Tour de Francia
El español, que sufrió una dura caída al comienzo de la etapa, acabó sin poder luchar por el podio y perdiendo el cuarto puesto con Simon Yates. Pello Bilbao, sexto.
Su primer Tour será para el recuerdo, igual da el desenlace. Carlos Rodríguez alzando los brazos en solitario Morzine, por delante de Vingegaard y Pogacar; Carlos Rodríguez asaltando el podio, Carlos Rodríguez sufriente en los Alpes, Carlos Rodríguez caído y herido resistiendo en Le Marsktein, diciendo adiós al tercer puesto e incluso al cuarto con el honor y el respeto que merece una carrera que volverá a oír hablar de él. 22 años, mil lecciones para el chico de Almuñécar. La última ayer, donde le aguardaba la fatalidad, esa que tantas veces hay que superar en la cruel Grande Boucle.
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Si por su mente de ingeniero se le pasó un último día al ataque, apurar el asalto al podio perdido en Courchevel, inquietar a los hermanos Yates, bien pronto todo fue ruina para Carlos. En una curva rápida a izquierdas, cuando por delante ya sonaban los petardos de una jornada eléctrica, se le fue la bici y Sepp Kuss le pasó por encima a gran velocidad. Pudo haber sido peor. El español, sangrando por la rodilla, por el codo y visiblemente por la ceja izquieda, la sangre corriendo por su mejilla, se reintegró pronto al grupo ayudado por Omar Fraile.
Lo describía después con calma impropia de un rookie: «He tenido mala suerte en el descenso. No sé qué le ha pasado a la rueda de delante. Un radio se ha roto, la rueda se descentró y en una curva se fue».
Todo ya torcido, en el primer arreón de Pogacar comenzó un calvario que no le iba a derrotar. Mientras Simon y Adam hacían labor de hermanos contra él e incluso Pello Bilbao se le marchaba por delante, Rodríguez encontró un pequeño aliento en Tom Pidcock, siempre a lo suyo, y se vació después hasta la meta. «Los compañeros han estado de 10, me han apoyado en todo. Muchas gracias a Omar y Tom en especial», pronunciaba el granadino, que se despedía con un mensaje que habla de su ambición, de sus promesas de futuro: «Yo he dado lo mejor que tenía, pero no ha sido suficiente. Tengo que estar contento de haberme dejado todo Volveremos e intentaremos hacerlo mejor».
Rodríguez fue el gran nombre propio de la general de un Tour que se reconcilió con el ciclismo español, pese a las penurias del Movistar, tocado desde el inicio con la caída y abandono de Enric Mas. Ahí lució especialmente Pello Bilbao, sexto finalmente y con el brillo de la etapa de Issoire, cinco años después de la de Omar Fraile. De menos a más tras no sobresalir en el arranque en el País Vasco donde tanto se le esperaba, «disfrutando» este sábado de la «mejor general» de su carrera. «He tenido mejores sensaciones que nunca. Ha sido una gran lucha, tres semanas super intensas, al límite. No venía a pelear por la general y esa ha sido la mejor manera de afrontarlo», contaba.