El día más duro en la carrera de Ana Peleteiro: “He visto la otra cara de la moneda”

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 23:58

Hacía mucho tiempo que Ana Peleteiro no se presentaba así ante los medios de comunicación: cabreada, silenciosa, frágil. Después de su sexto puesto en el triple salto de los Juegos de París, en las entrañas del Stade de France ya de medianoche, la saltadora era otra. "Estoy triste, hoy he visto la otra cara de la moneda", comentaba sin ningunas ganas de hablar.

Desde que cayó a la arena en su último intento, su rostro lo decía todo. Tanto que en lugar de acercarse a su entrenador, Iván Pedroso, para valorar el salto, se fue a buscar directamente a su marido, Benjamin Compaoré, para recibir consuelo. Compaoré, ex saltador, la abrazó mientras Peleteiro digería lo ocurrido y luego hicieron lo propio uno por uno sus amigos.

Siempre dijo Peleteiro que lo único malo de su bronce en los Juegos de Tokio 2020 fue la ausencia de público, la imposibilidad de celebrar el éxito con todos a los que quiere, y por eso este sábado en las gradas del estadio parisino no faltaba nadie. Frente al foso del triple salto, ninguna saltadora tenía tanto apoyo como Peleteiro. Tanto que en su cuarto intento, aquel que marcó sus 14,59 metros finales, se desató una celebración: creían que había superado los 14,70 metros, que el bronce era suyo.

"Tenía miedo de resbalarme"

"He hablado con ellos y me han dicho que igualmente están muy orgullosos de mí. Qué me van a decir", reconocía Peleteiro. "El factor lluvia me ha tocado psicológicamente porque me veía capaz de pelear por la medalla, pero la pista estaba fatal y tenía miedo de resbalarme en la tabla porque no conseguían secarla completamente. Me he quedado muy cerquita y eso da coraje", analizaba y no le faltaba razón.

JUANJO MARTINEFE

Su primer intento fue notable (14,55 metros), pero sus rivales pronto respondieron. La cubana Leyanis Pérez, por ejemplo, lo hizo en el primer salto (14,62) y al siguiente vendrían las grandes marcas de la finalmente campeona, la dominiquesa Thea Lafond (15,04) y la jamaicana Shanieka Ricketts (14,87). Ahí, cuando tocaba un momento Peleteiro, es decir, sacar la furia, asustar al miedo, empezó a llover. Y la lluvia dificultaba su misión. El viento reducía su velocidad y el agua impedía el agarre. En esas circunstancias necesitaba superar la mejor marca de su vida para colgarse el oro o la plata. En esas circunstancias lo único posible era el bronce. Y no pudo ser.

La marca del bronce

"Este año he hecho varios saltos por encima de la marca del bronce. Quizá el esfuerzo hecho desde diciembre me ha pasado factura. He tenido algún problema en el isquio, pero he llegado bien. Estoy disgustada porque quizá no estoy para 15 metros, pero sí para 14,70. Claro que da rabia no ganar una medalla olímpica cuando sabes que estás para saltar más de lo que ha costado", comentaba Peleteiro que pese a la furia, pese al dolor, soltaba alguna frase que invitaba a la esperanza.

"No se acaba mi carrera deportiva aquí. En un abrir y cerrar de ojos llegará Los Ángeles", aseguró y con "suficiente" finalizó la comparecencia más corta de los últimos años, quizá de su vida. A sus 28 años, después de su maternidad, Peleteiro había puesto todo el corazón en colgarse otra medalla olímpica, lo había hecho todo, lo había organizado todo, y no pudo ser. Habrá otras.

La boxeadora intersexual Imane Khelif gana otro combate y rompe a llorar ante las cámaras de todo el mundo: “Es una víctima de una persecución”

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 19:04

"¡Llévatela, llévatela!¡Llévatela ya!", gritaba la ex mediofondista Hassiba Boulmerka, mejor deportista de la historia de Argelia y ahora secretaria general del Comité Olímpico de su país, cuando la boxeadora Imane Khelif pasaba por la zona mixta del Arena París Nord y su entrenador la paraba para que hablase con algunos medios. Unos 200 periodistas de todo el mundo se agolpaban frente a ella y ella sólo lloraba y lloraba y lloraba. Desde que bajó del cuadrilátero, sólo lloró.

"Me siento bien. Es la primera medalla para una boxeadora de Argelia. Quiero dar las gracias a todo el mundo, especialmente a los árabes", proclamaba a la BBC, el único medio en inglés al que atendió, después de vencer a la húngara Anna Luca Hamori en cuartos de final de los Juegos de París en un combate que dominó de principio a fin. Como había hecho su anterior rival, la italiana Angela Carini, Hamori también criticó a Khelif en redes sociales durante la previa -"voy a competir contra un hombre"-, pero luego peleó contra ella los tres rounds completos. En el primero, de hecho, conectó varios buenos golpes, aunque los jueces le dieron el triunfo por unanimidad a la argelina.

"Es una mujer al 100%, está autorizada para competir, el deporte debe unir al pueblo y no dividirlo. Yo fui la primera campeona olímpica de la historia de Argelia [en los 1.500 metros de los Juegos de Barcelona 1992] y quiero que ella sea mi sucesora", proclamaba Boulmerka, un símbolo nacional, Premio Príncipe de Asturias de los Deportes de 1995, en breve conversación con EL MUNDO.

MOHD RASFANAFP

"Ha venido mucha gente hoy aquí, toda Argelia está con Imane", aseveraba sobre una realidad: el país se ha volcado con la boxeadora. Ante la polémica planetaria por su intersexualidad y las críticas recibidas desde medio mundo, toda la delegación de Argelia y parte de delegaciones de otros países, como Palestina, se volcaron para convertir el pabellón sede del boxeo en una caldera. Si hubo abucheos, se los llevó Hamori, su adversaria. Khelif sólo se llevó ovaciones, al entrar y al salir, y un cántico que la arropó durante todo su combate: "¡Imane, Imane, Imane!".

Su rival: "No puedo decir una mala palabra de ella"

"Nuestro trabajo es defenderla. Tiene que estar centrada en la competición. Por eso nos ha dejado su teléfono y está fuera de todo lo que estamos leyendo en las redes sociales", aseguraba a este periódico Bachir Mokhtari, jefe de prensa del Comité Olímpico de Argelia y profesor de castellano en sus ratos libres, que añadía: "Es una mujer y tiene que competir como mujer. Es víctima de una persecución de la Federación Internacional, la están utilizando en su lucha contra el Comité Olímpico Internacional, pero todo esto la está haciendo más fuerte".

Minutos después del torbellino mediático que arrastró a Khelif, su rival, Hamori, atendió a la prensa y, lejos de lo dicho en la previa, se mostró más comedida: "No puedo decir una mala palabra sobre ella. Los últimos días han sido difíciles para todos. La respeto. He tenido una opción de ganarla, lo he dado todo y el combate ha acabado así. La situación se volvió rara, espero que sea diferente en el futuro. Este combate no ha arruinado mis Juegos".

Quiles pierde ante el favorito y lamenta su pasividad: “Se ha dedicado a correr, no tiraba golpes”

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 16:34

Explicaba José Quiles que, en los días previos a su combate en los Juegos de París, chupaba cubitos de hielo para tener algo en la boca y no pensar en el hambre atroz que tenía que soportar. Por su altura y su constitución, su peso normal debería rondar los 70 kilos y su peso como boxeador, como mucho, los 60, 61 o 62 kilos, pero el Comité Olímpico Internacional (COI) varió sus categorías y le obligó a bajar de los 57 kilos. Una tortura. Este sábado cuando perdió en cuartos de final contra el uzbeko Abdumalik Khalokov, el campeón del mundo, el máximo favorito, no pudo contenerse y se derrumbó al recordar lo mucho sufrido para al final no conseguir una medalla.

"Ahora sólo quiero ir con mi familia y poder tener una vida normal. No sé si volveré a unos Juegos Olímpicos, si lo podré hacer de nuevo, pero seguro que no lo haré en este peso", aseguraba Quiles que, además, vivió su derrota como una injusticia.

"En el primer round sí me ha sorprendido con su velocidad, pero en el segundo sólo ha habido dos o tres golpes claros y han sido míos. Creía que me daría a mí el empate y todo se decidiría en el tercer round. No lo entiendo. Él [por Khalokov] sólo se ha dedicado a correr, no tiraba golpes, y el árbitro no le decía nada", denunciaba Quiles, en caliente, pero con cierta razón.

"Un 5-0 ha sido demasiado"

En el primer round, el español fue dominado por Khalokov, pero en el segundo conectó una ráfaga de golpes y, pese a ello, no le dieron ni una ligera ventaja. Los cinco jueces por unanimidad decidieron que había dominado el uzbejo. Después del 5-0 en el primer round y el 5-0 en el segundo round, el combate ya estaba decantado. "En el segundo round el 5-0 ha sido injusto. Como mucho podía haber perdido por 3-2, pero un 5-0 ha sido demasiado", valoraba el seleccionador, Rafa Lozano, que no quería cargar con sus críticas.

Al fin y al cabo, a España todavía le quedan dos participantes en pie, dos medallistas asegurados. En los próximos días Enmanuel Reyes Pla y Ayoub Ghadfa pelearán por el oro, una realidad que hace que, pase lo que pase, la alegría española sobrevuele siempre el Arena París Nord, la sede del boxeo.

"Llevábamos 24 años sin medallas y ahora vamos a tener dos. Estamos muy contentos, no lo podemos negar. Es el fruto del trabajo que venimos haciendo desde hace 10 años, con pocos medios, con mucho esfuerzo", finalizaba Lozano antes de marcharse a consolar a Quiles, roto por la derrota y por el hambre.

“El plan” de Carolina Marín para ganar el oro en los Juegos de París: “Parece que esté loca, quizá lo esté”

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 14:59

Este viernes, el día previo de sus cuartos de final de los Juegos Olímpicos de París ante la japonesa Aya Ohori, Carolina Marín tenía un planning, lo miró y lo rompió en mil pedazos. "Fue un día largo. Había reservado pista para entrenar, pero la cancelé y decidí reunirme durante horas con mi entrenador [Fernando Rivas] y mi psicóloga [María Martínez]", reconocía.

Para saber más

En el partido anterior, de octavos de final, había jugado con miedo, defensiva, temerosa. Marín no fue Marín. Estuvo a un suspiro de la derrota y, por eso, quiso cambiarlo todo. "Hablamos de atreverme, de olvidar el miedo a perder, de dónde poner el foco, de centrarme en mi juego", explicaba y el plan funcionó. Este sábado derrotó a Ohori por 21-13 y 21-14 en su mejor partido estos Juegos.

Donde antes hubo miedo esta vez hubo fuego. Ohori le había vencido el año pasado en el Open de Francia y este sábado en el Arena Porte de la Chapelle de París, un pabellón hasta arriba de españoles coreando su nombre, no tuvo ni la oportunidad de intentarlo. Marín estuvo rápida, concentrada, intratable.

Ya no es la jugadora ultraofensiva que es, pesan los años, las lesiones que le destrozaron las rodillas y hasta las desgracias -como el trágico fallecimiento de su padre en 2020-, pero con cualquier estilo de juego puede dominar. De hecho, ante Ohori, jugadora de poderoso remate, la española de 31 años impuso su control.

"Recuerda el plan"

"Estoy muy contenta y no sólo por ganar el partido. Estoy contenta por cómo he entrado en la puesta, por dónde he puesto el foco... he sido Carolina Marín con concentración y determinación. Esa loba que cuando muerde y agarra no suelta hasta el final. Me siento orgullosísima de mí misma", reconocía la campeona olímpica en los Juegos de Río 2016 que, durante el partido, recibía las indicaciones de su técnico -"Recuerda el plan, recuerda el plan"- y las suyas propias.

Antes de cada saque hablaba consigo misma en voz alta y, aunque costaba escucharla, se intuía que repetía constantemente frases sobre "el foco" y "el plan". "Parece que esté loca, que quizá lo esté, pero no paro de hablarme para mantener el foco donde debe estar. Constantemente me repito el plan, animándome, por eso hablo mucho en la pista", comentaba Marín que este domingo, en las semifinales, se enfrentará a la china He Bing Jiao, que este sábado derrotó por sorpresa a su compatriota, la vigente campeona olímpica Chen Yu Fei. Ambas se han enfrentado nueve veces, con siete victorias para la española, aunque su último encuentro fue en 2022.

En realidad, aunque su nivel de juego suele ser superior, Marín prefería a Yu Fei casi por superstición. En los Juegos de Río ya se enfrentó en semifinales con la vigente campeona, entonces Li Xuerui, la derrotó y aquello le impulsó hacia el oro en la final. Ahora no podrá repetir ese ascenso, aunque tanto da.

Después de todo lo vivido y, sobre todo, después de todo lo sufrido, estar aquí ya podría ser un premio para Marín, un regalo, pero entonces no sería Marín. «Yo no he venido a ver la Torre Eiffel, yo he venido a ganar una medalla», proclamaba la jugadora a quien al volver de los Juegos de Río, donde había sido campeona, le preguntaron qué le había parecido el Cristo del Corcovado y ella contestó que ni idea, que no le había visto.

Carolina Marín impone su maestría ante Ohori y ya está en semifinales de los Juegos

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 11:49

Estar aquí ya es un premio, podría decir Carolina Marín, pero entonces no sería Carolina Marín. Estar aquí, en los Juegos de París, no es nada, ni tan siquiera una bonita experiencia, si no se lleva como mínimo una medalla o, mejor, su segundo oro olímpico. Cuentan que al volver de los Juegos de Río, donde había sido campeona, le preguntaron qué le había parecido el Cristo del Corcovado y ella contestó que ni idea, que no le había visto. No hay deportista más ambiciosa, más sacrificada, más decidida.

Este sábado, en los cuartos de final, superó a la japonesa Aya Ohori por 21-13 y 21-14 en 52 minutos y se clasificó para las semifinales de este domingo en las que se podría enfrentar a la china Chen Yu Fei, la vigente campeona olímpica. Dura rival y qué más da.

La japonesa Ohori le había vencido el año pasado en el Open de Francia y en el Arena Porte de la Chapelle de París, un pabellón hasta arriba de españoles coreando su nombre, no tuvo ni la oportunidad de intentarlo. En los Juegos Olímpicos, como en los Mundiales, Marín está a otro nivel. Y eso que, con los años, con las lesiones que le destrozaron las rodillas, con las desgracias vividas -como el trágico fallecimiento de su padre en 2020-, Marín ha ido variando su estilo de juego. En los Juegos de Río 2016 ganó siendo fuego, la más agresiva del circuito, puro ataque. Ahora, en los Juegos de París, veteranísima pese a sus 31 años, impone su control, su dominio del bádminton.

ANTONIN THUILLIERAFP

Ohori, su rival, entró a la pista para pegar con su poderoso remate, pum, pum, pum, pum, y lo consiguió al principio. De entrada, 1-3, y mucha fuerza. Pero Marín, que ya ha vivido encuentros de todo tipo, sabía lo que hacer. Golpe a golpe, fue alejando a la japonesa de la zona de remate, empujándola atrás, hasta que la desesperó. A final del primer set, Ohori abría los brazos pidiendo ayuda a sus entrenadores, incapaz de leer el juego que le planteaba Marín.

Sólo en el segundo set, cuando Ohori aceptó los intercambios, se dibujó cierta igualdad (11-9 para Marín), pero bajo ese esquema más controlado, más cerebral, la española era netamente superior. De hecho, después de un engaño, un supuesto smash que había convertido en dejada, Marín se reía consciente del lío que le estaba montando a Ohori. Para la española, pese a todo lo vivido y lo sufrido, estar aquí, en los Juegos de París, no significada nada si no gana su segundo oro olímpico.

Sorribes y Bucsa caen en semifinales del dobles en los Juegos Olímpicos y pelearán por el bronce

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 18:35

Fue querer y fue no poder. Sara Sorribes y Cristina Bucsa pusieron el corazón, pero no hubo piernas y, sobre todo, faltaron manos, recursos, tenis. La pareja española de dobles cayó en semifinales de los Juegos de París ante el dúo ruso-neutral que forman Mirra Andreeva y Diana Shnaider. "¡Va, Cris, va que se puede!", animaba Sorribes al inicio del segundo set, pero no se podía.

Con más pegada y dominio de la red, Andreeva y Shnaider castigaron en casi cada golpe. El marcador fue descriptivo: 6-1 y 6-2 en una horas y cinco minutos. Ahora habrá que recomponerse porque el domingo, a les 12.00 horas, las dos españolas tendrán la oportunidad de conseguir un bronce olímpico, la cima de sus carreras, ante la pareja checa formada por Karolina Muchova y Linda Noskova. "No las conocemos nada de nada, la verdad. Yo he jugado contra Muchova y tiene buena volea, pero nunca la he visto en dobles. En todo caso, tenemos que intentar hacer nuestro juego", analizaba Sorribes sobre sus próximas adversarias.

Ambas son tenistas importantes del circuito individual, Muchova fue finalista en Roland Garros el año pasado y Noskova, de sólo 19 años, fue cuartofinalista este curso en Wimbledon, pero no tienen experiencia en parejas. Será el momento de Sorribes y Bucsa de imponer sus conocimientos en la especialidad.

"No hemos bajado los brazos"

Porque este viernes no lo lograron. Parecía el momento de tocar el cielo, pero era sólo una trampa. Ni Shnaider ni Andreeva tenían historial en el dobles, pero sólo era por su edad: 20 y 17 años. Shnaider, la chica del pañuelo -dice que las gorras le molestan-, ya está entre las 25 mejores del mundo y ganó dos Grand Slam en dobles en categoría junior. Andreeva, la gran promesa del circuito, asombró a su corta al llegar a las semifinales del último Roland Garros. Con Conchita Martínez en su palco -es la entrenadora de Andreeva-, las dos demostraron que pronto el tenis será suyo.

"Ha sido complicado, no nos han dado opción. Peron las escalaras que van de la pista a los vestuarios Sara ya me estaba dando ánimos. Hay que animarse. Tenemos por delante una oportunidad muy bonita", comentaba Bucsa y Sorribes confirmaba: "Sí, sí, hay que quedarse con lo bueno. Pese a lo que ha pasado no hemos bajado los brazos".

Y, en efecto, fue querer y fue no poder. A Sorribes y Bucsa, habituales de las pistas anexas, también les pudo la enormidad de la Philippe Langlen y el ánimo del público. De 27 y 26 años, castellonense y cántabra -nacida en Moldavia, ambas están habituadas a los torneos WTA 500 y WTA 250 y la presión y la magnitud de la posible conquista les cayó encima. Sólo hubo un conato de proeza, a final del segundo set, cuando ya estaba todo perdido. Con 6-1 y 5-1 en el marcador, lograron un break para seguir con vida y soñaron con la remontada de todos los tiempos. Ahí, golpeando con más soltura, completaron sus mejores intercambios, pero finalmente Shnaider y Andreeva cerraron el triunfo y el pase a la final en la que se encontrarán con las italianas Jasmine Paolini y Sara Errani.

El mejor Carlos Alcaraz hace desaparecer a Aliassime y asegura otra medalla para España

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 15:23

Este Carlos Alcaraz ya había aparecido este año. En el último Roland Garros este Carlos Alcaraz sometió a toda su generación, con Jannik Sinner como principal víctima. En el último Wimbledon este Carlos Alcaraz acabó con la historia, derrotado Novak Djokovic, decretado el final del Big Three. Este Carlos Alcaraz ya había aparecido este año. Pero los Juegos de París todavía no lo había visto. El español apareció este viernes con su mejor traje en la Philippe Chatrier para abrumar a su rival, el canadiense Felix Auger-Aliassime, convertir unas semifinales olímpicas en una primera ronda de un torneo humilde y asegurar otra medalla para España.

Su victoria por 6-1 y 6-1 en sólo una hora y 15 minutos fue otra demostración de la preeminencia de Alcaraz sobre el resto, un juego inmejorable, un dominio para muchos años. Diga lo que diga el ranking ATP, el español no tiene adversario hoy en día, ni nadie que le amenace. Viene el tenis de una época prodigiosa, con el talento de Djokovic, Nadal y Federer, pero discutían entre ellos: cuesta recordar un jugador tan superior.

Sus semifinales fueron un truco de magia: ahora está, ahora no. Aliassime de repente desapareció. Un tenista evaporado, no hubo partido ni mucho menos. Alcaraz, violentísimo con su saque, como en el último Grand Slam, desplegó más golpes que nunca esta semana, lo hizo con más acierto y, lo más extraordinario, estuvo rápido, muy rápido. Después de su eliminación del dobles junto a Rafa Nadal y de la acumulación de partidos, el descanso del jueves por la tarde fue suficiente para volver a galopar.

"He jugado a un nivel muy alto, con una concentración bastante alta. Ayer tuve más tiempo, horas de recuperación, pude hacerlo todo con más calma. Y se ha notado", comentaba Alcaraz, que también partió con dos ventajas sobre su adversario.

En primer lugar que Aliassime venía de jugar dos partidos el día anterior, los cuartos individuales contra Casper Ruud y el dobles mixto junto a su compatriota Gabriel Dabrowski. Y segundo que ya le tiene la moral ganada al canadiense. Es el efecto Alcaraz, el mismo con el Big Three sometió al resto de sus rivales. Antes de saltar siquiera a la pista, Aliassime ya sabía que no ganaría, pues en los cuatro últimos enfrentamientos ante el español no sólo había perdido, si no que lo había hecho con estrépito.

"En la final voy a intentar hacer las cosas bien, ni más ni menos. Sé que es una final olímpico, uno de los momentos más importantes de mi vida, pero voy a intentar no pensar en ello. Tengo que disfrutar de la final", aseguró Alcaraz que puede discutir por el oro con Djokovic, tocado nuevamente de su rodilla, o con Lorenzo Musetti. El partido entre ambos se decidirá de noche, aunque el oro está en manos de Alcaraz. Con su juego, su velocidad, su mentalidad, sólo lo puede perder. Cuesta recordar un jugador tan superior.

El antídoto patriótico de Alcaraz contra el cansancio: “Recuerdo que estoy jugando para España y me voy hacia arriba”

Actualizado Jueves, 1 agosto 2024 - 22:50

Corre, corre. Y corre, corre. Y corre, corre. Y Carlos Alcaraz dijo: "Ya está, para".

Cuando acabó su partido de cuartos de los Juegos Olímpicos de París con victoria sobre Tommy Paul por 6-3 y 7-6(7), se encerró en el gimnasio que hay en Roland Garros -en las plantas bajas de la Philippe Chatrier- y tardó casi dos horas en salir. Hasta ayer, después de cada triunfo olímpico, le tocaba ducharse rápido, fotografiarse con los fans que le esperaban e

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La inesperada (y familiar) medalla de Pau Echaniz, el hijastro de Maialen que diseña ropa

Actualizado Jueves, 1 agosto 2024 - 22:50

En el canal de Vaires-sur-Marne, la sede del piragüismo slalom en los Juegos de París, hay espectáculo fuera del agua. Los kayakistas bajan por el agua entre puertas y remolinos y son a quienes enfocan las cámaras, quienes se están jugando las medallas, pero en la orilla bajan con ellos por la hierba a toda prisa sus entrenadores, sus fisioterapeutas, incluso los presidentes de sus federaciones. Normalmente hay gritos, en realidad siempre hay gri

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Las medallas de Pérez y Martín, una reivindicación al pueblo, un recuerdo a los que ya no están y una disculpa a la reina Letizia: "El deporte es así"

Las medallas de Pérez y Martín, una reivindicación al pueblo, un recuerdo a los que ya no están y una disculpa a la reina Letizia: “El deporte es así”

María Pérez esperaba a primerísima hora de la mañana alrededor de la Torre Eiffel que se diera la salida de la prueba femenina los 20 kilómetros marcha cuando alguien encendió la tele que había en la minicarpa de España en la zona de calentamiento para ver cómo iban las cosas en la prueba masculina y tuvo que reaccionar. "¡Apaga!¡Apaga!" gritó antes de poder observar cómo su compañero, su amigo, Álvaro Martín, se colgaba la medalla de bronce. "Me pongo muy nerviosa, me pongo muy nerviosa, porque siempre compiten antes y Álvaro cuando gana me nombra, dice que ahora es mi turno. Yo no sé por qué lo hace, lo voy a matar", lanzaba Pérez.

Como en el último Mundial, Martín y Pérez, pareja fantástica. Si entonces fueron cuatro oros entre los dos, en los Juegos Olímpicos de París fue una plata para ella y un bronce para él, más que suficientes para desatar la euforia. En cuanto María Pérez llegó a la meta, allí le esperaba Álvaro Martín y el abrazo entre ambos fue tan intenso que no vieron que a su lado, esperando desde hacía un rato, estaba la reina Letizia.

"Ya le hemos perdido perdón, pero el deporte es así. Nos ha dicho que no pasaba nada", explicaba Pérez después de todo un proceso: "He sufrido mucho dolor, sólo los míos saben por lo que he pasado". Además de varios procesos víricos que le afectaron durante la primavera, la marchadora venía de una lesión grave, una fractura de sacro, que en invierno le obligó a pasar por el quirófano. Operación. Rehabilitación. Y una renuncia a los analgésicos en la que empezaron los propios Juegos: para volver a marchar a toda velocidad tenía que acostumbrarse al dolor, recuperar la sensibilidad en esa zona, aunque fuese una tortura. Lo hizo, aunque por el camino hubo otros golpes.

"En lo deportivo vengo de un año durísimo y también en lo personal. Aquí me han faltado dos amigos que han fallecido, Ángel, de cáncer, con niños pequeños en casa. Y Nicolás, también de cáncer, que era policía local en Orce y cada día desayunaba con él. Se fueron y ya no puedo hacer nada", lamentaba la marchadora en uno de los muchos momentos de la celebración en la que soltó las lágrimas. Otro fue, por ejemplo, cuando se abrazó con su entrenador, Jacinto Garzón, que besaba sus estampitas y felicitaba a su pupila: "Esta ha sido la mejor carrera que ha hecho nunca".

La reina, con Álvaro Martín.

La reina, con Álvaro Martín.CASA REALEFE

No le faltaba razón. Pérez, que años atrás cometió errores de estrategia, que en algunas carreras que se lanzó para hundirse después, esta vez fue consciente de sus opciones a la perfección. La china Jiayu Yang demarró con violencia en el kilómetro 5 y Pérez, en lugar de irse con ella, esperó. Al frente del grupo, aguardó porque su momento no era ése. Era mucho más tarde, en el kilómetro 14, cuando rompió con todo para irse a por la plata. Pudo ser oro, incluso, pero una tarjeta le frenó en plena remontada y Yang supo mantenerse. A la prueba llegaba Pérez con ciertas dudas sobre su estilo técnico -los jueces llegaron a ponerle cómo ejemplo de lo que no se debía hacer en un congreso-, pero sobre el asfalto no tuvo problemas. "Yo también creo que ha sido mi mejor carrera. He visto a Yang que se iba y he pensado: ¡Buf, por ahí no vayas, María! Después he visto que podía pillarla en algún momento, pero estaba demasiado difícil", comentaba la española que ya fue campeón del mundo y de Europa y ayer completó su palmarés.

"Soy un tío normal de pueblo"

Desde Orce, el pueblo de Granada donde vive, al cielo. Una reivindicación del trabajo fuera de las ciudades que ayer nombró Pérez e hizo suya totalmente Álvaro Martín. "Soy un tío normal de un pueblo de 6.000 habitantes al sur de Extremadura [Llerena] y pensar que he ganado una medalla olímpica es increíble", aseguraba el marchador que llegaba con la vitola de favorito y acabó con el bronce, igualmente un éxito. Porque era su primera medalla olímpica después del cuarto puesto de los Juegos de Tokio y porque era la primera también de su entrenador, José Antonio Carrillo, que con muy pocos recursos - "Hacíamos jabalina con un palo de fregona y un cuchillo", recuerda- creo el mejor centro de tecnificación de la marcha del mundo, en Cieza, un pueblito de Murcia. "Hoy mi oro era este bronce, lo he dado todo", analizaba Martín, que como Pérez la próxima semana podría conseguir otra medalla en el relevo mixto de la marcha.

Ayer en el escenario más bonito que ha tenido nunca la marcha, bajo la Torre Eiffel, el marchador español aguantó y aguantó en el grupo hasta el toque de campana. "Es ahora, es ahora", le gritaba sus amigos, presentes en el Trocadero, y Martín, siempre impertérrito, cambiaba la cara. Con él, en ese último kilómetro, Pintado, Bonfim y el italiano Massimo Stano, todos rivales más que conocidos. Con él, en ese último kilómetro, la posibilidad de tocar el cielo. Atacó Pintado primero, violento hacia el oro, se fue con él Bonfim y Martín supo que era el momento: si seguía detrás, era medallista olímpico. En los últimos metros, en el empedrado del Trocadero, Martín miraba para atrás para controlar el ataque de Stano y ya estaba, ya lo tenía. En la meta, derrumbe: no podía más. Sólo tenía fuerzas para esperar a Pérez y celebrar juntos, y más tardes con la reina Letizia, un doblete histórico para España.