El Barcelona se enfrentará al Atlético de Madrid y la Real Sociedad al Real Madrid en las semifinales de la Copa del Rey. Los partidos de ida serán en Montjüic y en el Reale Arena, mientras los de vuelta tendrán lugar en el Metropolitano y en el Bernabéu.
Los partidos de ida se disputarán entre el 25 y el 27 de febrero y la vuelta, entre el 1 y el 3 de abril. La final será el sábado 26 de ese mismo mes en el estadio de La Cartuja, en Sevilla. Los horarios concretos de los partidos se conocerán en las próximas horas.
La primera reacción por parte del Atlético no se ha hecho esperar. Koke, su capitán, presente en el sorteo, sitúa en la ida la clave de la eliminatoria: “Nos vamos a enfrentar uno de los equipos más en forma, va a ser una semifinal muy bonita y espero que pase el Atleti. Lo importante va a ser hacer un buen partido en la ida”, ha dicho.
Al margen de la Real Sociedad, los otros tres equipos son los que están inmersos en la pelea por el título de Liga, y también los tres se mantienen vivos en Champions, aunque al Madrid le falte rubricar su buen partido de ayer ante el City para asegurarse su presencia en octavos, donde sí están Barça y Atlético.
De hecho, el partido de ida de esos octavos de final se disputará la semana siguiente de la ida de estas semifinales de Copa, mientras que la ida de los cuartos de final de la competición europea se jugará (los que superen los octavos) justo después de la vuelta de esa penúltima ronda copera.
Cantaba la pequeña Maider a sus 6 añitos el famoso "Athletic, Athletic, Athletic eup! Athletic, gorri ta zuria", mientras sus padres la apremiaban porque llegaban justos al paso de la Gabarra desde el parking del Bilbao Exhibition Center. El lugar elegido para los miles de aficionados del Athletic de fuera de la ciudad para dejar el coche y acceder a un casco urbano atestado.
Eneko Larrúa, su padre, había vivido lo mismo que Maider junto a su aita hace justo 40 años. Él tenía 11. "Intentaremos ver algo y si no, nos empaparemos y disfrutaremos del ambiente", contaba a EL MUNDO. Él y su familia habían recorrido 30 kilómetros desde Balmaseda para disfrutar de un acontecimiento que ha reunido a un millón de personas en torno a los 12 kilómetros de la ría de Bilbao que ha recorrido la citada Gabarra.
Ellos llegaban al paseo Uribitarte sobre las 17h, media hora después de que esta plataforma remodelada en 2021 tras la final de Copa entre el Athletic y la Real Sociedad saliera de La Marítima de las Arenas en Getxo. Lo hacían en uno de los puntos del recorrido más espectaculares, con el Ayuntamiento a un lado y el majestuoso museo Guggenheim en el otro.
Miles de personas se juntaban en las orillas de este tramo de ría en el que predominaban principalmente las familias como la de Iñaki. Este fan del Athletic vino acompañado de sus dos hijas y sus nietos a celebrar lo que ya hizo hace 40 años. "Es muy emocionante, algo único, y además con un equipo que apoya la cantera, que es muy importante", destacaba el aficionado bilbaíno.
Con algunas salidas o cesiones, pero 14 jugadores de la primera plantilla del conjunto bilbaíno son formados en Lezama. Un récord en una liga cada vez más globalizada. "Como es un producto de la cantera, cuando ocurre esto se aprecia más. Nos parece muy buena la política del club", explicaba a EL MUNDO, José, socio "500 y pico" del Athletic según bromeaba y casado desde hace 52 años con Emelina. "Lleva más tiempo de socio, 70 años, que en nuestro matrimonio", bromeaba la mujer.
José y Emelina en la celebración del Athletic.Araba
Salió puntual la mítica embarcación del Athletic Club desde Getxo donde vive Jaime Galíndez con su familia. El aficionado bilbaíno se quiso acercar a ver la gabarra junto a sus tres hijos, que se los habían "devuelto" del colegio antes de tiempo para que pudieran asistir a la celebración. "Parece que ha habido una competición interplanetaria y la ha ganado el Athletic", bromeaba.
La barcaza se ha tomado unos 40 minutos más en realizar el recorrido. El motivo principal fue la parada o reducción de la marcha en San Mamés, donde las 36 personas que portaba la gabarra entre jugadores, cuerpo técnico y directiva, han querido homenajear a los socios fallecidos tirando pétalos de rosas a la ría.
Su llegada al Ayuntamiento ha sido absolutamente apoteósica. Con miles de personas acompañando el lento balanceo de la embarcación para disfrutar de unos minutos más de sus ídolos. Entre ellos estaban Félix Zubizarreta y su nieto Yoritz que, con su decena de años, había venido "porque hacía mucho tiempo que no la sacaban".
Abuelo y nieto esperando a la gabarra.Araba
Su abuelo, se reía a su lado. Sabe lo que cuesta sacar esta embarcación. 40 años llevaba en tierra y él estuvo la última vez que se posó en el agua. "Aquella vez no la vi mucho porque me tiré a la ría", contaba. Cuando le pedimos que se explicara mejor, dijo que en la anterior él y su cuadrilla la siguieron en una embarcación y que él terminó en el agua.
Casi termina así la propia Copa del Rey. Iker Muniain, visiblemente contento en la celebración, amagó con hacer un "Sergio Ramos acuático" meneando el trofeo en la cola de la embarcación, para regocijo de los asistentes y mirada asustada de Ernesto Valverde. Finalmente, no llegó la copa al río.
Pasaban 5 minutos de las 19, cuando los jugadores recorrían un pasillo abierto entre la multitud camino del Ayuntamiento. "Han sido muchas lagrimas derramadas, muchas finales pérdidas, pero ahora estamos aquí. Esto es nuestro, esto es vuestro, de toda la familia del Athletic", dijo el propio Muniain desde el balcón del consistorio con el trofeo en las manos.
"Todavía me tengo que pellizcar al ver esto. Estamos locos, estamos locos, la hemos líado. Estamos súper orgullosos", esta vez era Iñaki Williams quien hablaba a la televisión vasca. Lo hacía para los miles de aficionados de todas las edades que se han "enganchado" a este Athletic. "Cosas así hacen falta para las nuevas generaciones que se enganchen al Athletic", confirmaban Florencio y Diógenes, dos hermanos que disfrutaban de su segunda gabarra.
De todas las generaciones y de todas las partes del mundo. Terminando la celebración, la familia Sandoka recorría abrazada de vuelta el paseo Uribitarte. Neftali, Silviane y Junior llegaron hace siete años a Bilbao como refugiados huyendo de la guerra en la República Centroafricana. Ahora, la ciudad y el Athletic, se "han metido en su corazón".
Conviene siempre, en estas embrionarias fases de torneos como la Copa del Rey, salir con el mazo para evitar que David se crezca contra Goliath. Se da por hecho que, en un encuentro con tres categorías de diferencia, la calidad pese más que el físico, pero no siempre pesa más que el corazón. Eso lo sabía Simeone, que sacó un once con no habituales, pero muy competitivo, para doblegar la rebelión del Cacereño, que hace dos temporadas ya hizo sudar al Real Madrid e hizo lo propio con el Atlético. Pero no pudo el humilde, porque el grande le arrancó el corazón al final. Sin piedad pese a su resistencia. [Narración y estadísticas, 1-3]
Destacaba el reestreno de Le Normand. 67 días sin pisar los terrenos de juego tras sufrir un traumatismo craneoencefálico en un salto con Tchoumanení en el derbi. El resto eran un equipo B con mucho protagonismo esta temporada. Incluso Musso había tenido minutos tras una indisposición de Oblak en la victoria in extremis en San Mamés con el postrero gol de Correa. Así, los rojiblancos salieron con todo para evitar que el partido se les complicara, con gran profundidad en las bandas ocupadas por Riquelme y Lino. El brasileño, de hecho, falló la primera clara del partido, un mano a mano que resolvió tirando al muñeco.
Pese al susto que ya se habían llevado en Vic, partido que resolvieron en los minutos finales con un penalti dudoso. El Cacereño les metió otro mayor adelantándose en el marcador con un gol de Merencio a la media hora de juego. Una contra mal defendida por los rojiblancos, demasiado volcados y sin las vigilancias debidas a los hombres de ataque del conjunto que dirige Julio Cobos.
Los jugadores del Cacereño celebran el primer tanto.Julio MuñozEFE
Estaba claro que el Atlético quería, ganaba los duelos y llegaba, pero faltaba la claridad arriba. Como la que no tuvo Riquelme para empatar el partido antes del descanso. A veces se tiene uno de esos días. Simeone puso a calentar a medio equipo al final de la primera parte, para provocar una reacción y evitar el ridículo, y salieron Julián, Llorente y Lenglet al inicio de la segunda.
Y el Atlético empujaba, pero el Cacereño no se arredraba. Usaba sus armas con inteligencia, líneas juntas y salidas rápidas terminando jugada. Solo cuando no terminaba, se exponía a la respuesta rojiblanca, con mucho peligro pero poco acierto. En una de esas, Correa perdonó una ocasión clara ante Nieves a los 15 minutos de la segunda parte.
Arreón final
El minuto 70 fue el del zafarrancho del Atlético, renovado ya con los cinco cambios que permite el reglamento, y empujando a su área al Cacereño, que empezaba a costarle salir, tan aculado que estaba junto su portero. Pero había desaparecido la contundencia de los últimos partidos, once goles en 180 minutos. Hasta que apareció el cabezazo de Lenglet y respiró el Cholo, aunque fue expulsado poco después en una protesta.
Ese gol, además de la expulsión de Sancho, terminó por inclinar el campo, pero fue un rebote el que terminó con la resistencia del honorable Cacereño. De Paul salvó los muebles rojiblancos y los pulió Julián Álvarez. Había que ganar y se ganó, la imagen ya, si eso, otro día.