Savia nueva para revitalizar a la escuadra decana, que este jueves, en el Palacio de Ciudad de las Artes Valencia, presentó nuevo curso. El Movistar, en su proceso de modernización, se refuerza con cinco fichajes de largo recorrido: el belga Cian Uijtdebroeks (22 años), el checo Pavel Novak (21) y los españoles Raúl García Pierna (24), Roger Adrià (27) y Juanpe López (28).
En este repóquer destaca la presencia de Uijtdebroeks, preparado para afrontar las generales de las grandes rondas. Notable escalador y contrarrelojista, ha sido gregario de Jonas Vingegaard en el Visma. Ganó el Tour del Porvenir de 2022, finalizó octavo y fue el segundo mejor joven en la Vuelta a España de 2023. Abandonó el Giro de Italia de 2024 por enfermedad cuando era top-5. Esta temporada se impuso en el Tour de l’Ain. El polivalente belga ha firmado con la formación de Eusebio Unzué hasta 2029.
«Ahora, me encuentro en un punto de mi carrera en el que mi desarrollo como corredor de clasificaciones generales en las grandes vueltas se ha vuelto esencial. La ayuda del Movistar será fundamental», dice el ciclista afincado en Andorra. Junto a Enric Mas, Nairo Quintana y Juanpe López se repartirá el liderazgo en Vuelta, Giro y Tour. Iván Romero será el gran reclamo para las cronos.
Raúl García Pierna, formado en la academia de Alberto Contador, llega al Movistar tras curtirse en el Arkéa. Escala bien y sabe elegir escapadas. Fue campeón de España de contrarreloj en 2022 y en su palmarés figuran dos participaciones en Tour y Vuelta. Ha rubricado contrato hasta 2028.
El catalán Roger Adrià sobresalió en el Kern Pharma y fue contratrado por el Red Bull-Bora para ayudar a Primoz Roglic. Le gustan las clásicas y en esta campaña se anotó el Gran Premio de Valonia y una etapa en la Vuelta a Burgos. Se integrará en la estructura del Movistar hasta 2028.
Juanpe Lopez aportará experiencia y ambición. Acaparó protagonismo en el Giro de 2022, portando la maglia rosa durante 10 días. En 2025 ganó etapa y general en el Tour de los Alpes. Su contrato acaba en 2027.
Pavel Novak es una apuesta de futuro, este año ha sido tercero n el Giro NextGen. Se ha comprometido por dos años con el Movistar.
En el equipo femenino, liderado en las últimas campañas por la británica Cat Fergurson y donde apunta alto la navarra Paula Ostiz (la júnior campeona del mundo de Europa), destaca la incorporación de la italiana Francesca Barale.
Etapa reina para el monarca intocable. Tadej Pogacar se adjudicó este sábado la jornada más exigente de la Volta a Catalunya, con final en el alto de Queralt. Nueva exhibición del esloveno, que atacó a falta de 40 kilómetros para la meta y con dos puertos por delante. Tercera victoria en esta edición de la ronda catalana (las anteriores fueron en las cimas de Valter 2000 y Port Ainé), que concluye hoy en Barcelona, con seis ascensos a Montjuïc
Pogacar rubricó otra entrega antológica de ciclismo puro, del que huye de la cicatería y de la administración milimétrica de esfuerzos. El doble campeón del Tour de Francia tenía asegurado el liderato de la prueba, con 2.27 minutos de ventaja sobre Mikel Landa, pero a pesar de ello aceleró en las rampas más empinadas del penúltimo puerto (Sant Isidre) y descolgó a sus impotentes enemigos.
Atacar por placer siendo primero en la general, arriesgando en los descensos, es un gusto impagable para esos aficionados que disfrutan con las hazañas individuales. Lecciones magistrales de superdotados, de gente que huye de la vulgaridad, que disfruta con retos mayúsculos, como hizo Van der Poel el pasado viernes en la clásica de Harelbeke, culminando una escapada de más 40 kilómetros por zonas de adoquines. La nueva generación de chavales inconformistas se desafía desde larga distancia para el deleite de los fans.
Pogacar, tras comandar el pelotón en el puerto de Pradell, un especial con tramos de cemento del 20% de desnivel, se cansó de pedalear en compañía y con esa facilidad tremenda que nos tiene acostumbrado se marchó en solitario. Se fue sin apenas oposición de Landa. El vasco, junto al resto de perseguidores, comenzó a disputar su propia carrera y a pelear por las migajas que dejaba el jefe del UAE. Fue alcanzado por Egan Bernal y ambos colaboraron para distanciar a un grupo en el que viajaban Enric Mas, Vlasov y Kuss y para asegurarse en el podio. En último puerto, Queralt, cada uno escalaba a su propio ritmo, sin la cadencia alegre de Pogacar, que ascendía aclamado por el público.
Bernal ofreció una buena versión, se pegó a Landa y terminó segundo, a 57 segundos de Pogacar. El vasco cedió la segunda plaza al colombiano. Enric Mas fue cuarto, a 214. El escalador de Ineos es tercero en la general, una plaza de podio que espera mantener en la clausura de este domingo en Barcelona.
Pogacar, que salvo desgracia se anotará este domingo la Volta a Catalunya, ya suma 67 victorias. Esta temporada ya venció en la Strade Bianche y fue tercero en la Milán-San Remo. Un fenómeno.
El mejor mecánico del mundo empezó a trabajar a los nueve años. Acudía todos los días al taller, sólo paraba los domingos, a las 12 del mediodía, para ir a misa. Alejandro Torralbo (Villanueva de Córdoba, 1962) creció entre arandelas, alicates, tuercas y lubricantes de cadenas. «Salía corriendo de la escuela de mi pueblo y me iba a ayudar a mi tío, que tenía un local de reparación de bicis y motos. Allí estaba siempre, incluidos los fines de semana; de eso hace más de 50 años. Aquellos tiempos nada tienen que ver con los de ahora», advierte el técnico de UAE, formación liderada por Tadej Pogacar y Juan Ayuso.
El álbum de Torralbo es un tesoro, con fotos de Indurain, Rominger, Olano, Ullrich, Juan Fernández, Chava Jiménez, Valverde, Contador, Sastre, Sagan, Basso... También hay recuerdos de su paso por los equipos Clas, Mapei, Banesto, Festina, Coast, Bianchi, Cervélo, CSC, Saxo Bank, Tinkoff o Katusha. Desde hace cuatro años trabaja para el UAE. Ha cubierto 43 Vueltas a España, 28 Tours de Francia y 24 Giros de Italia. Es un fijo de la selección española, ha sido testigo directo de tres Juegos Olímpicos (Atlanta, Londres y Río) y de 29 campeonatos del mundo. Por sus manos pasaron las bicicletas de los campeones Olano, Freire y Valverde.
«Comencé en el ciclismo a los 16 años, con Miguel Moreno, primo de mi madre, que era director del equipo Peña Manzaneque. En mi casa no querían que siendo tan pequeño estuviera por ahí con los ciclistas, pero al final me dejaron salir. En 1980 me fui a la Vuelta a España con el equipo Chocolates Hueso. Luego me llamó José Manuel Fuente, Tarangu, para el equipo Clas y desde ahí hasta ahora. Al principio trabajaba a diario, sólo descansaba el domingo para ir a misa. Creo me equivoqué, tenía que haber estudiado. Empecé BUP y lo dejé por las bicis. Llevo en este mundillo desde siempre... Es lo que hay», dice.
Torralbo, con Olano.T. Torralbo
Y lo que hay es un cúmulo de vivencias impagables. A sus 61 años es un emblema del ciclismo. En Facebock han creado la página Fans de Alejandro Torralbo. «Eso es cosa de unos gallegos que me quieren mucho. Ellos aseguran que soy el mejor mecánico del mundo, pero yo no soy el mejor, solo soy el más viejo», incide el técnico que vive en La Fresneda (Asturias).
Torralbo asegura que ahora el ciclismo es menos familiar: «Antes te ocupabas de la limpieza de las bicis, de la puesta a punto, de la presión de las ruedas, de la altura del sillín, etc. Ahora todo es diferente, trabajamos con los biomecánicos que te aconsejan en el uso de manillares, bielas, retroceso... Los mecánicos españoles siempre teníamos buen cartel, pero ahora los fabricantes nos miran de reojo, porque dicen que nosotros reparamos todo, no como otros, que cuando una pieza se rompe la tiran y buscan otra nueva. En el UAE hay más de 100 personas, con gente de 22 países, es como una empresa. Somos 11 mecánicos, parecen muchos, pero no es así, porque, a veces, hay dos carreras por semana y, además, tenemos que preparar el material en un centro que el equipo tiene cerca de Milán».
Torralbo, Torrontegui y Rominger.A. Torralbo
Ahora, todo está medido y planificado para obtener el máximo rendimiento. Una labor que ha situado al UAE en la cima. «Pogacar es un fenómeno. Nunca he conocido a nadie igual. Él dice una cosa y la hace. Trabajo con él desde 2021. Está muy pendiente del mantenimiento, pregunta por la presión de las ruedas, por los desarrollos... Es un campeón en todos los aspectos, tanto dentro como fuera de la carretera. El año pasado estuve con él en Tirreno-Adriático, París-Niza, Strade Bianche y Tour de Francia. Hicimos la última Volta a Catalunya y le acompañaré en la concentración de Sierra Nevada», señala.
El mecánico andaluz también valora la gran progresión de Ayuso. «Juan es muy completo. Recuerdo que la primera vez que coincidí con él me sorprendió que llevara las manetas de la bici hacia dentro y para abajo. Yo le decía que no entendía porqué las llevaba así, pero él me contestaba: ''Así tengo cinco vatios menos por la aerodinámica''. Ahora la UCI ha cambiado las normas y no permiten que se inclinen más de 10 grados. Ayuso no ha sido el primero en meter las palancas, recuerdo que Sastre ya lo hacía. Ayuso está pendiente de todos los avances, se preocupa de la mecánica y de la nutrición para mejorar».
En sus 45 años en el ciclismo ha presenciado historias de todos los colores, éxitos grandiosos, escándalos de tramposos y hasta el denominado dopaje mecánico. «Eso del motor escondido en las bicis no lo he visto. No es cierto, es un invento. Me acuerdo que en una ocasión decían que Lance Armstrong había utilizado un motor en una cronoescalada en Alpe d'Huez. Yo no estaba en su equipo, pero pude ver que su bici ni siquiera pesaba 6,8 kilos, que era lo permitido. Los mecánicos tuvieron que poner unas placas para llegar a ese peso. Si hubiera utilizado un motor, su bici pesaría más»..
Con Alejandro ValverdeA. Torralbo
Torralbo, que ha conocido a lo más granado del pelotón de las últimas cuatro décadas, tiene especial cariño a Olano, Tony Rominger y Carlos Sastre. «Con Abraham me entendía muy bien, él venía de la pista y eso se notaba en los aspectos técnicos. Estuve con él en el Mundial de Duitama, en 1995, el que ganó con la rueda pinchada. Todavía mantenemos contacto. Tony presentaba dos caras, como corredor tenía una mentalidad suiza, pero fuera de la carrera era muy atento, le encantaba correr con lluvia. Con Carlos tengo una gran relación, tiene muchos valores, es una persona acojonante, siempre ha estado muy atento con mi familia. En mi casa guardo una bicicleta suya. Su triunfo en el Tour ha sido lo más guapo que me ha pasado en el ciclismo. Casi nadie creía que podía ganar un Tour, pero lo ganó. Puedo presumir de haber inflado las ruedas de su bici», bromea.
El técnico cordobés también destaca la profesionalidad de Contador. «Con Alberto coincidí en el Saxo Bank. Se preocupaba de todos los detalles, de cómo mejorar la aerodinámica y aumentar la velocidad. Sabía mucho de mecánica y se interesaba hasta por las cintas del manillar. Era como un piloto de motos. Si en los entrenamientos escuchaba un ruido raro de la bicicleta me lo contaba para solucionarlo. El ciclismo era y es su pasión. Para mí, Alberto es un ejemplo».
La empatía de Contador contrastaba con la frialdad de Jan UIllrich: «Estuve con él en 2003, en el equipo Bianchi, que heredó la estructura del Coast de Juan Fernández. Era un corredor que hablaba poco, un tanque».
Torralbo sólo coincidió con Indurain en los Mundiales, llegó al Banesto por petición propia de Abraham Olano, cuando el navarro ya se había retirado. «Estaba con Miguel sólo una semana al año, con la selección, el resto del tiempo era nuestro rival. Es buena gente y de eso te das cuenta nada más verlo. Proviene de una familia trabajadora y eso se nota en su capacidad de sacrificio. Recuerdo que no le gustaba mucho el manillar de las bicis de contrarreloj», señala.
El corredor más singular con el que ha trabajado fue José María Jiménez: «Chava era capaz de lo mejor y de lo peor. Cuando me decía: ''Alejandro, mañana ponme las ruedas voladoras'', ya sabía que iba haber tarde toros. Era un genio. El Curro Romero del ciclismo. Cuando estaba bien no había nadie que lo parara. Yo le decía que era un escalador con un cuerpazo de rodador. No podía con las contrarrelojes, yo le ponía un manillar de cabra, pero él me insistía en que se lo quitara porque para lo que iba hacer no le merecía la pena».
Alejandro Torralbo, el incomparable mecánico de manos prodigiosas.
El Príncipe Rainiero apadrinó al extremo txuri-urdin más genial. «Qui est ce petit diable?», exclamó el soberano tras presenciar sus deslumbrantes regates en la final del torneo juvenil de Mónaco de 1975, ganada por España a Francia (2-1). «Algún periodista escuchó aquello y desde entonces me quedé con ese apodo. Yo era hábil, un jugador diferente de aquel equipo de la Real Sociedad de la década de los 80, que tenía gente muy fuerte, como Satrústegui, Idígoras o Górriz. Yo era distinto, para que se hagan una idea los jóvenes de hoy, jugaba de forma parecida a Iniesta o David Silva. Era un extremo y luego me pasé a la media punta», explica Roberto López Ufarte (Fez, Marruecos, 1958), un zurdo que cautivaba por su dribling.
López Ufarte es un emblema en la historia de la Real Sociedad, ganador de dos Ligas (1980-81 y 1981-82) e ídolo de España en el Mundial de 1982. Él abrió el marcador de la primera final de Copa del Rey ganada por la Real Sociedad, el 30 de marzo de 1987, contra el Atlético de Madrid (2-2, prórroga y victoria por penaltis). Este martes, el equipo donostiarra, ante el Mallorca, busca su quinta presencia en una final copera, 0-0 en el partido de ida.
«Aquella final la jugué sabiendo que iba a ser mi último partido con la Real Sociedad. Toshack, que era el entrenador, me había dicho que mi tiempo ya había pasado, que tenía que irme. Ese día desconocía que semanas después iba a fichar por el Atlético. Jesús Gil y Gil llegó a la presidencia del club, contrató a Menotti y el argentino insistió en contar conmigo. Formé parte del primer proyecto de Jesús Gil, ese que estuvo encabezado por Futre. El portugués y yo jugábamos en la misma posición», recuerda el ex futbolista.
«Jugamos en Zaragoza, hacía calor y había muchos mosquitos que se nos metían en los ojos y en la boca. No éramos favoritos. Cambiamos el sistema, Larrañaga pasó al centro del campo. Terminamos 2-2. Yo metí el primer gol, luego empató Da Silva, nos adelantamos con un tanto de Txiki Begiristain y empató Rubio. Fuimos a la prórroga y ganamos en los penaltis, con dos paradas de Arconada. Creo que ese día nació el lema 'No pasa nada, tenemos a Arconada'. Celebramos la victoria en el hotel y luego nos fuimos a San Sebastián para festejarlo con la gente y con las instituciones. Guardo un recuerdo extraño, de alegría y tristeza, porque ganamos, pero sabía que me iba a marchar de un equipo que era mi vida. Algunos me insistían en que me quedara cuando antes me había dicho que me fuera», señala en conversación telefónica el ex delantero realista.
El camino hacia aquella final guarda cierto paralelismo con la actualidad. En semifinales, la Real se enfrentó al Athletic, precisamente el rival del Atlético de Madrid en la eliminatoria del próximo jueves. «Recuerdo que en la ida, en nuestro campo, lo pasamos muy mal porque durante mucho tiempo jugamos con dos menos, parecía que el Athletic nos perdonaba la vida. Nosotros resistimos como pudimos. En la vuelta ganamos 0-1 con un gol de José Mari Bakero», recalca El pequeño diablo, que añade que aquel partido fue complicado, como puede ser el de este martes.
«Cuando salió la bola del emparejamiento del sorteo, muchos estaban contentos porque, a priori, el Mallorca es más débil que el Atlético o el Athletic, pero a mí no me terminó de gustar. Y es que históricamente, el Mallorca nunca se le ha dado bien a la Real Sociedad. Siempre hemos tenido problemas, y ahora no será diferente. La ida acabó con un 0-0 pero no hay nada decidido. Además, el Mallorca tiene a un entrenador, Javier Aguirre, que conoce muy bien el oficio. La eliminatoria está muy abierta, lo mismo ocurre con la de San Mamés, yo veo al Atlético capaz de meterse en la final. ¿A quien prefiero en la final? Quizás al Atlético por eso de que formé parte de ese club», advierte.
El caso es que la Real se encuentra ante una nueva oportunidad para lograr el pasaporte a la final con un equipo que también aspira a meterse en los cuartos de la Champions. La de ahora es una buena escuadra, pero distinta a la que asombró hace 40 años. «El secreto de aquello es que éramos como una familia, nos conocíamos desde pequeños, jugábamos en la playa, en La Concha. Nos compaginábamos muy bien. En el terreno de juego siempre me compenetré de forma especial con Zamora. En el campo nos entendíamos con los ojos cerrados. Yo también me relacionaba bien con los jóvenes que iban llegando, como Bakero o Begristiain. Una cosa crucial es que apenas nos lesionábamos, casi siempre se repetía el mismo equipo. Hacíamos prácticamente toda la temporada con 13 jugadores. La gente se sabía el equipo de memoria», rememora. El equipo base de los años 80, entrenado por Alberto Ormaetxea, era el siguiente: Arconada; Celayeta, Górriz, Gajate, Olaziola; Diego, Alonso, Zamora; Idígoras, Satrústegui y López Ufarte.
Un grupo de canteranos que plantaba cara al Real Madrid en la Liga, que le arrebataba el título de campeón en la última jornada y que durante varios años fue la columna vertebral de la selección española.
El extremo dice que antes había más conexión entre los jugadores: «Entonces el fútbol era distinto, se disfrutaba más. Estábamos mucho tiempo juntos, después de los partidos o los entrenamientos nos quedábamos a comer o a tomar pinchos. Éramos una familia fuerte. Gorriz y Gajate bromeaban diciendo que sus respectivas mujeres les decían que ellos pasaban más tiempo juntos que con ellas.Todavía solemos quedar, como mínimo una vez al año, en las semanas de Navidad. Ahora todo es distinto en el trato humano y, sobre todo, del dinero ni hablemos. Antes con lo que ganabas en un año pagabas una casa en tres años, ahora con lo que ganan en una temporada se compran tres casas».
López Ufarte era un pequeño y flaco chaval que desentonaba entre jugadores poderosos físicamente. Pero él sabía sacar provecho de sus virtudes. «Había un entrenador, Javier Expósito, que nos preguntaba quién era el jugador más valiente del equipo. Muchos decían que Satrústegui e Idígoras, pero él respondía que el más valiente era yo, porque iba al regate, me daban patadas, pero volvía a hacerlo sin miedo».
Su exquisita técnica fue consecuencia de la carestía pasada en la niñez: «Después de la Guerra Civil, mis padres se fueron a Marruecos a buscar trabajo. Yo nací en Fez. Recuerdo que cuando era un niño jugaba en un patio muy pequeño, con 20 o con 30 niños, los espacios eran reducidos y creo que mi habilidad por el regate nació allí, el fútbol de la calle de siempre». Unas cualidades que le permitieron anotar 129 tantos en la Real Sociedad y ser el segundo máximo goleador del club, sólo superado por Satrústegui. Con la selección española disputó 15 partidos y anotó siete tantos.
Tras dejar la Real Sociedad jugó una temporada en el Atlético de Madrid y en 1988 fichó por el Betis. Se retiró en 1989, pero siempre ha estado relacionado con el fútbol y, especialmente, con el club donostiarra. «En la Real estuve 12 años como jugador y 12 como técnico, ayudando a entrenadores como Toshack, Irureta, Clemente o Krauss. Un cuarto de vida la he pasado con la Real. Yo era como el Molowny de la Real Sociedad, un hombre de la casa. Como entrenador he estado en varias ocasiones con Toshack, yo creo que como él fue el que decidió que no continuara en la Real, como remordimiento siempre que podía recurría a mi como segundo entrenador», subraya.
En 2013 se marchó a Vanuatu (Australia) y un año después a Marruecos, en el equipo de Casablanca. A sus 65 años, El pequeño diablo colabora con la Cadena Cope. Esta noche comentará el partido con el recuerdo de aquella inolvidable primera vez.