Hizo 3:33.28 en Birmingham y mejoró en cuatro centésimas la marca que tenía Andrés Díaz desde 1999. Fue segundo tras el británico Neil Gourley, que también rompió su récord nacional.
Adel Mechaal.SERGIO PÉREZEFE
Adel Mechaal ha roto moldes. De pronto, inopinadamente, casi de tapadillo, batió en Birmingham, en la última escala del World Indoor Gold Tour, el récord de España de los 1.500. Borró los 3:33.32 de Andrés Díaz, que databan del lejanísimo y ya brumoso 1.999, e instaló sus 3:33.28.
Ese récord de Díaz llamado a ser superado en Madrid, el día 22, por un Mo Katir que se quedó un segundo atrás (3:34.32), ha caído, pues, en manos y a los pies de un Mechaal generoso. En esa carrera de Madrid terminó en 3:34.82, marca personal entonces. En Liévin, una semana antes, había quedado tercero (3:36.55) en unos 1.500 ganados por Jakob Ingebrigtsen (3:32.38). Se exhibió Adel sin reservas ni rivales en la semifinal y la final de los 3.000 del Campeonato de España. Y en Birmingham lo ha bordado en los 1.500.
La carrera fue, en general, excelente y el español sólo se inclinó ante el británico Neil Gourley y su, asimismo, récord nacional de 3:32.48. Fue un gran día para el país. Keely Hodgkinson, la grácil y estética veinteañera (cumplirá 21 años el 3 de marzo), realizó 1:57.18 en los 800. Unos minutos antes, Dina Asher-Smith había se había impuesto en los 60 con 7.05. Pero había corrido las semifinales en 7.03. También récord nacional.
Volviendo al principio, a Mechaal, correrá los 3.000 en el Europeo de Estambul. Allí se reencontrará con Ingebrigtsen.
En los deportes de motor lo instrumental importa más que lo personal. Más la máquina y quien la diseña y reforma que el piloto que la maneja. La noticia más relevante de los últimos meses en la Fórmula 1 no ha sido el trasiego de pilotos y escuderías (por ejemplo, el salto de Lewis Hamilton a Ferrari y el de Carlos Sainz a Williams), sino el fichaje por Aston Martin del ingeniero británico Adrian Newey. Una esperanza para Fernando Alonso, que, a
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Fallecido después de una lucha de más de 20 años contra el Parkinson, que fue minando su movilidad, su voz y su aspecto físico, José Ángel de la Casa (Los Cerralbos, Toledo, 1950), El Tofo para la profesión y los amigos, será recordado popularmente por el célebre "gallo" que su garganta emitió con el gol de Señor en el 12-1 contra Malta.
Un desajuste vocal especialmente llamativo en alguien asociado con la sobriedad y la mesura en sus narraciones. También con la neutralidad. Nada que ver con el histrionismo de los narradores de hoy y, a menudo, con la parcialidad exhibida sin pudor ni censura. Hoy llamarían "soso" a José Ángel. Pero era impecable. Y nunca confundió, como ocurre actualmente, la narración televisiva con la radiofónica, que llega a ser estomagante por innecesaria, por superflua.
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José Ángel y Televisión Española llegaron a ser, en la narración futbolística, casi una misma cosa durante 30 años. A José Ángel le gustaba el fútbol, por descontado, pero aún más el atletismo. En él unió en muchas ocasiones su voz a las de Gregorio Parra y Carlos Martín. Pero el fútbol le hizo famoso en España ("contra el fútbol no se puede luchar"). Entre unos deportes y otros, cubrió, resumiendo a lo grande y por lo alto, seis Mundiales y seis Juegos Olímpicos.
Fue la voz y el estilo que celebraron el oro de Fermín Cacho en los 1.500 de Barcelona, el gol de Mijatovic para la Séptima del Madrid, el de Koeman para la Primera del Barça, la apoteosis de Butragueño en Querétaro...
Su maestro en el fondo y la forma fue José Antonio Fernández Abajo. Sus discípulos, casi todos los demás; aquellos, al menos, que gozaban de la esencia del deporte y no de su espuma.
José Ángel pudo ser futbolista. No como Míchel, con quien compartió narraciones televisivas, pero sí de buen nivel. Jugaba en el Talavera, en Tercera y pudo fichar por el Rayo. Pero una lesión de rodilla y su vocación lo inclinaron hacia el periodismo. Cursó los estudios en la Complutense e ingresó en Radio Nacional de España en 1974.
En 1975 pasó a la sección de deportes, a Radiogaceta de los Deportes. En 1977 se trasladó a TVE. Hizo el programa Polideportivo hasta 1981. Luego Tiempo y Marca (1981-87) y, desde 1988 hasta 1990, Estudio Estadio, del que, en una segunda época, entre 1994 y 1996, fue director. No le faltaron ofertas de cadenas radiofónicas y televisivas. Pero se quedó en TVE, su casa. Por lealtad. Por fidelidad a sí mismo. Debutó con la Selección en 1979 y concluyó su periplo en 2007 con un España-Islandia, tras más de 300 partidos en su garganta.
Llegaría luego, en TVE y RNE, un desdichado ERE que mandó prematuramente a la calle a algunas de las voces y las personalidades más relevantes de la narración y la vocación multideportivas: Juan Manuel Gozalo, Santiago Peláez...
Premio Ondas en 1988, su lucha, denodada y llevada con coraje y dignidad, más allá del deporte, contra el Parkinson lo convirtió en un emblema de la resistencia humana a una enfermedad que, como la ELA, no tiene cura. Ayudó a visibilizarla y, de algún modo, a combatirla también psicológicamente.
Sus hijos, Juanma y Javier, también periodistas deportivos, no han podido tener mejor maestro y ejemplo.