Nadie puede con el corazón de España. En otros equipos siempre hubo y siempre habrá jugadores más altos y fuertes, pero el carácter... ¡ay! el carácter. Nadie tiene más carácter. En la segunda parte de la prórroga ante Egipto, con 28 a 28 en el marcador y menos de 30 segundos de juego, Alex Dujshebaev puso el alma, derribó la defensa rival, forzó el siete metros y Aleix Gómez no falló como siempre. España, otra vez en semifinales de unos Juegos Olímpicos (29-28), la quinta en los últimos 30 años. Las cuatro anteriores acabaron en bronce, esta vez se sueña con más.
Con Alemania o Francia en semifinales parece imposible, pero también parecía imposible estar ahí. Porque durante muchos, muchos minutos ante Egipto, España estuvo eliminado, pero el carácter... ¡ay! el carácter. "Ha sido muy difícil, tuvimos muchísimos problemas en ataque, nos ha costado encontrar el camino, pero hemos peleado como siempre. Al final, tenemos a un tío que nunca falla, Aleix. Todos sabíamos que no iba a fallar, siempre tiene un acierto del 100%, es increíble", elogiaba Dujshebaev, uno de los responsables de la remontada, otra remontada. "¡Buuuuuh!", se llevaba el mayor de los Dujshebaev a su salida de un estadio Pierre Mauroy de Lille que siempre apoyó a Egipto y que le afeó que chocara contra su defensa.
¿Qué iba a hacer si no? Desde la marcha de Raúl Entrerríos y Joan Cañellas, España ya no tiene centrales puros, no es el equipo creativo que fue y en ataque a veces se atora. La primera parte, siempre buscando al pivote, fue un desastre. Egipto disfrutaba con el increíble Mohamed Aly en la portería y los hermanos Elderaa castigando con sus lanzamientos y la selección no sabía cómo marcar. El primer gol llegó a los ocho minutos, de Gómez desde los siete metros; el segundo a los 10 minutos. Al descanso (8-12) había dos opciones: o irse a la Villa y empaquetar la ropa para volver a casa o pelear.
Y pelearon, pelearon. Con mil variaciones en defensa para frenar a los Elderaa y la aspiración de Gonzalo Pérez de Vargas (38% de acierto), Egipto empezó a sufrir y España se entregó a sus laterales. A falta de combinaciones, el propio Dujshebaev, Ian Tarrafeta y Agustín Casado hicieron la guerra por su cuenta y funcionó. En los últimos 15 minutos de partido (16-20, min.46) la desventaja empezó a reducirse (18-20, min.50), a reducirse (21-22, min.53) y a reducirse hasta el empate en el tiempo reglamento gracias a una veloz Tarrafeta (24-24).