Como parte de Neom, el proyecto que consta de una superciudad lineal y un superpolígono industrial, el país planea un resort de esquí faraónico con la ayuda de una tubería enorme que subirá agua desalada del Mar Rojo a las montañas
“Dónde tú ves desierto, nosotros vemos una oportunidad”. Como lema no está mal. Pero se queda corto. Un proyecto así exige más. Arabia Saudí ha empezado a construir su propio resort de esquí y sobre el papel lo tendrá todo. ¿Nieve para cubrir una cordillera? Hecho. ¿Más de 30 kilómetros de pistas y todas las instalaciones deportivas? Por supuesto. ¿Una ciudad vertical con capacidad para cobijar a 700.000 visitantes? Por qué no. ¿Un enorme lago de agua dulce? Por supuesto. ¿Hoteles y mansiones alrededor del lago? Faltaría más. La superestación se llamará Trojena, en principio estará lista en 2026 e incluso ya se ofrece como sede: como se anunció este martes, acogerá los Juegos Asiáticos de invierno de 2029. Pero, ¿realmente se podrá esquiar en el desierto?
Eso parece. Todo parte de una curiosidad y de una supermegahiperconstrucción. La curiosidad es geográfica: Arabia Saudí es un país desértico, sometido a altísimas temperaturas, pero cerca del Mar Rojo cuenta con una zona montañosa y al noroeste, tocando con Jordania, alrededor del pico Jebel al Lawz (2.580 metros), hace más fresco y nieva en invierno. La supermegahiperconstrucción, en cambio, es humana: hay proyectada una enorme tubería que llevará agua desalada de ese Mar Rojo a esa zona montañosa y servirá para surtir el lago gigante y crear nieve artificial cuando se necesite.
“Necesitamos subir hacia las montañas un volumen de agua considerable así que la tubería tendrá un metro de diámetro. El lago tendrá unos cinco metros de profundidad y por delante formará un acantilado de unos 150 metros, algo parecido a la presa Hoover. Es factible, aunque sabemos que estamos superando los límites existentes. Es a gran escala y es un área remota, pero se puede hacer”, comenta Philip Gullett, el director ejecutivo de Trojena, que en su día comandó el desarrollo de Canary Wharf, en Londres. Junto a él, dos estudios de arquitectura australianos, Lava Architectures y Bureau Probert, y varios fichajes de postín como Jan Paterson, que fue una de las dirigentes del Comité Olímpico británico durante 20 años y que ahora es la responsable deportiva del proyecto saudí.
Parte de Neom
Un proyecto faraónico que en realidad sólo es una parte de otro: Neom. Desde hace cinco años y con un presupuesto de 500.000 millones de dólares -más que el presupuesto de España-, el Príncipe saudita Mohammad bin Salman ha impulsado allí donde no había casi nada una zona que debería cambiar la cara de Arabia Saudí y su dependencia del petróleo. Como idea estrella, The Line, esa ciudad lineal de 170 kilómetros de largo y sólo 200 metros de ancho que debería acoger a nueve millones de residentes y ser autosuficiente, además de contar con numerosos avances. Como continuación, Oxagon, una suerte de polígono industrial futurista y robado al mar que aspira a recibir a las mayores tecnológicas del mundo junto a otras empresas. Y finalmente, Trojena, el resort de esquí. Todo conectado por una red ferroviaria de alta velocidad que ya tiene constructoras, por un enorme puerto y por cuatro aeropuertos, uno de ellos ya en marcha.
Neom ya ha recibido críticas -por haber expulsado a unos 20.000 miembros de la tribu beduina huwaitat, por ejemplo- y por supuesto ha levantado suspicacias. Las condiciones de los trabajadores de tan enormes construcciones, las leyes que se aplicarán allí -supuestamente más liberales, distintas a las del resto de Arabia Saudí- y los beneficios para los sauditas están en duda, pero ante todo se cuestiona su sostenibilidad.
Según los propulsores, todo será ecológico, no habrá huella de carbono, pero los expertos consideran que eso es muy, muy difícil de creer. De hecho, el proyecto promete usar la salmuera resultante de las desalinizaciones como principal fuente de energía, un método aún por consolidar. “Al Comité Olímpico de Asia no les importa una mierda nada que no sea el dinero. Eso o son unos genios y saben que, como en 2029 no habrá nieve en ningún sitio, sólo se podrá esquiar sobre la arena”, comentaba este martes Kilian Jornet sobre la designación de Trojena como sede de los Juegos Asiáticos de invierno de 2029. Al parecer esquiar en el desierto será posible. Otra cosa será el coste de poder hacerlo.