Sinner afila el servicio en su vuelta a un Grand Slam después de la traumática final de Roland Garros

Sinner afila el servicio en su vuelta a un Grand Slam después de la traumática final de Roland Garros

Los seguidores que colmaron la pista 1 de Wimbledon, en otra jornada de ardor climatológico, con 34 grados de temperatura, dispensaron a Jannik Sinner un significado aprecio. El número 1 del mundo volvía a un torneo del Grand Slam después del drama padecido en la final de Roland Garros, cuando tuvo tres puntos de partido para hacerse con su cuarto major y acabó sometido por la extraordinaria reacción de Carlos Alcaraz. «Es un nuevo torneo, con nuevas oportunidades, un nuevo desafío», comentó a pie de cancha una vez certificada la victoria ante su compatriota Luca Nardi por un plácido 6-4. 6-3 y 6-0.

Entre manifiestas muestras de apoyo, Sinner, eliminado por Alexander Bublik en la segunda ronda del torneo ATP 250 de Halle en su único torneo de transición hacia la hierba del All England Club, sólo necesitó una hora y 48 minutos para dejar atrás al número 95 del mundo, cuya mejor carta de presentación fue la victoria lograda el pasado año ante Novak Djokovic en Indian Wells. Ganador de las dos últimas ediciones del Abierto de Australia y del pasado US Open, el tenista de San Cándido también tiene tareas pendientes en Wimbledon, donde su techo se encuentra en las semifinales de 2023, cuando cayó en tres sets contra Djokovic. Fue un año antes, en cuartos, también contra el serbio, cuando, aún lejos del competidor que es hoy, dejó escapar dos sets de ventaja.

Habrá que esperar a las últimas rondas, donde se le espera, para evaluar el calado anímico del golpe sufrido en París. «Tienes un rival en cada momento, así que estoy muy feliz con respecto a hoy [por ayer]. Obviamente, intento seguir adelante y disfrutar de jugar aquí. Si no lo haces en este tipo de superficies, no sé dónde lo vas a hacer. Estoy feliz de estar aquí y ya veremos que pasa», comentó a la espera de su rival de mañana, el australiano Aleksandar Vukic, 93º, a quien ha derrotado en sus dos cruces previos, ambos en psita dura, el más reciente en Sofía, hace tres años.

Trabajo específico

Sensato y aplicado, aprovechó las semanas previas a Wimbledon para trabajar con especial dedicación el servicio, golpe que adquiere una relevancia capital en este torneo. Ayer, en su debut, sólo perdió 12 puntos con el saque, no concedió una sola pelota de rotura y rentabilizó cinco de las 13 pelotas de break que creó.

«He servido muy bien, especialmente en los momentos importantes. Al principio creo que a los dos nos costó un poco y no hubo muchos peloteos, pero después di un paso adelante. Estoy satisfecho de cómo he terminado el partido», comentó. Magnífico restador, Sinner aún consiente en su servicio un severo margen de progresión, así como en las aproximaciones y movimientos en la red.

En una reciente entrevista con Andy Roddick, Darren Cahill explicó su aterrizaje en el rincón de Sinner, a quien dirige desde hace tres años. El entrenador australiano habló con Djokovic sobre aquel partido de cuartos de final de Wimbledon en 2022, donde el serbio acabó imponiéndose en cinco sets.

Franco, elocuente, el siete veces campeón del torneo le vino a decir que resultaba relativamente cómodo adaptarse al ritmo de pelota de Sinner, que proponía poco más allá de la dureza y profundidad de sus golpes desde ambos lados de la pista. Cahill compartió con su jugador las impresiones de Djokovic, recibidas por el italiano con la máxima atención.

Alcaraz buscará este miércoles (16.00 h., Movistar) la tercera ronda del torneo ante el británico Oliver Tarbet, que superó la fase previa tras recibir una invitación y disputa su primer torneo profesional. El español Jaume Munar protagonizó una de las noticias de la jornada al superar en cinco sets a Bublik, 31º, reciente campeón en Halle y cuartofinalista de Roland Garros. Alexander Zverev, tercer cabeza de serie, se fue precipitadamente tras caer en cinco sets ante el francés Arthur Rinderknech.

Tres títulos y 18 victorias consecutivas: ¿Alguien puede detener a Carlos Alcaraz?

Tres títulos y 18 victorias consecutivas: ¿Alguien puede detener a Carlos Alcaraz?

Si los números son arrolladores, la impresión que transmite en pista, es, si cabe, aún más intimidatoria. Da la impresión de que Carlos Alcaraz en ocasiones gana incluso sin proponérselo. «No venía aquí con demasiadas expectativas», dijo a pie de pista, en el Andy Murray Arena, tras imponerse al checo Jiri Lehecka por 7-5, 6-7 (5) y 6-2, para vencer nuevamente en Queen's, como ya hizo en 2023, y hacerse con su tercer título consecutivo, quinto del año, vigésimoprimero en su carrera.

Lejos de quedarse en una plataforma de lanzamiento de cara a Wimbledon, donde a partir del 30 de junio buscará su tercera corona consecutiva, el coqueto ATP 500 de la capital británica sirvió para constatar la suficiencia con la que el número dos del mundo (las jerarquías, de momento, mienten, o al menos engañan) se maneja sea cual sea el escenario y el oponente.

Desde que perdiera ante Holger Rune el 20 de abril en la final del Conde de Godó, limitado por los problemas físicos sufridos en el último set, por los que decidió después no jugar el Masters de Madrid, Alcaraz ha encadenado 18 victorias consecutivas. Fue campeón en Roma y en Roland Garros, en ambos casos con Jannik Sinner como víctima, y ha vuelto a demostrar en Queen's una asombrosa naturalidad en la adaptación al cambio de superficie. No se trata sólo de la destreza con la que se mueve y de la eficacia con uno de los golpes con los que presenta mayor margen de mejora, como es el servicio, sino también de una mentalidad prestamente ajustada a las nuevas demandas.

Sin lagunas mentales

Si en París, antes de hacer cumbre en una final que agotó los mejores calificativos, pasó por algún trance incómodo por no refrendar las roturas de servicio, como le sucedió ante Lorenzo Musetti en semifinales y frente al propio Sinner, en Londres ha sido muy consciente a la hora de poner en valor el peso de hurtar el saque a sus adversarios y la delgada línea en la que pueden decidirse los partidos en un terreno tan resbaladizo.

Si algo se le puede aún discutir a este tenista de 22 años que ya cuenta con cinco títulos del Grand Slam es, ocasionalmente, la falta de constancia en su juego, ocasionada en gran medida por un legítimo sentimiento de superioridad sobre sus adversarios. Aunque pudiera sorprender, todavía se encuentra en un proceso de aprendizaje, y la hierba le ayuda a ser mejor tenista, a limar esas pequeñas lagunas mentales.

Alcaraz festeja su título en Queen's con los recogepelotas del torneo.

Alcaraz festeja su título en Queen's con los recogepelotas del torneo.AFP

Ante Lehecka, en una final que tal vez hubiera resuelto en dos sets de no mediar la doble falta que acabó por costarle el desempate del segundo, exhibió más aces que nunca en su carrera, 18, y ganó 21 de los 29 puntos jugados con su segundo saque, el 72%. Nunca perdió el hilo de un partido en el que eligió con mimo y acierto entre su inmenso repertorio, sacrificando la brillantez mostrada en semifinales ante Roberto Bautista.

Frente a la relativa insignificancia de los triunfos de Taylor Fritz en Stuttgart, Gabriel Diallo en Hertogenbosch y Alexander Bublik en Halle, y a la espera de lo que suceda esta semana en Mallorca y Eastbourne, la autoridad mostrada por Alcaraz en Queen's le pone algunos cuerpos por encima del resto para Wimbledon. Doble cuartofinalista, Fritz es entre los citados quien más lejos llegó con anterioridad en el All England Club. A la espera de un improbable renacer de Djokovic, que descansa desde las semifinales de París, y con Sinner, superado por Bublik en octavos de Halle y aún convaleciente de los tres match points que se le escaparon en la final de Roland Garros, resulta difícil vislumbrar quién pueda detenerle.

Alcaraz replica la crecida de Lehecka, gana en Queen's su quinto título del año y fortalece su candidatura para Wimbledon

Alcaraz replica la crecida de Lehecka, gana en Queen’s su quinto título del año y fortalece su candidatura para Wimbledon

Llegará un día, seguramente aún lejano, en el que torneos como Queen's serán solo un pequeño trampolín para Carlos Alcaraz, un lugar donde ponerse a punto, con la posibilidad de dejarse ir y guardar fuerzas para aquello que realmente importa. Con 22 años recién cumplidos y una energía rebosante, el español lo quiere todo. Y lo quiere ahora. Este año ha ganado cinco de los 10 torneos disputados, perdió la final del Conde de Godó ante Holger Rune, hizo semifinales de Indian Wells ante Jack Draper, cuartos frente a Novak Djokovic en Australia y Jiri Lehecka en Doha y derrota en el estreno frente a David Goffin en Miami.

Su victoria por 7-5, 6-7 (5) y 6-2, en dos horas y 18 minutos, frente a Lehecka (uno de los cinco jugadores que había osado derrotarle en 2025) este domingo en Queen's, le da el vigésimoprimer título de su carrera, además de fortalecer su candidatura para ganar Wimbledon por tercer año consecutivo. También campeón en Queen's en 2023, cuenta sus finales en hierba por victorias: cuatro de cuatro. En un duelo de considerable exigencia, se mostró de nuevo solvente a la hora de manejar el vocabulario de la superficie. Incluso ganó un juego en blanco, el cuarto del segundo parcial, con cuatro saques directos. Completó 18, su récord personal tras los 15 establecidos en la semifinal frente a Roberto Bautista.

Lehecka es un buen tenista que, condicionado por las lesiones, demora su ingreso en el lugar jerárquico que le correspondería. Es también un jugador algo robótico, al que le falta alma. Saca bien, golpea duro y plano de ambos lados, tiene un swing corto y suele mirar hacia delante, características que le favorecen en superficies rápidas, donde ha ganado sus dos únicos títulos, ambos ATP 250, en Adelaida, en 2024, y en Brisbane, en el inicio del curso.

Paciente

Tras contar con una pelota de break en el quinto juego, solventada por el checo con un saque directo, Alcaraz supo esperar su momento. Gritó "¡Vamos!" cuando apareció la segunda, con el primer parcial igualado a cinco. Ésta sí, jugada y convertida, merced a una derecha a la red de Lehecka. Refrendó con el servicio y puso el 7-5. Su amplia gama de recursos convierte al español en un tenista imprevisible. Siempre parece contar con un arma escondida, de la que hará uso cuando sea necesario.

A diferencia de la tierra batida, la hierba no consiente distracciones. Lo sabe Alcaraz, cuyo grado de implicación es constante. Pese a ello no pudo evitar una doble falta con 5-5 en el desempate del segundo, que le costó el set, en plena crecida del checo. No se lo acabó de creer Lehecka, quien concedió pronto su saque, en el cuarto juego del tercer parcial y ya no encontraría billete de vuelta.

También campeón en Roland Garros, Roma, Montecarlo y Rotterdam, Alcaraz se presentará en Wimbledon con 18 victorias consecutivas y una readaptación inmediata a una superficie donde se mueve como los ángeles. ¿Habrá alguien capaz de detenerle?

Un 'herbívoro' Alcaraz se exhibe ante Bautista y jugará contra Lehecka en Queen's su quinta final consecutiva

Un ‘herbívoro’ Alcaraz se exhibe ante Bautista y jugará contra Lehecka en Queen’s su quinta final consecutiva

Carlos Alcaraz perdió su último partido ante Holger Rune el pasado 20 de abril, en la final del Conde de Godó. Desde entonces, suma 17 victorias consecutivas, las que corresponden a su primer título en el Masters 1000 de Roma, donde venció en la final a Jannik Sinner, a la revalidación de su corona en Roland Garros, donde volvió a derrotar al italiano en la final de las finales, y a sus cuatro triunfos hasta plantarse también en la final del ATP 500 de Queen's, donde este domingo (15.00 h., Movistar) buscará ante Jiri Lehecka su segundo título, tras imponerse en semifinales a Roberto Bautista por 6-4 y 6-4, en una hora y 29 minutos.

En 2023, en su debut en el torneo londinense, estuvo a punto de irse a la calle de entrada ante Arthur Rinderknech, el mismo a quien derrotó cómodamente en cuartos en esta edición. Entonces, algún consumado especialista televisivo comentó que le costaría años aprender a desenvolverse con éxito sobre hierba. Pocos días después de llevarse el trofeo en Queen's, derribó el imperio de Novak Djokovic y ganó el primero de sus dos títulos de Wimbledon. El 30 de junio abrirá el torneo en la Central del All England Club en busca del tercero. Nadie es más favorito que él para alzar la copa.

Una rotura en el tercer juego fue suficiente renta para que el murciano se llevara el primer set ante Bautista en un partido que gobernó desde el inicio, apoyado en la eficacia de su servicio (15 saques directos), en el resto y en su destreza en la red (12 de 15 en sus aproximaciones). El lenguaje de Alcaraz es universal. Una de sus recetas clásicas, ya exhibida de nuevo en Roland Garros, va aún más cargada de pimienta en la hierba. Se trata del servicio angulado que le permite abrir pista después con su derecha o, si fuera preciso, como lo fue en la última pelota del parcial, sellar con una volea baja cruzada de revés sin nada que envidiar al mejor de los especialistas.

Un adversario ejemplar

A sus 37 años, Bautista ha perdido jerarquía, pero no pasión. Pocos jugadores en los últimos tiempos han demostrado semejante cariño y dedicación por lo que hacen. En primera ronda salvó un punto de partido ante Nuno Borges y ha transitado por el torneo superando complicaciones. Siempre fue un tenista contracultural en el modelo español, alguien más capaz en superficies veloces que sobre arcilla. Semifinalista de Wimbledon en 2019, ganó en la hierba de Hertogenbosch en 2014 y disputó la final en Mallorca en 2022, también sobre pasto. Cuenta con 12 títulos ATP, el más reciente en Amberes, bajo techo, dos años atrás.

Los tres lustros de diferencia entre ambos y el mayor castigo con el que llegó Bautista, tras un duro partido frente a Rune, influyeron en el desarrollo de su tercer duelo, que tuvo el mismo vencedor que los dos precedentes. Alcaraz caminó con más holgura que la que dictaba el marcador. El break en el quinto juego del segundo set, tras encadenar una secuencia diabólica de derechas, le proyectó definitivamente hacia el partido definitivo, aunque hubo de salvar una bola de rotura en el octavo juego.

Campeón también en Rotterdam y Montecarlo, buscará su quinto título de 2025, vigésimoprimero de su carrera, ante Lehecka, 30º, que sorprendió a Jack Draper, segundo favorito, por 6-4, 4-6 y 7-5, para desconsuelo de la afición británica. Están 1-1 en el cara a cara, con triunfo del checo en el cruce más reciente, este año, en cuartos de Doha.

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del 'Big Three'

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del ‘Big Three’

La Central del All England Club se había desprovisto de su halo místico. Era una atmósfera propia de un partido importante de los pross. Los gritos de «Let's go, Roger, let's gol!» adquirieron decibelios atronadores. Casi nadie podía permanecer indiferente. Tampoco algunos de los periodistas que resistimos en pista conmovidos hasta la última pelota. Roger Federer dispuso de dos puntos para ganar el partido al servicio, cuando dominaba por 8-7 y 40-15 en el quinto set. Las disputó bajo el mismo patrón que le había permitido derrotar a Andy Murray en la final de 2012. Pero Novak Djokovic sofocó sus aproximaciones a la red, la segunda de ellas con un passing shot cruzado de derecha.

Sucedió el 14 de julio de 2019. Djokovic se impuso en cinco sets después de cuatro horas y 57 minutos y frustró la última posibilidad del suizo de ganar un título del Grand Slam.

Federer jamás se recuperó de aquel golpe. Iba camino de los 38 años, había superado a Rafael Nadal en semifinales y aún reunía argumentos para opositar por el que hubiera sido su vigesimoprimer grande. A partir de ahí, su figura declinó sin remedio, marchitada por el tiempo y por el recuerdo del desenlace más triste de su vida tenística. La final más larga del torneo y sin duda una de las más hermosas marcaría el inicio de la cuenta atrás para su retiro, que se produjo tres veranos después.

WIMBLEDON 1980

Esta rememoración de otras grandes finales de los majors en la era profesional no se ciñe a la cronología y parte, evidentemente, de apreciaciones personales. Ateniéndonos a la calidad y perfección del juego exhibido, al derribo de límites que podían considerarse inabordables, a la progresión constante hasta una inimaginable culminación y al juicio de consumados especialistas, la que suscribieron este domingo Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Roland Garros es la mejor de cuantas ha habido.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.ROBERT DEARAP

Hace 45 años, en la prehistoria, Bjorn Borg superó a John McEnroe en cinco sets pese a perder el desempate del cuarto, que se fue hasta el 18-16. Cualquiera de las cuatro finales del Grand Slam en las que contrastaron estilos, temperamentos y hasta formas de interpretar la vida merecería ser glosada. Esta también reunió todos los atractivos que entonces sólo concitaban ellos dos. Un año después, en el mismo escenario, vencería en cuatro parciales el zurdo de Douglaston, cuyo triunfo en la final del US Open de esa misma temporada derivaría en el acelerado adiós de Borg, quien tomó la puerta de salida en 1982, con tan sólo 26 años.

AUSTRALIA 2012

Las mejores expresiones tenísticas suelen nacer de una rivalidad, un contraste y un contexto. Sucede entre Alcaraz y Sinner, sucedió entre Borg y McEnroe y en la larga secuencia cruzada de enfrentamientos entre el Big Three: Djokovic, Nadal y Federer. La final de Melbourne 2012 señaló el ecuador en los 60 duelos que alumbraron el serbio y el español. Venció Nole por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5) y 7-5. Cinco horas y 53 minutos: no ha habido final más larga de un grande en la era profesional. El semblante extenuado de ambos en la entrega de premios, las dificultades para sostenerse en pie, eran la imagen elocuente del carácter salvaje de la confrontación, en la que el español contó con 4-2 y servicio en el último parcial. Fue su séptima final consecutiva perdida frente a Djokovic, tendencia que revertiría esa misma temporada al abrigo de la tierra batida.

WIMBLEDON 2008

Inevitable traer aquí el partido reconocido entonces por la prestigiosa revista Sports Illustrated como el mejor de la historia del tenis. Nadal, que había perdido dos finales consecutivas ante Federer sobre su hierba sagrada londinense, tuvo en la mano el éxito por el camino más corto, pero se vio llevado hasta un desenlace a cinco sets cargado de misterio. El encuentro fue interrumpido en dos ocasiones debido a la lluvia. Pedro J. Ramírez, presente en el partido y entonces director de este periódico, tituló su tradicional carta semanal «Nadal contra Voltaire». «Siete horas y cuarto después de la señalada para comenzar, Aquiles había derrotado a Héctor por un margen más estrecho que una capa de mantequilla. El uno había ganado 209 puntos, el otro 204», escribió.

US OPEN 2009

Juan Martín del Potro tan sólo tenía 20 años. Acudía cada noche a cenar acompañado por su equipo, con Franco Davin, entrenador, y Martiniano Orazi, fisioterapeuta, a la cabeza, en un restaurante español situado en Lexington Avenue, Manhattan, Tercera Avenida. Aún estaba lejos de ser una celebridad. Departían como el resto de los comensales, sin demandar un reservado. El poderoso fajador argentino se plantó en la final ante Federer sin demasiadas opciones aparentes. El suizo llevaba un lustro inmaculado en Flushing Meadows. Delpo ganó por 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4) y 6-2.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.TIM IRELANDAP

ROLAND GARROS 1984

Los dos primeros sets de John McEnroe en la final ante Ivan Lendl fueron pura artesanía. La derrota más dura en la carrera del estadounidense está recogida en Buscando la perfección, película documental escrita y dirigida por Julian Faraut. Lendl, entonces aún ciudadano checoslovaco, venció por 3-6, 2-6, 6-4, 7-5 y 7-5, para desconsuelo de quienes contemplábamos el tenis sin patria ni bandera, sólo condicionados por la fascinación que provocaban genios como McEnroe.

Alcaraz y Sinner firmaron un espectáculo sublime: nunca vi nada igual

Alcaraz y Sinner firmaron un espectáculo sublime: nunca vi nada igual

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:21

Tomemos el manual básico del tenis y apliquemos las enseñanzas a una velocidad supersónica, nunca vista. Eso es lo que sucedió este domingo en la final de Roland Garros, con un partido que agota todos los calificativos. Calidad, intensidad, poder de anticipación... No se puede pedir más. Lo que ofrecieron Carlos Alcaraz, brillantísimo campeón, y Jannik Sinner, dignísimo oponente, fue un espectáculo de cinco horas y 29 minutos que en ningún momento decayó. Y lo que nos espera, gracias a la juventud de ambos, porque van a ir a mejor a medida que adquieran experiencia, la que pudo faltarle al español para haber dejado resuelto el partido con un poco más de orden sin necesidad de apelar al heroísmo, levantando dos sets y neutralizando tres puntos de partido. Nada que objetar, en cualquier caso. Demostró mayor capacidad para revertir situaciones adversas y no pagar el peaje de la dificultad para hacer buenos los breaks.

Experiencia de la que pudo adolecer también el italiano para cerrar el encuentro en ese cuarto set. Cada uno con su patrón coprotagonizaron un encuentro inmenso, Alcaraz, buscando el ángulo de derecha para cerrar con la pista abierta. Sinner, construyendo los puntos en busca de su paralelo de revés, manejando los tiempos para elevar su nivel. Admirable el descaro del ya bicampeón del torneo y ganador de cinco títulos del Grand Slam, con tan sólo 22 años. Resulta insólita la determinación para mantenerse fiel a sus principios tenísticos incluso en los momentos más delicados, presto a sacarse la dejada de su generosa chistera. Va siempre con todo. Y posee un arsenal. Nunca especula. Sabe lo que quiere y va en su busca sin detenerse en nada. Menos aún en los torneos donde escriben su propia historia los grandes jugadores

Pensábamos que Djokovic, Nadal y Federer habían llevado el juego a una dimensión inalcanzable, pero estamos en un tiempo nuevo, mejor, quizás no tanto estratégicamente pero sí en cuanto a intensidad y ritmo, ese frenesí sin descanso en el que son capaces de moverse estos dos jugadores.

Sinner también demostró su extraordinaria capacidad competitiva y será un oponente a la altura de Alcaraz. Ha de andarse con cuidado el jugador español, pues la arcilla ofrece posibilidades de rectificación que no conceden otras superficies. Seguro que lo hará, pues es cada día mejor y no cesa de crecer.

Sinner derrumba la prodigiosa resistencia de Djokovic y se enfrentará a Alcaraz en la final de Roland Garros

Actualizado Viernes, 6 junio 2025 - 22:32

Existe un ejercicio de imaginación que para algunos será interesante y para otros irrespetuoso: ¿Cuánto hubiera ganado Jannik Sinner y Carlos Alcaraz en la mejor época de Novak Djokovic, Rafa Nadal y Roger Federer? Quizá absolutamente nada, quizá hubieran estado a la altura, quizá hubieran dominado. Lo único que se puede hacer es debatir, con lo bueno y lo malo que tiene. Ese pasado ya es imposible y sólo queda el presente.

En él, los actuales número uno y dos del ranking ATP, dos chavales de 23 y 22 años, son rivales demasiado duros para el único en activo, Djokovic, con sus 38 años. Sigue siendo Djokovic y sigue golpeando, luchando, corriendo, resistiendo como siempre ha hecho Djokovic. Pero la edad pesa y los nuevos son muy buenos. Este viernes en semifinales de Roland Garros Sinner venció al ganador de 24 Grand Slam por 6-4, 7-5 y 7-6(3) en una muestra de su superioridad. Si en los dos enfrentamientos entre ambos del año pasado -semifinales de Australia y final de Masters 1000 de Shanghai- el italiano ganó sin conceder un sólo break, esta vez tampoco tembló pese al prodigioso aguante de Djokovic.

Desde que empezó el torneo, Sinner se ha declarado en una misión histórica por conseguir su primer Roland Garros, uno de los dos ‘grandes’ que le faltan, y sólo Carlos Alcaraz, su rival en la final de este domingo, parece capaz de detenerle. Más allá de no haber concedido ningún set de los 18 que ha disputado, el italiano está más fuerte que nunca, se ha adaptado a la tierra batida y está liberado después de cumplir su mínima sanción por dopaje. Si el año pasado en semifinales ante el español ya llegó a plantarse a un set del triunfo, esta vez será todavía más peligroso.

La evolución de Sinner

Ha cambiado él y su juego ha cambiado. Si antes, incluso en el último Masters 1000 de Roma, insistía en arcilla en mantenerse sobre la línea y golpear siempre al ataque, ahora es capaz de dar un paso atrás para sostener los intercambios largos. Sigue siendo el tenista agresivo que siempre será, pero ha descubierto la variable defensiva que le faltaba. Ante Djokovic lo demostró como nunca y, de hecho, fue quien más puntos ganó cuando se intercambiaron nueve golpes o más.

Lindsey WassonAP

Su victoria se cimentó en su temple ante un rival espléndido. Djokovic, animal competitivo, estaba decidido a dejarse la vida en la pista y regaló acciones geniales. Esta vez no le funcionó la táctica que hundió a Alexander Zverev, las continuas dejadas de revés, pero peleó, peleó y peleó. En el segundo set incluso consiguió lo que casi nadie había conseguido en esta edición.

Desde su primer partido ante Arthur Rinderknech, Sinner no había concedido ningún break y ante Djokovic no tuvo más remedio. El italiano, por fin en peligro. Moderado, muy moderado, pero peligro al fin y al cabo. Para desgracia de Djokovic, en el juego posterior hubo otro break y la duda se resolvió rápido. Después el ganador de 24 Grand Slam pidió en dos ocasiones la atención del fisioterapeuta del torneo, se dolió de su muslo izquierdo y su triunfo ya parecía imposible. Pero pese a ello, pese a todo, igualmente siguió luchando hasta el final contra el presente, contra el tiempo. En el tercer set llegó a tener tres bolas de set y llevó a Sinner hasta el límite del tie-break.

Djokovic nunca muere: tortura a Zverev y va a por Sinner en semifinales de Roland Garros

Actualizado Jueves, 5 junio 2025 - 00:02

Novak Djokovic ha visto como todos sus coetáneos se retiraban, ha asistido a sus despedidas, les ha aplaudido e incluso les ha añorado, pero lo que nunca hará es seguir sus pasos. Rafa Nadal, Roger Federer, Andy Murray o Juan Martín del Potro tendrán que esperar eternamente para poder jugar con él un partidillo de leyendas. A sus 38 años, después de ganar 24 Grand Slam, Djokovic todavía es capaz de coger al actual número tres del tenis mundial, Alexander Zverev, zarandearlo, marearlo, desorientarlo, desesperarlo y al final de ese viaje, por supuesto, eliminarlo.

Después de vencer este miércoles por 4-6, 6-3, 6-2 y 6-4, el serbio volverá a jugar las semifinales de Roland Garros y lo hará ante Jannik Sinner, un número uno que tenía seis añitos cuando levantó su primer título grande. La longevidad de Djokovic sólo se entiende por la unión de su compromiso consigo mismo, un físico elástico y una mentalidad rígida.

Porque el tenista más laureado de todos los tiempos tenía que perder el partido ante Zverev y no lo hizo. Como tantas, tantísimas otras veces en su carrera, Djokovic se entendió en desventaja y buscó la manera de sobreponerse. En los primeros puntos, el alemán volaba, dominaba con su derecha, ni se inmutaba con su saque, todo estaba a su favor. Pero si tiene que cambiar, Djokovic cambia. Lo lleva haciendo toda la vida.

THIBAUD MORITZAFP

De repente, a mediados del segundo set, el serbio se convirtió en un especialista en las dejadas como nunca se había visto otro. Para cortar el ritmo a su adversario, ‘Nole’ insistió con ese golpe de revés, una vez, y otra vez, y otra vez. Y le funcionó. Hasta 35 veces lo hizo, casi siempre con éxito. Al principio, Zverev ni se inmutaba, confiado en seguir imponiendo su juego en el fondo. Pero más tarde se fue frustrando en la red hasta desfallecer. Después de un break en contra en el tercer set, el alemán lanzó un quejido a su equipo que sonó a derrota. En el cuarto set lo siguió intentando, hubo un intercambio delicioso de 41 golpes, pero Djokovic ya tenía un pie por delante.

Adiós al fantasma de la retirada

El 24 veces campeón llegó a París con la opción abierta de que este fuera su último Roland Garros y pase lo que pase ante Sinner se marchará con la idea de que puede ganar otro Grand Slam, especialmente otro Wimbledon. Su gira de tierra batida había sido un desastre, eliminado en su debut en los Masters 1000 de Montecarlo y Madrid, pero despidió a Andy Murray como su entrenador, venció en el modesto ATP 250 de Ginebra y todo cambió. "Ahora ganas porque tienes un entrenador de verdad", le soltó Murray en el homenaje a Nadal y era broma, sí, pero quizá no del todo.

Hasta el primer set este miércoles, Djokovic no había perdido ningún set en sus cuatro partidos anteriores en París y siempre había sido muy superior a sus rivales. Mackenzie McDonald, Corentin Moutet, Filip Misolic y Cameron Norrie fueron quienes le ayudaron a coger ritmo para su demostración ante Zverev. El serbio es eterno, no se va a retirar nunca.

Djokovic vence en primera ronda y lidera una revuelta en la central de Roland Garros: “Fermer le toit!”

Actualizado Martes, 27 mayo 2025 - 17:17

Hubo algo de revolución francesa en un cántico: "Fermer le toit!". En la Philippe Chatrier, la pista central de Roland Garros, este martes al mediodía caía una lluvia ligera, hacía bastante frío y molestaba el viento. Los jugadores, Novak Djokovic y Mackenzie McDonald, no podían ni lanzar la pelota al aire para sacar y los aficionados se abrigaban con todo lo que habían traído en busca de confort. Todos los presentes estaban a disgusto. ¿Todos? No. En el palco, se repartían unas mantas blancas muy gruesas y las autoridades parecían cómodas. Entonces empezó a sonar la revuelta. "Fermer le toit! Fermer le toit!", pedía el público, es decir, "¡Cerrad el techo!".

El juez de silla, Damien Dumusois, y los responsables de la organización del torneo hacían oídos sordos, pero entonces fue Djokovic quien alzó la voz. Y a él sí había que escucharle. En su estreno en París, el serbio se quejó a Dumusois de las dificultades para jugar al tenis y el árbitro requirió a sus superiores. En la pista central empezaron a aparecer responsables, entre ellos, Remy Azemar, el jefe de los jueces de la Federación Francesa de Tenis y en un principio aguantaron sin techo.

Thibault CamusAP

Roland Garros es un torneo al aire libre y las normas indican que para que se juegue ‘indoor’ las condiciones deben ser considerablemente adversas. Sólo si la lluvia impide el juego se puede autorizar el despliegue de la cubierta de la pista. Con 3-2 en el primer set en el marcador, Djokovic insistió e insistió para que le hicieran caso, pero no hubo manera. Volvieron las protestas, "Fermer le toit!" e igualmente la organización se mantuvo en su postura de mantener el cielo a la vista. Sólo minutos después, cuando la lluvia aumentó un poco más, Azemar autorizó el cierre y 12 minutos después la Philippe Chatrier ya tenía su tejado.

Para entonces, eso sí, el partido ya estaba decidido. La polémica despistó a McDonald que justo después del parón cedió por primera vez su servicio, perdió el primer set y se vio condenado a remontar ante Djokovic. Una misión imposible. El estadounidense, un jugador salido de su circuito universitario, carecía de golpes que pudieran intimidar al ganador de 24 Grand Slam y lo que consiguió fue a base de lucha y dejadas, muchas dejadas. Al final, Djokovic ganó por 6-3, 6-3 y 6-3 y se enfrentará el jueves en segunda ronda al vencedor del duelo entre Corentin Moutet y Clément Tabur. Entonces, seguramente, no volverá a haber revolución francesa.

Alcaraz-Draper, en cuartos de Roma: un partido con aroma de clásico

Alcaraz-Draper, en cuartos de Roma: un partido con aroma de clásico

Son sólo cinco las ocasiones en que han medido sus raquetas desde que Carlos Alcaraz se impuso en la primera ronda de Basilea en el otoño de 2022, pero el cruce que hoy se repetirá en los cuartos de final del Masters 1000 de Roma ya está en camino de convertirse en un clásico de los tiempos modernos.

Jack Draper, adversario este miércoles (no antes de las 15.00 h., Movistar) del español, llega al encuentro después de consolidar con la final sobre la arcilla de Madrid el rendimiento que le permitió hacerse en Indian Wells con su primer Masters 1000, dejando atrás a Alcaraz en las semifinales.

«Es uno de los mejores del mundo, como demuestran sus resultados. Tendré que hacerlo mejor que entonces», comentó el murciano tras imponerse a Karen Khachanov por 6-3, 3-6 y 7-5 en dos horas y media de un partido donde volvió a mostrarse irregular, como ya sucediera el domingo ante Laslo Djere. También Draper sufrió para deshacerse de Corentin Moutet: 1-6, 6- y 6-3.

Se enfrentan esta tarde los dos primeros clasificados en la Race, que sólo computa los resultados del año en curso. El británico, segundo, es el tenista que más ha progresado en el circuito. Zurdo, de físico rotundo, gran sacador y con un revés poderoso y fluido, afina con el drive y en las aproximaciones a la red.

«Sé el tenis que me hará», dijo respecto al primero de los cruces ante Alcaraz sobre arcilla. El ganador de cuatro títulos del Grand Slam, reciente campeón en Montecarlo, domina la serie por 3-2, habiendo cedido también ante Draper el último verano sobre la hierba de Queens, en octavos de final. Superó al de Sutton a comienzos de temporada en octavos del Abierto de Australia y en 2023 en Indian Wells, partidos ambos que su adversario no pudo completar por lesión.

Ausente en Roma tras sendas derrotas de entrada en Montecarlo y Madrid, Novak Djokovic anunció ayer el final de su vinculación profesional con Andy Murray, a quien contrató como entrenador en noviembre.

«Gracias, entrenador Andy, por todo el duro trabajo, la diversión y el apoyo dentro y fuera de la pista a lo largo de estos seis meses. Disfruté profundizando en nuestra amistad», escribió el ganador de 24 títulos del Grand Slam en redes sociales.