Ganó el que más puntos sumó

Ganó el que más puntos sumó

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No había cruzado la línea de meta y a Lando Norris ya se le caían las lágrimas. El sueño que había perseguido desde que tenía 6 años estaba a apenas unos metros de distancia. Toda la presión, todos los nervios, todas las dudas, todas las faltas de confianza, toda la amenaza a la que le había sometido Max Verstappen y los errores de McLaren —y los suyos propios— estaban a punto de terminar.

Después de una carrera de control en la que Max volvió a ganar y él terminó tercero, Norris se convirtió en el trigésimo quinto campeón del mundo de la historia y en el undécimo británico en unirse a este prestigioso club. Ha tenido la ventaja de disfrutar de un monoplaza dominante durante todo el año, pero también ha sido capaz de mostrar su mejor versión en algunos momentos de la temporada.

La parte final ha rozado casi la perfección. De no ser por los errores de McLaren en Las Vegas y Qatar, el título se habría decidido sin asumir tanto sufrimiento. Sin embargo, Lando ha tenido también su cara oscura: momentos malos, errores costosos, dudas, falta de confianza… La velocidad del coche lo ha compensado en ocasiones, pero todo junto le ha regalado una oportunidad a Verstappen que ha estado cerca de aprovechar.

Lando ha sumado dos puntos más y por eso es campeón, pero Max ha pilotado mejor. El primero se lleva el título que pasará a los libros de historia; el segundo, el orgullo de saber que cuenta con la admiración general por lo que ha sido capaz de hacer. Lando ha hecho lo que se esperaba de un piloto bueno con el mejor coche. Max ha hecho lo que nadie pensaba que podía hacerse, lo que le convierte en un piloto especial.

Por tercera vez en los últimos dieciocho años, tres pilotos llegaron con opciones de ser campeones a la última carrera. Por primera vez, Fernando Alonso no estaba en la batalla. En 2007 y en 2010 ganaron quienes llegaron a esa última cita en la tercera posición del campeonato.

El año de Alonso

En 2007 Kimi Räikkönen ganó al aprovecharse de los errores de McLaren y de la guerra civil existente entre sus dos pilotos. En 2010 Sebastian Vettel fue campeón por un error indecente de Ferrari en la estrategia. Fernando había hecho lo mismo que Verstappen este año: luchar con un coche menos competitivo contra un Red Bull que volaba. Ese día ganó el coche más rápido y el equipo más inteligente, pero no el mejor piloto.

Dos años después volvió a tener un duelo con Vettel en circunstancias parecidas, pero entonces también ganó el coche más rápido. Desde ese año, 2012, Fernando nunca más ha estado en la batalla. Muchas travesías por el desierto, muchas frustraciones, pero una recalcitrante y testaruda osadía por mantener siempre la misma ambición y hambre.

2025 ha sido un año mediocre de Aston Martin, pero brillante de Fernando. Sin título, sin victorias, sin podios, pero haciendo algo aún más difícil: ser capaz de lograr cosas imposibles. Trece clasificaciones para Q3 (dos de Lance Stroll), diez carreras en los puntos (cinco de su compañero), 24-0 en duelos de clasificación con Stroll y una racha de 37-0 si sumamos el año anterior.

Aston Martin ha terminado séptimo en el Campeonato de Constructores, pero si en lugar de Alonso hubiera habido en el equipo dos Stroll, habría terminado en la posición que realmente le correspondía: la novena. A Fernando se le acaba el tiempo, pero no la velocidad. Ojalá que los Reyes Magos le traigan un buen coche para 2026. No necesita el coche más rápido, solo lo mínimo necesario para poder volver a recobrar la ilusión.

Fernando y Max son pilotos de la misma especie: prestidigitadores capaces de hacer una magia que los demás no pueden.

Se acabó la temporada 2025; la de 2026 comenzará en Australia dentro de 91 días. Será otra historia completamente diferente.

kpd