El seleccionador nacional, relajado, prepara la cita del próximo verano más allá de los terremotos que todavía se viven (y los que vendrán) en la Federación
La sala de prensa del estadio José Zorrilla se quedó pequeña para la rueda de prensa de Luis de la Fuente. Es verdad que la atención del aficionado medio se desvía este fin de semana hacia Carlos Alcaraz, hacia la Fórmula 1 e incluso hacia las carreras de motos. La selección, ya clasificada para la próxima Eurocopa, a un punto de ser primera de grupo y cabeza de serie en el sorteo del día 2, y con un rival, Georgia, sin pedigrí, se sabe en un segundo plano, pero el hecho es que el campo del Valladolid estará lleno hoy y que Luis de la Fuente se enfrentó a un montón de periodistas en un espacio reducido.
Al seleccionador nacional hubo un tiempo en que se le atragantaban los encuentros con los micrófonos. A día de hoy, a base de resultados y sencillez, esos tragos han mudado en paseos. Sin nada muy interesante que llevarse a la boca, la conversación se tejió alrededor de las lesiones de los internacionales. “Son cosas del fútbol, mira Yeremy Pino, que se lesionó en un entrenamiento. Se lesionan con las selecciones, pero podría haber sido con sus clubes o entrenando”, resolvió el técnico, al que le preguntaron si se veía en al Eurocopa.
Podría pensarse que la pregunta es absurda, pero teniendo en cuenta que dentro de unos meses debería haber un proceso electoral en la Federación, nada está claro. Sin embargo, para De la Fuente sí lo está. “Permíteme que me vea en la Eurocopa. No creo que la sorpresa vaya a ser que yo no esté. Estoy seguro de que voy a estar e la Eurocopa. De hecho, me gustaría llegar al Mundial de España”, dijo el seleccionador, que hará alguna rotación ante Georgia, aunque tampoco demasiadas.
Después de De la Fuente apareció Morata. El capitán está en plan capitán, y habla como un capitán. “Es un orgullo llevar este brazalete, agradezco a todos los entrenadores que he tenido en España. Lo único malo es que eres el encargado de recaudar el dinero de las multas, y de vez en cuando hay que llamar a alguno que se le hace el despistado. Pero es un orgullo”, contó el delantero del Atlético de Madrid, que será titular ante Georgia buscando seguir la maravillosa racha que porta desde agosto.
El Wizink, cual arbusto frondoso, escondió los problemas. Cuatro victorias de carrerilla al calor del Palacio, dos en Euroliga ante rivales complicados como Panathinaikos y Estrella Roja y dos en Liga Endesa ante oponentes a priori 'sencillos', Girona y Manresa. Pero la vuelta a la carretera volvió a destapar las carencias. El remozado Real Madrid no se encuentra y ya va un mes de competición. Sigue sin saber lo que es ganar a domicilio.
Cada noche tuvo sus peculiaridades. El tropezón en Múnich sin Hezonja, encajando casi 100 puntos. El de Vitoria sin el sancionado Campazzo. Y esta semana, en Atenas ante un Olympiacos necesitado también y en Belgrado ante un Maccabi que resolvió en la última acción Sabon Lee y con las bajas de última hora de Ibaka y Musa (que se unían a las ya conocidas de Garuba y Andrés Feliz).
Mantiene la calma Chus Mateo. "Nuestro equipo lo intenta, pero no llegamos al objetivo, que es ganar fuera de casa". Habla de impotencia, de querer y no poder, un equipo que también perdió en La Coruña y en Bilbao e incluso en Murcia en la final de la Supercopa Endesa contra Unicaja. Demasiados borrones tan temprano.
"Tenemos que seguir luchando, es un momento en el que debemos mantenernos juntos. Tenemos que seguir peleando, juntos, creyendo. En estos dos partidos fuera de casa, creo que jugamos muy bien durante tres cuartos y medio en ambos", pronunció el técnico, dejando entrever uno de los problemas identificados. Las cuatro derrotas de Euroliga están marcadas por nefastos desenlaces. Sintomático de un equipo en busca de rumbo.
El balance de los cuatro cuartos finales fuera de casa del Madrid en Euroliga es de 108 puntos del rival por 60 del propio. Ya se hundió ante el Bayern, con un inaceptable 33-16. En las tres últimas salidas europeas el Madrid no ha sido capaz de llegar a los 80 puntos. En Vitoria, sin el Facu, encajó un 28-20. Mucho peor esta semana. 23-10 en el Pireo y 24-14 ante el Maccabi. "En los últimos cuartos debemos ser más inteligentes, creo que es cuestión de tiempo porque ahora nos sentimos un poco verdes en estas situaciones", había avisado Hezonja en la previa.
Con un balance de tres victorias y cuatro derrotas, uno de los peores arranques que se le recuerdan en Europa, el Madrid provisionalmente está incluso fuera de los puesto del Play-in (fuera de los 10 primeros). Su porcentaje de triples (34,5%) es de los más pobres y también está lejos de la cabeza en rebotes (11º, 33,4 por partido), dos síntomas de poca competitividad. Su próximo envite, la semana que viene en Milán ante un Armani que sólo ha ganado dos partidos (el último el jueves en el derbi italiano ante la Virtus) no sólo será la oportunidad de romper ese maleficio fuera del Wizink. También parece todo un examen, como el del domingo en Murcia ante el subcampeón de la ACB.
La 37 edición de la Copa América, la competición deportiva más antigua del mundo, con 173 años de historia y que en este 2024 se celebrará por primera vez en Barcelona, da hoy su pistoletazo de salida. Y lo hace con una regata preliminar (a modo de exhibición), la tercera después de las celebradas en Vilanova i la Geltrú y en Jeddah, en la que el defensor del trofeo, el Emirates Team New Zealand, y los cinco aspirantes que competirán por medirse a él en la regata final, el Ineos Britannia, el Alinghi Red Bull Racing, el Luna Rossa Prada Pirelli Team, el NYYC American Magic y el Orient Express Racing Team. Todos ellos medirán sus fuerzas con los espectaculares AC75.
En las anteriores ocasiones, los contendientes pusieron en los desafíos en el agua sus AC40, embarcaciones similares, aunque a escala reducida, que son las que usarán los equipos que competirán tanto en la categoría juvenil como en la femenina, la gran novedad de esta edición. Dos competiciones en las que se unirán a los contendientes principales un total de seis equipos invitados, entre los que se encuentra el español Sail Team Barcelona.
Muchos definen los AC75 como auténticos Fórmula 1 del agua. La velocidad que pueden alcanzar estas embarcaciones y los desafíos tecnológicos que se han afrontado para desarrollarlos les dan sin duda la razón. Pueden volar por encima del agua a una altura de 30 centímetros y maniobran con una increíble soltura.
Las tripulaciones se han visto reducidas, pasando de 11 a ocho miembros. Cuatro de ellos se encargan de manejar tanto el timón como los sistemas de control del barco. Los otros cuatro deben proporcionar la fuerza necesaria para alimentar los sistemas hidráulicos. Algo que en los AC40, con sólo cuatro tripulantes, se hace por medio de baterías. Para generar la potencia necesaria, se recurre a los cyclors, quienes usan las piernas en una suerte de bicicletas estáticas y que proporcionan así hasta un 40% más de potencia que los tradicionales grinders, quienes usaban sus brazos.
Una novedad que fue determinante para que Team New Zealand se hiciera con el trofeo en 2017 y que logró introducirse gracias a la actuación del abogado español Luis Sáenz Mariscal, quien se apoyó en un tecnicismo para que el término «manual» fuera sustituido por «humano» a la hora de definir en el reglamento el método aplicado para generar dicha fuerza. Los cyclors fueron prohibidos para la edición de 2021, pero, en esta ocasión, sí podrán estar presentes en Barcelona.
«Los barcos tienen un aspecto fantástico, el rendimiento, particularmente con viento fuerte, es espectacular tanto a favor como contra el viento y creo que los espectadores se sorprenderán mucho. Es todo un privilegio navegar en ellos, con esta preciosa ciudad de fondo. Creo que esta edición está destinada a ser una de las mejores de la historia», aseguró sir Ben Ainslie, CEO del Ineos Britannia.
El Team New Zealand es el actual poseedor de un trofeo que, pese a su origen británico, nunca ha sido conquistado por un equipo de dicha nacionalidad. El Club de Yates de Nueva York, con la goleta America, fue su primer vencedor, en 1851, pero no volvió a poner en juego la conocida como Copa de las Cien Guineas hasta 1870. Desde entonces y hasta 1983 fue siempre capaz de defender con éxito su posesión.
Ese año, el Australia II rompió brevemente el dominio norteamericano, recuperado a continuación durante tres ediciones seguidas por el Club de Yates de San Diego. En 1995 y 2000, el Real Escuadrón de Yates de Nueza Zelanda, vencedor también de las dos últimas ediciones, las de 2017 y 2021, se alzó con un trofeo que fue a parar a manos del Alinghi suizo en 2003, que al no tener salida al mar, eligió Valencia como sede. En 2007, el trofeo fue recuperado también brevemente por los norteamericanos, a través del Club de Yates Golden Gate de San Francisco, en 2010 y 2013.
La regata que se celebra desde este jueves hasta el próximo domingo es preliminar, compiten todos los contendientes del evento principal con sus mejores galas. A partir del día 29 de agosto, arranca la Copa Louis Vuitton, un formato de liga a dos vueltas en la que también compiten todos, pero no se tienen en cuenta los resultados del Team New Zealand.
En esta liga, un barco será eliminado y los otros cuatro se medirán en semifinales, al mejor de nueve regatas, y en una final, al mejor de 13, que definirá el desafiador final del actual poseedor del trofeo. La final, también al mejor de 13, se disputará, en principio, desde el 12 hasta el 27 de octubre. Entre el 17 y el 26 de septiembre, tendrá lugar la competición juvenil y, del 5 al 13 de octubre, la novedosa apuesta femenina.
Nadie levantaba la cabeza en el pasillo de vestuarios del Inalpi Arena de Turín, donde Carlos Alcaraz relajaba la musculatura en la bicicleta estática después de su derrota ante Alexander Zverev por 7-6(5) y 6-3 y su eliminación de las ATP Finals. Todos los miembros de su equipo miraban al suelo. Pese a la envergadura del rival, la rapidez de la pista y la dificultad para respirar por culpa del constipado, el español pensaba que la clasificación para las semifinales era posible y por eso estaba hundido.
De hecho, aguantó dando pedales lo justo y se encerró en su vestuario para no salir en dos horas, algo inhabitual en él. Mientras Zverev ofrecía su rueda de prensa, atendía a la televisión alemana e incluso hacía un juego para el Instagram de la ATP, la comparecencia de Alcaraz se retrasaba, se retrasaba y se retrasaba. Finalmente, cuando se colocó ante los micrófonos, con su chándal Nike marrón oversize, la decepción todavía seguía en su rostro y se notaba en sus palabras.
«Estoy un poco decepcionado. Este es un torneo muy bonito y mi objetivo cada año es llegar mejor. Sigo lejos del nivel que quiero mostrar a estas alturas de la temporada, aunque he jugado un buen tenis», analizaba de entrada el actual número tres del ranking mundial que, también raro en él, durante el partido casi rompe su raqueta. Al perder el tie-break del primer set, aún caliente, la lanzó contra su bolsa para después romper en gritos contra sí mismo.
«En el último punto de ese tie-break he querido volear y era una tontería hacerlo. En el tenis tienes que tomar decisiones todo el rato; a veces aciertas y a veces fallas. Perder de esa manera duele. Igual que en el segundo set cuando he tenido tres bolas de break y las he desaprovechado por errores tontos. Duele, la verdad es que duele», reconocía Alcaraz que cerró así su temporada en el circuito ATP y recuperó la sonrisa de golpe cuando le nombraron el único torneo que le queda este año: la Copa Davis.
La ilusión recobrada
Este mismo sábado Alcaraz volará de Turín a Málaga para reunirse con el equipo español y empezar a entrenar en el pabellón Martín Carpena de Málaga. En su entorno, este viernes, reconocían que no hay mal que por bien no venga: gracias a su derrota ante Zverev, ahora tiene tres días enteros para preparar su primer duelo en la competición por países. El martes, en cuartos de final, le espera el neerlandés Tallon Griekspoor, un rival ideal para empezar. En sus cuatro enfrentamientos previos, el español ha vencido sin ceder ni un solo set. De hecho, hace sólo un mes en el Masters 1000 de Pekín el partido entre ambos acabó con un clarísimo 6-1 y 6-2.
Con el resfriado ya en remisión, la Copa Davis debería devolverle la alegría. En primer lugar, por la clara oportunidad de proclamarse campeón, sin jugadores del Top 10 en el camino hasta llegar a la final -hipotéticamente ante Estados Unidos e Italia-. Y en segundo lugar, por el privilegio de participar en la despedida del que fue su ídolo y hoy es su amigo, Rafa Nadal.
¿Habrá otra unión Nadal-Alcaraz?
«Probablemente sea el torneo más especial que vaya a jugar. La Copa Davis es una competición que sueño con ganar desde pequeño, poder representar a España es un honor. Voy a intentar aportar al equipo de la manera que pueda, por mí, por España y sobre todo por Rafa. Él es quien más se merece acabar su carrera con un título. Va a ser un reto difícil, pero a la vez motivante», aseguraba Alcaraz que reconocía las ganas de volver a entrenar con Nadal. Jugar, eso sí, es improbable que lo hagan juntos. Alcaraz deberá disputar un partido de individuales en cada ronda y en los dobles estará seguro Marcel Granollers, el actual número tres del mundo de la especialidad. Nadal disputará un encuentro de individuales o, lo más probable, será pareja de Granollers.
«Es más importante la despedida de Rafa que la propia Copa Davis. Copa Davis hay todos los años, pero la despedida será única, lamentablemente sólo habrá una. Personalmente me emociona mucho poder estar a su lado en ese momento. La Copa Davis es la competición donde empezó su carrera con aquella victoria ante Roddick, una competición donde ha tenido muchísimos éxitos y su adiós será muy especial, estoy seguro», pronosticaba el tercer mejor tenista del mundo que en apenas un rato pasó de la decepción por caer en las ATP Finals a la alegría por participar del histórico adiós de Nadal.