Brignone, en plena competición.GUILLAUME HORCAJUELOEFE
No sabemos si a Giorgia Meloni, que nos recuerda a Meg Ryan, pero más rellenita, le gusta o no el esquí. En cualquier caso, como primera ministra de Italia, habrá celebrado dos alegrías de oro. La de Federica Brignone (combinada) y la de Marta Bassin
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
Para el aficionado común, e incluso para muchos de los más conspicuos, la temporada ciclista comienza realmente cuando debutan las mayores estrellas. Pues bien, este mismo lunes arrancan Wout van Aert y Tadej Pogacar. El belga, en la Clásica de Jaén. El esloveno, en el Tour de los Emiratos. El miércoles, en el Algarve, se estrenan Jonas Vingegaard y Primoz Roglic.
Los restantes miembros del 'Big 6', o 'Fab 6', Mathieu van der Poel y Remco Evenepoel, aguardarán a algunas de las clásicas de primavera para asomar por la ruta. Unos y otros, repartidos, mezclados, se irán viendo las caras aquí y allá a lo largo del curso. Coincidirán todos en un Tour apasionante. Y probablemente en el Mundial.
La campaña 2025 aporta una novedad. El color amarillo, el más emblemático del ciclismo, asociado generalmente al liderato en las carreras, se ha incorporado al reglamento en forma de tarjetas. Una especie de VAR con el propósito de velar por la seguridad general. Especialmente la del ciclista, el actor principal y el más asomado y próximo al peligro. El más vulnerable. El más castigado.
Bajo el nombre de SafeR, se trata de una iniciativa conjunta de la Unión Ciclista Internacional, la Asociación de Organizadores de Carreras y la de Equipos Profesionales. En 21 supuestos, después de la competición, no como en el VAR, y en virtud de un estudio de lo acontecido, las tarjetas pueden acarrear sanciones de diversa índole, cuantía y duración. Iván Romeo ha tenido el dudoso honor de ser el primer español castigado. Empujar al belga Gianni Vermeersch durante la Vuelta a la Comunidad Valenciana le acarreó una multa de 200 francos suizos y la pérdida de siete puntos en la clasificación.
Vicios del oficio. A fin de tratar de cambiar las malas y arraigadas costumbres que abundan en la caravana por parte de los mismos ciclistas y de toda clase de gente al volante, las tarjetas amarillas son una bienintencionada intrusión en un deporte que ya dispone de suficientes medidas punitivas como para embrollarlo adoptando otras. Un loable procedimiento disuasorio, pero farragoso y prolijo en la detección y procesamiento de los actos y en el dictamen de las culpas.
Un instrumento que se verá a menudo sujeto a las mismas interpretaciones que han hecho del VAR un irritante generador de confusión y polémica. En un terreno de juego delimitado por líneas estrictas, el VAR sólo es aceptable si acata la geometría, no si se interna en la psicología de los cerebros en ebullición o se entromete en la mecánica de los cuerpos en movimiento.
En el ciclismo, en la barahúnda de personas y máquinas, en la mezcolanza de complexiones y colores será muy difícil distinguir las maniobras evasivas de las intrusivas. Las defensivas, de las agresivas. Los roces inevitables, de los empellones arteros. Los bandazos y, en lenguaje aeronáutico, alabeos y guiñadas, de las imprudencias temerarias.
Al final del curso, a tenor del comparativo número de fracturas y erosiones, veremos si el amarillo cuaja como factor de alta protección, o si continúa siendo un cálido color que comparte el brillo del sol y el oro. Metáforas universales de la gloria y el dinero.
Se las prometieron felices, pero el fútbol es muy difícil. Lo vieron ganado, pero se durmieron y dejaron al rival soñar. El debut de la Rojita estuvo plagado de emociones: alegría, pereza, susto y orgullo. Terminó con un poco de suerte. Un gol a balón parado de Tárrega en el descuento rompió el empate a dos que lucía el electrónico en el 90. Primer combate ganado a los puntos, quedan dos... para pasar la fase de grupos.
Contaba Santi Denia en la previa que "el primer partido es el que marca el torneo". No le faltaba razón al manchego puesto que en grupos de apenas cuatro equipos, perder uno de tres partidos te puede poner con la clasificación en el filo. Aunque España, especializada en amargar anfitriones de manera consecutiva desde 2019, sólo tuvo suerte cuando perdió ese primer duelo. En aquel Europeo de Italia, la derrota ante los transalpinos fue el preludio del quinto Europeo sub'21 para los chicos del hoy seleccionador de la absoluta Luis De la Fuente. Los otros tres partidos inaugurales, como el de este miércoles, se han saldado con victoria.
Sobre el papel, era España no mejor, sino mucho mejor que una Eslovaquia que venía de tres derrotas consecutivas ante, precisamente, los rivales de la hermana mayor en la finalizada Final Four de la Nations League. Conjuntos como Portugal, Alemania y Francia ganaron con facilidad a este equipo de Kentos, disciplinado pero con poco talento, como hicieron los chicos de Denia. En el minuto 15 la posesión estaba 78 a 22% y en el 17 el marcador ya iluminaba un cero a dos que pudieron ser más si Diego López hubiera estado más vivo en una acción en el área y Turrientes ajusta la mirilla unos centímetros en un disparo desde fuera del área.
Esa ventaja y esa sensación de superioridad hizo que España diera un pasito atrás mediada la primera parte que Eslovaquia aprovechó para inquietar a Iturbe. Al principio, esperando fallos españoles, luego con un poco más de descaro aupada a una hinchada muy metida en el duelo. No conseguirían mover el marcador puesto que la defensa española no permitió disparos cómodos e Iturbe atajó los que le llegaron mordidos.
Y eso que esta España de Denia, si pudiera contar con los futbolistas que no cedieron los equipos del Mundial de Clubes (no estaban obligados a ello) y los que le 'robó' De la Fuente para la absoluta tendría una calidad muy difícil de parar. Tuvo además mala suerte el seleccionador sub'21 de perder en la previa a Yeremay, quizás el extremo más imaginativo de esta selección con mucho control pero con poco filo.
Aunque Mateo Joseph lo tiene. Son ocho tantos en apenas 11 partidos, una media muy superior a la de toda su carrera tanto en clubes como en selecciones, ya que el cántabro ha jugado 10 duelos representando a Inglaterra, en los que sólo ha anotado tres tantos. El delantero del Leeds hizo el segundo apenas dos minutos después de que Pubill abriera el marcador. Ambos tantos con la connivencia de los centrales eslovacos que nunca supieron qué ocurría a su espalda.
La segunda parte empezó con dos mazazos provocados por la pillería de Marcelli. El primero tras colarse entre Tárrega y Mosquera y birlarles un balón que imprudentemente dejaron botar. Lo aguantó hasta que llegó Kopasek solo al segundo palo desde donde la clavó en el ángulo. Después hizo lo propio a la espalda de Bueno, que había salido tras una lesión de Gerard Martín. Volvió a aguantar el balón, pero no para cederlo sino para esperar el choque con el futbolista del Feyenoord. Penalti y gol de Suskov. A conectarse para volver a remar.
Susto
Los eslovacos celebran el empate.MARTIN DIVISEKEFE
Pero el partido cogió vuelo e ida y vuelta, malo para España. Ante equipos inferiores hay que controlar el duelo, dormirlo o aplastarlo porque si no, como dijo Kentos, seleccionador eslovaco en la previa: "no somos favoritos pero tenemos nuestros sueños". En estos casos es mejor ser el hombre del saco, que el compañero de habitación respetuoso. Quiso ser lo primero España en los últimos diez minutos, pero se quedó sin tiempo y sin ideas.
Hasta que en un saque de esquina llegó el error de la defensa eslovaca. Otro. Se durmieron tras un rebote de Mosquera con Tárrega, un tipo de 190 centímetros, solo en área pequeña. Ayudó Belko con un salida a por uvas para que el central pusiera un cabezazo suave en la red. Se salvó el trago con orgullo y suerte. Es bueno empezar ganando, pero no siempre, que se lo digan a De la Fuente.