Soberbio podio de Carlos Sainz en Suzuka, con Fernando Alonso firme en defensa

Soberbio podio de Carlos Sainz en Suzuka, con Fernando Alonso firme en defensa

Sobre el sagrado asfalto de Suzuka, Red Bull no tiene rival. Se sabía de antemano y se rubricó con el doblete de Max Verstappen y Sergio Pérez, cuyo exasperante dominio dejaba una sola vacante en el podio. A ese tercer escalón se encaramó Carlos Sainz, que no ha bajado del top-3 en sus tres primeras carreras del año. Ferrari hizo todo lo que tenía en la mano para animar una carrera más bien anodina, dominada por las estrategias, donde Mad Max tampoco iba a dejar escapar el bonus de la vuelta rápida (1:33.706).

El cuarto puesto de Charles Leclerc, elegido piloto del día, representa otra fantástica noticia en Maranello. Desde su octavo puesto en la parrilla, el monegasco optimizó el rendimiento de su SF-24, con una sabia gestión de los neumáticos. Igual que Sainz, siempre puntual a la hora de sacar los tiempos, siempre preciso para evitar los riesgos. Fernando Alonso, su mentor en la Fórmula 1, puede sentirse orgulloso. El pilotaje de Carlos reúne buena parte de sus virtudes. Y eso es mucho decir, porque la actuación de Alonso en Suzuka tuvo de nuevo el genuino sabor de la heroica. Sólo él puede quedar sexto con un Aston Martin más lento que ocho rivales.

La acción quedó en suspenso durante casi media hora por culpa de un accidente en la primera vuelta, camino de The Esses. Daniel Ricciardo, que había partido undécimo con los medios, intentaba adelantar a Lance Stroll cuando sufrió la embestida de Alex Albon, demasiado intenso con los blandos. Los operarios repararon las protecciones con la proverbial diligencia nipona y la FIA ordenó otra salida en parado.

El ritmo de Norris

Se presentaba la primera oportunidad para una nueva estrategia con los neumáticos. Red Bull y McLaren no cambiaron nada, pero Mercedes iba a apostar por el duro. Sainz prefirió un medio nuevo, mientras Alonso siguió con el mismo blando. En la parrilla, el asturiano había mostrado una honestidad sencillamente desarmante. Las simulaciones de Aston Martin le condenaban al noveno puesto, justo por delante de su compañero, que partía decimosexto. De modo que lo más prudente sería no forzar cuando le apretaran Oscar Piastri o Leclerc, que ya había ganado la posición a Lewis Hamilton.

Hubo cierta tranquilidad en la resalida, pese al bloqueo de George Russell y el toque entre los Alpine en la curva 1. Casi de inmediato, Pérez perdió el DRS frente a Verstappen, el único que rodaba con regularidad en 1:37. En la undécima vuelta, Lando Norris renunció a las gomas medias que tan mal gestionaba su McLaren, lo que dio la primera opción a Sainz. Justo por detrás, Alonso aguantaba con los blandos, taponando a Piastri.

Todo se animó a partir de la decimoquinta vuelta, cuando pararon Pérez (2,1 segundos) y Sainz (2,3). Un giro más tarde, cumplió con el pit-stop Verstappen, justo a tiempo para salir por delante de Russell. No se iba a librar Red Bull del undercut de Norris al mexicano, gracias al frenético ritmo del MCL38 con los duros. Para desgracia de McLaren, su rendimiento caería pronto en picado por culpa de la degradación.

Quien mejor gestionaba los neumáticos era Leclerc, líder provisional gracias a una apabullante consistencia. Hasta el ecuador de la prueba empujó el monegasco con sus medios. Cuando parecía que ya no aguantaba más, tras ensuciar su calzado en una pequeña excursión por la grava, aún se mantuvo por delante de Norris en el pit-lane. Sainz, por detrás, agradecería cualquier ayuda en su lucha por el podio frente a su viejo amigo en Woking. "¿Por qué me paráis tan pronto?", lamentó Lando, obligado a un último relevo con los duros de 26 vueltas.

Tras cumplir con su segundo pit-stop, Sainz montaba un calzado 10 vueltas más fresco Norris y 11 respecto a Leclerc. Sin embargo precisaba de una fotografía completa de la situación. Sus dudas fueron resueltas por radio y él cumpliría a rajatabla. Se deshizo del McLaren a final de recta antes de enfilar hacia Leclerc. Era momento de cederle paso, tal y como confirmó Xavi Marcos, ingeniero del monegasco. "No pierdas tiempo con Carlos porque estamos compitiendo frente a Norris". Por segundo fin de semana consecutivo, Il Predestinato cedió paso caballerosamente a su compañero.

Alonso, al volante del AMR24, el domingo en Suzuka.

Alonso, al volante del AMR24, el domingo en Suzuka.AP

La titánica lucha de Alonso, en inferioridad mecánica, se fraguó siempre ante Piastri. Mientras Stroll aullaba por la escasa punta de velocidad en las rectas, el abuelo de la parrilla agachaba la cabeza para completar una carrera sin fisuras. A sus 20 vueltas finales frente al McLaren hubo que añadir ese pícaro recurso de entregar el DRS al australiano para defenderse de Russell. El mismo truco que Sainz le había recetado en Singapur.

Parecía el momento de Mercedes, cuyo rendimiento sigue muy por debajo de lo esperado. Especialmente en manos del rezagado Hamilton. Russell, a quien Pérez había borrado del mapa con un fabuloso adelantamiento en 130R, sí pudo desembarazarse de Piastri en la penúltima vuelta. Alonso aún conservaba un segundo, margen suficiente para alcanzar la bandera a cuadros en sexta posición.

Sainz sigue la estela de Red Bull en un viernes pasado por agua en Suzuka

Sainz sigue la estela de Red Bull en un viernes pasado por agua en Suzuka

La primera jornada de entrenamientos apenas permitió extraer conclusiones en Suzuka, por culpa de una ligera lluvia que truncó por completo los planes. Las difíciles condiciones del asfalto, ni seco ni mojado, impidieron el normal desarrollo de la FP2, con la mayoría de pilotos esperando dentro de los coches y sin pisar la pista. Durante la primera sesión, Max Verstappen había marcado el mejor tiempo (1:30.056), con 18 centésimas de ventaja sobre Sergio Pérez y 21 ante Carlos Sainz.

Fernando Alonso ni siquiera rodó durante la sesión vespertina, aunque por la mañana sí pudo completar 19 vueltas, para acabar séptimo, a 54 centésimas de la cabeza. Habrá que esperar al sábado, según el plan establecido por Aston Martin, para examinar al AMR24, que estrena mejoras aerodinámicas en el suelo y los pontones. El objetivo de la escudería de Silverstone pasa por aumentar la carga aerodinámica y controlar la degradación de los neumáticos, aunque de momento las mejoras no han permitido el lucimiento de Lance Stroll, decimoquinto clasificado en la matinal, a dos segundos de la cabeza.

El GP de Japón, tradicionalmente emplazado a comienzos de octubre, ha cambiado por primera vez su ubicación en el calendario. Y los caprichos de la primavera se han llevado por delante las previsiones de los equipos, que renunciaron a rodar para evitar riesgos, convencidos de que el resto del fin de semana se disputará sobre asfalto seco. De momento, las pocas certezas apuntan al dominio de Red Bull y la progresión de Ferrari.

El accidente de Sargeant

Dispuesto a olvidar su abandono de Australia por culpa de una avería en los frenos, Verstappen dominó la tabla de tiempos, aunque Sainz y Charles Leclerc mostraron un esperanzador ritmo en las tandas largas. durante los 10 últimos minutos de la FP1. Las estrategias del domingo apuntan a dos paradas, por lo que el rendimiento de los neumáticos duros se antoja esencial.

El otro foco de atención del viernes fue el feo accidente de Logan Sargeant contra las barreas de la Curva Dunlop. El estadounidense, que hace dos semanas ni siquiera pudo tomar la salida en Albert Park, perdió el control a la salida de las famosas S, pisó la hierba y terminó impactando con violencia contra las barreras. La bandera roja dejó con muy mala cara a los mecánicos de Williams, que no cuentan con un chasis de repuesto en Sukuza, dado que Sargeant tuvo que ceder el suyo a su compañero Alex Albon.

El último protagonista de la jornada fue Ayumu Iwasa, piloto de la Academia Red Bull, que tomó el relevo de Daniel Ricciardo al volante del RB durante la mañana. El japonés, de 22 años, acabó decimosexto, por detrás de Stroll y con 17 centésimas de margen sobre el Alpine de Pierre Gasly.

Aplastante victoria de Carlos Sainz en Melbourne

Aplastante victoria de Carlos Sainz en Melbourne

Con las cicatrices de su abdomen aún frescas, mermado por una cirugía que le había dejado fuera de combate hace sólo dos semanas, Carlos Sainz dominó de forma aplastante en Albert Park, camino de su tercera victoria en la Fórmula 1. La más autoritaria, la más simbólica, la que ponía fin a la racha de nueve consecutivas de Max Verstappen, víctima de una avería en los frenos. Red Bull, por una vez, fue vulnerable y Charles Leclerc completó el doblete para Ferrari. El delirio rojo en Melbourne y la emoción de Sainz en la radio, casi a lágrima viva: "La vida es una montaña rusa".

Camino del champán, con la bandera española en la mano, Carlos aún se permitía las bromas con Leclerc y su amigo Lando Norris, que cerraba podio. Poco antes de cruzar la meta ya había ordenado a sus mecánicos que el monegasco se acercara para la celebración conjunta. Sobraba tiempo, porque un duro accidente de George Russell contra las barreras de la curva 6, había ralentizado la carrera en la última vuelta. De nada importaba tampoco que Leclerc le hubiese arrebatado el bonus de la vuelta rápida (1:19.813). Nadie podía discutir el protagonismo de Sainz, que controló a su antojo.

Rodando con singular regularidad en 1:21, el madrileño abrumó a la competencia durante sus dos relevos con el neumático duro. Ni siquiera concedió la duda a Ferrari, alejando del radar del DRS a Leclerc. Se hizo más fuerte cuando la debilidad le devoraba por dentro. Ahora puede parecer ventajista escribirlo, pero ni el propio Verstappen pareció en condiciones de aferrarse a su estela. Aunque no resulte equiparable, Sergio Pérez bastante tuvo con sujetar a Fernando Alonso, sexto en la meta.

La rotura de Hamilton

Todo lo que la Fórmula 1 llevaba meses esperando tomó forma en Albert Park. El aplastante dominio de Red Bull, convertido en soporífera monotonía, se hizo de pronto carbonilla. "Acabo de perder el coche. Ha sido realmente raro", adelantó por radio Verstappen tras un extraño en la curva 9. Por entonces, Sainz ya se lo había quitado de encima en la segunda vuelta, dejando constancia del brío de su Ferrari. Unos metros más adelante, un hilito de humo empezó a emanar del RB20. Los frenos de la rueda trasera derecha ardían en llamas. Justo en el mismo escenario, exactamente dos años después, el tricampeón del mundo mordía el polvo.

El vacío de Mad Max dejó patidifusos a los favoritos. Ferrari veía abrirse las puertas del cielo, McLaren calculaba sus opciones de podio y Red Bull depositaba sus opciones sobre los hombros de Pérez. Por si no sobrasen alicientes, Lewis Hamilton inflamó los ánimos en el séptimo giro con un madrugador paso por boxes. Dos vueltas más tarde, Oscar Piastri y Leclerc, en busca de un undercut ante Norris, cambiaron también sus gomas. El compuesto duro debía aguantar 25 vueltas, pero Sainz, con el medio seguía clavando los tiempos, sin que nadie le importunase.

Había interés en cómo gestionaría Ferrari el graining de sus gomas. Al volante de un monoplaza totalmente equilibrado, Sainz no mostraba ni un síntoma de debilidad. Incluso pudo levantar el pie para sostener su ventaja frente a Leclerc y los McLaren. Tras estirar al máximo los medios durante 16 vueltas, la primera parada se saldó saldada por los mecánicos rojos en 2,6 segundos. Un respiro.

Sainz, al volante del SF-24, el domingo en Albert Park.

Sainz, al volante del SF-24, el domingo en Albert Park.AFP

Por detrás, Alonso mostraba un ritmo de crucero más que notable con los duros, rodando casi a la par de Pérez y Norris. Aston Martin pretendía alargar la vida útil de los neumáticos, a la espera de cualquier eventualidad. Y por una vez, la fortuna se alió con el asturiano. El abandono de Hamilton, víctima de un fallo de motor a la salida de la curva 10, provocaba el virtual safety car. Un regalo del cielo para Alonso, que ganaba cinco posiciones.

Desde luego, las gomas amarillas obligaban a un ímprobo trabajo a Fernando, con unos cronos casi calcados a los de Lance Stroll. Quería negar los espacios a Pérez, pero el mexicano le arrebató la posición en la vuelta 27, con una sencilla maniobra a la llegada de la curva 9. De ahí hasta la meta se mantuvo a la defensiva frente a George Russell. Sobre un asfalto con cuatro zonas de DRS, con un rendimiento inferior al de Mercedes, Alonso parecía presa fácil para el británico. El acecho acabó de la peor manera. Con Russell contra el muro y con Alonso citado por los comisarios. Si consideran que su frenada fue verdaderamente errática, el domingo podría acabar peor de lo pensado en Melbourne.

Susto de Fernando Alonso para abrir boca en Melbourne

Susto de Fernando Alonso para abrir boca en Melbourne

Albert Park, un circuito de la vieja escuela, no dio tregua durante las dos primeras sesiones libres del GP de Australia. Charles Leclerc marcó el mejor tiempo (1:17.277) del viernes a 245,8 km/h, con 38 centésimas sobre Max Verstappen y 43 ante Carlos Sainz, de regreso tras su apendicitis. A primera hora, Lando Norris había encabezado la tabla con su McLaren (1:18.564), mientras Fernando Alonso sufría una espectacular salida de pista en la curva 10. La evidencia de que este trazado urbano, cada año más vertiginoso, supone un examen permanente para los pilotos.

Verstappen, por ejemplo, tuvo que regresar por la tarde al garaje tras apenas 21 vueltas y sin el balance de las tandas largas con el neumático medio. Una nota de incertidumbre en Red Bull, que aún no conoce el rendimiento y la degradación de los neumáticos ni la estrategia de carrera, entre una y dos paradas. Pirelli ha traído a Melbourne los tres compuestos más blandos de su catálogo, así que la única certeza es que los rojos quedan descartados.

El tricampeón mundial, con apenas una victoria tras siete carreras en suelo australiano, irá puliendo su RB20 según avance el fin de semana. Sin embargo, las cuatro zonas de DRS en Albert Park parecen encajar mejor con los puntos fuertes de sus rivales. Por ejemplo, los del AMR-24 de Alonso, un monoplaza capaz de acercarse a Red Bull y Ferrari a una vuelta.

"Cambiando el suelo"

El asturiano arrancó el viernes con algo nada habitual: un error en la enlazada de la 9 y 10. Tras la excursión por la grava en una zona de alta velocidad, Fernando supo, al menos, evitar los muros con una pericia asombrosa. "Estamos cambiando el suelo", confirmaron desde el box dirigido por Mike Krack, confiando en demorarse apenas un cuarto de hora. Alonso, incómodo con los reglajes de la suspensión trasera, decidió volver a la configuración anterior.

En ese punto de alta velocidad, George Russell y Valtteri Bottas también sufrieron sendos sustos. Mención especial para el finlandés, capaz de regresar al asfalto tras un estremecedor giro de 360º. Los problemas de Mercedes habían quedado claros desde el arranque de la sesión, cuando Lewis Hamilton ya se había quejado de un pedal de freno con demasiada holgura. En su pulso frente a McLaren, las Flechas de Plata parecen aún un paso por detrás.

L, el de la bandera roja provocada por Alex Albon. El británico perdió el control al pisar el bordillo de la curva 8. Por fortuna pudo alcanzar el centro médico por su propio pie y sin mayores contratiempos físicos, mientras los comisarios retiraban los múltiples desperfectos ocasionados. Los daños en la suspensión trasera del Williams no sólo le impidieron volver a pista en la segunda sesión, sino que comprometen severamente sus opciones para el resto del fin de semana.

Verstappen lidera el doblete de Red Bull y Alonso cumple con un quinto en Jeddah

Verstappen lidera el doblete de Red Bull y Alonso cumple con un quinto en Jeddah

Fue una tarde turbulenta en el paddock y una noche tranquila en la pista. Un sábado más en la oficina para Red Bull, cuya desquiciada trastienda está regalando a la F1 la emoción que falta sobre el asfalto. La reunión entre Oliver Mintzlaff, alto ejecutivo, y Helmut Marko, reputado asesor, acabó en fumata blanca. Hubo tregua, al menos de cara a la galería, antes de festejar el doblete de Max Verstappen y Sergio Pérez en el Corniche Circuit. Los logros de Charles Leclerc, en el tercer escalón del podio a 18 segundos de la cabeza y con una postrera vuelta rápida (1.31.632), también pueden darse por buenos en Ferrari.

Cualquier podio se antoja un tesoro ante Verstappen. Son nueve triunfos consecutivos ya para él, 19 en las 20 últimas carreras. Son nueve temporadas seguidas con victoria. Son 100 podios para un campeón a bordo de este RB20 inabordable. La enésima genialidad aerodinámica de Adrian Newey ha convertido el Mundial 2024 en un mero trámite.

En este arranque de Mundial, no hay mucho margen para Fernando Alonso, quinto en la meta tras un desaforado esfuerzo. A 10 giros para el final, el asturiano advirtió a sus ingenieros por radio: "Dadme la cuenta atrás de las vueltas, porque estoy en modo de qualy". Tenía que mantenerse entre George Russell y Oscar Piastri, al volante de un McLaren con más prestaciones. Así lo hizo, con la suficiencia de siempre, como mucho antes había navegado durante tantos minutos para mantener la séptima plaza. El AMR24 sigue mostrando mucho más rendimiento a una vuelta que durante la carrera. Un quinto puesto con el quinto coche de la parrilla en las tandas largas supone un mérito incuestionable.

De inicio, el asturiano quiso defender su territorio ante los McLaren, hasta que Piastri dejó patente su velocidad con un fantástico adelantamiento. Verstappen hizo lo propio desde la pole, alejando de su radar a Leclerc en un par de vueltas. Desmoralizado, el monegasco ni opuso resistencia ante Pérez. El doblete de Red Bull era un hecho.

La pifia de Stroll

Tampoco debía dudar nadie del safety car, omnipresente aquí en las tres ediciones previas. Fue Lance Stroll quien lo convocó, con un absurdo error contra el muro interior de la curva 22, cuando rodaba solo. Otra vez la misma historia para el canadiense, que ya había cometido uno muy similar el jueves. Los favoritos, salvo Lando Norris y Lewis Hamilton, aprovecharon para efectuar una parada gratis.

Con tanto tráfico en el pit-lane, lo normal es que se reprodujeran escenas de peligro. Alonso casi se estrella con Pérez, a quien liberaron en mal momento, por lo que recibió cinco segundos de sanción. Leclerc también se vio ralentizado por el exceso de tráfico y Norris se dio el gusto del liderato, al menos un par de giros. Cuando Verstappen asomó por primera vez la nariz, el británico no opuso la menor resistencia. A partir de entonces, Mad Max encadenó vueltas rápidas con una frecuencia aterradora.

Desde el garaje de Ferrari, el renqueante Carlos Sainz seguía con atención la carrera de Oliver Bearman, elegido piloto del día con el 48% de los votos. Desde el inicio, con los neumáticos blandos, el novato cumplió con su cometido, hasta cruzar séptimo la bandera. Hubiese sido injusto pedir más a un novato de 18 años, sobrado de actitud para completar un bonito adelantamiento a Yuki Tsunoda y otro, más sencillo, a Nico Hulkenberg. Muchas más responsabilidades recaían sobre Leclerc, que dejó frito al lastimero Hamilton, sin velocidad en el W15.

"¿Alguna opción de Plan B?"

Tenía punta el Ferrari en las rectas y el monegasco podía rodar con regularidad en 1:33 bajos. Se confirmaba como la segunda fuerza de la parrilla, con varios pasos por delante de McLaren y Mercedes. Y muchos más respecto a Aston Martin, como sostenía el propio Alonso. "¿Alguna opción de Plan B? Porque ellos están en otra liga", preguntó el asturiano, incrustado en la séptima plaza, entre Piastri y Russell, durante la mayor parte de la noche. Pisar esa tierra de nadie es el sino del asturiano.

Una semana después del triste espectáculo en Sakhir, los gerifaltes de la F1 pudieron presumir ante sus patrocinadores de una carrera, si no emocionante, sí al menos entretenida. Un mal menor, entre tanta tierra quemada. No faltó la la doble sanción de 10 segundos a Kevin Magnussen, primero por causar una colisión con Alex Albon y poco después por ganar ventaja fuera de pista para adelantar a Tsunoda. Tampoco hubo que reprochar nada a Hamilton, cuyo último relevo con los blandos fue defendido con demasiados bandazos de Norris en la recta de meta.

Verstappen siembra la desolación y Carlos Sainz vuela hacia el podio

Verstappen siembra la desolación y Carlos Sainz vuela hacia el podio

No hubo historia en el arranque del Mundial, porque Max Verstappen también impide a los rivales construir su relato. No da opción a la emboscada, ni al cuerpo a cuerpo en la trinchera, ni a la resistencia partisana. El dominio con el que Red Bull ha echado a rodar en 2024 resulta tan exagerado que la competencia ya husmea entre las migajas. Mad Max ganó con 22,4 segundos sobre Sergio Pérez, su compañero en Red Bull, el margen más amplio tras dos décadas en Bahrein. Y rubricó eso que en la F1 se llama Grand Chelem, el galardón que agrupa victoria, pole, vuelta rápida (1:32.608) y un liderato desde la salida hasta la meta. Entre el polvo del desierto, sólo una flor creció bajo las dunas. Una de color rojo, enarbolada por Carlos Sainz sobre tierra baldía.

El madrileño fue elegido por los aficionados como piloto del día con el 31% de los votos. En la meta, por supuesto, se le notaba exultante. Durante algún tramo de la carrera había soñado incluso con alcanzar a Pérez, pero la tercera plaza colmaba, sin duda, sus expectativas. Porque no se trataba simplemente del 19º podio de su vida, sino de un aldabonazo en el garaje de Ferrari.

Fernando Alonso, para qué negarlo, no tuvo ni la más mínima opción de hacer algo grande en Sakhir. Acabó noveno porque su coche no va mucho más allá, lo que debería poner en alerta a todo Aston Martin. Había partido desde la zona sucia y pronto descubrió que ni siquiera podría sujetar a los McLaren. En la tercera vuelta cedió paso a Lando Norris y un par de giros más tarde a Oscar Piastri. Con el morro de Lewis Hamilton tras su aletín, se sentía a merced, no sólo de un heptacampeón, sino casi de cualquiera.

"Más ritmo que los de delante"

Sainz, por contra, había enviado bien pronto un aviso para evitar malentendidos: "Tengo más ritmo que los de delante". Obviamente, hacía alusión a un Leclerc con los nervios destrozados, a quien no dudó en llevar al límite. En la corta distancia, tras una espectacular frenada en la curva 1, Sainz se apuntó el primer combate de lo que se antoja un Mundial agitadísimo en el box rojo.

No exageraba Carlos con sus predicciones, porque fue el único capaz de sostener por un rato el infernal ritmo de Verstappen. Pero quiso Ferrari que tras su primer pit-stop, en la vuelta 15, regresara al asfalto otra vez a la estela de Leclerc. Mientras el monegasco se quejaba de los frenos, su compañero era un disparo. A su vuelta rápida (1:35.507), de inmediato pulida por Verstappen, añadió una maravillosa maniobra frente a George Russell.

Para comprender la superioridad del campeón, el único que rodaba con regularidad en 1:35, quede también el dato de que sólo se demoró 20 minutos en doblar a Logan Sargeant. Superada la mitad de la prueba, su hueco ante Pérez se había ampliado a 15 segundos. Es decir, un promedio de cinco décimas por vuelta ante un rival con su mismo coche.

Bandera a cuadros para Sainz en Sakhir.

Bandera a cuadros para Sainz en Sakhir.AFP

Si había interés en comprobar cómo afectaría el frío a la degradación, las conclusiones resultaron bastante alentadoras para Ferrari. A Leclerc le avisaron de que sus Pirelli alargarían su vida más allá de lo esperado. Y Sainz, sobre un asfalto a tan sólo 22ºC, rodaba con constancia en 1:37. Además, Ferrari cumplió con creces con un segundo pit-stop, a 20 vueltas para la meta, en 2,2 segundos.

Stroll, desde el pozo

Red Bull tuvo que actuar de inmediato con Pérez, dado que su ventaja sobre Sainz no excedía de los dos segundos. El mexicano sabía que jugaba con ventaja y que contaba aún con una bola extra. Así quedó en evidencia durante su último relevo, cuando añadió otro segundo a su favor para alcanzar la meta con holgura.

Sin noticias de Russell, sin alardes de Norris, sin un solo coletazo de Leclerc, el espectáculo declinaba. Red Bull había sembrado la desolación y el resto bastante tenía con completar las 57 vueltas. Alonso, sin ir más lejos, tuvo que sujetarse a duras penas en el top-10. Nunca se sintió competitivo ante McLaren o Mercedes, por mencionar sólo a los adversarios más a su alcance. Y aún más preocupante fue cómo fue perdiendo terreno ante Lance Stroll, que se había desplomado al pozo tras un toque en la primera curva con Nico Hulkenberg. Por una vez, el canadiense no perdería la compostura, sino que fue adquiriendo, poco a poco, gran consistencia.

Fernando sólo había atraído la atención de las cámaras con un par de maniobras ante Guanyu Zhou. Pero su primer stint con los duros resultó muy preocupante. Y ni siquiera tuvo suerte en el casino, a la espera de un golpe de suerte en forma de safety car. Nada menos que 25 vueltas esperando nada. No obstante, nadamás renovar el calzado, su AMR24 ya parecía otro. Si Stroll pretendía cruzar la meta por delante, no sabía con quien iba a jugarse los cuartos. Alonso se quitó de encima a su compañero con una feroz maniobra. Su único desquite en un sábado, que como él mismo reconoció por la radio, se le hizo eterno.