¿Y ahora qué, Alcaraz? Tres días en Ibiza y vuelta al trabajo en Londres: "Que se divierta, pero que recuerde que es tenista"

¿Y ahora qué, Alcaraz? Tres días en Ibiza y vuelta al trabajo en Londres: “Que se divierta, pero que recuerde que es tenista”

Una gesta como la remontada ante Jannik Sinner en la reciente final de Roland Garros debería suponer para Carlos Alcaraz unas semanas de vacaciones, quizá un mes, incluso dos meses, pero nada más lejos de la realidad. Ahora goza de cierto tiempo libre, sí, está disfrutando de la noche de Ibiza, sí, pero el viernes, sólo cinco días después de levantar su quinto Grand Slam, ya volverá a trabajar. Fiesta escasa; el calendario no da para más.

Antes del fin de semana se instalará en Londres y a principios de la semana próxima, el martes o el miércoles, debutará en el ATP 500 de Queen's, donde será difícil exigirle. Dos años atrás se proclamó campeón y continuó su racha exitosa hasta su primer Wimbledon. El año pasado cayó en segunda ronda ante Jack Draper e igualmente triunfó con su segundo Wimbledon. ¿Qué pasará esta vez? Seguramente es el torneo más incierto de Alcaraz, siempre lo es, pues será el tercer año de esa transición: del reservado del club Ushuaia a las pistas de hierba del oeste de Londres.

La fiesta en Ibiza

«Ahora ya está desconectando. Le dije que se divirtiera, porque se lo merecía, pero que recordara que es tenista. Lo conocemos, estos días estará bien y volverá fresco y dispuesto. Lo importante no es tanto hacer fiesta como desconectar, dejar de pensar en tenis y pasar tiempo con sus amigos como cualquier joven de 22 años. Volverá a trabajar con entusiasmo», proclamaba Juan Carlos Ferrero, que otras veces discutió la ya típica escapada ibicenca de su pupilo.

Como se puede ver en el documental de Netflix A mi manera, el primer año, en 2023, cuando Alcaraz se marchó a la isla justo al perder en semifinales de Roland Garros ante Novak Djokovic hubo diversidad de opiniones en su equipo. Ahora, después de su histórica victoria ante Sinner y con los recientes precedentes en Wimbledon, es imposible negar a Alcaraz la conveniencia de esas minivacaciones. «Para mí Ibiza, no te voy a engañar, es fiesta y salir. Voy allí básicamente a reventarme, no sé si está bien decirlo de esa manera, pero sí, a salir. Cuando tengo algo así lo aprovecho al máximo», reconocía Alcaraz en ese documental de tres capítulos. Que lo aproveche.

La vida en Londres

Después en Londres ya volverá a su rutina de entrenamientos y entretenimiento en el Royal Wimbledon Golf Club. En Londres, en realidad, sus días suelen ser más relajados que en París. En la capital francesa duerme en un hotel del centro, el Villa Marquis que está pegado al puente del Alma, y cena en restaurantes selectos como el Siena, donde celebró su título con comida italiana, champán Laurent-Perrier y bengalas. En la capital británica, en cambio, reserva durante un mes una casa en los alrededores del All England Club y, sin ocio alrededor -el centro queda a una hora en coche-, se dedica a mejorar su hándicap.

En esos días su residencia suele servir tanto para su equipo como para su familia y por eso esta edición hará un pequeño cambio. En 2023 y 2024 alquiló una casa no muy grande de dos plantas con un pequeño jardín y una canasta de baloncesto y este 2025 cambiará por una casa de mayor tamaño. Los precios en la zona las semanas de Wimbledon son altos -entre 1.800 euros y 17.500 euros por semana, según 'Tennis London-, pero el dos veces campeón merece más espacio.

El final de temporada

Su objetivo será levantar su tercer Wimbledon consecutivo, un hito que multiplicaría su leyenda. Sólo dos jugadores ganaron más de una vez el llamado Channel Slam, la combinación de Roland Garros y Wimbledon, y sólo uno lo hizo dos años seguidos. Rafa Nadal lo logró en 2008 y 2010, pero Bjorn Borg lo consiguió en 1978, 1979 y 1980. Eso sí, poco después se retiró con sólo 26 años, un desenlace del que Alcaraz debe huir. Por eso la importancia de sus salidas y posiblemente de una mejor programación de su agenda.

Después del verano siempre llegan sus peores meses y su equipo ya trabaja para que esta vez eso no ocurre. Su angustia en la última gira estadounidense de cemento, con una raqueta rota en el Masters 1000 de Cincinnati y un tropiezo temprano en el US Open, fue una señal. Pase lo que pase en Wimbledon, a Alcaraz le esperan esta vez más días de descanso y desconexión -ayuda que no haya Juegos Olímpicos-. Con esa estrategia quizá pueda plantearse uno de los retos más difíciles que le quedan: recuperar el número uno del ranking antes de que termine la temporada.

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del 'Big Three'

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del ‘Big Three’

La Central del All England Club se había desprovisto de su halo místico. Era una atmósfera propia de un partido importante de los pross. Los gritos de «Let's go, Roger, let's gol!» adquirieron decibelios atronadores. Casi nadie podía permanecer indiferente. Tampoco algunos de los periodistas que resistimos en pista conmovidos hasta la última pelota. Roger Federer dispuso de dos puntos para ganar el partido al servicio, cuando dominaba por 8-7 y 40-15 en el quinto set. Las disputó bajo el mismo patrón que le había permitido derrotar a Andy Murray en la final de 2012. Pero Novak Djokovic sofocó sus aproximaciones a la red, la segunda de ellas con un passing shot cruzado de derecha.

Sucedió el 14 de julio de 2019. Djokovic se impuso en cinco sets después de cuatro horas y 57 minutos y frustró la última posibilidad del suizo de ganar un título del Grand Slam.

Federer jamás se recuperó de aquel golpe. Iba camino de los 38 años, había superado a Rafael Nadal en semifinales y aún reunía argumentos para opositar por el que hubiera sido su vigesimoprimer grande. A partir de ahí, su figura declinó sin remedio, marchitada por el tiempo y por el recuerdo del desenlace más triste de su vida tenística. La final más larga del torneo y sin duda una de las más hermosas marcaría el inicio de la cuenta atrás para su retiro, que se produjo tres veranos después.

WIMBLEDON 1980

Esta rememoración de otras grandes finales de los majors en la era profesional no se ciñe a la cronología y parte, evidentemente, de apreciaciones personales. Ateniéndonos a la calidad y perfección del juego exhibido, al derribo de límites que podían considerarse inabordables, a la progresión constante hasta una inimaginable culminación y al juicio de consumados especialistas, la que suscribieron este domingo Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Roland Garros es la mejor de cuantas ha habido.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.ROBERT DEARAP

Hace 45 años, en la prehistoria, Bjorn Borg superó a John McEnroe en cinco sets pese a perder el desempate del cuarto, que se fue hasta el 18-16. Cualquiera de las cuatro finales del Grand Slam en las que contrastaron estilos, temperamentos y hasta formas de interpretar la vida merecería ser glosada. Esta también reunió todos los atractivos que entonces sólo concitaban ellos dos. Un año después, en el mismo escenario, vencería en cuatro parciales el zurdo de Douglaston, cuyo triunfo en la final del US Open de esa misma temporada derivaría en el acelerado adiós de Borg, quien tomó la puerta de salida en 1982, con tan sólo 26 años.

AUSTRALIA 2012

Las mejores expresiones tenísticas suelen nacer de una rivalidad, un contraste y un contexto. Sucede entre Alcaraz y Sinner, sucedió entre Borg y McEnroe y en la larga secuencia cruzada de enfrentamientos entre el Big Three: Djokovic, Nadal y Federer. La final de Melbourne 2012 señaló el ecuador en los 60 duelos que alumbraron el serbio y el español. Venció Nole por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5) y 7-5. Cinco horas y 53 minutos: no ha habido final más larga de un grande en la era profesional. El semblante extenuado de ambos en la entrega de premios, las dificultades para sostenerse en pie, eran la imagen elocuente del carácter salvaje de la confrontación, en la que el español contó con 4-2 y servicio en el último parcial. Fue su séptima final consecutiva perdida frente a Djokovic, tendencia que revertiría esa misma temporada al abrigo de la tierra batida.

WIMBLEDON 2008

Inevitable traer aquí el partido reconocido entonces por la prestigiosa revista Sports Illustrated como el mejor de la historia del tenis. Nadal, que había perdido dos finales consecutivas ante Federer sobre su hierba sagrada londinense, tuvo en la mano el éxito por el camino más corto, pero se vio llevado hasta un desenlace a cinco sets cargado de misterio. El encuentro fue interrumpido en dos ocasiones debido a la lluvia. Pedro J. Ramírez, presente en el partido y entonces director de este periódico, tituló su tradicional carta semanal «Nadal contra Voltaire». «Siete horas y cuarto después de la señalada para comenzar, Aquiles había derrotado a Héctor por un margen más estrecho que una capa de mantequilla. El uno había ganado 209 puntos, el otro 204», escribió.

US OPEN 2009

Juan Martín del Potro tan sólo tenía 20 años. Acudía cada noche a cenar acompañado por su equipo, con Franco Davin, entrenador, y Martiniano Orazi, fisioterapeuta, a la cabeza, en un restaurante español situado en Lexington Avenue, Manhattan, Tercera Avenida. Aún estaba lejos de ser una celebridad. Departían como el resto de los comensales, sin demandar un reservado. El poderoso fajador argentino se plantó en la final ante Federer sin demasiadas opciones aparentes. El suizo llevaba un lustro inmaculado en Flushing Meadows. Delpo ganó por 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4) y 6-2.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.TIM IRELANDAP

ROLAND GARROS 1984

Los dos primeros sets de John McEnroe en la final ante Ivan Lendl fueron pura artesanía. La derrota más dura en la carrera del estadounidense está recogida en Buscando la perfección, película documental escrita y dirigida por Julian Faraut. Lendl, entonces aún ciudadano checoslovaco, venció por 3-6, 2-6, 6-4, 7-5 y 7-5, para desconsuelo de quienes contemplábamos el tenis sin patria ni bandera, sólo condicionados por la fascinación que provocaban genios como McEnroe.

Gracias por todo, Rafa. Gracias por tanto

Gracias por todo, Rafa. Gracias por tanto

Actualizado Domingo, 25 mayo 2025 - 19:46

El hombre que este domingo fue homenajeado en Roland Garros hace tiempo que se convirtió en un modelo inmejorable, en la referencia, no sólo para muchísimos aficionados al tenis sino también para quienes trabajamos desde los márgenes de la cancha. Si algún jugador encarna la palabra resiliencia, ése es Rafael Nadal, quien fue capaz de perseverar en su patrón de juego y en su actitud sin perder nunca la esencia hasta ganar en 14 ocasiones el torneo. El tenista español se las ingenió siempre para resolver los distintos problemas que le surgieron en su triunfal travesía por el templo de la arcilla.

Todo lo hizo simple, aunque ni mucho menos lo fuese. Un desfile de rivales con distintas cualidades y características, pelotas que cambiaron cada cierto tiempo, como las condiciones climatológicas y su propio estado físico, que en bastantes ocasiones se convirtió en un nuevo desafío al que hacer frente. Sus formidables cualidades técnicas podían verse superadas por algunos (pocos), oponentes, pero no así su capacidad de adaptación y una actitud donde nunca cupo la queja sino que prevaleció la inteligencia para poner los medios que le ayudasen a salir ganador.

Nadal fue el competidor por naturaleza, un tenista único. Su carácter insaciable le animó a seguir hasta que ya no le acompañaron las fuerzas. Él nunca se detuvo. Ganó, ganó y ganó con la dedicación diaria de un artesano, de quien no piensa en la cosecha ya lograda ni en la que pueda estar por llegar sino en el puro deleite de esmerarse en ser mejor cada día y con ello poder optar a nuevos logros a través del humilde perfeccionamiento de sí mismo.

Constante aprendizaje

Él transformaba las excusas a menudo esgrimidas por algunos de sus colegas en motivos constantes para la superación. No caía en lamentos sobre asuntos que estaban fuera de su alcance sino que se afanaba en vigilar aquellos que podían estar bajo su control. No perdía tiempo en enfadarse. Tuve la fortuna de conocerle cuando era un muchacho. Ya entonces sin perder detalle, en un afán de aprendizaje constante que figura entre sus principales virtudes. Seguía aprendiendo cuando daba la impresión de que ya nos lo había enseñado todo.

París, donde ya habían dejado su rúbrica grandes jugadores españoles, le miró con cierto recelo cuando empezó. Para el público local, anhelante del triunfo de uno de los suyos, resultaba duro asumir que el relevo de los SergiBruguera, CarlosMoyà, Albert Costa o Juan CarlosFerrero lo iba a tomar otro tenista del país vecino. Con el paso de los años, y de los reiterados triunfos, incluso los más renuentes a aceptar la rotunda evidencia acabaron por dispensarle el reconocimiento y la admiración que se ganó como ningún otro. Antes del emocionante tributo que se le rindió en su Philippe-Chatrier, ya fue uno de los elegidos para llevar la antorcha olímpica en los Juegos de París del pasado año. Desde un territorio que se adaptaba como anillo al dedo a su forma de jugar se proyectó sin las habituales reservas de los tenistas españoles a una superficie más hostil, como es la hierba. También en Wimbledon, lejos de su hábitat natural, protagonizó gestas inolvidables, como lo hizo en Melbourne y Nueva York, logros sólo al alcance de quienes crean su particular y exclusiva estirpe.

Gracias por todo, Rafa. Gracias por tanto.

Boris Becker: “La cárcel me hizo un hombre mucho mejor de lo que era. Fue el despertador que necesitaba para cambiar”

Actualizado Miércoles, 30 abril 2025 - 15:52

Saludar a Boris Becker (Leimen, 1967) impresiona. Pese a que los años y las dificultades de los últimos tiempos han dejado huella física, sigue siendo un gigante y temes que, como Obélix a los legionarios romanos, te sacuda en el aire de arriba a abajo al estrecharte la mano en el hotel Palace de Madrid, donde se aloja como parte de la Academia de los Premios Laureus. El fuerte carácter del joven rebelde que revolucionó el tenis en 1985, cuando ganó Wimbledon con sólo 17 años, asoma al intentar indagar en su vida personal, que incluye diversos escándalos y un paso por la cárcel en 2022. Pero cuando se relaja el ogro no es tal.

El alemán, ganador de seis Grand Slam y ex número 1 del mundo, ha rehecho su vida y ha recuperado el amor por su deporte, con el que mantuvo una relación complicada. "Estoy muy ocupado, que es justo lo que necesitaba. Tengo varios proyectos alrededor del tenis y estoy muy involucrado en la televisión, tanto como comentarista como en la comedia. En cuanto al resto del tiempo, he aprendido a ser más discreto y proteger mi privacidad, que es algo que no siempre supe hacer", explica ante mi sorpresa.

¿Comedia? ¿Está haciendo monólogos?
No, no [risas]. Pero tengo un buen sentido del humor, puedo ser bastante gracioso y ahora me invitan a bastantes programas cómicos y concursos. Disfruto de poder ser yo de un modo más libre.
¿Se ha reconciliado entonces con el tenis? Triunfó tan joven que dio la sensación de que se hartó de él antes de cumplir los 30.
Al final me retiré con 32, pero es cierto que los últimos años ya no disfrutaba como antes. Tras dejarlo, durante un par de años no quise saber nada del tenis, me aparté lo más lejos posible porque ya había tenido bastante. Necesitaba una ruptura radical durante un tiempo. Luego, con 35 o 36, descubrí el lado televisivo del tenis, mucho más relajado, y me reconcilié con él poco a poco. Ahora vuelvo a quererlo.

Para saber más

En realidad, su plan de vida no era dedicarse al tenis, era sólo un hobby antes de ir a la universidad.
Así es. Por fortuna, provengo de una familia con una tradición intelectual y académica y mis padres no querían que me convirtiera en deportista. Preferían que fuera abogado, médico o arquitecto, como mi padre, pero a veces la vida decide por ti. Desde niño era muy bueno jugando al tenis y esa es la verdadera razón por la que acabé dedicándome a ello. No porque lo deseara o lo persiguiera, sino porque mi talento me guió hacia allí y yo me dejé llevar.
Ganó su primer Wimbledon con 17 años, sigue siendo el campeón masculino más joven de la historia, y ya no hubo vuelta atrás.
Nada, ya fue imposible. Afortunadamente, entonces no existían las redes sociales. Imagina un joven alemán casi desconocido ganando dos Wimbledon seguidos con 17 y 18 años… Fue un shock para mí. Mi vida y mi mundo ya fueron una locura así, pero ahora hubieran sido absolutamente insoportables.
Su juventud, su imagen y su estilo de juego le convirtieron de inmediato en una estrella del rock
Era un tenista muy espectacular. Jugaba con una potencia que nadie más tenía entonces, fue el primer power player. Obviamente, ahora ese tipo de tenis es normal, pero en mi generación el estilo era otro, más de toque y finura. Fui el primero que servía, restaba y metía la derecha con esa violencia. Además era muy fuerte físicamente. Todo eso era nuevo y me hizo llamar aún más la atención.
En Alemania no había tradición, nunca antes un tenista alemán había ganado un Grand Slam, y de golpe aparecieron a la vez Steffi Graf y usted y lo convirtieron en una potencia.
Es una historia fantástica. Steffi y yo éramos del mismo barrio. La conocí cuando ella tenía siete años y yo nueve. Teníamos el mismo entrenador y nos hicimos amigos, fuimos creciendo juntos sin pensar que podía pasar lo que pasó después y en 1989 nos encontramos ganando los dos Wimbledon a la vez. Fue increíble. De golpe en Alemania sólo se hablaba de un deporte al que cinco años antes nadie hacía caso. Fue un cambio tremendo. Es muy difícil hablar de tu propio éxito, eso se lo dejo a los demás, pero es evidente que fuimos muy influyentes. Cuando pienso en cómo era en aquellos años veo a un chico muy potente, muy joven, inocente incluso, que intentaba seguir siendo auténtico en una situación muy poco normal. Creo que esas son las características que la gente asigna a Boris Becker.
Fueron unos años fabulosos en los que coincidieron su generación (Edberg, Wilander), la anterior (McEnroe, Lendl) y la siguiente (Agassi, Sampras). ¿Fue la Edad de Oro del tenis?
Yo no diría eso por respeto a los demás, pero desde luego fue una de las mejores. Supongo que la otra etapa que viene a la cabeza es la de Federer, Djokovic y Nadal. Esa fue la mejor generación de la historia porque tiene a los tres GOAT (greatest of all time, los mejores de la historia), lo que pasa es que la distancia entre ellos tres y el siguiente era muy grande, sólo perdían entre ellos. Nosotros éramos diez del máximo nivel. También habrá quien diga que lo que pasaba es que estos tres eran tan buenos que hacían parecer peores al resto de lo que eran [risas]. De todos modos, ganar un partido de tenis siempre es difícil. Extremadamente difícil.
Es un deporte extremadamente exigente a nivel mental, quizás el que más.
Es muy demandante, un trabajo muy duro. En el tenis no hay pretemporada, jugamos en serio durante todo el año y es el único deporte en el que no tienes ni un momento para esconderte. Tienes que jugar el primer punto y el último. En baloncesto puedes pedir el cambio, en fútbol dices que te duele la rodilla y ahorras esfuerzo un par de jugadas o vas ganando 3-0 y el partido está acabado aunque quede media hora. En el tenis, no. Si te desconectas lo más mínimo, un 5-1 se convierte en un 5-5 en un instante. Tienes que acabar siempre el último punto. Mentalmente es durísimo. El único que se le parece es el golf porque son los dos únicos deportes que no se juegan contra el tiempo sino contra el marcador. Rory McIlroy es el mejor, ha tardado 14 años en ganar el Masters y casi se le escapa cuando ya lo tenía. En eso golf y tenis son similares. Un golpe al agua o una doble falta lo cambian todo
Fue entrenador de Novak Djokovic de 2014 a 2016. ¿Es posible elegir entre él, Federer y Nadal?
Les llamo los tres GOAT por algo, cada uno ha sido el más grande a su manera. Si tuviera que explicar su importancia histórica diría que Djokovic es el más exitoso, Federer el más popular y Nadal el más temido. Si te tocaba Rafa en Roland Garros sabías que no había nada que hacer. Vencerle allí ha sido el único imposible de un deporte donde todo es posible.
Carlos Alcaraz tiene ahora el papelón de ser el sucesor de Nadal.
Esa es una presión muy difícil de llevar porque Rafa sólo hay uno y sólo lo habrá. Dicho esto, Carlos está dejando su propia huella a su manera. Aún es muy joven y lo mejor está por llegar, pero es imposible adivinar cuánto tiempo se va a mantener en la élite un tenista. Deseo que Carlos juegue 10 o 15 años más porque para mí es el tenista más excitante del mundo ahora mismo, pero los españoles, sobre todo los periodistas, tenéis que ser cuidadosos y no juzgarle tan duramente cada vez que pierda un partido porque es un jugador muy diferente al que era Nadal. Carlos tiene más talento natural, pero el corazón de Rafa no lo ha tenido ni lo va a tener ningún otro deportista de la historia. Carlos es fantástico, Novak [Djokovic] y Roger [Federer] son leyendas, pero Rafa estaba a un nivel diferente de competitividad. Si en un torneo veías que te cruzabas con Nadal… Buena suerte, amigo.
Becker posa en el hotel Palace de Madrid como embajador de los Premios Laureus.

Becker posa en el hotel Palace de Madrid como embajador de los Premios Laureus.

¿Piensa a menudo en sus días de gloria?
No. Yo no vivo en el pasado. No creo que mis victorias y mis derrotas tengan ninguna importancia a día de hoy. Vivimos en 2025, no pierdo el tiempo viendo un viejo partido de tenis. Es más, a veces los fans o los periodistas me preguntan por finales y ni las recuerdo. Me ha costado encontrar mi sitio en mi vida después del tenis, he cometido errores, lo he pasado mal y ahora estoy feliz. Quiero pensar y hablar sólo del hoy y del futuro.
Le pregunto algo que es parte de su pasado, pero sigue vigente. Su primer matrimonio, con Barbara Feltus, les convirtió en un símbolo como una de las parejas interraciales más famosas del mundo. Sufrieron ataques de todo tipo.
Sí, fue así. Soy muy cuidadoso con no hablar de mi vida privada y un matrimonio es vida privada, así que a ver cómo te respondo. He tomado decisiones familiares que han tenido repercusión pública, pero que a mí me parecen absolutamente normales porque soy ciego al color de la piel. Tengo hijos de raza mixta y veo que sufren las mismas cosas que sufría su madre. Creía que habíamos aprendido del pasado, pero por desgracia no es así. Como sociedad cometemos los mismos errores que hace 20, 40 o 60 años. Es muy decepcionante. La pregunta es por qué.
Vale, ¿por qué?
Sin ponerme muy político, creo que la calidad de los políticos actuales no está a la altura de los que teníamos hace 40 años cuando se creó una gran Europa. En Alemania, por ejemplo, había una gran conciencia de que lo que había sucedido en nuestro pasado no podía repetirse y, sin embargo, aquí estamos con un partido de extrema derecha [AfD] sacando millones de votos. Y no es sólo en Alemania, son muchos los países occidentales que no han aprendido de los errores del pasado y vivimos un momento peligroso en ese sentido. Sinceramente, crecí teniendo la esperanza de que haríamos un mundo mejor que el de nuestros abuelos y acabaríamos con todo este tipo de movimientos, pero me equivoqué. Estamos de nuevo en el mismo punto.
En 2022 pasó ocho meses en la cárcel por alzamiento de bienes. ¿Aprendió algo en prisión o eso es un tópico y, sencillamente, fue una experiencia terrible?
Es una etapa de la que prefiero no hablar en detalle, pasé miedo a veces y pagué mis errores, pero siempre he aprendido mucho más de mis derrotas que de mis victorias. Me pasó en el tenis y me ha pasado en la vida. También con la cárcel. Cuando tienes tanto éxito tan joven como tuve yo, das por hecho que siempre te va a ir bien, que eres invulnerable. Y no lo fui. Tuve que aprender que la mayoría de la gente no gana, que la vida es difícil. Así que tener una derrota tan dura como ir a prisión fue el despertador que necesitaba para cambiar. Me hizo un hombre mucho mejor del que era antes de entrar.
Durante esos años anteriores, su vida privada y sus problemas económicos fueron carnaza para los tabloides. ¿Cómo navegó aquellos tiempos?
Mal. Tuve una pérdida total de privacidad que no le desearía ni a mi peor enemigo. Fueron años muy difíciles para mí, vivir así es insoportable. Fue una pesadilla, pero al final es parte del proceso y ahora estoy en paz con la vida. Todo lo que me sucedió no deja de ser consecuencia de mis éxitos. Si no hubiera ganado Wimbledon a los 17 años, si no hubiera sido número 1 del mundo, si simplemente hubiera sido un tenista promedio no habría sufrido todos esos problemas. Son las dos caras de una misma moneda y ahora lo asumo, pero he pasado momentos en los que sólo quería desaparecer.
¿Volvería a pagar ese precio?
Sí, porque yo jugaba para ganar y gané mucho. No siento resentimiento hacia mi pasado, al contrario. Miro mi vida con mucho orgullo. Ha sido intensa, no sabía que se podían vivir tantas cosas en 57 años. Tras un tiempo, el tenis se convirtió en algo aburrido porque sabía exactamente lo que tenía que hacer para ganar. Una vez que lo has hecho una y otra y otra vez, ya no hay misterio, me aburrió y quería probar cosas nuevas. Y eso hice. En unas acerté y en otras me equivoqué gravemente, pero tuve experiencias que nunca pensé que podría tener y todavía estoy por aquí para enseñar a mis cuatro hijos sin que tengan que aprender de los libros de texto. Pueden preguntar a su padre cómo es la vida y se lo puedo explicar todo. Lo bueno y lo malo. Ha merecido la pena.
Una corriente adversa: el apagón, última contrariedad para un torneo sin Alcaraz, sin Djokovic, sin españoles y con muchos lesionados

Una corriente adversa: el apagón, última contrariedad para un torneo sin Alcaraz, sin Djokovic, sin españoles y con muchos lesionados

Primero fue la baja, no por temida tras los problemas físicos padecidos en el Conde de Godó menos dolorosa, de Carlos Alcaraz. Al día siguiente, por su recurrente lesión en la espalda, se borró Paula Badosa. Novak Djokovic, que regresaba a Madrid después de tres años, se despidió en el debut, ante Matteo Arnaldi, confirmando que su tiempo empieza a quedar atrás. El domingo, pese a realizar un partido notable, Alejandro Davidovich perdió en tercera ronda contra Alexander Zverev. El torneo se quedaba así sin representación española en los cuadros individuales de octavos de final, algo insólito en cualquier evento tenístico disputado en nuestro país. Zverev, doble campeón del torneo y primer cabeza de serie, fue fulminado en octavos este martes por el argentino Francisco Cerúndolo (5-7, 3-6), para dejar el cuadro aún más descapitalizado.

Y este lunes, el apagón.

El taquillaje está vendido para toda la competición, al igual que los derechos televisivos. Los palcos rebosan, incluso ajenos al derrumbe energético durante las horas críticas, y las cuentas salen. Los patrocinadores se frotan las manos y hay vigor consumista en el área de tiendas de elite. El Masters de Madrid parece inmune a la sucesión de contrariedades, pero el espectáculo se resiente, algo que viene sucediendo desde que la competición se amplió hasta las dos semanas, como también sucede en Roma, que comienza el lunes. Algunos jugadores ya han manifestado su incomodidad con la exigencia del calendario.

"Estoy de acuerdo con Carlos [Alcaraz] respecto a la longitud de los Masters 1.000 y el deseo de que volvieran a ser de una semana porque para nosotros es muy cansado y fatigoso estar dos semanas fuera de casa y luego ir a otro torneo, y si lo haces bien estás mucho tiempo fuera", ha dicho Davidovich.

Bueno para el negocio

"Dos semanas en modo competición son muchas, se genera un considerable estrés", comenta a este periódico Garbiñe Muguruza, ganadora de dos títulos del Grand Slam, ex número 1 del mundo y hoy embajadora de Tennis Channel. «Para el business es bueno. Creo que están probando, pero si los jugadores se quejan ya veremos cómo lo hacen en un futuro».

Diez hombres han dejado el torneo por lesión o enfermedad, el último de ellos Matteo Berrettini, que se retiró ayer tras perder el primer set ante Jack Draper.

El derrumbe energético fue un episodio asumido con serenidad por los jugadores. Grigor Dimitrov se clasificó para octavos de final al imponerse a Jacob Fearnley, pese a dejar pasar una bola de partido el lunes, minutos antes del apagón. «Momentos como esos suponen una experiencia más, te demandan un plus mental. He perdido partidos tras contar con match point, así que tampoco me ha pesado en exceso durante la noche. Afronté el encuentro como si fuera nuevo, sin poner presión alguna sobre mi juego», comentó el decimosexto favorirto en tono relajado en la zona mixta de la Caja Mágica.

«Recuerdo que en Wimbledon llegué a jugar un partido durante tres días. Después de tantos años, he aprendido a gestionar muchas cosas. Lo del lunes es una demostración más de cómo todo puede cambiar en tan sólo un segundo. Algunas personas estuvieron colgadas diez horas limpiando ventanas. En una gran pantalla, lo que sucedió aquí no es nada. Pudo ser difícil volver al hotel, pero es lo mismo para todos. Cuando sucede algo así, hay que pensar en quien está limpiando cristales en lo que ocurre en los hospitales o en los aeropuertos", agegó.

El insaciable apetito de Monfils: octavofinalista, con 38 años, tras vencer a Fritz, cuarto favorito

El insaciable apetito de Monfils: octavofinalista, con 38 años, tras vencer a Fritz, cuarto favorito

«Mi sueño es tener una familia increíble». Poco después de convertirse, con 38 años y 147 días, en el segundo jugador más veterano en alcanzar los octavos de final del Abierto de Australia desde 1988 (Roger Federer fue el anterior, en 2020), Gael Monfils confesaba los anhelos lógicos a una edad improbable para grandes aspiraciones profesionales.

Casado con la también tenista Elina Svitolina, que se sumó a la fiesta con su victoria ante Jasmine Paolini, cuarta cabeza de serie, el francés, 41º en el escalafón, tiene ya una hija junto a la ucraniana, Skaï, nacida en octubre de 2023.

El jugador parisino se impuso este sábado a Taylor Fritz, cuarto cabeza de serie, por 3-6, 7-5, 7-6 (1) y 6-4, para prolongar la secuencia de victorias iniciada con la conquista en el ATP 250 de Auckland del decimotercer título de su carrera. Hay que viajar hasta 1977 para encontrar un campeón más provecto. Fue Ken Rosewall, vencedor en Hong Kong a los 43, cuando el tenis aún estaba lejos de las demandas físicas que ya hace tiempo le caracterizan. «Sigo jugando para estos partidos, ante grandes jugadores, en grandes estadios, frente a grandes aficiones, con buena energía», dijo el héroe de la jornada una vez culminada su primera victoria ante un rival del top 5 en casi 17 años.

Contemporáneo de Richard Gasquet, quien se ha quedado en la fase previa en Melbourne, y de Rafael Nadal, que se retiró el pasado noviembre en la Copa Davis, Monfils, acaso el menos talentoso de los tres, mantiene su pujanza amparado en las cualidades atléticas que siempre le distinguieron y en una incombustible pasión por el juego. En 2004 estuvo a un paso de cuadrar el Grand Slam júnior, tras ganar el Abierto de Australia, Roland Garros y Wimbledon.

Un servicio letal

Ante Fritz, 11 años más joven, finalista del último Abierto de Estados Unidos y presente en los siete últimos octavos de los majors, ganó el 82% de los puntos con su primer servicio y suscribió 24 aces, el último de ellos para cerrar el partido. El californiano, consumado sacador, se quedó en 12 servicios directos. «Sirvió de foma increíble, escondiendo bien las direcciones; nunca pude leer bien dónde iba a enviar la pelota en los puntos importantes», admitió Fritz. «Cuando no conectaba el primero, lograba enormes saques cortados. Incluso entonces, cuando sí adivinaba las direcciones, eran muy difíciles de restar por el efecto que llevaban. Era muy complicado hacerle daño; lo devolvía todo. Si continúa jugando así, será duro vencerle para cualquier jugador».

El partido se vivió con intensidad y colorido en la grada, con nutrida presencia de seguidores franceses que encorajinaron a Monfils, quien disputa su 19º Abierto de Australia y 65º Grand Slam. Encadena ocho victorias consecutivas después del triunfo en Auckland. Sólo Novak Djokovic, que le derrotó antes, en la segunda ronda de Brisbane, ha conseguido detenerle esta temporada.

Eliminado de inicio Stan Wawrinka, de 39 años, Monfils es el más viejo del cuadro. Tendrá como próximo adversario a uno de los jugadores emergentes. Siendo menos reactivo, Ben Shelton, 22 años, 21º del ránking, también 1,93, presenta analogías con el estilo del hombre al que se medirá por primera vez. Dos tenistas con hechuras de playmaker en busca de los cuartos.

Djokovic: "La ceremonia de despedida de Nadal no se hizo como es debido"

Djokovic: “La ceremonia de despedida de Nadal no se hizo como es debido”

Fue una opinión mayoritaria tras la madrugada del pasado 20 de noviembre: la despedida de Rafael Nadal no había estado a la altura del homenajeado. El acto organizado por la Federación Internacional de Tenis (ITF) fue deslucido, frío, a deshora, sin demasiada gente en la grada del Martín Carpena, improvisado por las circunstancias de una derrota que la que casi nadie contaba. Novak Djokovic, junto a Roger Federer el gran adversario a lo largo de más de tres lustros, se sumó en una entrevista en la web Tennis Majors a la opinión dominante.

"No conozco los detalles exactos de cómo se imaginaron la ceremonia, pero sé que el plan era hacerla después de las semifinales. Si España pasaba, Murray y yo teníamos previsto ir, porque por agenda no pudimos acudir a la eliminatoria de cuartos. Pero éramos unos fijos para semifinales", explicó. Se contaba con él, como con Federer, que anticipó su adiós en las redes sociales en la mañana del partido frente a Botic Van de Zandsluch, y otros ilustres, entre los que se manejaban nombres como el de Tiger Woods, con quien Nadal mantiene una estrecha relación.

"Desafortunadamente, resultó como resultó. ¿Se pudo hacer algo más? No lo sé. Vi el vídeo de la ceremonia y no sé si Rafa quizás no quería hacer demasiado ruido para no molestar a otros equipos. No lo sé, pero me siento mal por no haber estado allí", prosiguió Djokovic, que venció esta martes al estadounidense Nishesh Basavareddy por 4-6, 6-3, 6-4 y 6-2 en la primera ronda del Abierto de Australia.

Muy cerca del adiós

Único jugador en activo de la santísima trinidad del tenis, el serbio, que busca su decimoprimer título en Melbourne, el que sería su vigésimoquinto título del Grand Slam, puede estar, a sus 37 años, ante la última temporada de su carrera. Federer se diseñó una despedida a lo grande en la Laver Cup, pero su último partido oficial fue una grosera derrota en los cuartos de final de Wimbledon 2021, el torneo donde salió ocho veces campeón: Hubert Hurkacz le venció 6-3, 7-6 (4) y 6-0. Nadal se quedó lejos del homenaje soñado. Nadie sabe lo que reservará el destino para Nole.

"Estuvimos juntos en la cancha en Riad, aquel fue un momento agradable.Lo vi jugar en Roland Garros, nos enfrentamos luego en los Juegos Olímpicos. La ceremonia, si quieres mi opinión, no se hizo como es debido. Quizá el propio Rafa no estaba seguro de si jugaría o no, de si podía jugar más, y entonces quizá ya era demasiado tarde para hacer algo más importante. No lo sé, la verdad", agregó sobre el acto de despedida de Nadal tras la eliminación de España ante Países Bajos en los cuartos de la Copa Davis.

El adiós a deshora de Rafael Nadal, que se fue de madrugada tras caer ante Van de Zandschulp, 80º del mundo, en la Copa Davis

El adiós a deshora de Rafael Nadal, que se fue de madrugada tras caer ante Van de Zandschulp, 80º del mundo, en la Copa Davis

El 7 de julio de 2021 Hubert Hurkacz venció a Roger Federer por 6-3, 7-6 (4) y 6-0 en los cuartos de final de Wimbledon. Fue el último partido oficial del suizo, ocho veces campeón del torneo y poseedor de 20 títulos del Grand Slam. Golpeado por recurrentes lesiones de rodilla, peleó en vano por regresar a las pistas, hasta que anunció su retirada el 16 de septiembre de 2022, a los 41 años. «He trabajado duro para volver a la mejor forma competitiva, pero también conozco las capacidades de mi cuerpo y mis límites, y es el mensaje que mi cuerpo me ha dado», escribió para anunciar su despedida, días antes de ser homenajeado en la Laver Cup.

El 19 de noviembre de 2024, el neerlandés Botic van de Zandschulp, 80º del mundo, derrotó a Rafael Nadal por 6-4 y 6-4 en el primer individual de los cuartos de las Finales de la Copa Davis entre España y Países Bajos, disputado en Málaga. Al consumarse horas después la derrota de la pareja formada por Carlos Alcaraz y Marcel Granollers frente a Wesley Koolhof y el propio Van de Zandschulp, aquel partido, aún tan próximo en la memoria, quedó como el último del zurdo manacorense, poseedor de 22 títulos del Grand Slam, quien ya había anticipado que tocaría puerto en la Copa Davis. Se retiró a los 38 años.

Nadie sabe cómo será el adiós de Novak Djokovic, el único superviviente de los tres hombres que han dominado el tenis durante más de tres lustros, aún en danza y dispuesto a intentar elevar el registro de 24 grandes, ahora con Andy Murray en su rincón. Nadie, ni siquiera competidores de semejante magnitud, puede terminar de escribir el guion de su despedida. El deporte, con su componente de azar, puede reservar desenlaces inesperados, tan amargos como los padecidos por dos de las mejores raquetas de siempre.

Ni Federer ni Nadal tuvieron un final acorde a su brillante desempeño profesional, a su significado incluso más allá de la línea de fondo. El 14 veces campeón de Roland Garros dejó caer el telón ya en la madrugada del pasado 20 de noviembre, pocas horas después de su derrota, con bastantes sillas vacías en el Martín Carpena al tratarse de la madrugada de un miércoles laborable. «Los finales de película son para Hollywood, aquí debemos centrarnos en competir y hacer cada uno lo mejor para el equipo», dejó dicho el ex número 1 del mundo el día anterior a la eliminatoria, reflexión convertida en un augurio.

El guion frustrado

El colofón estuvo lejos de sus anhelos y de los de los aficionados que agotaron las localidades poco después de conocerse que su retirada se produciría en Málaga. El cariño y el reconocimiento que recibió a través de los testimonios grabados de grandes deportistas, su discurso frente a los seguidores y las muestras de admiración y gratitud expresadas por los muchos que permanecieron en el recinto para asistir a su adiós, todo el protocolo que hubo de apresurar la Federación Internacional de Tenis, todo, se quedó pequeño.

Nadal, fuera de forma, sin competir desde su derrota en dobles junto a Carlos Alcaraz en los Juegos Olímpicos de París, el 31 de julio, había perdido ante el número 80 del mundo. España, hexacampeona de la Copa Davis, estaba fuera del torneo.

Lógicamente, la pretensión era otra. En las hipótesis más optimistas se vislumbraba una final el domingo con la poderosa Italia de Jannik Sinner, a la que podría asistir Toni Nadal, ausencia mayúscula. Pero no hacía falta ir tan lejos: incluso una semifinal frente a Alemania, el viernes, hubiera sido suficiente para contar con la presencia en el Martín Carpena de asistentes de lujo, entre los que se presumía Federer, quien escribió una cariñosa carta a través de las redes sociales a quien fue su némesis en las pistas horas antes de que se produjese el deslucido adiós.

Después de dos años en una frustrada batalla contra el dictamen del tiempo, Nadal eligió la Copa Davis, una competición donde sólo había perdido uno de sus 29 partidos individuales, para dar el irremediable paso al costado. La Caja Mágica ya le había dispensado su tributo en primavera. Roland Garros le aplaudió y le quiso como nunca después de caer en primera ronda ante Alexander Zverev, y renovó su postrero afecto en los Juegos.

Queda una trayectoria colosal: 92 títulos, 1.080 victorias frente a 228 derrotas, dos oros olímpicos y cinco Copas Davis, 209 semanas como número 1 del mundo, entre los cuantiosos méritos. La impronta de un deportista a quien siempre se le aplaudió su actitud ejemplar. Quedan más de 20 años de carrera en los que demostró ser un competidor como pocos, capaz de reinventarse y de enfrentar con coraje indesmayable la adversidad.

La despedida pudo ser otra. La hoja de servicios admite escaso parangón.

El legado de Nadal, bajo la lupa de los expertos: "Fue un gladiador que trituraba rivales con la mente"

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Dice Eric Bruna, que cubre el tenis para el rotativo Le Parisien desde hace 24 años, que la nostalgia empezó con el adiós de Roger Federer en la Laver Cup de 2022, se acentúa ahora con la marcha de Rafael Nadal y dejará aún más rengos emocionalmente a muchos periodistas y aficionados cuando se marche Novak Djokovic, que tiene 37 años y no tardará en hacerlo. «Como comentó Nadal cuando acudió al homenaje a RogerFederer en Londres, con la jubilación del suizo se iba un poco del propio Nadal. Diría que con la salida del español también se va un poco de Djokovic».

Hay una generación de periodistas que han acumulado trienios siguiendo las andanzas del denominado Big Three y que difícilmente van a disfrutar del mismo modo de lo que venga, de lo que ya está aquí, léase Carlos Alcaraz y Jannik Sinner. «Tengo 52 años. Me he hecho mayor con ellos. Hay una relación de corazón con los tres. Seguro que Alcaraz y Sinner ganarán muchos títulos, pero dudo que veamos un período semejante a éste. Ha sido la época dorada del tenis».

Philippe Bouin, retirado desde hace tiempo, es un referente en el mundo del tenis y nos deleitó en L'Equipe con su visión incluso de años pretéritos a los protagonizados por estos tres jugadores que suman 66 títulos del Grand Slam. «Todo alrededor del juego de Rafa, de sus récords, de sus habilidades físicas y de su fortalezas, ha sido escrito millones de veces. Añadiré el que es para mí el mayor de sus logros: a pesar de su éxito y de la fama consiguiente, de la adoración que suscita en el mundo, ha sido capaz de permanecer como una persona normal a lo largo de toda su carrera. Uno de mis sobrinos pequeños es recogepelotas en Roland Garros y le adora por su amabilidad, tanto dentro como fuera de la pista. Es un complemento increíble a pesar de su fama mundial».

"Nos vamos poniendo viejos"

Benjamín Benzaquén, la voz de Radio ADN de Chile, con muchos torneos a sus espaldas, entre ellos 37 Roland Garros, se siente también personalmente concernido por la retirada de Nadal. «El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, dice una canción que entonaba maravillosamente la gran Mercedes Sosa. Pasó, tan rápido pasó, que se nos hace una distancia muy grande con aquel junio de 2005, cuando lo vimos ganar su primer Roland Garros con aquellos pantalones pescadores, esa camiseta sin mangas, la vincha, el pelo largo, el ir y venir de una a otra punta de la cancha, sosteniendo los pelotazos que le ponía otro zurdo con más veteranía y experiencia que él llamado Mariano Puerta».

Hay una inclinación lógica a volver a la génesis de Nadal. Su final empuja la vista hacia un largo trávelin retrospectivo, a los momentos en los que sentó las bases de su carácter. «Fue un gladiador que trituraba rivales con la mente. Con su optimismo y capacidad competitiva desmoralizaba hasta al más optimista de todos. Más allá de su gran talento y su fuerza, lo que me maravilló de él fue que nunca se le pudiera dar por vencido hasta el último punto, por más abajo que estuviera en el score, él se encargaba de encender la luz de la esperanza. Humilló con su espíritu y con cada latigazo de drive acompañado por un grito intimidante. Ganar 14 veces en la tierra de París es una de la mayores hazañas de todos los tiempos en el deporte», agrega Sebastián Torok, especialista del diario argentino La Nación y de ESPN Latam.

Bruna también proclama su asombro ante tal registro en la arcilla del Bois de Boulogne, antes de elegir el mejor recuerdo de todo este tiempo concluido. «A lo largo de mi trayectoria profesional, no he visto nada que se pueda comparar con la final de Wimbledon 2008 frente a Federer. Reunió todos los ingredientes de un espectáculo sublime, incluido ese final en la noche, cuando apenas se veía la pelota, y cómo Nadal ascendió depués por la tribuna para saludar al Rey. Lo tuvo todo».

"Una forma de entender el juego"

«Era el jugador que necesitaba Federer para mejorar y subir un escalón más, porque al resto que intentaban jugar con su estilo los pasaba por arriba», apunta Benzaquén. «Nadal fue una barrera que impidió que el suizo siguiera arrollando a sus rivales de aquella época. Marcó un estilo y una forma de entender el juego, tanto en lo técnico como en lo competitivo, que no ha tenido parangón. Para nosotros, los argentinos, aunque uno viva en Chile, un zurdo nos trajo siempre remembranzas de un gran Vilas, pero también de un gran McEnroe. Nos daba la impronta de ese estilo único que tienen los zurdos».

Sugiere la imagen que acompaña este artículo conversar con Bruna sobre algunos trances de la renuente acogida que dispensó a Nadal el público galo. «Al principio a la gente le gustaba, porque lo ganaba todo, pero llegó un momento en el que empezó a ganar demasiado. De algún modo, en Francia mucha gente tiene debilidad por competidores como Poulidor, que suelen tener que conformarse con el segundo lugar. También influía la relación especial del público con Federer, a quien quería ver gana al menos un Roland Garros y veía cómo era Nadal quien se lo impedía un año tras otro».

Federer se despide de Nadal en las redes sociales: "Juntabas tus botellas como soldaditos de plomo"

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Al igual que sucediera hace algo más de dos años, cuando fue el suizo quien recibió los parabienes de Nadal en una carta a través de las redes sociales, Roger Federer ha querido responder, con la misma elegancia que le distinguió en la cancha y un punto algo edulcorado, en el adiós de quien fue su máximo rival.

"Empecemos por lo obvio: me ganaste. Mucho. Más de lo que yo pude ganarte a ti. Me desafiaste de maneras que nadie más podría. En tierra batida, sentí que estaba entrando en el patio trasero de tu casa y me hiciste trabajar más duro de lo que jamás pensé que podría hacerlo solo para mantenerme firme. Me hiciste reimaginar mi juego, llegando incluso al punto de cambiar el tamaño de cabeza de mi raqueta, esperando obtener alguna ventaja", escribe el ganado de 20 títulos del Grand Slam.

Sabido es que ambos se retroalimentaron durante su hermosa y prolongada rivalidad, que alumbró 40 partidos, 24 con victoria del español, aunque el último, en las semifinales de Wimbledon de 2019, cayese del lado de Federer. Nadal hizo mejor al ocho veces campeón de Wimbledon y Federer también hizo crecer al zurdo que le venció por primera vez en Miami, en 2004, y le llevó a los cinco sets en la final del mismo torneo un año más tarde.

"Y sabes qué, Rafa, me has hecho disfrutar del juego todavía más. Vale, quizá no al principio. Después del Abierto de Australia de 2004, llegué al número uno del ranking por primera vez. Pensé que estaba en la cima del mundo. Y lo estaba, hasta dos meses después, cuando entraste en la cancha de Miami con tu camiseta roja sin mangas, mostrando esos bíceps, y me ganaste de manera convincente. Todo ese rumor que había estado escuchando sobre ti, sobre este increíble jugador joven de Mallorca, un talento generacional, que probablemente ganaría un Grand Slam algún día, no era solo publicidad".

Nadal irrumpió en un momento en el que no se adivinaba oposición a Federer, que dominaba el circuito con absoluta autoridad. Las semifinales de Roland Garros, en 2005, fueron un punto de inflexión. Aunque el español llegaba ya avalado por su formidable paso por los torneos de arcilla, quedaba por ver si sería capaz de derribar a Federer. Y lo hizo.

"Ambos estábamos al principio de nuestro viaje y lo acabamos haciendo juntos. Veinte años después, Rafa, tengo que decirte: ¡Qué carrera tan increíble has tenido! Incluyendo 14 Roland Garros. ¡Histórico! Has hecho sentir orgullosa a España... Has hecho sentir orgulloso a todo el mundo del tenis", agrega Federer.

Un espectáculo inigualable

La serie se prolongó durante tres lustros y cada uno de sus enfrentamientos era celebrado como uno de los mejores espectáculos del deporte, por su contraste de personalidades y estilos, por el juego limpio que siempre acompañó a sus duelos, que tuvieron en la final de Wimbledon de 2008 su más categórica manifestación.

"Todavía te agradezco que me hayas invitado a Mallorca para ayudar a lanzar la Rafa Nadal Academy en 2016. En realidad, me invité yo mismo. Sabía que eras demasiado educado como para insistir en que estuviera allí, pero no quería perdérmelo. Siempre has sido un modelo a seguir para los niños de todo el mundo y Mirka y yo estamos muy contentos de que nuestros hijos haya entrenado en tus academias", agrega el ex número 1 del mundo, que muestra su gratitud por la presencia de Nadal en la Laver Cup donde él dejó el tenis y evoca las lágrimas compartidas.

"No soy una persona muy supersticiosa, pero tú lo llevaste al siguiente nivel. Todos su proceso. Todos esos rituales. Juntar tus botellas de agua como si fueran soldados de juguete en formación, arreglarte el pelo, ajustar tu ropa interior... Todo eso con la máxima intensidad. En secreto, me encantaba todo el asunto. Porque era tan único, tan tú", detalla, entrando en el terreno de lo más anecdótico.

Málaga espera su presencia en el Martín Carpena para participar presencialmente en la despedida de Nadal.