La primera jornada de entrenamientos apenas permitió extraer conclusiones en Suzuka, por culpa de una ligera lluvia que truncó por completo los planes. Las difíciles condiciones del asfalto, ni seco ni mojado, impidieron el normal desarrollo de la FP2, con la mayoría de pilotos esperando dentro de los coches y sin pisar la pista. Durante la primera sesión, Max Verstappen había marcado el mejor tiempo (1:30.056), con 18 centésimas de ventaja sobre Sergio Pérez y 21 ante Carlos Sainz.
Fernando Alonso ni siquiera rodó durante la sesión vespertina, aunque por la mañana sí pudo completar 19 vueltas, para acabar séptimo, a 54 centésimas de la cabeza. Habrá que esperar al sábado, según el plan establecido por Aston Martin, para examinar al AMR24, que estrena mejoras aerodinámicas en el suelo y los pontones. El objetivo de la escudería de Silverstone pasa por aumentar la carga aerodinámica y controlar la degradación de los neumáticos, aunque de momento las mejoras no han permitido el lucimiento de Lance Stroll, decimoquinto clasificado en la matinal, a dos segundos de la cabeza.
El GP de Japón, tradicionalmente emplazado a comienzos de octubre, ha cambiado por primera vez su ubicación en el calendario. Y los caprichos de la primavera se han llevado por delante las previsiones de los equipos, que renunciaron a rodar para evitar riesgos, convencidos de que el resto del fin de semana se disputará sobre asfalto seco. De momento, las pocas certezas apuntan al dominio de Red Bull y la progresión de Ferrari.
El accidente de Sargeant
Dispuesto a olvidar su abandono de Australia por culpa de una avería en los frenos, Verstappen dominó la tabla de tiempos, aunque Sainz y Charles Leclerc mostraron un esperanzador ritmo en las tandas largas. durante los 10 últimos minutos de la FP1. Las estrategias del domingo apuntan a dos paradas, por lo que el rendimiento de los neumáticos duros se antoja esencial.
El otro foco de atención del viernes fue el feo accidente de Logan Sargeant contra las barreas de la Curva Dunlop. El estadounidense, que hace dos semanas ni siquiera pudo tomar la salida en Albert Park, perdió el control a la salida de las famosas S, pisó la hierba y terminó impactando con violencia contra las barreras. La bandera roja dejó con muy mala cara a los mecánicos de Williams, que no cuentan con un chasis de repuesto en Sukuza, dado que Sargeant tuvo que ceder el suyo a su compañero Alex Albon.
El último protagonista de la jornada fue Ayumu Iwasa, piloto de la Academia Red Bull, que tomó el relevo de Daniel Ricciardo al volante del RB durante la mañana. El japonés, de 22 años, acabó decimosexto, por detrás de Stroll y con 17 centésimas de margen sobre el Alpine de Pierre Gasly.
Una encargada de la FIA se acercó para disuadirle, pero él no atendió a razones. Nadie iba a privarle esta vez del abrazo con sus mecánicos. Ni la fatiga tras 58 vueltas, ni las molestias en el abdomen por su reciente operación de apendicitis. Carlos Sainz se lanzó ayer a celebrarlo a lo grande con sus allegados, los que nunca le fallan. Rebecca Donaldson, su novia, Carlos padre y su primo, que ejerce de representante, lo disfrutaron como nunca en Albert Park. La tercera victoria con Ferrari fue la más salvaje, la más reivindicativa.
Unos minutos más tarde de descorchar el champán en el podio, bajo los compases del himno español, Sainz se permitía una broma que iba muy en serio. "Sigo sin trabajo para el año que viene, así que supongo que esto ayudará. Pero esto también va por mí, para saber que cuando dispongo de un coche ganador, puedo hacerlo. Lo logré el año pasado en Singapur y aquí, incluso lejos de mi plenitud física, también". A su derecha, Charles Leclerc sonreía por el primer doblete de Ferrari en Australia en casi dos décadas. Cuando le preguntaron si no se valora lo suficiente a su compañero, el monegasco respondió diciendo que todos conocen la valía de Carlos. "Él no lo dice, pero estoy seguro de que muchos directores de equipo han contactado con él".
Por supuesto que Sainz ha iniciado conversaciones para resolver su futuro. Ofertas no le faltan, porque sus condiciones son demasiado valiosas como para pasar desapercibidas. Ayer mismo volvió a dejar constancia de ellas desde la segunda vuelta, cuando adelantó sin miramientos a Max Verstappen. Desde que asumió el mando de la carrera, hizo acopio de toda su fuerza física y mental. En los siete giros que rodó con los mismos neumáticos y estrategia que Leclerc, aventajó a su máximo rival en 186 milésimas de promedio. Una vez instalado en el liderato mantuvo la concentración, con un ritmo de crucero asombrosamente constante. No se trataba simplemente de aprovechar el abandono de Mad Max, víctima de una avería en los frenos.
"Confiado y dominador"
De hecho, todo pareció siempre bajo control para Sainz durante sus tres tandas. Arrancó con los neumáticos medios antes de pasar por boxes en las vueltas 16 y 41 para montar los duros en ambas ocasiones. Su minuciosa gestión de los neumáticos frustró cualquier sorpresa. Un año después de sus terribles problemas de degradación, Ferrari parece haber encontrado la fórmula para cuidar las gomas Pirelli. Si sirve de muestra, el ritmo de carrera del SF24 (1:21.458) fue el mejor de la parrilla, 93 milésimas más rápido que McLaren, 54 centésimas por delante de Red Bull y nueve décimas respecto a Mercedes.
La velocidad de Sainz quedó patente en el primer y último sector, donde aventajó a Sergio Pérez en tres y cinco décimas, respectivamente. Un dato alentador para los ingenieros de Maranello. "Lo que ha sucedido este fin de semana demuestra que nunca hay que rendirse. Es una victoria que sabe a gloria, porque me sentí siempre confiado y dominador, como a mí me gusta", zanjó el español. Para alivio de su familia, ayer no hubo que sufrir hasta el último suspiro, como el año pasado en Marina Bay o hace dos en Silverstone.
Hoy, con los mismos triunfos que Leclerc desde que comparten garaje, el nivel de Carlos como piloto nada tiene que envidiar al de otros ídolos del paddock. Especialmente porque su vulnerabilidad de los sábados parece asunto del pasado. De momento, tras las dos sesiones clasificatorias que disputó (Bahrein y Australia) ya maneja 75 milésimas de ventaja ante Charles. Asimismo, el madrileño cuenta con una ventaja simbólica frente a quien ahí dentro llaman Il Predestinato. Porque ha sido él, precisamente, quien ha roto las dos mejores rachas de Verstappen, autor de nueve victorias consecutivas.
Sainz, al volante del SF24, el domingo en Albert Park.AFP
Curiosamente, al igual que el pasado Mundial, el éxito de Sainz coincide con la llegada a Suzuka, una cita esperada con máxima expectación, dadas las dificultades que plantea a nivel aerodinámico. Hace sólo seis meses, Verstappen se resarció de su debacle en Singapur con una devastadora exhibición en Japón, resuelta con 19 segundos de margen ante Lando Norris. El trazado nipón se antoja el mejor banco de pruebas para evaluar las actualizaciones de Ferrari. Frédéric Vasseur, team principal, deberá incidir en lo apuntado en Melbourne, donde el formidable paso por curva del SF24 no fue incompatible con el rendimiento en las rectas. De hecho, pese a montar unos alerones más cargados pensando en el último sector, Sainz alcanzó una máxima de 327 km/h, bastante cercana a la de Pérez (332 km/h).
Por tanto, razones no faltaban ayer para el festejo de Ferrari, que brindó por su primer doblete desde el GP de Bahrein de 2022. Desde el arranque en Sakhir, la Scuderia se ha confirmado como el principal candidato para desestabilizar a Red Bull. Todo encaja, al menos por el momento. Los ingenieros entienden cada semana mejor su monoplaza, los estrategas ejecutan el plan con pulcritud y los mecánicos cumplen en los pit-stops. En Australia, McLaren quiso revertir la jerarquía antes de toparse con la realidad. Mientras, Mercedes navegó en tierra de nadie.
Ayer, Sainz fue elegido mejor piloto del domingo, con el 38% de los votos. El segundo reconocimiento popular tras su podio de Bahrein. A 11 puntos de Verstappen en el Mundial, con una carrera menos, Carlos puede presumir de otro hito en Ferrari, donde ya ha igualado a cuatro campeones como Juan Manuel Fangio, Mike Hawthorn, Phil Hill y Jody Scheckter, que también ganaron tres grandes premios vestidos de rojo.
El brutal impacto contra las barreras de la curva 6 había dejado al Mercedes casi en vertical, pero George Russell aún tenía fuerzas para implorar una bandera roja. "Estoy en mitad de la pista, por Dios", exclamaba el británico por la radio. En ese preciso momento, Fernando Alonso empujaba su renqueante Aston Martin hacia la meta de Albert Park. Nada más soltar el volante, lo primero que hizo en el pit-lane fue examinar el pedal del acelerador. Sin embargo, ese contratiempo no iba a disuadir a los comisarios, que de inmediato convocaron al asturiano para aclarar lo sucedido.
"Tuve varios problemas durante las últimas 15 vueltas en la batería y en la entrega de potencia", admitió el bicampeón mundial. Según había admitido a sus ingenieros, tenía tan atascado el pedal del acelerador que hubo de pisarlo a fondo para alcanzar en sexto lugar la bandera a cuadros.
Ese contratiempo iba a comprometer su pilotaje durante el tramo final ante Russell, a bordo de un monoplaza más competitivo. "Iba sufriendo un poco, pero no me puedo centrar en los coches que vienen por detrás. Cuando vi el coche de Russell me preocupé bastante", añadió en los micrófonos de DAZN.
La estrategia de Alonso quedó patente a travé de las cámaras on board , donde se vio con claridad cómo cargaba sus baterías antes de la recta para exprimirlas cuando Russell afilase los cuchillos en las cuatro zonas de DRS. Sin embargo, para saber con exactitud si cometió alguna ilegalidad, los comisarios deberán examinar con detalle las telemetrías.
Por su parte, Russell ofreció también su versión de los hechos, sin querer entrar en acusaciones hasta no analizar todos los datos. "Desaceleró de repente y volvió a acelerar. No me lo esperaba, me pilló por sorpresa. Eso fue culpa mía, pero también es interesante que nos hayan llamado a declarar. Estoy intrigado por ver qué tienen que decir los comisarios", comentó en los micrófonos de Sky F1.
Durante la última carrera del pasado Mundial, Lewis Hamilton ya se quejó de un brake test de Alonso camino de la curva 5 de Yas Marina. Entonces, la FIA anotó el incidente, pero ni siquiera abrió una investigación.
La lealtad debida a Aston Martin, el equipo que le impulsó ocho veces al podio en 2023, le hace guardar las formas ante los micrófonos, pero Fernando Alonso no ceja en su empeño de buscar nuevos horizontes. El jueves, el asturiano señaló a la escudería de Silverstone como primera opción de futuro, aunque su prioridad real siga siendo un equipo con el que acercarse a las victorias a partir de 2025. Así lo ha venido contando en privado Fernando durante las últimas semanas.
Con 21 temporadas de experiencia en la F1, Alonso pretende evitar cualquier paso en falso antes del verano. "No quiero precipitarme", adelantó durante su comparecencia ante los medios en Melbourne. "No dictarán mi destino", añadió, con una asertividad poco habitual en el paddock. Desde luego que Lawrence Stroll, propietario de Aston Martin, sigue empeñado en ampliar el contrato de su estrella, pero Alonso no va a hacer oídos sordos a los dos destinos más apetecibles. El problema para Fernando es que Red Bull y Mercedes, cada uno con sus argumentos, tampoco van a perder la razón por un piloto que el próximo 29 de julio cumplirá 43 años. De hecho, ambas escuderías, absolutas dominadoras durante la última década de Era Híbrida, cuentan con poderosos motivos para desestimar su fichaje.
El caso más evidente es el de las Flechas de Plata, con quienes Alonso mantiene una relación fluida, espoleada por Toto Wolff, su team principal. No obstante, el gigante alemán sigue muy dolido por aquella multa de 100 millones de dólares a propósito del Spygate y por la sentencia donde se la declaraba culpable de espionaje a Ferrari. Mercedes (y no McLaren) tuvo que abonar 100 millones de multa a la FIA por culpa de los dichosos correos electrónicos de Alonso y Pedro de la Rosa con información confidencial. Desde la sede central en Stuttgart, con el poderoso CEO Ola Kallenius al frente, aún no han podido olvidarse de aquel funesto episodio.
"GP2 engine!"
El desembarco en Red Bull, por su parte, también se oscurece para Alonso por distintas razones. En primer lugar porque, pese a la estruendosa crisis de las últimas semanas, los vigentes campeones aún mantienen en nómina a Max Verstappen. Esa mera continuidad ya hace inviable el fichaje, dado que nadie querría exponer a Mad Max a una feroz batalla ante el ovetense.
Pero si su asiento quedase libre, Alonso aún encontraría por delante un escollo llamado Honda, cuyo simple recuerdo ya le hace torcer el gesto. El aciago trienio 2015-2017, cuando los japoneses nunca supieron desarrollar un motor competitivo para McLaren, se saldó con apenas 123 puntos en 60 carreras y 825 posiciones de penalización. No sólo los aficionados recuerdan el lamento del español en Suzuka 2015. Tampoco los directivos de la marca nipona han olvidado aquel "GP2 engine!".
Honda apurará en 2025 su último año con Red Bull antes de embarcarse en una nueva alianza en solitario con Aston Martin. Por tanto, el hipotético desembarco de Alonso en el box energético debería contar también con el visto bueno de Koji Watanabe. Aunque nunca se pueda hablar de veto en sentido estricto, la opinión del jefe supremo de Honda Racing Corporation (HRC) dificultaría aún más la operación.
400 carreras en Las Vegas
La suma de estos factores pone de manifiesto una evidencia: el círculo de acción, cada día, se reduce un poco más para Alonso. Su amada Ferrari optó hace dos meses por Lewis Hamilton como compañero de Charles Leclerc. Y el resto de posibilidades, incluido el aterrizaje de Audi en 2026, se antojan menos ilusionantes que Aston Martin. Ahora mismo, la retirada representa la última opción para Fernando. Pero que sea la última no la convierte, desde luego, en descartable.
Por supuesto, Alonso aún se siente con fuerzas para seguir mejorando, pelear por los triunfos y llegar, en loor de multitudes, al GP de Madrid 2026. Un adiós en la capital representaría el epílogo perfecto. De momento, si nada se tuerce, el bicampeón se convertirá el próximo noviembre, durante el GP de Las Vegas, en el primer piloto de la historia con 400 grandes premios de F1 en su palmarés. Ahora queda por resolver si seguirá engordando esas cifras de leyenda a partir de 2025.
Las diferencias entre Fernando Alonso y Lance Stroll se concretaron en Jeddah de un modo sutil, pero también evidente. Fueron un par de centímetros los que separaron a los pilotos de Aston Martin. Un distancia, casi inapreciable, entre el toque del canadiense contra el muro de la curva 22 y el "pequeño beso" del bicampeón a las protecciones de la curva 9. El error que desencadenó el abandono de Stroll en la quinta vuelta frente a la apuradísima (y afortunada) rectificación de Alonso cuando restaban 12 giros para la bandera a cuadros.
"Todo está bien", tranquilizó Alonso a sus ingenieros a través de la radio. El roce conra el muro no había causado daños al AMR24, así que podría aguantar el ritmo hasta la bandera a cuadros. Sostener ese ligero margen sobre George Russell, que no daba tregua con su Mercedes. No era precisamente una situación para disfrutar, pero Alonso supo sostenerla del mejor modo. "Quería mantener a George a más de un segundo y fueron vueltas de mucha exigencia mental. No quería que cogiera el DRS, porque entraría en ese juego de no hacer vueltas óptimas. Ahí tienes que utilizar varias veces la batería para que no te adelante y se pierde mucho tiempo".
Nada más bajar del coche, como de costumbre, todo se había ordenado ya en su cabeza. "Ha sido una carrera exigente y estresante, tanto física como mentalmente", adelantó, antes de un análisis más pormenorizado. Según el propio Alonso, su puesto más plausible en meta habría sido el noveno. Sin embargo, se alinearon varias circunstancias favorables. En primer lugar, la baja de Carlos Sainz, recién operado de apendicitis. Después, la decisión de Lewis Hamilton y Lando Norris de no parar tras el safety car, dividiendo la estrategia de Mercedes y Ferrari. "Nos aprovechamos bien de ello", se felicitó Fernando. No fue un sábado de euforia, pero sí había razones para cierto optimismo.
«Volvemos al sitio que merecemos»
La visita vespertina de José Mourinho al garaje verde concitó las primeras sonrisas. Hubo algún codazo en el paddock en torno al ex entrenador de la Roma, aunque no tantos como junto a Anthony Joshua, que apenas unas horas antes había llevado al delirio al Kingdom Arena con un KO en el segundo asalto. La carrera se presentaba cuesta arriba, pero se cerró con 10 suculentos puntos para la tropa de Mike Krack.
Porque no conviene olvidar que Aston Martin, al igual que en la última cita de 2023, sigue siendo el quinto equipo de la parrilla. Y de poco sirven, de momento, sus alentadoras tandas de clasificación de los entrenamientos. "A una vuelta conseguimos calentar los neumáticos y tenerlos listos para clasificación, pero luego volvemos al sitio que merecemos. Un poco por detrás de McLaren y Mercedes. Quizás Ferrari y Red Bull sí están un paso por delante y eso será lo que más nos cueste alcanzar", ratificó el doble ganador de las 24 Horas de Le Mans.
"Haremos todo lo contrario"
Según los cálculos de Alonso, el AMR24 necesita "tres o cuatro décimas" por vuelta para poder codearse con los de arriba. No ya para cuestionar la jerarquía de Max Verstappen, pero sí para luchar por los podios frente a Sergio Pérez, Charles Leclerc y Sainz. Esos ajustes aerodinámicos, más desarrollados que los traídos al Corniche Circuit, con los que abordar el salto cualitativo. Dentro de dos semanas se esperan más evoluciones en Melbourne.
Y un poco más adelante, Suzuka puede marcar una tendencia definitiva. El exigente trazado japonés jamás perdona a los indecisos. «En 2023 no pusimos una pieza nueva hasta el GP de Canadá. Ahora haremos todo lo contrario. El coche es bueno, pero representa solamente una base, así que lo cambiaremos a lo largo de todo el Mundial", finalizó Alonso.
Fue una tarde turbulenta en el paddock y una noche tranquila en la pista. Un sábado más en la oficina para Red Bull, cuya desquiciada trastienda está regalando a la F1 la emoción que falta sobre el asfalto. La reunión entre Oliver Mintzlaff, alto ejecutivo, y Helmut Marko, reputado asesor, acabó en fumata blanca. Hubo tregua, al menos de cara a la galería, antes de festejar el doblete de Max Verstappen y Sergio Pérez en el Corniche Circuit. Los logros de Charles Leclerc, en el tercer escalón del podio a 18 segundos de la cabeza y con una postrera vuelta rápida (1.31.632), también pueden darse por buenos en Ferrari.
Cualquier podio se antoja un tesoro ante Verstappen. Son nueve triunfos consecutivos ya para él, 19 en las 20 últimas carreras. Son nueve temporadas seguidas con victoria. Son 100 podios para un campeón a bordo de este RB20 inabordable. La enésima genialidad aerodinámica de Adrian Newey ha convertido el Mundial 2024 en un mero trámite.
En este arranque de Mundial, no hay mucho margen para Fernando Alonso, quinto en la meta tras un desaforado esfuerzo. A 10 giros para el final, el asturiano advirtió a sus ingenieros por radio: "Dadme la cuenta atrás de las vueltas, porque estoy en modo de qualy". Tenía que mantenerse entre George Russell y Oscar Piastri, al volante de un McLaren con más prestaciones. Así lo hizo, con la suficiencia de siempre, como mucho antes había navegado durante tantos minutos para mantener la séptima plaza. El AMR24 sigue mostrando mucho más rendimiento a una vuelta que durante la carrera. Un quinto puesto con el quinto coche de la parrilla en las tandas largas supone un mérito incuestionable.
De inicio, el asturiano quiso defender su territorio ante los McLaren, hasta que Piastri dejó patente su velocidad con un fantástico adelantamiento. Verstappen hizo lo propio desde la pole, alejando de su radar a Leclerc en un par de vueltas. Desmoralizado, el monegasco ni opuso resistencia ante Pérez. El doblete de Red Bull era un hecho.
La pifia de Stroll
Tampoco debía dudar nadie del safety car, omnipresente aquí en las tres ediciones previas. Fue Lance Stroll quien lo convocó, con un absurdo error contra el muro interior de la curva 22, cuando rodaba solo. Otra vez la misma historia para el canadiense, que ya había cometido uno muy similar el jueves. Los favoritos, salvo Lando Norris y Lewis Hamilton, aprovecharon para efectuar una parada gratis.
Con tanto tráfico en el pit-lane, lo normal es que se reprodujeran escenas de peligro. Alonso casi se estrella con Pérez, a quien liberaron en mal momento, por lo que recibió cinco segundos de sanción. Leclerc también se vio ralentizado por el exceso de tráfico y Norris se dio el gusto del liderato, al menos un par de giros. Cuando Verstappen asomó por primera vez la nariz, el británico no opuso la menor resistencia. A partir de entonces, Mad Max encadenó vueltas rápidas con una frecuencia aterradora.
Desde el garaje de Ferrari, el renqueante Carlos Sainz seguía con atención la carrera de Oliver Bearman, elegido piloto del día con el 48% de los votos. Desde el inicio, con los neumáticos blandos, el novato cumplió con su cometido, hasta cruzar séptimo la bandera. Hubiese sido injusto pedir más a un novato de 18 años, sobrado de actitud para completar un bonito adelantamiento a Yuki Tsunoda y otro, más sencillo, a Nico Hulkenberg. Muchas más responsabilidades recaían sobre Leclerc, que dejó frito al lastimero Hamilton, sin velocidad en el W15.
"¿Alguna opción de Plan B?"
Tenía punta el Ferrari en las rectas y el monegasco podía rodar con regularidad en 1:33 bajos. Se confirmaba como la segunda fuerza de la parrilla, con varios pasos por delante de McLaren y Mercedes. Y muchos más respecto a Aston Martin, como sostenía el propio Alonso. "¿Alguna opción de Plan B? Porque ellos están en otra liga", preguntó el asturiano, incrustado en la séptima plaza, entre Piastri y Russell, durante la mayor parte de la noche. Pisar esa tierra de nadie es el sino del asturiano.
Una semana después del triste espectáculo en Sakhir, los gerifaltes de la F1 pudieron presumir ante sus patrocinadores de una carrera, si no emocionante, sí al menos entretenida. Un mal menor, entre tanta tierra quemada. No faltó la la doble sanción de 10 segundos a Kevin Magnussen, primero por causar una colisión con Alex Albon y poco después por ganar ventaja fuera de pista para adelantar a Tsunoda. Tampoco hubo que reprochar nada a Hamilton, cuyo último relevo con los blandos fue defendido con demasiados bandazos de Norris en la recta de meta.
Aún restaba un cuarto de hora para el final de la tercera sesión libre cuando un mensaje de Aston Martin dejó a más de uno boquiabierto en Sakhir. "Eres P1, una décima más rápido que Max Verstappen", informaron por radio a Fernando Alonso. "Sí, recibido. Otro paso más y mejor conectado con el coche. Se siente bien", respondió el bicampeón mundial. Un par de minutos más tarde, Carlos Sainz multiplicaría las esperanzas españolas con el mejor tiempo del viernes (1:30.824).
El piloto de Ferrari acababa de arañar a Verstappen una décima en el segundo sector y dos más en el último, sacando el máximo provecho a sus neumáticos de clasificación. La evidencia de que el SF24 puede, al menos, discutir también la hegemonía de Red Bull en las curvas lentas.
Por supuesto, el equipo de Christian Horner se mantiene como principal favorito para la pole. De hecho, Mad Max y Sergio Pérez fueron los únicos de la parrilla que se dieron el lujo de probar el neumático C1, el más duro de la gama, mientras el resto rodaba con el C3.
El top-10, en medio segundo
A última hora del jueves, Charles Leclerc había advertido que la gran pregunta era saber cuál es la ventaja real del RB20, porque daba por hecha una terrible igualdad entre Mercedes, Ferrari, Aston Martin y McLaren. Estas exiguas diferencias en cuanto prestaciones se plasmaron de nuevo, con el top10 agrupado en medio segundo.
Alonso, por su parte, cedió tan sólo 141 milésimas ante Sainz, después de que ambos completaran 18 vueltas, dos menos que Lewis Hamilton y Kevin Magnussen. El buen feeling del asturiano con el AMR24 El heptacampeón había sido el primero en salir a pista, por lo que debió hacer frente a unas condiciones del asfalto menos propicias. En cambio, George Russell sí pudo confirmar la inercia positiva de Mercedes y extrajo rendimiento inmediato de sus gomas (1:31.190).
Las condiciones del trazado mejoraban a cada minuto, pero ni Verstappen ni Pérez, que finalmente también apostaron por la goma blanda, pudieron desbancar ya a los líderes. Aunque si algún equipo puede lamentarse de sus prestaciones, ese es Alpine. En su peor actuación conjunta del fin de semana, Pierre Gasly y Esteban Ocon se deslizaron, respectivamente, hasta el último y antepenúltimo lugar de la tabla.
A mitad de la tarde, unos mensajes anónimos llenaron de estupor a la Fórmula 1 en Bahrein. El asunto de esos correos electrónicos, enviados a un centenar de destinatarios -altos cargos de la FIA, directores de equipo, periodistas acreditados...- rezaba lo siguiente: "A raíz de la reciente investigación en torno a Red Bull le interesará ver el material adjunto". Estos documentos contenían el enlace a un archivo de Google Drive y mostraban presuntas conversaciones entre Christian Horner y la empleada de Red Bull que le acusa de un presunto abuso sexual. Tan turbia se volvió la situación que Horner, tras evitar a la prensa por la mañana, tuvo que emitir un comunicado.
"No haré comentarios sobre especulaciones anónimas, pero reitero que siempre he negado las acusaciones", subrayó el team principal de Red Bull. Las citadas conversaciones de Whatsapp y fotografías habían llegado también a Jos Verstappen, el padre del tricampeón mundial. El hospitality del mejor equipo del Mundial se convirtió, en cuestión de minutos, en un hervidero. A falta de confirmar la veracidad de los documentos, lo cierto es que Horner se ve cada día más acorralado. De poco parece servir ahora la investigación interna que lo exculpaba. Porque el miércoles, cuando Red Bull quiso echar tierra sobre el asunto, ni siquiera dio a conocer un detalle sobre las acusaciones o las pruebas presentadas por la víctima.
A Horner se le esperaba con impaciencia a primera hora, pero no se presentó a la cita. Asedidado por la presión mediática, quiso limitarse a su labor en el muro durante la doble sesión de entrenamientos, dejando plantada a la prensa, que sólo reclamaba respuestas. O mejor, alguna explicación pormenorizada de su presunto abuso sexual contra una subordinada. El vacío de Horner fue ocupado por Toto Wolff, su gran rival en Mercedes, muy categórico a la hora de denunciar que la F1 "necesita más transparencia" en situaciones como esta.
"No se puede mirar entre bambalinas"
El escándalo que ha infectado el paddock durante las últimas semanas permitió a Wolff despacharse a gusto. En compañía de Zak Brown, Fred Vasseur y Laurent Mekies, sus homólogos en McLaren, Ferrari y Visa Cash App RB, el austriaco se acomodó en el asiento para apuntar mejor su disparo. "Mi opinión personal es que realmente no se puede mirar entre bambalinas", lanzó el team principal de las Flechas de Plata. Se refería, claro, al modo en que Red Bull había dado carpetazo al asunto.
A juicio del gigante de los refrescos energéticos, su procedimiento contra Horner fue "justo, riguroso e imparcial". Y al manejar "información privada de las partes y de terceros" mantendrá silencio "por respeto a todos los implicados". Incluida Geri Halliwell, esposa de Horner y ex miembro de las Spice Girls. Sin mencionar a otros personajes públicos con una influencia aún más decisiva. Porque la mancha sobre Horner amenaza con extenderse por las moquetas de Red Bull, escenario de numerosas batallas intestinas.
Todo se precipitó con la muerte de Dietrich Mateschitz a finales de 2022. Aun sin responsabilidad ejecutiva, el fundador de la marca ejercía como reconocida figura de consenso. Por decirlo de otro modo, un mediador entre la división británica, comandada por Horner desde la fábrica de Fórmula 1 en Milton Keynes, y la rama dirigida por Oliver Mintzlaff, enfocada en el resto de áreas del negocio.
Alianza estratégica
El arrollador éxito de Horner, con seis títulos de constructores en la F1 más otros siete de pilotos para Sebastian Vettel y Max Verstappen, habría provocado recelos en la facción austriaca. No sólo por su poder casi omnímodo en Red Bull Racing, sino por las competencias adquiridas en Powertrains, la marca de motores con la que también quiso hacer frente a Mercedes y Ferrari. Sin olvidar su aventura en la fabricación de coches de calle, con el RB17, diseñado por Adrian Newey como mascarón de proa.
Esta misma semana, una de las voces más críticas con Horner ha sido la de Jim Farley, director ejecutivo de Ford, quien se ha quejado públicamente a través de un carta. Farley se antoja una pieza esencial, dado que liderará el suministro de motores a Red Bull a partir de 2026. Por lo tanto este escándalo compromete una alianza estratégica para la escudería que dominó de modo tiránico los tres últimos campeonatos.
Verstappen, en el garaje de Red Bull en Bahrein.EFE
Tras dos décadas bajo los focos del Gran Circo, Horner sabe de sobra cómo manejarse en una situación tan delicada. Y va a hacer lo posible para descubrir de dónde proceden las más escabrosas filtraciones. Desde que el diario De Telegraaf destapó el caso, Red Bull ha intentado ofrecer una imagen de normalidad. Como cada año, el team principal llevó la voz cantante durante la presentación del RB20 y durante la rueda de prensa de la FIA previa a los test. Además, las fabulosas prestaciones sobre la pista de la última genialidad de Newey ayudaron a destensar el ambiente.
Conviene subrayar también que Horner no fue apartado de su puesto en ningún momento. Tras negar las acusaciones, reiteró que dentro del garaje su trabajo sigue "como siempre". Si esta "distracción", como él mismo la ha definido, se cierra definitivamente, el horizonte se despejará para Verstappen. Pero si la víctima ejerce su derecho y apela la decisión, Red Bull podría afrontar más peligros de los que Ferrari o Mercedes le han presentado en la pista.
Fue un mohín de reojo, quizá un simple acto reflejo, pero Toto Wolff quiso mostrar al mundo que este año Mercedes pretende ofrecer, de verdad, batalla. Nada más cerrar Lewis Hamilton una de sus vueltas, el jefe de las Flechas de Plata se giró ante las cámaras, a medio camino entre el enigma y la comedia. Era su modo de festejar el doblete de Mercedes durante la segunda sesión de entrenamientos en Sakhir. Una tarde plagada de alicientes en Sakhir, con Fernando Alonso y Carlos Sainz en las posiciones de privilegio.
Hamilton comandó la tabla (1:30.374) con dos décimas de ventaja ante George Russell y 28 centésimas sobre el líder de Aston Martin (1:30.660). Una advertencia sobre las intenciones de Mercedes, la velocidad de Alonso y las ganas de Sainz. Tras una matinal donde ningún favorito se atrevió con las gomas blandas, la sesión vespertina satisfizo a los paladares más exigentes.
Mientras Max Verstappen seguía lamentándose por las molestias en la conducción al engranar las marchas y Sergio Pérez se perdía en la intrascendencia, Mercedes pudo al fin presentar en sociedad a su W15. Alonso, el último de los elegidos en pulir su tiempo, mantuvo una notable solidez en las tandas. De hecho, pudo cerrar una de sus postreras simulaciones con tres cronos casi clavados en 1:36.8.
Los cálculos de Marko
Sainz, mientras tanto, puso sobre el tapete su plan de acción, mostrando las bazas de Ferrari. Charles Leclerc, por su parte, se vio obstaculizado en uno de sus intentos por Lance Stroll. Según los últimos cálculos de Helmut Marko, Red Bull mantiene tres décimas de ventaja, aunque con este panorama tan apretado, cualquier podría sumarse a la fiesta. Incluido McLaren.
Porque Oscar Piastri acabó quinto, con récord en el segundo sector (38.6), precisamente donde Verstappen había evidenciado su jerarquía durante los test. La escudería de Woking pretende dar continuidad a la segunda mitad del Mundial 2023, cuando se alzó como el segundo equipo de la parrilla, gracias a su poderío en los trazados de alta velocidad.
La decisión de Allison
Para ello deberá superar su pésima racha en Sakhir -donde ni siquiera ha sumado un punto en las dos últimas ediciones- y los problemas de fiabilidad que le abocaron al segundo peor registro de vueltas durante la pretemporada, sólo por delante de Williams. Lando Norris, que venía apuntado maneras, terminó último en la tabla, con problemas de bottoming.
Los Mercedes, que habían escondido bajo la manga sus mejores cartas durante los test, marcharon esta vez sobre raíles. La primera muestra de que el W15 es algo más que un coche con una preciosa estampa. Y de que James Allison, el director técnico, acertó al fin al arrojar al cubo de la basura los diseños de 2022.