor forma".
Rechazo a las alegaciones
El Comité responde al club que no aporta "ningún elemento probatorio" que desvirtúe que el futbolista cometa la acción que viene descrita en el acta arbitral, documento que tiene presunción de veracidad. Por contra, añade que en la imágenes se aprecia cómo el delantero impacta en la pierna del rival.
Respecto a los insultos, tampoco aprecia el organismo que las circunstancias que alega el club de "presión adicional", "mayor tensión" o "nerviosismo extremo" sean atenuantes de las "graves expresiones dirigidas al árbitro". Por último contestan que el arrepentimiento ya se ve reflejado de motu proprio en la propia sanción del comité al aplicarle la sanción mínima prevista.
Georgia lleva dos años en el mapa del fútbol europeo detrás de los nombres de Khvicha Kvaratskhelia y Giorgi Mamardashvili. Su brillo en el Nápoles y en la portería del Valencia ha hecho volver la vista al campeonato de un pequeño país de 3,7 millones de habitantes, la mitad que la Comunidad de Madrid, que se envuelve en su bandera para, por primera vez en su historia, disputar una Eurocopa.
Los georgianos proclamaron su independencia de la Unión Soviética en 1991 y aplastaron una invasión de Rusia en 2008, pero su fútbol ha sido conquistado por españoles. La base del logro de una selección que enloqueció al país en la tanda de penaltis de la repesca ante Grecia tiene su origen en España y en los éxitos que encadenó la Selección Española de 2008 a 2012, cuando el tiqui-taca asombró.
Jugadores y técnicos eran reclamados y Georgia fue una de las ligas receptoras. Allí desembarcaron dos ex entrenadores de la cantera del Barça: Álex García, que dirigía al juvenil y hoy es segundo de García Pimienta, y Andrés Carrasco, cuya misión era crear la academia del Dinamo de Tiflis por encargo de su propietario, el empresario Roman Pipia, dispuesto a hacer crecer al equipo que vio campeón de la Recopa en 1981 y, sobre todo, a la selección de su país. Hoy el 70% de la selección que en Alemania dirige el francés Willy Sagnol creció en esa academia, empezando por los dos estandartes.
Con ellos llegaron poco después un puñado de futbolistas , entre ellos Xisco Muñoz, campeón de Liga con el Valencia en 2002, que fue primero jugador y luego como técnico del Dinamo. "No teníamos ni ciudad deportiva para entrenar, pero había una intención de hacer crecer el fútbol y el presidente quería apostar por la gente joven del país", recuerda el técnico, hoy en Eslovaquia, que ganó dos campeonatos en el Dinamo.
Uno de esos 'cruzados' que defenderá a Georgia en su primera Eurocopa nació al fútbol con esa mentalidad española. "Yo jugaba en la academia de Dinamo de Tiflis con 12 años tuve un director que ha influido muchísimo en la manera de entrenar y de jugar al fútbol en Georgia. He crecido con la mentalidad y el estilo de juego español". Lo cuenta a EL MUNDO Giorgi Kochorashvili, centrocampista del Levante UD, que se convirtió en el primer futbolista georgiano que daba el salto a una de las cinco grandes ligas en dos décadas. "Desde Shota Arveladze nadie lo había hecho y ese primer paso fue complicado, porque salí con 18 años de mi país y hasta los 21 no pude debutar. Sin embargo, es una demostración de que es posible. De esa convicción de que se puede ha llegado Mamardashvili, con su altísimo nivel, o Khvicha Kvaratskhelia a Nápoles... Los jugadores empiezan a salir y todos estamos creciendo", explica.
Ese director que marcó a Kochorashvili es Andrés Carrasco. "Nuestra idea fue fundar la academia para conseguir un estilo, una identidad. Yo llevaba 13 años en el Barça y vimos que era factible aplicar ese 4-3-3 allí, porque su nivel físico era bueno y había muchos jugadores de calle con los que se podía trabajar con un perfil técnico interesante", explica en conversación desde Tiflis, donde acaba de renunciar a entrenar al Dinamo. Chicos con capacidad de uno contra uno para los perfiles, que no perdieran la pelota y que fueran capaces de jugar a dos toques. Eso, e inteligencia en el campo. Ambas cosas se las vio a Kochorashvili y, sobre todo a Kvaratskhelia. "Era luchador, muy trabajador, porque esa capacidad de trabajo es lo que te hace especial en Georgia. Pero nadie veía su talento. En las pruebas que hicimos no lo mostró y hubo mucha gente que dudó. Yo me la jugué porque creía que lo merecía", relata sin ver el techo del jugador que asombró al Diego Armando Maradona. "Era imposible predecir que iba a tener un impacto tan grande. El paso más difícil fue el de Rusia al Nápoles pero fue progresando y el factor sorpresa le ayudó", explica.
Para Carrasco, ha sido "vital" que hayan dado el salto a ligas más competitivas. "Es la primera vez que apenas hay jugadores en la selección que no estén en Rusia o en Georgia". En España ha costado, tanto que Mamardashvili fue ofrecido en un email que media Primera División rechazó, en la Premier apenas recuerdan la experiencia del talentoso y anárquico Georgi Kinkladze en el City a mitad de los 90 y miran al mediocentro del Watforf Chakvetadze, y es en Francia donde mejor están anidando desde el joven goleador Mikautadze en el Metz a Davitashvili en el Burdeos.
Georges Mikautadze, delantero del Metz francés.AFP
"El fútbol del país tiene visibilidad porque hemos venido jugadores a España, Italia o Francia. Ese reconocimiento ayuda a que la gente se anime más a buscar talento en Georgia. No es que antes no hubiera buenos jugadores, pero no daban el salto a un equipo europeo para jugar, aprender y crecer. Quedándote en Georgia puedes mejorar, pero hay que ver más allá y rodearte de gente que está a un nivel top. Jugar en una de las cinco grandes ligas te da muchísimo", advierte Kochorashvili.
"Como se han criado españolizados están más adaptados a nivel cognitivo al fútbol de primer nivel cuando dan el salto. Ése ha sido el éxito de Andrés, acercarlos al fútbol profesional", añade Xisco, convencido de que en esta Eurocopa pueden ser una sorpresa. "Hay jugadores que con 21 años ya llevan 100 partidos y están dispuestos a no dejar pasar ninguna oportunidad. Lo van a dar todo por su país y saldrán a jugar envueltos en su bandera y haciendo patria", advierte.
No serán nueve entre Mamardashvili y Kvaratskhelia. "Está claro que él es el gran ídolo, una estrella de las que nacen pocas veces, pero en Georgia jugamos en equipo. Él nos ayuda muchísimo con su talento y nosotros a él para que dé su mejor versión en cada partido", puntualiza 'Kocho'.
Son un equipo tras la idea que les propone Willy Sagnol, a quien siguen con fe ciega. "La parte mental la controla muchísimo, que es algo muy importante en el fútbol más allá del físico y la táctica. Nos da mucha libertad y eso nos hace sentirnos muy fuertes y disfrutar de cada momento que vivamos ante Turquía, Chequia o Portugal". Ése es el partido al que todo el mundo mira, se lamenta Kochorashvili recordando que es el último de la fase de grupos.
No tendrán los 'cruzados' georgianos el apoyo de los 60.000 aficionados que llenaron la gradas del estadio nacional en la repesca ante Grecia, pero sienten lo vital que es para el país poder darles una alegría. En medio de una crisis política por la influencia rusa y la limitación de derechos que conllevaría, "para la gente será una forma de desconectar. Somos un país pequeño que sueña a lo grande y estamos listos para esta aventura".
1.217 partidos de la Liga Endesa llevan su firma. La de Luis Casimiro Palomo (766) y la de Moncho Fernández (451), dos entrenadores clásicos sin fecha de caducidad. Porque su experiencia es revolución, sus galones son la moda. Ambos perdieron más partidos que ganaron y quizá ahí resida su sabiduría. Y su amor imperecedero por los banquillos. Llamados de urgencia por dos equipos en serios apuros, en unas semanas Río Breogán y Bàsquet Girona suspiran de alivio.
Arde la parte baja de la ACB con una igualdad como no se recordaba. Aprieta el descenso, los proyectos se tambalean y los banquillos, el elemento más frágil, pierden estabilidad. El último despido fue el de Nacho Lezkano en Andorra, sustituido por Joan Plaza este fin de semana. Aunque no siempre un cambio es sinónimo de mejora, en el caso de Breogán y Girona el recurso de la veteranía ha tenido una inmediata y asombrosa respuesta. Si antes parecían una ganga, sus equipos ahora son temidos.
En la jornada 9 en el Pazo dos Deportes de Lugo se tocó fondo. El Breogán perdió casi de 20 con el Granada, rival directo, y se acabó el proyecto Veljko Mrsic con el equipo colista. Luis Casimiro, el tercer entrenador con más partidos en la historia de la liga (sólo por detrás de Aíto García Reneses y Pedro Martínez), llevaba temporada y media 'en barbecho'. A sus 64 años, fuera de la rueda después de casi 28 temporadas en más de 11 equipos, todo un peligro. O un premio, jubilación merecida. Pero tipos como él lo llevan en la sangre.
El manchego aceptó la oferta, revivir al enfermo, el mismo club en el que hace más de 30 años se inició como ayudante de Ricardo Hevia. Sirva también de homenaje al amigo fallecido hace algo más de dos años. Un entrenador con tantos equipos en su hoja de servicios y sólo un título. Pero qué título. Nada menos que la histórica Liga con el TDK Manresa en el que era su primer curso en la elite. Desde entonces, aquel milagro único, con proyectos más o menos ambiciosos. Ascendió al Fuenlabrada (2005), ganó la Supercopa con el Gran Canaria (2017), 'sufrió' en Valladolid, Alicante o en Estudiantes, fue cesado alguna vez... Nada le puede sorprender a quien siempre estuvo allí.
Desde su llegada es fiesta en Lugo, cinco victorias en nueve partidos. Y eso que arrancó en el WiZink. Y eso que se le lesionó para los restos su jugador estrella, Charlie Moore. Perdió en Madrid, en Málaga y en Vitoria, nada menos. Y en casa sólo ante el potente Baxi Manresa, equipo revelación. Ha tumbado, sin embargo, a Girona, Andorra, Leyma Coruña y, el sábado, al Bilbao. Todos rivales de la parte baja, triunfos que valen el doble. Los gallegos, que ya van 12º, visitan al Tenerife el domingo ya con tierra de por medio sobre el descenso.
En la jornada 11 en Fontajau se tocó fondo. El Girona perdió casi de 20 con el Coruña, rival directo, y se acabó el proyecto Fotis Katsikaris con el equipo colista. Sirva el párrafo calcado para poner en valor otra historia de renacimiento con Moncho Fernández como protagonista. Recién aterrizado al club que preside Marc Gasol, perdió precisamente contra el Breogán. Desde entonces, la revolución del Alquimista de Pontepedriña.
Moncho Fernández, durante un tiempo muerto con el Girona.ACB Photo
Camino de 56 años, tras una trayectoria legendaria en el Obradoiro (14 temporadas, 13 en la ACB a la que lo ascendió), Moncho se quedó varado este verano, tras el descenso entre lágrimas. La única experiencia del profesor de Geografía e Historia en la Liga en otro club había sido en Murcia, apenas 11 partidos allá por 2009. Tan ligado a Santiago de Compostela, allí donde nació, que pareciera un 'One man club', su experiencia no ha tardado en hacer magia en Girona. Tras el debut, ha sido capaz de tumbar a Barcelona, Baskonia (de paliza, 96-67) y, el sábado, de remontar al líder Unicaja (caía por 10 en el tercer cuarto), que sumaba seis triunfos de carrerilla. Cinco victorias catalanas en las seis últimas fechas para escapar de las catacumbas.