El Movistar abre mercado en Eritrea y contrata al exótico Tesfatsion

El Movistar abre mercado en Eritrea y contrata al exótico Tesfatsion

Telefónica abre mercado en el continente americano. Después de extender su marca por Colombia, Ecuador, Costa Rica, Brasil, Portugal o Estados Unidos, ahora tiende sus redes en Eritrea. El Movistar ha contratado por dos temporadas al ciclista Natnael Tesfatsion, nacido hace 25 años en Asmara. Un toque exótico para una plantilla que lleva varios cursos buscando un golpe de efecto para recuperar la notoriedad de antaño.

Tesfatsion es prácticamente desconocido para el gran público, pero cuenta con buen cartel en el pelotón. Lleva dos años como profesional de élite, integrante del equipo Lidl-Trek, compañero, entre otros, de los españoles Carlos Verona y Juanpe López y de los italianos Jonathan Milan y Giulio Ciccone. Tesfatsion se desenvuelve bien en la media montaña y atesora una aceptable punta de velocidad. Es campeón nacional de Eritrea en la prueba en ruta. Este año fue segundo la Cadel Evans Road Race. En 2022 ganó el Tour de Ruanda, precisamente en el este país se disputará el Mundial de 2025.

En el Movistar confían en la progresión de un ciclista al que llevaban siguiendo hace tiempo. Es una de las figura de su país, en el que sobresalen Biniam Girmay (ganador de etapas en el Tour de Francia y en el Giro de Italia), con el que comparte lugar de nacimiento, y Amanuel Ghebreigzabhier, tres veces campeón de contrarreloj de Eritrea y compañero suyo en el Lidl-Trek.

«Tuve la oportunidad de conocer mejor al equipo este año en Australia durante el Tour Down Under y me dejaron muy buena impresión», explica Tesfatsion, que terminó en el puesto 53ºen el Mundial de ruta de Zúrich y suma dos años de experiencia en World Tour.

Con su fichaje, el Movistar y su estructura Abarca Sports ya han tenido corredores de 31 nacionalidades distintas. Esta es la primera incorporación africana para la escuadra de Eusebio Unzué, que se aproxima a los 45 años de historia.

«El Movista es un equipo fuerte, con un gran ambiente. Tengo ganas de aportar mi esfuerzo y seguir mejorando. Me considero un ciclista con potencia para subidas cortas y con una buena punta de velocidad, y quiero seguir explotando esas cualidades. Ojalá el año que viene pueda lograr mi primera victoria en el World Tour y pueda devolver la confianza que Movistar Team está depositando en mí con buenos resultados», afirma en unas declaraciones facilitadas por el grupo español.

El eritreo destacó en su etapa como sub 23 en las filas del Qhubeka, el primer equipo importante de África. En 2021 pasó al conjunto italiano del Androni (gran plataforma de lanzamiento para escuadras del primer nivel). El pasado año fue segundo en la clásica de Geelong y tercero (tras Alaphilippe y Carapaz) en una etapa del Critérium Dauphiné.

Tesfatsion no es el primer ciclista negro que corre en un equipo español. El pionero fue Hamado Pafadnam, nacido en 1974 en Burkina Faso, que en 2002 fichó por el equipo amateur del Cafés Baqué. Participó en el calendario ciclista vasco-navarro y destacó en el Tour de su país.

Los africanos, al margen de Girmay, han tenido presencias testimoniales en las grandes rondas. El primero que participó en el Tour fue el tunecino Ali Neffatti, en la edición de 1913. En la década de los 50 destacó el argelino Abdel Kader Zaaf. En las últimas temporadas, los corredores de raza negra más relevantes han sido el eritreo Daniel Teklehaimanot, primer corredor en debutar en la Vuelta a España, en 2012, y líder provisional de la Montaña del Tour de 2015, y el francés Kevin Reza, tercero en el campeonato de ruta de Francia de 2014.

Girmay firma un 'hat trick' en el Tour y sus triunfos pasan de anécdota a rutina

Girmay firma un ‘hat trick’ en el Tour y sus triunfos pasan de anécdota a rutina

...Y de pronto, en medio de la monotonía, a 12 kms, de la meta, cuando el pelotón aún no se había desperezado para preparar el sprint, Lutsenko hizo el "afilador" en una mediana. Arrastrados por él, bastantes hombres dieron con sus huesos en tierra. Notoriamente Roglic, que, a su pesar, va forjándose una desdichada leyenda de ciclista maltratado por la cara amarga de la casualidad.

Con el hombro derecho enrojecido, con toda esa zona, espalda, costado, dañada, llegó, en compañía de sus "coéquipiers", y con el rostro impasible de la resignación suprema, a casi dos minutos y medio de Biniam Girmay, quien, con su tercera victoria, daba buena cuenta de toda la nómina de velocistas. No estaba entre ellos Jakobsen, que había abandonado. También, enfermo, Pello Bilbao.

Tras la tempestad entre la realeza y la alta nobleza del Tour en la undécima etapa, llegó la calma en la duodécima, otra de más de 200 kms. (204), entre Aurillac y Villeneuve Sur-Lot. Uno de los dos días de reposo activo antes de los Pirineos, un par de etapas tremendas el sábado y el domingo, sobre todo el domingo, con cuatro puertos de primera y uno de categoría especial.

Antes de la caída de Roglic, en la que también se vieron envueltos Van der Poel y, entre los nuestros, García Pierna, no ocurrió casi nada. Previamente a ese percance y al sprint, sólo hubo que registrar el movimiento inicial y único de la escapada de Valentin Madouas y Quentin Pacher (Groupama), Anthony Turgis (Total Energies) y Jonas Abrahamsen (Uno-X Mibility). No se sabe muy bien qué pretendían los tres primeros en una etapa destinada al sprint final. Pacher y Turgis, quizás, su primera victoria profesional.

Por su parte, Abrahamsen, el corredor que hasta el momento ha acumulado más kilómetros en fuga, ha ido haciendo durante toda la carrera: puntuar en los puertos de tercera y cuarta. Es casi grotesco ver encabezar la montaña (de momento) a un corredor corpulento, macizo, de caderas anchas, culón. Pero está aprovechando muy bien las "tachuelas" para hacerse ver y adquirir un protagonismo legítimo.

La escapada, de la que acabó descolgándose Turgis después de la última cota, expiró a 41,7 kms. de la meta. Llegó a disponer brevemente de una máxima ventaja de 3:40. Pero nunca tuvo oportunidad alguna de llegar a buen puerto.

Aunque amodorrado, el pelotón iba rápido. Pero en las etapas predominantemente llanas, con carreteras anchas de buen piso, con tiempo agradable, sin viento en contra y con estas bicicletas tecnológicamente avanzadísimas, ir, digamos, a 45 por hora no tiene mayor dificultad. Son velocidades que se alcanzan por pura inercia.

El grupo principal se desperezó a siete kilómetros de la llegada. Afrontó los últimos y rectos metros con los sprinters rasgando a máxima potencia el aire. Girmay emergió de entre ellos, y otra vez de entre sus propias dudas de los últimos meses, para certificar una victoria clara de piel oscura. Tan clara como la clase de Roglic. Tan oscura como su suerte.