Roglic, con 'foto finish', vence al precipitado Van Eetvelt en el primer e infernal asalto de montaña de la Vuelta

Roglic, con ‘foto finish’, vence al precipitado Van Eetvelt en el primer e infernal asalto de montaña de la Vuelta

El rugoso cemento abrasa en el callejón. Los gladiadores se retuercen para avanzar y mantener la verticalidad en una pared interminable de 3.000 metros. Los pulmones explotan, las venas se hinchan con el ácido láctico y la vista se nubla en una escalada agónica. Una ristra de corredores serpentea de manera descompensada, soportando un brutal castigo. El primer asalto de montaña de esta Vuelta es una ofrenda al dolor.

En ese tormento, algunos, como Primoz Roglic, encuentran instantes de placer. El esloveno vence en la cúspide de Pico Villuercas, un puerto con unas rampas infernales de hormigón que sella la primera criba de una ronda sin rey y con muchos príncipes. Liderato para el tres veces conquistador de la ronda, que bate a Lennert van Eeetvelt en el último suspiro. Resolución por foto finish en el primera cima. El belga, en la misma línea de llegada, se precipita en la celebración de la etapa, levanta el brazo derecho y es sorprendido por un golpe de riñones del veterano corredor del Red Bull-Bora. Jornada espléndida para Roglic, pero también para Enric Mas, muy sólido en toda la subida, y para Mikel Landa, que en un ascenso progresivo caza a los mejores y tiene el coraje de lanzar el sprint. Frustrante día para Richard Carapaz y Adam Yates, que ceden 1.30 minutos.

Después del tríptico portugués, el pelotón respira hondo en la salida de Plasencia para afrontar una jornada de 170 kilómetros fracturada con cuatro puertos. En el valle de Jerte, entre balcones de cerezos, el grupo se estira antes del ascenso a Cabezabellosa, cerca del imponente Mirador de la Memoria, persiguiendo a los fugados Bruno Armirail (Groupama), Sylvain Moniquet (Lotto), Filippo Zana (Jayco), Pablo Castrillo (Kern Pharma) y Mikel Bizkarra (Euskaltel).

El quinteto se entiende bien y aventaja en tres minutos al pelotón en el alto de Piornal, una cota de primera categoría fronteriza entre las cristalinas gargantas de Jerte y los campos de la Vera, con una larga sucesión de curvas. Tras el descenso, los fugados caminan rápido en dirección a Jaraíz de la Vera y Almaraz. El Red Bull-Bora de Primoz Roglic asume las labores de caza por terrenos de pimentón y tabaco, con el Visma de Sepp Kuss y UAE de Joao Almeida a la expectativa, dejándose llevar hasta el alto de Miravete, un tercera que sirve de aperitivo para el tormento de Pico Villuercas, la cima con la carretera más elevada de Cáceres, con una altitud de 1.600 metros. Un risco que preside la zona del Santuario de Guadalupe al que se accede por un estrecho sendero hormigonado que exprime a unos corredores agobiados por los insoportables 40º grados de la comarca cacereña. Traspaso permanente de hielo y bidones de agua entre gregarios y jefes de fila. Sufrimiento para Wout van Aert, que se rinde en las primeras estribaciones del coloso extremeño.

Máxima exigencia en un puerto largo (14,6 kilómetros), con una pendiente media de 6,2%, pero con una zona infernal de tres kilómetros con un firme irregular con rampas del 20%. Un obstáculo enorme para Pau Miquel, el sprinter del Kern Phama, que ayer cumplió 24 años, y para Luis Ángel Maté, el abuelo de la Vuelta (40 años), que estrenó el maillot de lunares de líder de la Montaña. Un muro que separa el trigo de la paja.

En las rampas más pronunciadas, tras la neutralización de los bravos Armirail y Castrillo, se fractura el grupo de favoritos con una aceleración de Pavel Sivakov. Luego salta Felix Gall y tras él Roglic, Mas y Van Eetvelt. Por detrás sufren Carlos Rodríguez y Carapaz, con Landa y Almeida dosificando esfuerzos. El vasco y el portugués consiguen alcanzar a los fugados en los metros finales y pugnan por una etapa que Van Eetvelt pierde por precipitación. Doble premio para Roglic, feliz en la fiesta del sufrimiento.

El 'ahora o nunca' de Carlos Rodríguez y de una lista interminable de candidatos en una Vuelta sin el tridente galáctico

El ‘ahora o nunca’ de Carlos Rodríguez y de una lista interminable de candidatos en una Vuelta sin el tridente galáctico

Centro del escaparate para los disciplinados y rincón para el díscolo, a quien la Vuelta esperaba como último reclamo. El UAE, el equipo al servicio de Tadej Pogacar, otorga protagonismo a los que arroparon sin escatimar esfuerzos al esloveno en la conquista de su tercer Tour. Premio para el portugués Joao Almeida, el británico Adam Yates, el francés Pavel Sivakov y el español Marc Soler. Suplencia para Juan Ayuso, a quien Javier Guillén ansiaba tener en la salida de hoy en Lisboa. Con las ausencias de los galácticos Pogacar, Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel, el chaval crecido en Jávea podría haber animado una ronda necesitada de desafíos de rango superior para atrapar a la audiencia. Infructuoso resultado para el máximo responsable de Unipublic.

En una Vuelta sin favorito indiscutible y la más abierta de las últimas décadas, los ojos de los aficionados españoles se fijan en Carlos Rodríguez (23 años), que dispone del respaldo de un fuerte bloque del Ineos. El escalador de Almuñécar es uno de los integrantes de la amplia nómina de candidatos al podio de Madrid del próximo 8 de septiembre. «Ahora o nunca» para el andaluz y para corredores como Mikel Landa, Enric Mas, Joao Almedia, Adam Yates, Richard Carapaz, Daniel Felipe Martínez, Geoghegan Hart o Ben O'Connor. Todos ellos desconocen las sensaciones que transmite la conquista de la Vuelta, un reto ya consumado por el estadounidense Sepp Kuss, que defiende título, y por el esloveno Primoz Roglic, que se ha propuesto alcanzar su cuarto triunfo en la general e igualar la plusmarca de Roberto Heras.

«Después del Tour me tomé varios días para recuperarme y después empecé a entrenar poco a poco para mantener mi forma. Creo que mi cuerpo ya se recuperó tras estar enfermo durante un tiempo. Esta es la primera vez que haré dos grandes rondas seguidas, así que será una nueva experiencia para mí. Quiero disfrutar de la carrera tanto como pueda. Tenemos un equipo fuerte. Arensman y yo lucharemos por el mejor resultado posible en la clasificación general y en las etapas. Ambos hemos entrenado y competido mucho juntos y eso nos ayudará a manejar las diferentes situaciones de carrera de la mejor forma posible», asegura Carlos Rodríguez, que esta temporada ganó la general del Tour de Romandía, fue segundo en el País Vasco y se anotó una etapa en el Criterium Dauphiné. Ahora quiere resarcirse de los discretos resultados conseguidos en el último Tour de Francia, en el que finalizó séptimo (en 2023 fue quinto y ganó una etapa).

El líder del Ineos dispondrá de numerosas oportunidades para lucirse en una ronda que mira hacia arriba, con ocho etapas de alta montaña y cinco de media montaña. La primera cita con las cumbres llegará el martes, tras el tríptico por tierras portuguesas, con una jornada que sale de Plasencia y que incluye el ascenso a los dos colosos extremeños: Piornal y Pico Villuercas. Luego la caravana viaja al sur, con dirección a Sevilla, para afrontar una ronda «sin transición y sin tregua», según los organizadores. Posteriormente llegarán los ascensos a Yunquera y a zonas de Sierra de Nevada, antes de un traslado al norte, donde esperan Ancares y Cuitu Negru (con rampas del 23% de desnivel).

La tercera semana incluye excursiones por Lagos de Covadonga, Moncalvillo y Picón Blanco. Este último puerto se antoja como juez de la carrera. Se asciende en la penúltima jornada, tras encadenar seis cimas por territorio cántabro y burgalés. El colofón de la prueba será una contrarreloj de 12 kilómetros entre la Ciudad de Telefónica y la sede histórica de esta compañía en la Gran Vía 28 de Madrid. La ceremonia de premios se celebrará en Cibeles.

Pogacar, respaldado por un excelente Juan Ayuso, doblega a Vingegaard en el Galibier y retoma el liderato del Tour

Pogacar, respaldado por un excelente Juan Ayuso, doblega a Vingegaard en el Galibier y retoma el liderato del Tour

El gigante de los Alpes encumbró al favorito y puso a prueba la capacidad de resistencia y sufrimiento de un orgulloso defensor del título. Tadej Pogacar derrotó a Jonas Vingegaard en las paredes nevadas del coloso Galibier en el primer desafío de alta montaña. Liderato para el esloveno, con una renta de 45 segundos sobre Remco Evenepoel y 50 sobre el danés. Una jornada espléndida para Juan Ayuso, que tras ejercer como gregario de Pogacar, tuvo el coraje de terminar tercero. Carlos Rodríguez y Primoz Roglic también entraron en el grupo de los mejores.

En la formidable cima alpina se volvió a escribir otra página gloriosa con un ejercicio tremendo de potencia de Pogacar y un emocionante descenso hasta Valloire, en el que sacó de punto a Vingegaard. La preparación del Tour del danés, tras la caída en el País Vasco, parece que se ha quedado corta.

Y es que el Galibier nunca defrauda. Desde la prehistoria de las máquinas de hierro, aglutina los relatos más épicos del ciclismo. En 1933 acogió la primera gran hazaña de esos escaladores con cuerpo de jilguero. Vicente Trueba, que presumía de recorrer Torrelavega y Madrid del tirón, estableció el primer gran récord de subida en el Tour de Francia: dos horas y 10 minutos en coronar la terrorífica cima alpina, 23 minutos menos que el mejor registro que ostentaba el francés Eugène Christophe.

"Donde las águilas no llegan''

El cántabro (1,57 metros y poco más de 50 kilos), corría sin equipo, sin asistencia mecánica y coronaba los puertos en primer lugar y en solitario. En las fotos siempre aparecía subiendo solo, por delante del pelotón. Fue el primer ganador del Premio de la Montaña y el pionero en escalar agarrado a la parte baja del manillar. Creó estilo. Henri Desgrange, el fundador de la ronda francesa, le bautizó como La pulga de Torrelavega. Al director y al público les apasionaba la manera salvaje de escalar del español nacido en el valle de Sierrapando.

Trueba fue un precursor al que le privaron de ganar el Tour. En la 10ª etapa de la edición de 1933, entre Digne y Niza, el cántabro se metió en una fuga de seis corredores que dejó a todo el pelotón descalificado por fuera del control. Pero Desgrange ordenó a los jueces que ampliaran el margen del retraso permitido, pasando del 8% al 10%, de esa manera rescataron a todos. En la clasificación general final, Trueba quedó sexto, los cinco primeros fueron corredores repescados. Lógico y entendible que siempre reclamara ese Tour.

Trueba, un peso pluma, volaba en las subidas y se hundía en los descensos. Carecía de la habilidad de Pogacar, que este martes se lució en la emblemática ascensión que determinó la resolución de la etapa. El esloveno retó a Vingegaard en un descomunal ataque a falta de 800 metros para la cima del Galibier y coronó primero, con una renta de ocho segundos, esa cúspide donde los ''hombres supieron elevarse a una altura donde las águilas no llegan'', según proclamó Desgrange.

Ayuso, Vingegaard y Pogacar, en la subida al Galibier.

Ayuso, Vingegaard y Pogacar, en la subida al Galibier.AP

La subida al Galibier (30 kilómetros de longitud) fue un ejercicio de desgaste. Después del paso por Lautaret, se abrieron las hostilidades. Tras neutralizar una fuga en la que se metieron Oier Lazkano, Van der Poel o García Pierna, Pogacar puso a trabajar a todos sus escuderos: Politt, Wellens, Soler, Sivakov y Almeida para estirar el pelotón y descolgar al líder Carapaz y a gente relevante como Bernal, Pidcock, Thomas, Enric Mas, Bardet o Simon Yates.

Carapaz, principal damnificado

A falta dos kilómetros ordenó a Juan Ayuso que asumiera el mando. El empuje del debutante español terminó por minar las energías de los enemigos de Pogacar. Cuando parecía que había quemado al equipo sin resultado, el esloveno saltó cerca de la pancarta de la Montaña y todos, excepto Vingegaard, se apartaron. En dos acelerones se desprendió del danés. A partir de ahí comenzó un nuevo festival, negociando con maestría las curvas en un descenso vertiginoso. Los ocho segundos en la cima se convirtieron en más de medio minuto en la meta.

El Galibier, una vez más, fue cuna de gestas y brutales desfallecimientos. El damnificado de hoy fue el líder Carapaz. Cedió cerca de cinco minutos y medio. Allí Vingegaard desnudó en 2022 a Pogacar con una sucesión de ataques coordinados del Visma; Contador firmó su ataque más desesperado en 2011, Pantani humilló a Ullrich en 1998. En su cima se lucieron Bartali, Coppi, Bahamontes, Charly Gaul, Merckx, Ocaña, Zoetemelk...Una subida sólo al alcance de los mejores.

Monsieur le Galibier nunca desilusiona.

Carlos Rodríguez, 'El ingeniero', pega el estirón y se corona en el Tour de Romandía

Carlos Rodríguez, ‘El ingeniero’, pega el estirón y se corona en el Tour de Romandía

El ingeniero pega el estirón. Carlos Rodríguez se estrenó este domingo como ganador de la clasificación general de una ronda de prestigio. A sus 23 años ha inscrito su nombre en el libro de oro del Tour de Romandía.

El granadino supo defender el liderato obtenido el sábado en la etapa reina de la ronda helvética. En la clausura de la prueba supo aguantar las acometidas de los enemigos en una etapa quebrada con cuatro puertos de tercera categoría, azotada por el frío y la lluvia. La jornada estuvo protagonizada por numerosos intentos de fuga. Los más activos fueron Cavagna, Guillaume Martin y Valgren.

El Ineos tuvo que emplearse a fondo para controlar al carrera. El momento más peligroso apareció a falta de 25 kilómetros, con un contragolpe de Juan Ayuso. Pero Carlos Rodríguez, bien protegido por Magnus Sheffield, neutralizó la situación. La jornada, con meta en Vernier, se resolvió con victoria al sprint de Dorian Godon. Segundo triunfo para el francés en esta edición.

En Vernier se coronó Carlos Rodríguez, un notable escalador y contrarrelojista. Alto, fuerte. Es un diésel con potencia. Muy regular en su rendimiento, sin la explosividad de Juan Ayuso, al que le arrebató el liderato de Romandía en la etapa reina del sábado. ''Es tranquilo, hace grupo y es muy maduro para su edad'', aseguran en el Ineos, escuadra que le contrató con sólo 19 años, tras permanecer dos temporadas en el Kometa de Alberto Contador.

El chaval de Almuñécar Rodríguez también es un buen estudiante. Desde niño le inculcaron que el deporte es algo pasajero y que debería formarse profesionalmente. Después de meditarlo durante algún tiempo se decidió por un grado de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, impartida en la Universidad de Málaga.

Carlos Rodríguez cerró en Romandía una brillante primavera, con una segunda plaza en la general y una etapa (memorable fuga con Juan Ayuso) en la Vuelta al País Vasco. La carrera suiza ha sido su último gran test antes de afrontar el Tour de Francia. En la última edición de la Grande Boucle terminó quinto y se impuso en la etapa de Morzine. Esta volverá a ser su gran apuesta para esta temporada. Si todo rueda como debería, será el jefe de filas de Ineos en la carrera que comenzará el próximo 29 de junio. Su objetivo es subir al podio de la cita que concluirá el 21 de julio en Niza.

El estandarte, junto a Juan Ayuso, de la nueva generación del ciclismo español, es una de las piezas más cotizadas del Ineos. El año pasado, el Movistar pujó fuerte por su contratación. A sus 23 años ya suma etapas en la Vuelta a Gran Bretaña (2023), País Vasco (2024 y 2023) y Tour del Porvenir (2021). Fue séptimo en la única Vuelta a España que ha disputado, la de 2002. Ha sido campeón de España en ruta (2022) y tercero en la modalidad de contrarreloj (2021).

Exhibiciones de Juan Ayuso y Carlos Rodríguez en la clausura de la Itzulia maldita

Exhibiciones de Juan Ayuso y Carlos Rodríguez en la clausura de la Itzulia maldita

Juan Ayuso, en otro ejercicio pletórico, se anotó la Itzulia maldita, la marcada por la colección de huesos fracturados, la saturación de visitas hospitalarias y la del estrés del servicio de ambulancias. El chaval del UAE rubricó una jornada espléndida para la nueva generación del ciclismo español. Carlos Rodríguez, su gran rival en categorías inferiores, se fugó con el corredor criado en Jávea y, con permiso de su compañero de escapada, ganó la última etapa y terminó segundo en la general.

Ayuso y Rodríguez inscribieron sus nombres en el libro de oro de la ronda vasca y, al menos provocaron, un momento de alegría para un ciclismo muy castigado en las últimas citas. Y es que esta edición de la Vuelta al País Vasco siempre será recordada por la acumulación de trampas que segaron las trayectorias de los representantes más granados del pelotón. El jueves, una curva maldita en el descenso del puerto de Olaeta provocó una espeluznante caída en la que Vingegaard se destrozó una clavícula, varias costillas y sufrió un neumotórax que pone en peligro su participación en el Tour de Francia. Remco Evenepoel se retiró por una lesión de clavícula; Primoz Roglic, por erosiones en una pierna; Jay Vine, por fractura de vértebras cervicales. El viernes se cayó Mikel Landa por rotura de clavícula derecha y de dos costillas, y en los prolegómenos de la carrera abandonó Tom Pidcock.(este domingo participará en la París-Roubaix). Un doloroso parte médico que hace reflexionar sobre las medidas de seguridad y los excesos de unos corredores presionados por directores y patrocinadores.
No todo vale para la captación de audiencias y premios. La prudencia y el sentido común son un grado. Eso lo sabe bien Juan Ayuso, que en las últimas dos jornadas arriesgó lo mínimo para apostarlo todo en la última jornada de una Vuelta al País Vasco, con salida y llegada a Eibar. Una clausura salpicada con seis cotas que hacían complicadísimo el control de la carrera por parte del Lidl, el equipo del líder, el danés Mattias Skjelmose, que tomó la etapa con sólo dos segundos de ventaja sobre el germano Maximilian Schachmann y cuatro sobre Ayuso. Todos en un puño.

El UAE movió la carrera con inteligencia, lanzando por delante a Marc Soler y a Igor Arrieta, que se colaron entre varios grupos que precedieron al pelotón principal. La etapa llegó a su punto culminante a falta de 29 kilómetros para la meta, cuando Carlos Rodríguez aceleró y tras él saltó Ayuso para descolgar a Skjelmose. El joven español (21 años) era líder virtual en el último tramo, en el que contó con la excelente ayuda de Soler. A falta de 16 kilómetros, el chaval del UAE volvió a dar un impulso extra y sólo Carlos Rodríguez pudo aguantar su ofensiva. Festival de la nueva savia del ciclismo español.

Ayuso y Rodríguez colaboraron en el último ascenso, Urkaregi, para abrir hueco. Una sincronía de esfuerzos que proporcionó los frutos deseados. Ambos, que se presentaron solos en la meta, pactaron el reparto del botín: Etapa para el del Ineos y general para el del UAE. Rodríguez, que agradeció a Ayuso que no peleara por el triunfo parcial, tuvo el premio extra del segundo puesto en la general, por sólo un segundo aventajó a Skjelmose.

Esta victoria es el mejor resultado de la temporada de Carlos Rodríguez. Para Ayuso es la continuación de una campaña espléndida, con triunfos en Faun-Ardeche Classic y en la Tirreno-Adriático (una etapa y segundo clasificado) y podios en Trofeo Laigueglia y Faun Drome Classic.