Un partido extraño, cargado de altibajos, terminó con un final de inesperado. El británico Jack Draper acabó con el sueño de la triple corona de Carlos Alcaraz en Indian Wells, una gesta que solo habían logrado hasta ahora dos leyendas como Djokovic y Federer. Poco importó que para el británico fuera su primera semifinal en un Masters 1.000, ni que Alcaraz se hubiera (casi) paseado por el torneo hasta la penúltima ronda, sin ceder un solo set, siendo dos veces campeón y habiendo ganado 16 partidos consecutivos en el desierto californiano. El inglés de 23 años cortó de raíz el sueño del español en tres mangas, 6-1, 0-6 y 6-4 en una hora y 44 minutos.
Para Draper, número 14 de mundo, la motivación era máxima. No solo estaba ante la posibilidad de acceder a su primera final de un gran torneo, sino que un triunfo le metía en el Top Ten del ránking mundial por primera vez. Llegaba, además, pletórico de confianza tras haber eliminado a la joven promesa brasileña, Joao Fonseca, y a Taylor Fritz y Ben Shelton.
Lo logró gracias a un bajón inexplicable de juego del doble campeón en Wimbledon, irreconocible en la primera media hora de partido, y sabiendo recuperarse del golpe que supuso el rosco que le metió el murciano en la segunda manga, cuando todo indicaba que el partido caería del lado del claro favorito. Draper resistió en el set definitivo, haciendo dudar a Alcaraz de nuevo, que no tuvo su tarde, y cerrando el partido por 6-4 tras haber roto en dos ocasiones el saque de su rival. Mañana se verá las caras con el danés Holger Rune en una final inédita de jóvenes talentos.
Retahíla de errores
El de El Palmar ha ido de más a menos en su torneo predilecto lejos de España. Por segundo choque consecutivo, salió frío y un tanto confundido, sin ritmo alguno. No solo cedió su primer servicio en blanco sino que lo hizo con dos dobles faltas consecutivas, firmando una retahíla de errores no forzados en los primeros tres juegos y regalando medio set a su rival. Draper, sin hacer demasiado, se llevó 12 de los primeros 15 puntos disputados.
Juan Carlos Ferrero animaba a su pupilo desde la grada para sacarlo de la pájara monumental que parecía estarle sacudiendo, pero nada funcionaba. Los errores seguían llegando y Draper aceleró el paso para aprovechar el insólito escenario con el que se encontró sobre la pista central de Indian Wells. Si le hubieran dicho de inicio que iba ganar el primer set por 6-1 en 23 minutos, se hubiera echado a reír.
Lo cierto es que nada le salía al vigente campeón de Roland Garros. Ni siquiera sus clásicas dejadas para romper piernas al rival. Alcaraz tuvo que salvar una bola de ruptura al inicio de la segunda manga que le ponía al borde del abismo, tirando de fuerzas de flaqueza para anotarse el juego y con los suficientes arrestos para arrancarle las primeras pelotas de ruptura a Draper en el siguiente envite. Se le esfumaron pero aguantó. Y fue en ese ejercicio de resistencia donde encontró el murciano el resquicio suficiente para arruinarle el momentum al británico e inyectarle un mar de dudas en su mente.
extraños giros de guion
Sin tiempo para asimilarlo, el partido se dio completamente la vuelta. Del desastre de la primera manga al violento resurgir de la segunda. En 20 minutos, Alcaraz se anotó un 4-0 que abocaba el partido a un tercer set. Ahora el que parecía carne de diván era el de Sutton. Se borró por completo cuando parecía que podía firmar la gran gesta de su carrera. Ni siquiera fue capaz de evitar el sonrojo del 6-0 para impedir que Alcaraz comenzara sacando en el tercero. El londinense pasó de llevarse el 85% de los puntos sobre su servicio al 37% de la segunda manga. Alcaraz, en cambio, se echó para atrás para tener más opciones al resto y la fórmula le funcionó.
Faltaban, sin embargo, un par de extraños giros de guion. Cuando parecía que lo peor había pasado para el defensor del título, un punto brillantemente resulto por Draper en la red, y revisado por el árbitro en vídeo, le abrió la puerta a la esperanza de nuevo para el inglés, capaz de ponerse de nuevo por delante y abrir hueco en el marcador (3-1).
Alcaraz sintió el golpe y volvió a perder ritmo, obligado de nuevo a remontar y resistir, aunque esta vez ya no pudo, obligado a despedirse del desierto que tanto quiere y que tanta gloria le ha traído con tan solo 21 años.