La gran historia de Torrontegui, las manos las estrellas: ''No soy el mejor fisio, sólo genero buen rollo''

La gran historia de Torrontegui, las manos las estrellas: ”No soy el mejor fisio, sólo genero buen rollo”

El mejor fisio del mundo moldeó sus manos lavando vasos en el restaurante de su padre. «Yo ayudaba a mi familia en lo que podía. Pasé muchas horas entre platos y mesas». Más de 40 años después, el asador donde creció Marcelino Torrrontegui (Albandi, 1964) sigue ofreciendo fabulosos chuletones txogitxu, cordero a la estaca y entrecot de vaca vieja. Una clientela fiel que acude allí tras disfrutar de las playas del concejo asturiano de Carreño en las que Torron también trabajó de socorrista. «Antes de ser auxiliar de ciclismo me buscaba la vida mientras hacía un módulo de Deportes», afirma el masajista más experto del próximo Tour de Francia, que arranca el sábado en Lille. Será la undécima edición de la Grande Boucle que afronta el asturiano, ahora en el Movistar. También es colaborador del Comité Olímpico Español (COE), la Federación de Fútbol (RFEF) y profesor en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga (UMA).

Este fisio de sonrisa permanente trabajó en el Málaga CF durante 21 temporadas, acudió a ocho Juegos Olímpicos (cinco con la Federación de Ciclismo y tres con el COE), 26 Mundiales de ciclismo, cuatro Juegos del Mediterráneo, 13 Vueltas, 10 Tour y cinco Giros de Italia. Por sus manos han pasado futbolistas, atletas, nadadores, ciclistas, balonmanistas, karatecas, piragüistas, golfistas, esquiadores. La relación de ilustres es extensa: Craviotto, Llaneras, Hierro, Chema Olazábal, Van Nistelrooy, Valverde, Contador, Rominger, Freire, Delgado, Olano, Isco, Joaquín, Frankie Fredericks, Chema Martínez, Cubarsí, Francescoli, Juan Ayuso, Viran Morros, Aguinagalde, Darío Silva, Zulle, Virenque, Rafa Lozano, Garralda, Barrufet, Entrerríos, Hugo González, Jessica Vals, Carmen Weiler...

Tras disfrutar de varios días de descanso, este martes hará las maletas para marcharse a Lille con el Movistar para preparar la salida del Tour.

Torrontegui comenzó en el ciclismo en la Vuelta a España de 1988, en el Clas de José Manuel Fuente. «Recuerdo que la salida fue en Tenerife y que saltamos a Las Palmas. Me incorporé al equipo de El Tarangu gracias a la ayuda de Carlos Muñiz, ciclista y amigo mío de Candás. Aquella Vuelta la ganó Sean Kelly y el primer neoprofesional clasificado fue, precisamente, Muñiz. Yo tenía 23 años y ya me apasionaba el deporte. Esa pasión proviene de mi entorno de juventud, en Candás. Esta localidad está declarada por el COE Villa de Olímpicos, porque es el pueblo de España con más olímpicos por habitante. Allí nacieron, entre otros, Herminio Menéndez, Julio Alberto, López Carril, Enrique Rodríguez Cal o Carlos Prendes», dice mientras pasea por Candás, antes de la sesión de fotos en las instalaciones de Mareo del Sporting de Gijón que ilustra este reportaje.

Torron debutó en el Tour de Francia en 1991, el primero ganado por Miguel Indurain. Desde entonces, el carismático fisioterapeuta y el campeón navarro mantienen una relación cercana. «Somos de la quinta del 64 y hemos coincidido muchas veces, aunque nunca compartimos equipo. Él estaba en el Banesto y yo en el Clas, con Tony Rominger. En la selección español estuvimos juntos, pero nunca le traté. Él tenía su propio masajista, Vicente Iza. Sí traté a Perico Delgado, Óscar Freire o Alberto Contador, pero nunca a Miguel. Estuve con Indurain en los Juegos de Atlanta, cuando ganó el oro en la contrarreloj, y Abraham Olano, la plata. Mi primer Mundial fue el de Stuttgart de 1991, cuando Indurain fue bronce. También estuve en el histórico Mundial de Duitama de 1995, donde logró el oro en la contrarreloj y la plata en la ruta, con Olano primero. En la actualidad, cuando Miguel pasa por Asturias nos vemos. Últimamente bromeamos sobre que ya va siendo hora de que toque sus músculos», explica el técnico, de 61 años.

Federer y Nadal

Torron fue el hombre de confianza del suizo Rominger, conquistador de tres Vueltas y adversario de Indurain en la carretera y en la pugna por el récord de la hora. «Tony y Miguel fueron rivales y ahora son amigos. Son como Federer y Nadal. Se respetan, tienen una buena relación».

Las manos mágicas del asturiano cuidaron a grandes corredores del Clas, como Olano, Escartín, Mauleón, Ruiz Cabestany, Rominger, Suárez Cueva..., con los que mantiene amistad. «Ellos tienen la costumbre de juntarse todos los años para cenar durante una etapa de la Vuelta. Desde 1988 organizamos partidos de fútbol-playa a los que viene gente como Luis Enrique. Lucho es un gran entrenador y una persona majísima, pata negra, un friki del ciclismo».

Con su paisano Samuel Sánchez comparte complicidades. Las abuelas de ambos eran primas. «A Samu le conozco desde chaval, cuando venía a veranear a Albandi. Yo le vaticiné que sería campeón olímpico. En 2007, un año antes de la carrera en ruta de los Juegos de Pekín, fuimos a ver el recorrido y le dije que el trazado le venía a huevo para ganar. Aquel equipo, con Sastre, Freire, Valverde, Contador y Samu fue fabuloso», recuerda.

JORGE PETEIRO

Las manos prodigiosas de Marcelino han cuidado a miles de deportistas. El que más le impactó, por su elasticidad y fortaleza, fue el canadiense Mark McKoy, campeón olímpico de 110 vallas en Barcelona'92. Entre los ciclistas destaca el motor de clasicómanos como Bortolami, Baffi o Museeuw. Los músculos de Freire también le sorprendieron, como las piernas de los futbolistas Salomón Rondón y Julio Baptista. Dice que quien mejor supo sacar provecho a su físico fue Fernando Escartín.

Asegura que el ciclismo actual atraviesa por un momento espléndido y que Tadej Pogacar es un fenómeno: «Le vi el pasado año en el Tour y me sorprendió. El ciclismo de ahora no da tregua. Las etapas son más cortas y todos van a toda hostia, no frena nadie. Los técnicos y auxiliares no tenemos tiempo para tomar un bocadillo. La tecnología ha mejorado mucho el rendimiento de los corredores».

Pocos en el deporte español empatizan tanto como este extrovertido asturiano. «Me dicen que soy el mejor masajista del mundo, pero yo respondo que tengo la suerte de trabajar con gente muy buena. Yo, por mi manera de ser, siempre genero buen rollo y caigo bien a la gente, y eso influye».

La depción del Málaga

Durante sus 37 años en el alto nivel han abundado los éxitos. Las decepciones fueron mínimas, pero dolorosas. Las heridas provocadas por el despido del Málaga ya cicatrizaron, aunque quedaron marcas: «En el Málaga me dejé media vida, medio corazón. Me tuve que marchar por unas diferencias económicas mínimas. Me di cuenta de que no me querían en un sitio donde trabajé más de 20 años. Salí noqueado. Estuve muerto, pero reviví. Después de irme se me abrieron muchas puertas».

En plena pandemia, Torron dice que se reinventó. Estudió podología, se doctoró en Fisioterapia y se incorporó a la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Málaga: «Llegué para cubrir una baja, y ahí sigo, impartiendo clases. La docencia es una carrera de fondo. Me gusta, pero al principio me costó, porque yo hablaba con las manos, luego me he ido soltando. Ahora, hasta doy ponencias en el Master de Fisioterapia de la Escuela Universitaria UAX Rafa Nadal o el Máster de Fisioterapia del Real Madrid. Soy como una hormiguita. Cumplo mis sueños. Trabajo con chavales, eso me mantiene joven».

«Tengo la suerte de que la UMA apuesta por la transferencia del conocimiento de sus profesionales, lo que posibilita que pueda colaborar de forma activa con Movistar, con el que tengo un contrato Otri, y al mismo tiempo cumplir con mis obligaciones docentes e investigadoras en la Facultad de Ciencias de la Salud», añade.

JORGE PETEIRO

A sus 61 años, Torron quiere ser agradecido: «Cuando te vas haciendo mayor te acuerdas de la gente que te ayudó. Yo estoy muy complacido con Eusebio Unzúe. Un día necesité salir de casa y él estaba allí. Siempre tuve la fortuna de contar con la comprensión del Málaga, que me permitía ir a los Mundiales y a los Juegos Olímpicos. También estoy muy agradecido a Alejandro Blanco por la oportunidad de trabajar en el COE. Él me rescató de la crisis que tenía, lo pasé mal. Yo sé bien lo que supone estar en primera línea y de ponto el teléfono deje de sonar».

Hijo futbolista e hija nadadora

La genética y el entorno profesional indicaron, inevitablemente, el camino a seguir. La actividad deportiva domina el entorno familiar de Torrontegui. Los hijos del fisio asturiano se han criado entre balones, raquetas y bicis, por eso no extraña que Samuel y Carlota se hayan decantado por el deporte. Los tres, siempre mimados por Susana, la filóloga inglesa, la madre, la compañera, la que sostiene todo el edificio.

Samuel, que tiene 20 años, sobresale en las categorías inferiores del Sporting de Gijón, en el equipo C. El fútbol le atrapó desde niño. Comenzó en el Málaga y allí estuvo durante nueve temporadas, en las que coincidió con Dean Huijsen, el nuevo central de la selección española y del Real Madrid. «Estuvieron juntos en alevines, cadetes e infantiles. Son buenos amigos. Yo mantengo contacto con los padres de Huijsen, unos holandeses muy majos que abrieron negocio en Málaga», dice Marcelino, un padre encantado con los goles y el desempeño de su hijo: «Samuel juega de delantero, es bueno, pero a mí lo que gusta es su madurez. Entrena, juega, se cuida y estudia segundo de Ingeniería Mecánica. No es raro verle a las 12 de la noche con libros o estirando», recalca el fisio del Comité Olímpico Español.

El Almería quiso ficharle, pero él prefirió seguir en el Sporting. En su trayectoria ha mostrado sus excelentes dotes de goleador, con buen manejo de ambas piernas y juego de espalda. «Tiene futuro, pero es un poco pupas, siempre le pasa algo», dice el progenitor.

Carlota apostó por la natación, triunfando en los campeonatos autonómicos y nacionales. Se formó en el Club Natación Inacua de Málaga y en 2021 fichó por el CN Santa Olaya de Oviedo. En 2021, con 18 años, se proclamó campeona de España de 200 mariposa, lo que le sirvió para obtener plaza para el Europeo de Budapest, torneo en el que logró colarse en las semifinales, terminando en el puesto 14 del top-16.

Torrontegui destaca que Carlota, de 22 años y estudiante de Derecho, tiene mucha fuerza de voluntad: «Durante muchos años se levantaba a las cinco y media de la mañana para entrenar en el CETD de Málaga. Creo que venirnos a Asturias frenó su progresión. Uno de mis sueños era compartir unos Juegos Olímpicos con ella».

Francia suspira con Paul Seixas, el nuevo heredero de Hinault, a quien preparan para terminar con los 40 años de sequía en el Tour

Francia suspira con Paul Seixas, el nuevo heredero de Hinault, a quien preparan para terminar con los 40 años de sequía en el Tour

«Los españoles nos quejamos de que ahora no tenemos un gran referente, pero en Italia pasa lo mismo y en Francia llevan 40 años esperando un nuevo Bernard Hinault». Javier Guillén, en la presentación del 90º aniversario de la Vuelta a España, analizaba la irrupción de talentos procedentes de países con escasa tradición ciclista (Eslovenia, Dinamarca, México, Australia, Inglaterra), que ahora eclipsan a las naciones con más tradición. Francia añora el pasado, pero hoy se ilusiona con una joya consagrada en el Critérium Dauphiné: Paul Seixas, nacido en Lyon el 24 de septiembre de 2006. Con 18 años es el más joven en la élite del ciclismo y ya le están preparando para asaltar el Tour.

El nuevo fenómeno cautiva por su polivalencia y valentía. Sube con soltura y contrarrelojea con aplomo. En la crono del Dauphiné de la pasada semana fue décimo. Encabezó el grupo de los mejores en las etapas de montaña. Terminó octavo, si no hubiera sido por una caída en el último tramo de la jornada de clausura habría sido sexto. Increíble resultado para un debutante en la histórica ronda gala, en la que peleó contra Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard, Remco Evenepoel y el resto de los mejores escaladores del mundo.

Seixas se desenvuelve con acierto en todos los escenarios. «Me gusta competir en el llano, en los adoquines, en subidas cortas y largas y en contrarreloj. No quiero ponerme límites. No voy a decir que no puedo ganar esta o aquella carrera», ha advertido Seixas. «También me siento cómodo en los sprints de pequeños grupos. Es importante mantener el lado lúdico del ciclismo, porque creo que cuanto más te diviertas, mejor funcionas», ha declarado a AFP.

campeón del mundo júnior de contrarreloj

Los responsables de su equipo, el Decathlon-AG2R, no tenían previsto convocarle para el Dauphiné, aunque cambiaron de idea debido al gran inicio de temporada de Seixas. «No le habíamos puesto el Dauphiné en su calendario de principio de año, pero Paul ha respondido fenomenalmente. Le planteamos la posibilidad de completar etapas intermedias y la aprovechó», explicó a AFP Jean-Baptiste Quiclet, director de rendimiento de la formación francesa.

El heredero de Hinault ha ratificado todo lo bueno que apuntaba en categorías inferiores. En 2024 se proclamó campeón del mundo júnior de contrarreloj y pasó directamente a profesional. El pasado febrero, en el Gran Premio de La Marsellesa, su primera carrera en la élite, sorprendió con un quinto puesto. En el Tour de los Emiratos, su debut en el World Tour, terminó en la cima del Jebel Jais. Fue segundo en la París-Camembert y logró dos segundos puestos en el Tour de los Alpes, prueba en la que ganó la Clasificación por Puntos y entregó una victoria de etapa a su compañero, Nicolas Prudhomme.

Administración de Empresas

Seixas cursa estudios de Administración de Empresas y tiene ascendencia portuguesa. Ha firmado un contrato de tres años con el Decathlon-AG2R, donde ha tenido a Romain Bardet como guía y maestro. «Creo que hay una cierta transmisión, un legado. Paul sigue los pasos de Romain», añade Quiclet. En el Decathlon-AG2R ya han planificado la trayectoria de Seixas y esperan que en 2028 esté plenamente preparado para optar al Tour de Francia. Pero vista su evolución, no extrañaría que esos plazos se adelanten.

Ahora, Francia se ilusiona con Seixas, destinado a terminar con una sequía en el Tour que persiste durante 40 años. Desde 1985 ningún francés ha ganado la Grande Boucle. Hinault aún busca heredero. Warren Barguil, Sylvian Chavanel y Thomas Voeckler intentaron emular sin éxito al bretón y otros se consolaron con el podio: Jean François Bernard (tercero en 1987), Richard Virenque (tercero en 1996 y segundo en 1997) y Romain Bardet (segundo en 2016 y tercero en 2017).

Lenny Martínez, el nuevo ídolo francés, vence en la coronación de Pogacar en el Critérium Dauphiné

Lenny Martínez, el nuevo ídolo francés, vence en la coronación de Pogacar en el Critérium Dauphiné

El príncipe sigue extendiendo su imperio hasta las fronteras más lejanas. Infinita relación de conquistas para un emprendedor infatigable. Crece el territorio de Tadej Pogacar ante el asombro de unos rivales frustrados. El triple ganador del Tour de Francia se adjudicó este domingo su primera edición del Critérium Dauphiné, una ronda en la que ha arrasado con tres victorias de etapa. Una nueva exhibición que sirve para adornar un palmarés monumental, con 99 triunfos. El 100 llegará en el Tour de Francia. Lenny Martínez (21 años), el nuevo talento francés, se anotó la etapa de clausura tras aprovechar el impulso de la escapada buena de la jornada.

La carrera francesa ha sido el último test antes de afrontar el Tour de Francia (5-27 de julio). En esta semana se ha visto que Pogacar atraviesa por un óptimo estado de forma. Sólo mostró alguna debilidad en la contrarreloj del martes, en la que Remco Evenepoel firmó un ejercicio superlativo. El belga, que advirtió de que había acudido al Dauphiné sin intención de subir al último peldaño del podio, atesora un buen margen de mejora. Terminó cuarto en el Dauphiné. Pogacar le respeta mucho. Jonas Vingegaard (segundo) llega mejor que el pasado año, pero lejos del nivel del esloveno. Enric Mas (séptimo) ha acelerado y asoma como el español con más opciones de entrar el top ten. El balear estuvo este domingo muy activo y se metió en la fuga que animó la jornada, nacida a 115 kilómetros.

Una escapada en la que se coló Van der Poel, que intentó la aventura en solitario a falta de 56 km, e Iván Romeo, que hizo de gregario de Enric Mas. El mallorquín rompió el grupo con tres ataques en el último puerto. Descolgó a Van Gils, Lutsenko, Healy, Paret-Peintre y Armirail. Sólo aguantó su ofensiva Lenny Martínez. El francés, muy astuto, aprovechó un momento en el que Mas acudió a una moto de asistencia para recoger un bidón de agua para superarle e irse camino de la meta de Val Canis.

Al 11 km de la llegada, Martínez impuso un ritmo constante que hizo imposible la neutralización de sus perseguidores. Primero apretó Evenepoel, luego Vingegaard. A la estela de ambos Pogacar, impasible, exhibiendo una insultante superioridad. El esloveno, sin querer, se marchó con el danés y el cedió la segunda plaza de la etapa. En la meta fue aclamado por el público, también fue ovacionado Romain Bardet, que se despidió como profesional. Se retira un veterano e irrumpe un chaval que está destinado a firmar páginas gloriosas en el ciclismo francés.

La conquista de la general del Critérium Dauphiné sirve para que Pogacar adorne un palmarés soberbio en el que figuran, entre otros, Tour de Francia (tres ediciones), Giro de Italia (una), Lieja-Bastoña-Lieja (tres), Strade Bianche (tres), Giro de Lombardía (cuatro), Tirreno-Adriático (dos), Tour de Flandes (dos), Flecha Valona (dos) Mundial del ruta (una), París-Niza (una), Volta a Catalunya (una) o Amstel Gold Race (una).

El esloveno, con sólo 26 años y seis temporadas, suma 99 triunfos, ha superado a los míticos Miguel Indurain o Fausto Coppi y persigue a Jacques Anquetil (121) o Alejandro Valverde (133). Lejos, pero no imposible, queda Bernard Hinault (146). Insuperable se antoja Eddy Merckx (279).

Pogacar apabulla otra vez con su segunda victoria consecutiva en el Critérium Dauphiné

Pogacar apabulla otra vez con su segunda victoria consecutiva en el Critérium Dauphiné

Se repitió la historia. Bueno, no. Fue la misma historia, fue su continuación, no su repetición. Tadej Pogacar aceleró y se acabó, repetida o no, continuada o no, la misma u otra, la historia. Jonas Vingegaard, admirable en su esfuerzo, agachó la cabeza y punto final.

Trepaban ambos, en compañía de una treintena de ilustres, por la última dificultad de la etapa, la Montée de Valmeinier 1.800. Perseguían a un Romain Bardet que está dando las últimas pedaladas de su vida deportiva. Se retirará en este Dauphiné, en el que, orgulloso, profesional, ha asomado varias veces la testa antes de humillarla por la fuerza de los hechos. Ya en el Tour ejercerá de comentarista. Formó con Thibaut Pinot y Warren Barguil el trío de aspirantes a devolver a Francia el trono de la Grande Boucle. Estuvieron bastante cerca, pero no remataron, y todavía, ¿hásta cuándo?, y desde 1985, Bernard Hinault se mantiene como último francés en reinar en la Corte gala (y mundial) del ciclismo.

Merecía Bardet esta digresión a modo de homenaje. El grupo de notables lo atrapó a falta de 13 kms. para la llegada, situada en la mismísima cima del puerto, un obstáculo hors catégorie de 16,5 kms. de longitud, con una pendiente media de 6,7% y una máxima de ocho, en el ese macizo en el que, según tires por una carretera u otra, acabas en el Galibier o en el Télégraphe. No era tan duro como la Madeleine o la Croix de Fer, que se habían subido previamente, pero seguía siendo muy exigente y, además, las piernas de todos venían acusando esos esfuerzos anteriores. Puro desgaste.

La etapa había comenzado como se descorcha una botella de espumoso. Un estampido, un surtidor de espuma y el líquido que se derrama hacia las copas. La gente salió de estampida. El primero... ¡Campenaerts! Una excentricidad. Una broma. Atacaban, respondían, se juntaban, se separaban Kuss, Johannessen, Lutsenko, Buchmann, Armirail, Paret-Peintre, Jorgenson, Traeen, Higuita, Healy, Buitrago, Romeo...

Estábamos en la Madeleine, 246 kms. al 6,2% de media y con una pendiente máxima del 10%. Bajaron todos la Madeleine y luego ascendieron la Croix de Fer (22,4 kms. al 6,9% de media y al 10% de máxima. Bajaron la Croix de Fer y muy poco después, luego de un ancho valle con subiditas precursoras del envite final, afrontaron Valmeinier. Ya habíamos visto al honrado y esforzado Bardet, muy cerca, además, de su terruño, despidiéndose del ciclismo antes del definitivo adiós del domingo.

El grupo fue adelgazando y quedándose como un silbido. Cuando atacó Sepp Kuss, compañero de Vingegaard en el Visma, pensamos que podría establecer una cabeza de puente para el danés. Detrás tiraba Sivakov, el único amigo que le quedaba a Pogacar. Pero el esloveno, que hizo de aguador para su compañero, no necesita a nadie. Es autosuficiente. Kuss duró un suspiro. Y entonces, a 11 kms. de la meta, saltó Tadej.

En realidad, él no salta. Ni demarra. Sólo acelera. Y basta. Vingegaard, de nuevo, no pudo seguirle. Y menos Evenepoel. El pelotón ya no merecía en absoluto tal nombre. Estaba completamente diseminado. Pogacar mantenía las distancias y Vingegaard, pese a todo el tipo. No perdía mucho, aunque sí lo suficiente. Al final, Tadej aflojó un poco, seguramente no por falta de fuerzas, y Jonas, exhausto, eso sí, terminó a 14 segundos. Lipowitz, a 1:21. Johannessen, a 2:26. Evenepoel, a 2:39. Enric Mas fue séptimo a 3:48. Y Carlos Rodríguez, noveno a 3:51, como Paul Seixas, undécimo. En la general manda Pogacar con 1:01 sobre Vingegaard. Lipowitz está a 2:21. Evenepoel, a 4:11. Noveno es Carlos Rodríguez a 7:41. Décimo, Enric Mas a 7:43. No se les ha visto mucho. Pero ahí están. Confiemos en que, en la última etapa, lucen algo más.

Décima victoria de la temporada para Pogacar. Y 98 de su carrera. Si redondea el Dauphiné con la última etapa y la general, alcanzará las 100. Una cifra redonda en sí misma y más aún por la categoría de los triunfos. Tadej sigue incrementando su leyenda en vida. Una vida deportiva aún corta que afronta el reto de ser en el futuro aún más radiante que en el pasado y el presente.

Iván Romeo, el 'siberiano' que recuerda a Indurain y destinado a ser campeón del mundo

Iván Romeo, el ‘siberiano’ que recuerda a Indurain y destinado a ser campeón del mundo

¿Hasta dónde puede llegar? ¿Será como Miguel Indurain? Las expectativas se disparan con Iván Romeo tras sobresalir en el Critérium Dauphiné, ronda en la que pelea con Tadej Pogacar, Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel. Último test antes del Tour de Francia. El chaval de 21 años encandila por su elegante pedalada y ausencia de complejos. Por estilo y corpulencia recuerda al campeonísimo navarro. El modelo a seguir.

Romeo, que el martes ganó en una vibrante etapa, este miércoles cedió el liderato a Evenepoel (vencedor de una contrarreloj de 17, 4 kilómetros). «Corrí ante los mejores del mundo. Nunca soy feliz si pierdo», señaló el español.

Iván Romeo nació hace 21 años en Valladolid, a los 10 años se incorporó al club del ex ciclista de Juan Carlos Domínguez, en la localidad de Arroyo de la Encomienda. En su ciclo de juvenil fichó por el MMR Cycling Academy de los asturianos Samuel Sánchez y Benjamín Noval. Con esta escuadra logró, en 2021, los títulos nacionales de línea y contrarreloj. Luego se marchó a EEUU y se enroló en el Hagens Berman Axeon, dirigido por Axel Merckx. En 2023 se unió al Movistar, ganó una etapa en el Tour del Porvenir y la medalla de plata en la prueba de ruta sub-23 del Campeonato Europeo. En 2024 conquistó la medalla de oro en la contrarreloj del Mundial sub-23. En 2025, además de brillar en el Dauphiné, se ha anotado una etapa en la Comunidad Valenciana.

Samuel Sánchez, orgulloso de haber formado a Romeo, se atreve a lanzar un vaticinio sobre el futuro del corredor. «Iván es muy cabezota. Analiza datos. Siempre está picando, pico y pala, pico y pala. Yo le veo como futuro campeón del mundo de contrarreloj. Es joven, con mucho motor y progresa bien. Tiene menos cuerpo que Filippo Ganna, pero sube mejor. En la prueba en ruta lo tendría muy complicado, porque hay rivales de mucha categoría, pero en la crono atesora posibilidades. Para el ciclismo español es un lujo tener a chicos como Romeo, Ayuso, Pelayo Sánchez o Carlos Rodríguez», dice el ex campeón del mundo a primera hora de la tarde del miércoles tras recorrer 90 kilómetros por las carreteras asturianas. «El martes subí al Gamoniteiro y casi me ahogo con tanto calor», bromea.

Samuel dice que era lógico que Romeo cediera el liderato del Dauphiné: «Es normal que pagase el esfuerzo físico y emocional del martes, con 5.000 whatsapps, la prensa, los controles... Todavía tiene que aprender, todo esto le servirá de experiencia. Esa manera de ganar en la etapa del martes, atacando cuando nadie lo espera, ya la hacía de juvenil. Vencer en una jornada de más de 200 kilómetros y con un desnivel de 3.000 metros está al alcance de muy pocos. Ha demostrado que sabe gestionar bien los momentos de crisis y estrés. Es joven, pero muy profesional y maduro».

En el Movistar alucinan con el descaro y los golpes de genio del vallisoletano. «Tradicionalmente, en carrera, el grupo de Eusebio Unzué se caracteriza por la prudencia, poco dado a la improvisación. Les gusta cocinar a fuego lento. Esa actitud contrasta con la inquietud de Romeo», dice un ex corredor del Movistar. Esa osadía se plasmó en la etapa del martes, con un doble ataque a Van der Poel, y en el inicio de la temporada con un arranque de coraje en una etapa del Tour de UAE. Romeo se quedó cortado en un abanico, se colocó al frente del grupo rezagado y, con la cabeza pegada al manillar y la vista fijada en el horizonte, apretó tanto que se quedó solo, descolgó a sus compañeros y estuvo a punto de contactar con los escapados, que tiraban como locos. Un brutal de ejercicio de potencia.

«Romeo es un corredor en formación. No se puede comparar con Indurain ni con nadie. Tiene que asentarse en la categoría, buscar su sitio, definirse como ciclista. Yo le veo ganando contrarrelojes, carreras de una semana y clásicas», asegura Benjamín Noval , que dirigió a Romeo durante dos años de juvenil. «En las categorías inferiores mostró un gran potencial. Cuando llegó a nuestro equipo estaba un poco verde, pronto aprendió a trabajar en equipo. Iván es un ejemplo de adaptación. No se arruga con nada, es una roca física y mental. Si le mandas a Siberia se compra una casa y aprende siberiano. Tiene condiciones innatas de líder y mucha personalidad», añade Noval.

Este miércoles, Romeo perdió 1.25 con Evenepoel y ahora es tercero, a nueve segundos. El belga aventajó en 20 segundos a Vingegaard y en 48 a Pogacar. Hoy etapa de media montaña. La ronda finaliza el domingo.

Pogacar, en un espectacular regreso, supera a Vingegaard en un atípico sprint y se anota el triunfo en el Critérium Dauphiné

Pogacar, en un espectacular regreso, supera a Vingegaard en un atípico sprint y se anota el triunfo en el Critérium Dauphiné

Regreso apoteósico de un fenómeno insaciable. Tadej Pogacar, tras su periodo de descanso después de su exhibición en las clásicas de primavera, retornó este domingo a la actividad y lo hizo a lo grande, como es propio del campeón del mundo. El esloveno se anotó la primera etapa del Critérium Dauphiné superando en una electrizante llegada a Jonas Vingegaard (segundo), Van der Poel, Remco Evenepoel y Santiago Buitrago.

Pogacar, en una etapa con recorrido quebrado, mostró sus ambiciones en una ronda que sirve de último test para el próximo Tour de Francia (5.27 de julio). Este domingo, el líder del UAE volvía a enfrentarse a Vingegaard después de 11 meses. Los dos favoritos para la Grande Boucle, que han realizado una concentración de altura en Sierra Nevada, han ratificado que sus momentos de forma son espléndidos y prometen sensaciones intensas para esta prueba que finaliza el próximo domingo.

La primera jornada del Critérium Dauphiné se rompió a falta de siete kilómetros para la meta, donde figuraba una cota de 600 metros y en la que Pogacar fue el primero en moverse. El gran ataque del día corrió a cargo de Vingegaard, que saltó a seis kilómetros de meta y su ofensiva fue secundada porPogacar, por Van der Poel, Buitrago y Evenepoel.

El quinteto avanzó ante la sorpresa del pelotón, comandado por Jonathan Milan (el gran favorito de los sprinters) y se presentó en la meta con una ligera ventaja sobre los equipos de los velocistas. Van der Poel arrancó desde lejos en el atípico sprint, pero Pogacar respondió con una aceleración insuperable.

Este el triunfo 97 de Pogacar, extra motivado en la preparación de un Tour de Francia en el que persigue su cuarta victoria.

Pogacar y Vingegaard, los colosos de las montañas, se retan 11 meses después y antes de la cita crucial

Pogacar y Vingegaard, los colosos de las montañas, se retan 11 meses después y antes de la cita crucial

Reencuentro de la pareja del siglo antes de la cita crucial del año. Tras 11 meses sin coincidir, Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard vuelven a cruzar sus respectivos caminos. El fenómeno esloveno reaparece este domingo en el Critérium Dauphiné tras su frenética temporada de clásicas, con triunfos en Lieja-Bastoña-Lieja, Tour de Flandes, Flecha Valona y Strade Bianche, con 15 días de competición y más de 2.750 kilómetros recorridos. El danés retorna tras una temporada con apariciones esporádicas. Hasta el momento sólo ha competido 10 jornadas, con 1.483 kilómetros cubiertos en dos pruebas: Vuelta al Algarve (con general y triunfo en una contrarreloj) y París-Niza (victoria en una crono por equipos y abandono por una caída).

Los mejores fondistas del mundo se retan en la ronda francesa que arranca con una etapa en línea entre Domerat y Montluçon y finaliza el próximo domingo. Es el último examen antes del Tour de Francia (5-27 de julio), en el que Pogacar persigue su cuarto título y Vingegaard, el tercero.

«Acabamos de terminar un buen entrenamiento en altura en Sierra Nevada con el equipo y me siento con ganas. Tengo las piernas bien y la motivación es alta. Hacía años que no iba al Dauphiné y estamos emocionados de volver a competir después de muchas semanas de entrenamiento. Hay muy buen ambiente en el grupo y estamos listos para demostrar lo que podemos hacer», señala Pogacar, que nunca se ha impuesto en la carrera francesa y no coincide con el danés desde finales de julio del pasado año.

Vingegaard, que se anotó la prueba en 2023, asegura que ha planificado su calendario sólo pensando en la Grande Boucle. «Claro que me fijé en el rendimiento de Pogacar en las clásicas de primavera. Fue impresionante, pero yo sólo estoy concentrado en mi gran objetivo del año: el Tour», explica de danés, que tiene previsto acudir a la Vuelta a España.

Esta edición del Criterium Dauphiné se decidirá en las tres últimas jornadas, con descarados perfiles montañosos. El viernes, se ascenderán Domancy y Combloux. Al día siguiente llega la etapa reina, con tres colosos: Madeleine, Croix-de-Fer y Valmeinier 1800. El domingo, la clausura en la cima de Plateau du Mont-Cenis.

Además de la mejor pareja de escaladores, en este Critérium Dauphiné estarán, entre otros, Remco Evenepoel (dice que acude sólo con la intención de ganar fondo), Van der Poel, Jorgenson, Bardet, Lenny Martinez, Guillaume Martin y el joven francés Paul Seixas. La participación española está encabezada por Enric Mas y Carlos Rodríguez.

El increíble Binda: un trompetista que hace 100 años derrotó a los ciclistas de Mussolini, le pagaron por no correr y ganó cinco Giros

El increíble Binda: un trompetista que hace 100 años derrotó a los ciclistas de Mussolini, le pagaron por no correr y ganó cinco Giros

El primer capo del Giro de Italia comenzó a ganarse la vida tocando la trompeta en la banda de Cittiglio, su pueblo natal, cerca de Varese. Dos de sus hermanos también eran músicos: Albini, trombonista y Benito, saxofonista. Alfredo Binda (11 de agosto de 1902) creció en una familia en la que no sobraba nada en la mesa. Él era el décimo de 14 hermanos, hijo de un constructor que se marchó a vivir a Niza después de la Primera Guerra Mundial. En su casa había que arrimar el hombro y desde pequeño trabajó de aprendiz de yesero, pero a él lo que le gustaba era montar en bici. Antes de cumplir los 19 años ganó su primera carrera y ahí arrancó la gran historia centenaria de un pionero incomparable.

Binda, tras ganar 500 liras como mejor escalador en la subida de Ghisallo de 1922, decidió dedicarse al ciclismo. En 1924 se marchó a Milán para participar en el Giro de Lombardía, terminó cuarto y luego firmó contrato con el equipo Legnano. Los tifosi le llamaban Il Trombettiere di Cittiglio (El Trompetista de Cittiglio). Sorprendía a todos por su fuerza, rapidez y destreza en la escalada. En 1925, hace un siglo, se estrenó en el Giro de Italia. Entonces, el ídolo local era Costante Girardengo ( 29 años), ganador en 1919 y 1923 y apoyado por Benito Mussolini. El ciclista del régimen fascista acudió a ese Giro como principal favorito. La carrera arrancó el 16 de mayo, con una etapa entre Milán y Turín de 278 kilómetros y cerca de 10 horas de duración. En los albores del pasado siglo, los ciclistas corrían un día y descansaban el siguiente.

En la segunda jornada, con final en Arenzano, Girardengo asumió el liderato, una privilegiada posición que mantuvo hasta la quinta jornada, cuando el debutante Binda, con 22 años, le arrebató el mando de la prueba al aprovecharse de un pinchazo y de la traición de Gaetano Belloni (no esperó a su compañero y ayudó a Binda a cambio de una victoria de etapa). El líder cedió más de cinco minutos y medio. En Nápoles se produjo el primer gran sorpasso intergeneracional de la historia del ciclismo. Binda, que se adjudicó la siguiente etapa, con llegada en Bari y con un recorrido quebrado en la que empleó 13 horas y tres minutos, no abandonó el primer puesto del podio hasta la conclusión de la carrera, el 7 de junio, en Milán. Hasta esa fecha soportó las acometidas de sus rivales y la dureza de etapas maratonianas, como la novena, disputada entre Sulmona y Arezzo, con 377 kilómetros, ganada por Girandengo, en la que empleó 15 horas, 33 minutos y 55 segundos. El corredor de Mussolini terminó segundo, a cuatro minutos y 58 segundos de Binda. Girandengo se anotó seis de la 12 etapas, pero nunca más volvió a terminar un Giro.

El nuevo ídolo cautivaba por su elegancia sobre la bicicleta. La magia de La Gioconda. Ahora se cumplen 100 años del primer gran duelo en el Giro entre un campeón en el ocaso y un joven emergente. Un desafío que en esta edición se repite entre PrimozRoglic y Juan Ayuso (también 22 años).

Binda era un novato con escuela. En su tiempo de corredor en Francia se interesó por la mecánica, equipaba sus bicicletas con tubulares gruesos. Narran las crónicas de entonces que recorrió los 3.520 kilómetros del Giro de 1925 sin un pinchazo. Un ciclista muy fiable que el siguiente año no pudo repetir victoria por una caída, terminó segundo. En 1927 regresó con la consecución de la general y el triunfo en 12 de las 15 etapas. Ese año, además, se proclamó vencedor del primer Mundial de la historia. También arrasó en los Giros de 1928 y 1929. Su dominio aplastante y su carácter distante («No tengo interés en dar espectáculo. Mi negocio es ganar las carreras», decía) provocó un distanciamiento con el público, que se decantó por Learco Guerra, heredero de Giardengo y también respaldado por el Partido Nacional Fascista.

La superioridad de Binda aburría a los aficionados y no resultaba rentable para los anunciantes. En 1930, la Gazzeta dello Sport le pagó para que no corriera el Giro. El organizador de la prueba le abonó 22.500 liras, una cantidad correspondiente a lo que hubiera percibido por anotarse la general y varias etapas. Ese año, Binda participó en el Tour, donde cosechó dos triunfos parciales. Regresó al Giro en 1931, pero tuvo que retirarse por una caída. En 1932 finalizó séptimo y en 1933 logró su quinto título. En la Corsa Rosa, conquistó 41 etapas, récord que se mantuvo hasta 2003, batido por Mario Cipollini.

Binda se retió en 1936 tras fracturarse el fémur en la clásica Milán-San Remo. Además de sus cinco Giros, ganó tres Mundiales, dos Milán-San Remo y cuatro Giros de Lombardía. Fue seleccionador nacional durante 12 años. Falleció, con 84 años, el 19 de julio de 1986 en su Cittiglio natal.

El reto brutal de Pogacar en la París-Roubaix: adoquines como guadañas, el infierno de Arenberg y el fantasma de Merckx

El reto brutal de Pogacar en la París-Roubaix: adoquines como guadañas, el infierno de Arenberg y el fantasma de Merckx

El reflejo del Caníbal como estímulo para mantener viva la llama de la ambición. Tadej Pogacar ha convertido la victoria en rutina y para seguir en alerta necesita combatir contra la historia y afrontar desafíos superlativos en los escenarios más hostiles. Sólo así se entiende su loco empeño en debutar hoy en la brutal París-Roubaix, la clásica más dura y peligrosa. Adoquines con filo de guadaña.

Riesgo extremo para el esloveno en un reto que angustia a los técnicos y jeques del UAE (pagan 60 millones por seis años de contrato). Ellos temen que una caída -algo intrínseco en esta descomunal prueba- o una lesión provocada por el martirizante traqueteo de los 30 tramos de pavés fracturen una temporada en la que se ha propuesto dominar en todas las clásicas y repetir triunfos en el Tour de Francia y el Mundial de ruta. Pero el cielo es para los valientes, asegura el corredor más impresionante de este siglo, que ya sólo se fija en el palmarés irrepetible de Eddy Merckx. Él sabe que es imposible igualar los registros del belga, pero se extra motiva en cada guerra.

En la París-Roubaix participa en desventaja antes rivales más expertos y que le superan en estatura y peso, características físicas que favorecen la estabilidad en el molesto baile por los tramos de adoquines. El pasado domingo arrasó en el Tour de Flandes, que también incluye zonas empedradas, pero aquéllas son más lisas debido al constante transito de coches; las de Roubaix son más ásperas porque esos caminos están destinado a vehículos agrícolas. Además, la Clásica del Infierno carece de esos muros en los que el esloveno descuelga a los rodadores.

Piedras y agujeros

Éste es un ejercicio de enorme potencia y desgaste físico, y más con la presencia de lluvia prevista para este domingo, carrera que emiten Teledeporte y Eurosport. Pero el agotamiento también es psicológico, porque siempre hay que permanecer atento para evitar caídas, averías y enganchones. La fuerza y la fortuna como aliadas supremas.

El belga Jasper Stuyven sostiene que la clave es mantener el impulso y la velocidad en cada tramo adoquinado. ''Hay que anticiparse a las piedras que sobresalen y los agujeros, correr concentrado de principio a fin, explica el ciclista del equipo Lidl-Trek, que sólo se ha caída una vez en sus 12 participaciones (incluidas etapas en júnior y sub'23).en la París-Roubaix y que acompañó a Pogacar en la fuga del esloveno en la etapa del Tour de Francia de 2022 que transitó por territorios de la reina de las clásicas..

La cita de este domingo consta de 259 kilómetros y de 30 tramos adoquinados, entre ellos destacan los de Arenberg, una recta interminable, oscura, una herida abierta de 2,3 kilómetros en pleno bosque. Es el sector 19º, a 95 kilómetros de la meta, la primera gran criba. Para superar el paso más temido es imprescindible entrar bien colocado. «Se trata de un muro invisible», advierte el belga Tom Boonen, plusmarquista, junto a su compatriota Roger de Vlaeminck, con cuatro victorias. Otros tramos de máxima exigencia (calificados con dificultad de cinco estrellas) son los de Mons-en-Pévéle, de 3.000 metros, sector 11º, y el Carrefour de l'Arbre, de 2,1 kilómetros, sector cuarto.

Triplete encadenado

Pogacar, en este marco sembrado de trampas, pretende ser el primer debutante que gane vestido con el maillot arcoíris, algo que no pudo conseguir Merckx. Al margen del primer ganador, el germano Josef Fischer (en 1896), el único debutante triunfador ha sido el italiano Sonny Colbrelli, en 2021, la primera edición tras el paréntesis de la pandemia del Covid.

Pogacar también quiere ser el pionero en subir al podio del velódromo de Roubaix tras encadenar triunfos en el Giro de Italia, Tour de Francia y Mundial de ruta. Con 26 años y siete meses, ya atesora ocho Monumentos (dos Tour de Flandes, dos Lieja-Bastoña-Lieja y cuatro Giro de Lombardía) y en este mes aspira a sumar dos más (París-Roubaix y Lieja) para alcanzar los 10 que Merckx tenía a sus misma edad. El Caníbal, en 1968, ganó la clásica siendo campeón mundial, pero lo hizo después de haber disputado dos ediciones. Lo mismo logró Bernard Hinault, en 1981, pero en su cuarta participación.

Desde 1981, con Hinault, ningún ganador del Tour de Francia se ha impuesto en la clásica más tremenda. Geraint Thomas es el último ganador de la Grande Boucle que participó en el prueba adoquinada, no consiguió terminar en 2018.

El gran adversario de Tadej Pogacar, será el espléndido neerlandés Mathieu van der Poel, que persigue su tercer título consecutivo, un hito sólo rubricado por el francés Octave Lapize, en 1909, 1910 y 1911, y el italiano Francesco Moser, en 1978, 1979 y 1980.

La misteriosa crisis de Van Aert, entre la crítica y el infortunio: "No tengo nada que demostrar"

La misteriosa crisis de Van Aert, entre la crítica y el infortunio: “No tengo nada que demostrar”

"No tengo nada que demostrar", pronunció en la previa Wout van Aert, acorralado por las críticas, consciente de que demasiadas miradas se posan ya en su preocupante bajón de rendimiento. Volvía el belga a A través de Flandes, el eléctrico anticipo del Tour de Flandes, allí donde hace un año se dejó media temporada en una caída en la que se fracturó la clavícula y varias costillas. Y lo que parecía que era su regreso a la victoria acabó en otro drama con el que acrecentar las dudas.

Neilson Powless le arrebató el triunfo donde antaño era imbatible, en un sprint mano a mano en el que, para más inri, a Wout le acompañaban dos compañeros del Visma Lease a Bike. Un escarnio colectivo y otra punzada en lo personal para el que hace nada era considerado el corredor más completo del mundo. "Soy totalmente responsable. Fui demasiado egoísta. Quería tanto esta victoria, especialmente después de las críticas que he recibido y de la mala suerte que he tenido... Estaba pensando en mí mismo", se sinceró como nunca, para recibir de inmediato el apoyo público de compañeros y rivales, desde Demi Vollering a Tadej Pogacar.

Para saber más

Tras su irrepetible Tour 2022, Van Aert no es el mismo. Todo a su alrededor es sinónimo de infortunio. Ya ni siquiera aparece en las quinielas como favorito a las clásicas de primavera. Tanto para el domingo en el Tour de Flandes como para la París-Roubaix del siguiente están muy por delante Mathieu Van der Poel o el propio Pogacar.

Cuando Jonas Vingegaard conquistó su primer Tour no pudo más que rendirse a un gregario impagable. "Es el mejor ciclista del mundo, he tenido la suerte de que me ha ayudado a ganar", dijo de un Van Aert que se lo puso en bandeja -el golpe de gracia a Pogacar en Hautacam...- pero que, además, atacó a diario (a veces, de salida), se llevó el maillot verde, se enfundó varios días el amarillo, ganó tres etapas y en otras cuatro entró segundo.

Una salvajada que le proyectaba a un futuro en el que, por qué no, ser él mismo el que intentara ganar la Grande Boucle. Porque en la edición de 2021 ya había firmado algo 'imposible', vencer en todos los terrenos: en contrarreloj, en el sprint masivo de los Campos Elíseos y en alta montaña (tras coronar el Mont Ventoux).

Van Aert, con Benoot, Powless y Jorgenson en 'Dwars Door Vlaanderen'.

Van Aert, con Benoot, Powless y Jorgenson en 'Dwars Door Vlaanderen'.AFP

Ese mismo 2022 Van Aert había sido segundo en Flandes y tercero en Roubaix. Tras ganar la Milán-San Remo en 2020, que en su palmarés se acumularan Monumentos parecía un hecho inevitable. Pero, a día de hoy, apenas la Classicissima sigue luciendo. Van der Poel, su enemigo íntimo desde niño, desde el ciclocross que les formó, le ha borrado del mapa. Aquel pinchazo fatídico en el Infierno del Norte de 2023 pareció precipitar el mal fario. "Especialmente en Roubaix nunca he tenido suerte. Es una carrera en la que tienes que correr de forma perfecta, pero siempre me ha pasado algo o había alguien más fuerte. En esas carreras especialmente cada detalle puede ser decisivo. Ojalá algún día la suerte este de mi lado", se sinceraba en una entrevista con este periódico.

Desde febrero de 2024 no gana una carrera de un día (La Kuurne-Bruselas-Kuurne). Al percance en A través de Flandes se unió el gravísimo (en su rodilla se aprecian las consecuencias) del final de temporada en la Vuelta, camino de los Lagos de Covadonga, cuando ya sumaba tres victorias de etapa y recuperaba la sonrisa y el espectáculo.

Una lesión durísima de la que no parece haber vuelto como antaño. En 2025, donde volvió a alzar los brazos en dos pruebas de ciclocross (aunque en el Mundial volvió a perder ante Van der Poel), hasta el segundo puesto en la meta de Waregem su registro era muy pobre. No brilló ni en la Clásica de Jaén (39º) ni en la Vuelta al Algarve (Vingegaard le ganó en la crono). Tampoco en clásicas que antaño conquistó como la Omloop Nieuwsblad o la Kuurne. Tras ellas, se marchó a una larga concentración en el Teide, de la que sigue dejando dudas sobre su estado de forma. En la E3 Saxo Classic entró a casi tres minutos de Van der Poel y el miércoles un calambre en el sprint le hizo ceder ante Powless. ¿Es el final de una estrella o será capaz de volver a ser el Van Aert de antaño? En el pavé busca redención.