El desafío de Ayuso a Roglic en el Giro: "El favorito es él, tiene toda la presión, pero yo aspiro a lo máximo y tengo al mejor equipo"

El desafío de Ayuso a Roglic en el Giro: “El favorito es él, tiene toda la presión, pero yo aspiro a lo máximo y tengo al mejor equipo”

«El Giro es mi gran desafío. Es una carrera que desconozco, pero aspiro a lo máximo». Juan Ayuso (22 años) no esconde sus ambiciosas intenciones en el arranque de la nueva entrega de la Corsa Rosa. La concentración en altura en Sierra Nevada ha afilado la puesta a punto del nuevo estandarte del ciclismo español.

El compañero de Tadej Pogacar ha sellado una espléndida primera parte de la temporada, con triunfos en Tirreno-Adriático, Drôme Classic, Trofeo Laigueglia y un segundo puesto y etapa en la Volta a Catalunya. Ahora asume el liderato del UAE en la ronda italiana que arranca hoy en Durrës (Albania). El catalán criado en Jávea se ha ejercitado durante las últimas tres semanas en las cumbres granadinas, donde el equipo de Emiratos suele montar su training camp. Los resultados, según sostiene Ayuso, han sido muy satisfactorios: «En Sierra Nevada ha hecho buen tiempo y hemos podido entrenar durante muchas horas. La estancia en altura nos ha servido para prepararnos de la mejor forma posible. En este inicio de campaña todo ha ido muy bien, excepto dos o tres cosas que se pueden mejorar. Sólo estamos en mayo y ya he ganado más carreras que nunca a estas alturas del año. Espero seguir este camino en el Giro y, si es posible, mejorarlo».

La preparación física ha sido óptima y eso motiva a un ciclista al que no le agobia la responsabilidad de abanderar una nueva y osada generación de corredores. Asegura que su estado anímico es muy distinto al de comienzos de 2024, cuando estuvo castigado por una extraña lesión en el tendón de Aquiles. «La tranquilidad que he tenido ha sido una de las claves del buen rendimiento. Este año he tenido gran confianza en mí mismo, eso me da estabilidad y hace que las cosas salgan más fluidas, no más fáciles, pero sí más fluidas. Así todo se lleva mejor», advierte el corredor que ya exhibe 13 triunfos en su palmarés y que ha batido todos los récords de precocidad en el pelotón español.

Ayuso recalca que no hay mejor bálsamo que reencontrarse con los laureles y en ese aspecto destaca, sobre todo, la conquista de la general de la Tirreno-Adriático. «La experiencia en la Tirreno resultó muy buena, porque era el gran objetivo de la primera parte del curso. El año pasado ya la disputé y me gustó mucho. Estuve cerca de conseguir la victoria, terminé segundo, y desde entonces ya tenía claro que quería regresar para ganarla. Haber ganado me dio mucha seguridad para afrontar lo que viene ahora, que es el Giro», sostiene, mientras ordena, junto a Luke Maguire (jefe de prensa del UAE), su agenda de petición de entrevistas previas de un Giro de que acapara indiscutible protagonismo.

Ayuso se estrenará en la ronda por antonomasia de Italia, un país con el que siempre ha tenido una conexión singular. En 2021 se incorporó a la escuadra Colpack Ballan y se marchó a vivir a Italia, ese año se adjudicó el Baby Giro (la versión sub 23 de Giro de Italia), el Trofeo Piva y el Giro Belvedere. «Italia siempre será especial para mí. Mis comienzos están allí y ahora voy al Giro, la única gran ronda por etapas que no he disputado. El Giro es mi gran reto de la temporada, una prueba que voy a descubrir. Todo va a ser nuevo para mí, voy con muchas ganas de vivir todo eso», explica.

Ayuso, en Tirana este miércoles.

Ayuso, en Tirana este miércoles.LUCA BETTINIAFP

Para alcanzar su meta dispondrá de una formación de calidad y con notables escaladores, como Adam Yates, Isaac del Toro, Brandon McNulty, Rafal Majka, Jay Vine e Igor Arrieta. Filippo Baroncini es el único especialista en llano. «Tenemos el equipo más fuerte de la carrera. En este Giro hay mucha dureza y por eso hay que tener corredores que puedan estar adelante, para que en el caso de que yo arranque puedan esperarme. Disponer de todas esas cartas para jugar es muy importante. Aspiramos a lo máximo, que es ganar, pero el favorito es Primoz Roglic, que ya se anotó esta carrera [2023] y que se ha impuesto varias veces en la Vuelta [2019, 2020, 2021, 2024]. Es uno de los mejores del mundo. La presión cae sobre él, nosotros vamos con la ambición de ganar, creemos que es posible», advierte un escalador que atesora la virtud de desenvolverse con soltura en las contrarrelojes.

Los técnicos del UAE valoran la polivalencia, osadía y capacidad de liderazgo del joven español. «Sabe leer bien las carreras. Desde que era un crío se prepara como un profesional», dicen. Ahora, el chaval espera coronarse en su país talismán.

Evenepoel exhibe sus dotes como contrarrelojista y renace en el Tour de Romandía

Evenepoel exhibe sus dotes como contrarrelojista y renace en el Tour de Romandía

Regresó a mediados de abril como un bólido en la Flecha Brabanzona después de permanecer cuatro meses de baja por una maldita caída e impactó a todos con la conquista de la clásica belga. Remco Evenepoel, en estado puro. Luego se atrevió a desafiar a Tadej Pogacar en la Amstel Gold Race, en la que finalizó tercero. En la Flecha Valona apenas se dejó ver y terminó noveno. En la Lieja-Bastoña-Lieja nunca apareció en el grupo cabecero y concluyó 59º. Un rendimiento de más a menos que este domingo cambió de tendencia.

El fenómeno belga, tras decepcionar el sábado en la etapa reina del Tour de Romandía, se reencontró con su mejor versión e hizo honor al maillot arcoíris que porta y que distingue al campeón del mundo de contrarreloj. En Ginebra, en un recorrido de 17,1 kilómetros, se anotó la crono de clausura de la ronda helvética, con un tiempo de 20 minutos y 33 segundos. Alegría y confianza recuperadas. Satisfacción para Patrick Lefevere, el gerente del equipo Soudal Quick-Step, que siempre se afana para obtener el máximo rendimiento de uno de los ciclistas más polivalentes de la última década, que finalmente ocupó la quinta plaza de la general.

Evenepoel aventajó en 12 segundos a Joao Almeida (EUA), segundo clasificado del día y que se adjudicó la general de la ronda suiza. El portugués aventajó en cerca de medio minuto al francés Lenny Martínez (Bahrain), que había comenzado la jornada de líder con sólo dos segundos de renta sobre el italiano Lorenzo Fortunato (Astana) y tres sobre el luso.

El primer español en la contrarreloj fue Raúl García Pierna (Arkea), sexto, a 32 segundos de Evenepoel. En la clasificación general, Carlos Rodríguez (Ineos), ganador de la edición de 2024, finalizó sexto. Juanpe López (Lidl-Trek) acabó séptimo y Javier Romo (Movistar), décimo.

Evenepoel se mostró contento con las prestaciones ofrecidas en la primera carrera por etapas disputada después de su lesión. «Estaba deseoso por probarme. Todavía me quedan más de dos meses para el Tour de Francia, así que tengo que ser paciente y trabajar día a día», señaló el belga.

El otro gran protagonista fue Almeida, que sumó el triunfo en Romandía a su notable palmarés de esta temporada, en el que figuran la Vuelta al País Vasco (general y una etapa) y París-Niza (etapa). «Como equipo, estuvimos perfectos. Tenemos que estar contentos, hicimos un muy buen trabajo", dijo Almeida después de compartir el podio con Jay Vine, su compañero de equipo, que terminó tercero. El UAE arrasa en la primera parte de la temporada con 37 victorias logradas por 14 corredores distintos.

Pogacar también gana en Lieja e iguala los nueve 'Monumentos' de Fausto Coppi

Pogacar también gana en Lieja e iguala los nueve ‘Monumentos’ de Fausto Coppi

El pionero de La Decana corría con boina negra, pantalón largo y medias hasta la rodilla. Léon Houa invirtió 11 horas en cubrir los 250 kilómetros de la primera edición de la Lieja-Bastoña-Lieja, disputada en1892. El héroe belga impulsaba una mole de hierro por los muros de las Ardenas y se jugaba la vida en estrechos senderos repletos de trampas. En su primera hazaña sufrió una caída y terminó la carrera con sólo un pedal. A pesar de ello, aventajó a sus adversarios en cerca de 23 minutos. Él había nacido el 8 de noviembre en 1867 en Lieja y conocía bien la sinuosa orografía de la carrera, lo que le sirvió para anotarse las victorias en 1893 y 1894, un triplete que este domingo igualó Tadej Pogacar, el fenómeno incomparable de este siglo.

En la clásica más longeva, el esloveno ofreció otro festival con un ataque a 34 kilómetros de la meta. Una aceleración sin respuesta de sus enemigos que le proporcionó en triunfo en el cuarto Monumento de la temporada. Un ejercicio agotador de 252 kilómetros y 11 cotas, las nueve últimas encadenadas en un tramo de 100 kilómetros. Un castigo sin tregua en el que Pogacar volvió a ser coronado con los laureles, como ocurrió en las ediciones de 2021 y 2024.

Pogacar, con nueve Monumentos, iguala los registros del CampionissimoFausto Coppi (cinco Giros de Lombardía, tres Milán-San Remo y una París-Roubaix), del clasicómano irlandés Sean Kelly (tres Giros de Lombardía, dos Lieja-Bastoña-Lieja, dos París-Roubaix y dos Milán-San Remo) y del polivalente italiano Constante Girardengo (seis Milán-San Remo y tres Giros de Lombardía). Se coloca en el tercer escalón de los máximos ganadores, sólo superado por los belga Eddy Merckx (19) y Roger De Vlaeminck (11), los únicos, junto a su compatriota Rik Van Looy (ocho), que han conquistado los cinco Monumentos.

Pogi, aclamado por un público entsiasta, repitió historia en la clásica que se acomoda como un guante a sus característica de escalador y corredor de fondo. Ya sólo se queda a una victoria de las cuatro de Alejandro Valverde y Moreno Argentin, y a dos de Merckx.

La Doyenne, con sus 111 ediciones de historia, está muy viva y sabe renovarse para seguir atrapando al público. Este domingo repescó el Col de Haussire, que no se incluía en el recorrido desde 1995 y que, según muchos aficionados, es la colina más dura de Bélgica, con cerca de cuatro kilómetros de longitud y 6,8% de desnivel medio. En la cima hay una escultura en honor a Claude Criquelion. En ese lugar, a 130 kilómetros de meta, se planteó el primer pulso del día, con un ataque en pareja del Ineos, con Bob Jungels y Tobias Foos. Ambos fueron neutralizados a 80 km. de meta, cuando el UAE de Pogacar impuso un alto ritmo. Aventura sin profundidad, como la fuga integrada, entre otros, por Boulahoite, Sepúlveda, Loland, Le Berre y Haig.

La carrera que cierra el Tríptico de las Ardenas transitó nerviosa hasta el muro de la Redoute, del que este domingo se cumplieron 50 años de su estreno. Santuario de clasicómanos, escenario habitual de la resolución de la prueba. Allí llevó el ataque lejano de Pogacar, con una aceleración de potencia, sin levantarse del sillín. El impulso del esloveno se produjo cuando Remco Evenepoel iniciaba la subida en la parte central del pelotón. El fenómeno del UAE descompuso el grupo principal. Pidcock, Healy, Hirschi y Alaphilippe intentaron, sin éxito, reducir los daños. En la cima, la ventaja era de 10 segundos, una renta que fue creciendo hasta superar el minuto en las orillas del navegable río Mosa, que surca la medieval Lieja, donde levantó los brazos ante la algarabía de un público rendido a su talento. La segunda plaza fue el italiano Giulio Ciccone, a 1.03 y la tercera para el irlandés Ben Healy.

Nueva página gloriosa para El Príncipe esloveno, que esta temporada, en las ocho pruebas disputadas, no se ha bajado del podio. Ganó el Tour de Emiratos, la Strade Bianche , el Tour de Flandes, la Flecha Valona, fue segundo en la París-Roubaix y la Amstel Gold Race y tercero en la Milán-San Remo. En su hoja de servicios ya figuran 95 triunfos. No volverá a competir hasta el Critérium Dauphiné (8-15 de junio), que le servirá como último test de preparación para el Tour de Francia.

Pogacar se venga con otro recital en la Flecha Valona

Pogacar se venga con otro recital en la Flecha Valona

El Fenómeno asegura que disfruta como nadie en los muros de las Ardenas. Que esas escaladas le sirven para preparar su gran objetivo de final de la primavera: la Lieja-Bastoña-Lieja, en la que este domingo persigue su tercera victoria. Tadej Pogacar se divierte en los escenarios en los que otros no encuentran alivio. El esloveno, que no se angustia por mostrar sus debilidades, ha encontrado en las clásicas la fórmula para mantener vivo el fuego de la excitación.

La Flecha Valona, la prueba con el desenlace más previsible pero con el final más electrizante, acogió un nuevo recital del corredor del UAE. El reto se resolvió, como es costumbre, en la última ascensión al Muro de Huy, con sus 1.300 metros de longitud y desnivel medio de 9,3% (máximo del 19%), esas paredes en la que que Alejandro Valverde levantó sus cinco e incomparables reinados. Poco importaron las 10 subidas previas a la clausura en la emblemática cota. El pelotón, castigado por la lluvia y el frío, caminó animado por escaramuzas sin relevancia, como una fuga integrada por los noruegos Foss, Leknessund y Dversnes, cazados a siete kilómetros de la meta. También lo intentaron Stannard, Guglielmi, Shmidt, Paquot y Ceriel Desal.

El susto de la jornada apareció a falta de 40 kilómetros para la meta, en una curva a derechas en la que se cayeron cinco ciclistas, entre ellos Mattias Skjelmose, último ganador de la Amstel Gold Race. Decepción mayúscula para el rodador danés, que acudió a la clásica belga en el mejor momento de su vida.

Un enemigo menos para Pogacar, que afrontó la decisiva subida a la colina de las Siete Capillas comandando un pelotón roto por la aceleración de sus gregarios Jan Christen y Brandon McNulty. En el grupo se mantenían, entre otros, Remco Evenepoel, Thomas Pidcock y Lenny Martínez, que vigilaban de cerca las maniobras del UAE.

En los tramos en los que avanzar y mantener la verticalidad supone un desgaste tremendo apareció la figura de Pogacar para marcar distancia. El esloveno conocía bien el trazado: la de ayer fue su quinta participación, fue primero en 2023, decimosegundo en 2022, noveno en 2020 y quincuagésimo tercero en 2019. Aceleró a mitad de ascensión y nadie fue capaz de seguirle. Se marchó con una facilidad asombrosa, esa que distingue a los superdotados. Escaló solo, sin la presión de unos enemigos desconcertados, con tiempo para saborear el triunfo, el segundo en esta clásica, una alegría tras las derrotas en la Amstel Gold Race y en los adoquines de la París-Roubaix. Este miércoles sumó la victoria 94 de su espléndido palmarés. El segundo fue el francés Kevin Vauquelin (misma plaza en 2024) y el tercero el británico, Pidcock. Evenepoel ocupó el noveno puestp.

Nueva exhibición de Pogacar en una temporada espléndida: en las siete pruebas que ha disputado no se ha bajado del podio. Antes ganó el Tour de Emiratos, la Strade Bianche y el Tour de Flandes, terminó segundo en la París-Roubaix y en la Amstel Gold Race, y fue tercero en la Milán-San Remo. Una barbaridad.

Skjelmose sorprende a Pogacar y Evenepoel en la Amstel Gold Race

Skjelmose sorprende a Pogacar y Evenepoel en la Amstel Gold Race

Algunas de las grandes carreras de un día, monumentales o no, tienen sobrenombre. Así, la Milán-San Remo es "La clasiquísima". La París-Roubaix, "El infierno del norte". El Giro de Lombardía, "La clásica de las hojas muertas". Y la neerlandesa Amstel Gold Race, "La clásica de la cerveza".

Rubia tostada de sol mortecino, tibia de temperatura (como gusta por esos pagos), coronada con la espuma multicolor del jersey del Lidl-Trek, se la bebió de un trago largo y angustioso un danés colosal, Mattias Skjelmose , por delante de dos gigantes que no por perder dejaron de serlo: Tadej Pogacar y Remco Evenepoel.

Carrera casi interminable de 256 kilómetros con 34 cotas breves sin empedrar, pero algunas bastante duras. Pasaban los kilómetros y no ocurría realmente nada. Una escapadita breve de algunos y eso era todo. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El UAE, aunque había perdido por caída a Jhonatan Narváez y Tim Wellens, controlaba y endurecía la prueba, con McNulty y Sivakov en la proa del pelotón.

Discurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada. ¿Cuándo atacaría Pogacar? El Education First de Powless y Healy pareció tomar la iniciativa. Transcurrían los kilómetros y no ocurría realmente nada, excepto el desgaste de la gente por el mero hecho del kilometraje y la acumulación de cuestecitas erosionantes. ¿Cuándo atacaría Pogacar?

En el Gulperberg, a 47 kms. de la meta, el que atacó fue Julian Alaphilippe. Una sorpresa mayúscula, porque el francés hace bastante tiempo que no está para estos trotes. Se le unió Pogacar. Por fin. Se fueron muy fácil. Demasiado. No reaccionó nadie. Alaphilippe le duró un suspiro a Pogi. Y el esloveno echó a volar solo. Muy pronto alcanzó el medio minuto de ventaja. Detrás había elementos de fuste: Evenepoel, Van Aert, Pidcock, Grégoire, Blackmore, Healy, Benoot, Schmid... y Skjelmose, en el que nadie pensaba en ese momento.

El podio de la Amstel Gold Race, con Skjelmose, Pogacar y Evenepoel.

El podio de la Amstel Gold Race, con Skjelmose, Pogacar y Evenepoel.MARCEL VAN HOORNEFE

Pogacar seguía a lo suyo. ¿Carrera sentenciada? Claro, era Pogacar y eso lo había hecho muchas veces. Atacó Evenepoel, pero lo atraparon. Demarró a su vez Skjelmose y se alejó. Pareció un fuego de artificio. Volvió a apretar Remco y lo cogieron de nuevo. En su tercer demarraje, a 25 kms. de la meta, no pudieron con él. Enganchó al danés y desde ese momento la carrera adquirió unos tintes grandiosos. Se convirtió en una prueba contrarreloj. Por delante, Pogacar. Tras él, centímetro a centímetro, centésima a centésima, con Evenepoel tirando casi siempre y Skjelmose echando de vez en cuando una mano, el dúo perseguidor, que ya veía el arcoíris del esloveno, persistía en su esfuerzo.

¿Se estaría dosificando Pogacar, se dejaría atrapar y los abandonaría en la tercera y última subida al Cauberg (1.200 metros al 118% de pendiente máxima), que se coronaba a kilómetro y medio de la llegada?... Fuese como fuese, a falta de ocho, ya estaban los tres juntos.

El Cauberg no decidió nada. Bueno, decidió que Pogacar no iba a decidir. Los tres, con ventaja suficiente, racanearon un poco, vigilándose. Y echaron el resto en un sprint indeciso en el que, en un instante u otro, pareció que cualquiera de los tres iba a ganar. Lo hizo Skjelmose por un cuarto de rueda. Pogacar le sacó media máquina a Evenepoel. Hermosísima victoria del danés, por sí misma y por obtenerla ante tales rivales. Encabezando el selecto grupito, Van Aert, hizo, otra vez, cuarto a medio minuto.

Bienvenidos al Trípico de las Ardenas. El miércoles, la Flecha Valona. El domingo, la Lieja-Bastoña-Lieja, uno de los Monumentos. Pero con estos corredores, cualquier carrera es monumental.

Pogacar, cautivado por Van der Poel, la pareja del siglo: ''Si fuera niño, sería mi ídolo''

Pogacar, cautivado por Van der Poel, la pareja del siglo: ”Si fuera niño, sería mi ídolo”

Épica y drama en la carrera más tremenda. Otro desafío antológico entre dos rivales que engrandecen el ciclismo: Mathieu van del Poel y Tadej Pogacar. La pareja más soberbia del presente siglo en las carreras de un día, esas en las que un error es irreparable, como sucedió en la vibrante cita de la París-Roubaix, en la que el neerlandés sumó su tercera victoria consecutiva.

Los dos últimos campeones del mundo son también los dos indiscutibles dominadores de los Monumentos, ambos suman ocho, han ganado 12 de los últimos 14 disputados (seis triunfos para cada uno) y son los vigentes campeones de esas cinco emblemáticas carreras. En esta primavera, Van der Poel (VDP) se impuso en la Milán-San Remo ante Pogacar y Filippo Ganna, y dos semanas más tarde el esloveno le batió en Flandes. En carreras de un día se han medido en 21 ocasiones, 11 éxitos para el neerlandés y 10 para el esloveno. Con ellos, el espectáculo está garantizado. El próximo pulso podría producirse en la Lieja-Bastoña-Lieja (27 de abril).

La Bestia logró el domingo la tercera victoria consecutiva en la reina de las clásicas, registro encadenado que sólo habían conseguido el francés Octave Lapize (1909, 1910 y 1911) y el italiano Francesco Moser (1978, 1979 y 1980). Octavo Monumento para el nieto de Raymond Poulidor (tres París-Roubaix, tres Tour de Flandes y dos Milán San Remo).

Pogacar, en un espléndido debut en París-Roubaix, mantuvo la pugna con Van der Poel hasta los últimos 38 kilómetros, cuando una caída le privó de su ansiada victoria. «Estaba concentrado en intentar seguir las motos cuando me caí. No vi venir la curva y no pude frenar a tiempo para evitar el choque. Son cosas que pasan. Creí que podía remontar, pero la diferencia era de unos 15 segundos y mi freno delantero rozaba la rueda. Me fui derrumbando poco a poco. En el momento en el que cambié de bici, ya había explotado y sólo esperaba llegar a la meta lo antes posible», señaló en el último maillot arcoíris.

El esloveno no tuvo reparos en elogiar al triple vencedor del Infierno del norte: «Mathieu fue el más fuerte en los adoquines y ha estado increíblemente bien. Es un gran campeón y uno de los mejores corredores del mundo. Competir contra él es un gran honor y una gran motivación. Si fuera niño, sería mi ídolo».

VDP reconoció que fue complicado superar a Pogacar. «Ha sido una carrera muy dura y estaba sufriendo muchísimo. Lástima que Tadej cometiera un error en una curva. Luego tuve que ir a por todas y aún faltaba bastante para la meta. Fue muy difícil, sobre todo en los dos últimos sectores, con viento en contra. Lo pasé muy mal, pero estoy contento de haber llegado a la meta. Estoy feliz de haber recuperado mi buen estado físico. Pero todos sabemos lo increíble que es Tadej como campeón, lo que hizo aquí, en su primera Roubaix, no me sorprende, pero tampoco es normal», dijo antes de advertir que denunciará a un espectador por lanzarle un bidón en el sector empedrado de Templeuve.

Van der Poel suma su tercer triunfo consecutivo en la París-Roubaix y amarga el debut de Pogacar

Van der Poel suma su tercer triunfo consecutivo en la París-Roubaix y amarga el debut de Pogacar

El suelo del infierno está sellado con rocas volcánicas extraídas de la cantera de Lessines. Piedras cortadas irregularmente que martirizan las articulaciones y bloquean la mente. Joyas de la clásica París-Roubaix, el paraíso de los masoquistas. Un via crucis con 30 estaciones adoquinadas para la triple coronación del Mathieu van der Poel, que derrotó en un extraordinario duelo al portentoso debutante Tadej Pogacar. Ciclismo épico y dramático en la carrera más tremenda.

Tercera victoria consecutiva de La Bestia en la reina de las clásicas, registro encadenado que sólo habían conseguido el francés Octave Lapize (1909, 1910 y 1911) y el italiano Francesco Moser (1978, 1979 y 1980). Octavo Monumento para el nieto de Raymond Poulidor (tres París-Roubaix, tres Tour de Flandes y dos Milán San Remo).

El neerlandés fue el más potente y sólido en una carrera de eliminación. La selección natural siempre se impone en el calvario que culmina en el velódromo de Roubaix. La prueba, como no podía ser de otra forma, arrancó con máxima tensión, con pinchazo de Filippo Ganna, caídas de Wout van Aert, Jasper Philipsen, Manilo Moro y Mathias Norsgaard, y una fuga en la que se metió el vitoriano Oier Lazkcano.

Pogacar, que antes del ecuador de la clásica viajaba pegado la estela de Van der Poel, mostró sus ambiciosas intenciones en el sector 20 de pavés, el de Haveluy, a 103 kilómetros de la meta, con un acelerón que incomodó al pelotón y redujo a 20 segundos la renta de los fugados. En la recta interminable de Arenberg, en la herida abierta en el bosque, en la entrada al infierno verde, Pogacar asumió el mando, colocándose en cabeza para evitar riesgos y neutralizando al grupo de Lazkano. El español ya puede presumir de haber sido, durante unos segundos, el que abriera la carrera en la zona más emblemática de la clásica norteña.

A la salida de Arenberg, a 90 kilómetros de la meta, llegó el primer zarpazo de Van der Poel. El neerlandés saltó, junto a su compañero Philipsen, y sólo respondieron a su ofensiva Pogacar, el danés Mads Pedersen y el suizo Stefan Bissegger. Van Aert quedó descolgado en la zona de los adoquines más resbaladizos.

El quinteto de fugados voló compacto hasta el sector 15, en el tramo empedrado de Tiloy a Sarset-Rosiers, a 70 km. del velódromo de Roubaix, cuando Pogacar aceleró, Pedersen quedó rezagado por un pinchazo y Bissegger no soportó el ritmo. El infierno del norte no tiene compasión con nadie, ni siquiera con un ex campeón del mundo. El esloveno se quedó en mala compañía, emparedado entre los dos rodadores del Alpecin, en la posición más incómoda.

Pogacar interpretó magistralmente la carrera y en la zona Cinco Estrellas de Mons-de- Pévèle aprovechó un impulso de Van der Poel para descolgar a Philipsen. A 45 km. de la llegada, el esloveno y el neerlandés se quedaron solos en cabeza. El gran duelo entre los dos fenómenos. El desafío anhelado por todos. El líder del UAE, en su debut, fue eliminando a todos los enemigos y lo hizo en el terreno más hostil, en los tramos abombados. Mucho mérito para el osado debutante que se empeñó en acudir al precipicio del infierno.

Caída

Pero la París-Roubaix es una carrera despiadada como ninguna otra. A falta de 38 kilómetros, Pogacar se salió en una curva, en la zona de Pont-Thibault a Ennevelin, donde estaba inadecuadamente colocada una moto. El esloveno cambió de bicicleta y emprendió la caza de su enemigo con 20 segundos de retraso. Torrente de adrenalina y las pulsaciones a mil por hora.

El campeón del mundo, con ese coraje y talento que le distingue, insistió en neutralizar a su enemigo. Redujo la renta hasta los 14 segundos, pero el neerlandés supo administrar con acierto su ventaja y, aunque tuvo que cambiar de bicicleta en las cercanías de Roubaix, se presentó en el velódromo de André-Pétrieux con una ventaja de 1.17 minutos sobre el corredor del UAE. Tercero fue Pedersen, a 2.10. Apoteósis, pasión y dolor en la masoquista y cautivadora prueba del adoquín.

El reto brutal de Pogacar en la París-Roubaix: adoquines como guadañas, el infierno de Arenberg y el fantasma de Merckx

El reto brutal de Pogacar en la París-Roubaix: adoquines como guadañas, el infierno de Arenberg y el fantasma de Merckx

El reflejo del Caníbal como estímulo para mantener viva la llama de la ambición. Tadej Pogacar ha convertido la victoria en rutina y para seguir en alerta necesita combatir contra la historia y afrontar desafíos superlativos en los escenarios más hostiles. Sólo así se entiende su loco empeño en debutar hoy en la brutal París-Roubaix, la clásica más dura y peligrosa. Adoquines con filo de guadaña.

Riesgo extremo para el esloveno en un reto que angustia a los técnicos y jeques del UAE (pagan 60 millones por seis años de contrato). Ellos temen que una caída -algo intrínseco en esta descomunal prueba- o una lesión provocada por el martirizante traqueteo de los 30 tramos de pavés fracturen una temporada en la que se ha propuesto dominar en todas las clásicas y repetir triunfos en el Tour de Francia y el Mundial de ruta. Pero el cielo es para los valientes, asegura el corredor más impresionante de este siglo, que ya sólo se fija en el palmarés irrepetible de Eddy Merckx. Él sabe que es imposible igualar los registros del belga, pero se extra motiva en cada guerra.

En la París-Roubaix participa en desventaja antes rivales más expertos y que le superan en estatura y peso, características físicas que favorecen la estabilidad en el molesto baile por los tramos de adoquines. El pasado domingo arrasó en el Tour de Flandes, que también incluye zonas empedradas, pero aquéllas son más lisas debido al constante transito de coches; las de Roubaix son más ásperas porque esos caminos están destinado a vehículos agrícolas. Además, la Clásica del Infierno carece de esos muros en los que el esloveno descuelga a los rodadores.

Piedras y agujeros

Éste es un ejercicio de enorme potencia y desgaste físico, y más con la presencia de lluvia prevista para este domingo, carrera que emiten Teledeporte y Eurosport. Pero el agotamiento también es psicológico, porque siempre hay que permanecer atento para evitar caídas, averías y enganchones. La fuerza y la fortuna como aliadas supremas.

El belga Jasper Stuyven sostiene que la clave es mantener el impulso y la velocidad en cada tramo adoquinado. ''Hay que anticiparse a las piedras que sobresalen y los agujeros, correr concentrado de principio a fin, explica el ciclista del equipo Lidl-Trek, que sólo se ha caída una vez en sus 12 participaciones (incluidas etapas en júnior y sub'23).en la París-Roubaix y que acompañó a Pogacar en la fuga del esloveno en la etapa del Tour de Francia de 2022 que transitó por territorios de la reina de las clásicas..

La cita de este domingo consta de 259 kilómetros y de 30 tramos adoquinados, entre ellos destacan los de Arenberg, una recta interminable, oscura, una herida abierta de 2,3 kilómetros en pleno bosque. Es el sector 19º, a 95 kilómetros de la meta, la primera gran criba. Para superar el paso más temido es imprescindible entrar bien colocado. «Se trata de un muro invisible», advierte el belga Tom Boonen, plusmarquista, junto a su compatriota Roger de Vlaeminck, con cuatro victorias. Otros tramos de máxima exigencia (calificados con dificultad de cinco estrellas) son los de Mons-en-Pévéle, de 3.000 metros, sector 11º, y el Carrefour de l'Arbre, de 2,1 kilómetros, sector cuarto.

Triplete encadenado

Pogacar, en este marco sembrado de trampas, pretende ser el primer debutante que gane vestido con el maillot arcoíris, algo que no pudo conseguir Merckx. Al margen del primer ganador, el germano Josef Fischer (en 1896), el único debutante triunfador ha sido el italiano Sonny Colbrelli, en 2021, la primera edición tras el paréntesis de la pandemia del Covid.

Pogacar también quiere ser el pionero en subir al podio del velódromo de Roubaix tras encadenar triunfos en el Giro de Italia, Tour de Francia y Mundial de ruta. Con 26 años y siete meses, ya atesora ocho Monumentos (dos Tour de Flandes, dos Lieja-Bastoña-Lieja y cuatro Giro de Lombardía) y en este mes aspira a sumar dos más (París-Roubaix y Lieja) para alcanzar los 10 que Merckx tenía a sus misma edad. El Caníbal, en 1968, ganó la clásica siendo campeón mundial, pero lo hizo después de haber disputado dos ediciones. Lo mismo logró Bernard Hinault, en 1981, pero en su cuarta participación.

Desde 1981, con Hinault, ningún ganador del Tour de Francia se ha impuesto en la clásica más tremenda. Geraint Thomas es el último ganador de la Grande Boucle que participó en el prueba adoquinada, no consiguió terminar en 2018.

El gran adversario de Tadej Pogacar, será el espléndido neerlandés Mathieu van der Poel, que persigue su tercer título consecutivo, un hito sólo rubricado por el francés Octave Lapize, en 1909, 1910 y 1911, y el italiano Francesco Moser, en 1978, 1979 y 1980.

Pogacar reconquista el Tour de Flandes con un ataque sin respuesta en el Viejo Kwaremont

Pogacar reconquista el Tour de Flandes con un ataque sin respuesta en el Viejo Kwaremont

Como en el Viejo y Salvaje Oeste, en el Viejo y Salvaje adoquinado del Viejo y Salvaje Tour de Flandes, dos jóvenes pistoleros frente a frente: Tadej Pogacar (26 años) y Mathieu van der Poel (30). Pero no hubo duelo. El más joven mató de lejos, con el rifle, no con el revólver. Y Van der Poel no fue segundo, sino tercero de un grupito formado también por Mads Pedersen (segundo), Wout van Aert (cuarto) y Jasper Stuyven (quinto). Pogacar conquista su segundo Tour de Flandes y su octavo Monumento. Es su victoria número 92. Antes de ella, ya era el heredero de Eddy Merckx. Ahora, a partir de ahora, desde ahora mismo y más que nunca hay que empezar una cuenta atrás en una suma adelante para saber de una vez por todas si Poggy superará a Eddy.

Para saber más

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¿Cómo encontrar palabras nuevas para glosar la gesta de este muchacho? Imposible. Habrá que recurrir a las viejas, a las de antes, a las de estos últimos años. Por un lado, están gastadas por repetidas. Por otro, recién abrillantadas por la misma razón. Pogacar las renueva en los mismos términos deslumbrantes, a la vez que las amontona unas sobre otras, sin fatigar. Aunque conocidas, les proporciona un sentido nuevo.

La carrera, claro, tuvo muchos nombres a lo largo de sus 269 kilómetros y sus 23 tramos para la tortura de los adoquines y las cotas. Pero resumiéndola en Pogacar la explicamos de sobra. Él la rompió de verdad, él la manejó, él la remató. Para ganar en Flandes hay que ser un purasangre retinto en percherón. Pogacar es un purasangre virado a purasangre aún mayor, aún mejor.

Él saltó a 56 kilómetros de la llegada. Le respondieron Van der Poel y algunos más. El neerlandés, que se cayó sin, al parecer, consecuencias en una montonera a 126 de la llegada, sería siempre el primero en reaccionar. Cuando Pogacar, en el segundo paso del Viejo (y Salvaje) Kwaremont, desencadenó su primer huracán, iban por delante, a poco más de un minuto, gentes ilustres: Ganna, Trentin, Ballerini, Benoot, Küng, Hermans...

Pogacar celebra su victoria en Flandes.

Pogacar celebra su victoria en Flandes.ERIC LALMANDAFP

A lo largo de los ataques posteriores del esloveno en el Paterberg, en el Koppenberg, cortos muros alfombrados de granito, en el mismísimo infierno, unos y otros, éstos y aquéllos, fueron entrando, saliendo, retrasándose, renovándose en un rosario cambiante de héroes sufrientes. Todos los episodios terminaron con Pogacar en solitario y los cuatro perseguidores, exhaustos en su desesperación, tratando en vano de echarle el guante, la red.

Las heridas van minando la fortaleza. "Omnes vulnerant, postuma necat". Todas hieren, la última mata. La última herida que Pogacar infligió a los otros, la que los mató y remató, fue en el definitivo paso del Paterberg. Coronó con 24 segundos de diferencia. Le quedaban 13 para la meta, en solitario y con viento en contra. Todavía la aumentó hasta el minuto, en una demostración inigualable que convirtió a cuatro lobos salvajes en cuatro lobeznos domesticados. No comieron de su mano porque no la vieron ni la olieron.

Que el dios Flandes salve al rey. ¿A cuál? ¿A Merckx? ¿A Pogacar?

La misteriosa crisis de Van Aert, entre la crítica y el infortunio: "No tengo nada que demostrar"

La misteriosa crisis de Van Aert, entre la crítica y el infortunio: “No tengo nada que demostrar”

"No tengo nada que demostrar", pronunció en la previa Wout van Aert, acorralado por las críticas, consciente de que demasiadas miradas se posan ya en su preocupante bajón de rendimiento. Volvía el belga a A través de Flandes, el eléctrico anticipo del Tour de Flandes, allí donde hace un año se dejó media temporada en una caída en la que se fracturó la clavícula y varias costillas. Y lo que parecía que era su regreso a la victoria acabó en otro drama con el que acrecentar las dudas.

Neilson Powless le arrebató el triunfo donde antaño era imbatible, en un sprint mano a mano en el que, para más inri, a Wout le acompañaban dos compañeros del Visma Lease a Bike. Un escarnio colectivo y otra punzada en lo personal para el que hace nada era considerado el corredor más completo del mundo. "Soy totalmente responsable. Fui demasiado egoísta. Quería tanto esta victoria, especialmente después de las críticas que he recibido y de la mala suerte que he tenido... Estaba pensando en mí mismo", se sinceró como nunca, para recibir de inmediato el apoyo público de compañeros y rivales, desde Demi Vollering a Tadej Pogacar.

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Tras su irrepetible Tour 2022, Van Aert no es el mismo. Todo a su alrededor es sinónimo de infortunio. Ya ni siquiera aparece en las quinielas como favorito a las clásicas de primavera. Tanto para el domingo en el Tour de Flandes como para la París-Roubaix del siguiente están muy por delante Mathieu Van der Poel o el propio Pogacar.

Cuando Jonas Vingegaard conquistó su primer Tour no pudo más que rendirse a un gregario impagable. "Es el mejor ciclista del mundo, he tenido la suerte de que me ha ayudado a ganar", dijo de un Van Aert que se lo puso en bandeja -el golpe de gracia a Pogacar en Hautacam...- pero que, además, atacó a diario (a veces, de salida), se llevó el maillot verde, se enfundó varios días el amarillo, ganó tres etapas y en otras cuatro entró segundo.

Una salvajada que le proyectaba a un futuro en el que, por qué no, ser él mismo el que intentara ganar la Grande Boucle. Porque en la edición de 2021 ya había firmado algo 'imposible', vencer en todos los terrenos: en contrarreloj, en el sprint masivo de los Campos Elíseos y en alta montaña (tras coronar el Mont Ventoux).

Van Aert, con Benoot, Powless y Jorgenson en 'Dwars Door Vlaanderen'.

Van Aert, con Benoot, Powless y Jorgenson en 'Dwars Door Vlaanderen'.AFP

Ese mismo 2022 Van Aert había sido segundo en Flandes y tercero en Roubaix. Tras ganar la Milán-San Remo en 2020, que en su palmarés se acumularan Monumentos parecía un hecho inevitable. Pero, a día de hoy, apenas la Classicissima sigue luciendo. Van der Poel, su enemigo íntimo desde niño, desde el ciclocross que les formó, le ha borrado del mapa. Aquel pinchazo fatídico en el Infierno del Norte de 2023 pareció precipitar el mal fario. "Especialmente en Roubaix nunca he tenido suerte. Es una carrera en la que tienes que correr de forma perfecta, pero siempre me ha pasado algo o había alguien más fuerte. En esas carreras especialmente cada detalle puede ser decisivo. Ojalá algún día la suerte este de mi lado", se sinceraba en una entrevista con este periódico.

Desde febrero de 2024 no gana una carrera de un día (La Kuurne-Bruselas-Kuurne). Al percance en A través de Flandes se unió el gravísimo (en su rodilla se aprecian las consecuencias) del final de temporada en la Vuelta, camino de los Lagos de Covadonga, cuando ya sumaba tres victorias de etapa y recuperaba la sonrisa y el espectáculo.

Una lesión durísima de la que no parece haber vuelto como antaño. En 2025, donde volvió a alzar los brazos en dos pruebas de ciclocross (aunque en el Mundial volvió a perder ante Van der Poel), hasta el segundo puesto en la meta de Waregem su registro era muy pobre. No brilló ni en la Clásica de Jaén (39º) ni en la Vuelta al Algarve (Vingegaard le ganó en la crono). Tampoco en clásicas que antaño conquistó como la Omloop Nieuwsblad o la Kuurne. Tras ellas, se marchó a una larga concentración en el Teide, de la que sigue dejando dudas sobre su estado de forma. En la E3 Saxo Classic entró a casi tres minutos de Van der Poel y el miércoles un calambre en el sprint le hizo ceder ante Powless. ¿Es el final de una estrella o será capaz de volver a ser el Van Aert de antaño? En el pavé busca redención.