En el descanso se habían revitalizado en la grada los gritos contra el presidente y el director deportivo. Al regreso de Vigo, donde el Sevilla perdió 3-2 ante el Celta, los jugadores durmieron en la ciudad deportiva debido a la amenaza de los ultras. La atmósfera en el Sánchez Pizjuán era de extraordinaria tensión después de que la amenaza de perder la categoría se hubiese hecho real. La llegada de Joaquín Caparrós no había frenado la caída: dos puntos de 12 posibles antes de la visita de la Unión Deportiva Las Palmas en la noche de este martes.
Los nervios dominaron a ambos conjuntos en la primera parte. Los canarios llegaban a Sevilla en una situación dramática, obligados a todo para no quedar casi sentenciados. Tras la derrota, si el Alavés vence al Valencia este miércoles, serán equipo de segunda división. El tanto salvador de los locales lo marcó de cabeza García Pascual en el minuto 58, tras un golpe franco lanzado por Suso que prolongó Agoumé de cabeza para que el goleador se elevase por encima de la defensa y enviase el balón a la red.
En el minuto 77 el árbitro anuló un gol a McBurnie por falta previa de Cardona sobre el guardameta Nyland, una decisión muy protestada por los jugadores de Las Palmas y su técnico, Diego Martínez.
Desenlace angustioso
El tramo final del encuentro se vivió con angustia entre los aficionados, que olvidaron por unos instantes la reprobación a la directiva por un fervoroso apoyo a su equipo. Los visitantes atacaban de manera desesperada. El Sevilla esperaba terminar de resolver el partido al contragolpe. Caparrós transitaba por la banda, con la lógica inquietud.
Fueron 12 minutos de prolongación. Sandro tuvo oportunidad de lograr la igualada con un lanzamiento de falta. Supo sufrir el Sevilla, que si el Villarreal gana al Leganés se asegurará continuar en primera después de una temporada muy convulsa que acabará dejando cicatrices. Tras la celebración, resurgieron los gritos de “¡Junior vete ya!”, pidiendo la renuncia del presidente.
Seguramente el corazón de Aboubacar Bassinga (19 años) todavía siga latiendo a mil por hora después de su estreno con la UD Las Palmas ante el Sevilla en el Estadio de Gran Canaria la semana pasada. Con su dorsal 26 a la espalda, entró en el minuto 87 dispuesto a mostrar a todos sus aficionados su potencial.
Porque hace solo cuatro años y medio, poco antes de la pandemia, este centrocampista zurdo decidió emprender un viaje a Europa, desde Costa de Marfil, en busca de un futuro, que hoy se avecina ilusionante. Como él mismo señala en un reportaje con su club, siempre tuvo "el sueño de jugar al fútbol". A bordo de una patera y sin saber ni una palabra de español, el hoy jugador amarillo llegó a la localidad de Arguineguín, cuna de 'magos' como David Silva o Juan Carlos Valerón, con la idea de viajar a Francia poco después y poder así encontrarse con un familiar que residía allí.
"Al llegar tuve que adaptarme a la cultura, a estar lejos de la familia y me costó", afirmó en una entrevista. Sin embargo, todo cambió el día en el que un taxista le vio jugando un partido con otros chicos. Fue allí, en una de esas pachangas tan futboleras, donde cambió repentinamente su destino. Su calidad con el balón y su personalidad llamaron la atención de aquel curioso ojeador, que rápidamente avisó a Tonono, responsable de formación y captación del club, para que evaluara su posible incorporación.
"Su irrupción no debe quedar en anécdota"
Bassinga pasó la prueba y se integró en el equipo D de los amarillos, un conjunto formado para la proyección social de jóvenes en situaciones similares, pero la normativa le impedía federarse y jugar partidos por su situación irregular dentro del país. Aun así, no faltó ni un solo día a la ciudad deportiva. "Vino todos los días a entrenar sabiendo que no podía participar", afirmó uno de sus técnicos a los medios del club. Fue entonces cuando, con la ayuda de la jueza de menores Reyes Martel y su proyecto 'Up2U' (Depende de ti), que trabaja en la integración social de personas de todas las nacionalidades, pudieron llegar a un acuerdo para conseguir su primera licencia y comenzar su vertiginoso ascenso hacia el fútbol profesional. "Su irrupción no debe quedar en anécdota, en un partido de fútbol. Conforma un salto importante por la eliminación de prejuicios y estigmas", afirmó la magistrada en una entrevista a La Provincia.
Sin embargo, estos no han sido los primeros minutos que el centrocampista disputa con el primer equipo canario. La pasada temporada pudo jugar en la Copa del Rey la eliminatoria que enfrentó a Tenerife y UD Las Palmas, aunque tampoco disfrutó de una victoria. A pesar de llegar directamente desde la división juvenil, el hecho de contar con él durante estos meses en los entrenamientos y en cinco partidos de pretemporada ha provocado que el club haya decidido no acudir al mercado para firmar un nuevo centrocampista, en vista de la confianza que tiene puesta en él Luis Carrión. "Para mí es uno más", señaló su entrenador, también debutante aquel día ante su antecesor en el cargo, García Pimienta.
Apuesta por la cantera
Además, el propio jugador también valoró la relación que mantiene con su entrenador: "Llevo poco tiempo con él, pero es muy cercano. Siempre se ha acercado y me ha dicho lo que quiere de mí". Su presidente, Miguel Ángel Ramírez, también pronunció sobre la calidad de un futbolista que, dice, "se ha destapado" a un "nivel altísimo" y quiso recalcar la apuesta que el club quiere hacer por la cantera.
El partido ante el Leganés en Butarque puede ser una nueva oportunidad para Bassinga, que espera seguir ayudando al equipo con su fútbol y disfrutar de un sueño inolvidable.
Hubo cinco meses en los que Seydouba Cissé (Dabola, 2001) lloraba casi cada día. Cincos meses en los que llamaba a diario a Jorge Broto, director de fútbol base del Leganés CF, para pedirle que le llevara de vuelta al club pepinero, donde había maravillado en un torneo de juveniles. Había tenido que volver a Guinea Conakry a solicitar el visado para poder entrar en España, pero un golpe de Estado en 2021 paralizó todo y también la carrera del incipiente futbolista, apenas mayor de edad. "No sabía qué hacer, la gente ya me decía que me olvidara de Europa. Hubo clubes de allí que me ofrecieron un contrato, pero yo no escuchaba a nadie, sólo quería volver", cuenta a EL MUNDO.
Entonces, pese a los disparos y la rebelión militar, que se prolongó un mes por la capital guineana, Cissé fue durante una semana a diario a las puertas de la embajada española para intentar reclamar el visado para entrar en el país y cumplir su sueño. Pero nadie abría las puertas al chico de 19 años hasta que, el padre de Ilaix Moriba, que ejerció como su representante, consiguió que le escucharan y que estimaran la petición del Leganés, que le quería para el filial.
Desde entonces vive un sueño y lo demuestra a diario. Seydouba Cissé siempre sonríe. "Cuando llegué a Leganés pude decir que había cumplido mi sueño, que era firmar mi primer contrato profesional. Encima luego trajeron a mi madre para verme jugar, conseguimos ascender a Primera... es increíble. Es como si siguiera soñando y voy a seguir haciéndolo por este club y esta afición que me lo ha dado todo", reflexiona.
"Mi padre me escondía las botas"
Cissé dice que el Leganés es para él "como una familia". La de sangre, sus padres y sus cuatro hermanos, "la mayor es chica", puntualiza, están en una población a 400 kilómetros de la capital, Conakry, a la que tardan siete horas en coche cuando van para verle en sus visitas a su país. "Cuando era pequeño se tardaban 12", ríe el guineano. Allí, en los caminos de tierra de Dabola, que no pisa desde 2018, comenzó todo.
Cuenta que tenía siete años cuando comenzó a fascinarle el fútbol, pero que en su casa eran una familia humilde y no tenían dinero para sufragar su sueño. "En Guinea, para llegar a algo tienes que tener a alguien que pueda invertir en ti", explica. Su padre, profesor de filosofía, le insistía desde pequeño en la importancia de estudiar pese a que sus vecinos le decían que su hijo podría llegar a ser futbolista. Así, cuando no se esforzaba lo suficiente en el colegio, "mi padre me escondía las botas y los balones" que su madre le traía cuando volvía de viaje.
Después, sus progenitores le mandaron a un colegio de Conakry a seguir con la secundaria. Cissé aprovechó la estancia para seguir acercándose a su sueño desde la escuela deportiva del Atouga FC hasta que recibió la llamada de la selección sub'17. "Me llamó mi madre para decirme que mi padre venía de visita sorpresa a ver cómo me iban los estudios. Así que a él no le cogí el teléfono cuando llegó porque estaba a punto de jugar con la selección. Se lo dijeron y vino con un amigo a verme al estadio nacional. Cuando terminó el partido y vio cómo me animaba la gente, cambió de parecer y comenzó a motivarme", revela el jugador.
Cissé sonríe en la ciudad deportiva del Leganés.Ángel Navarrete
Poco después comenzó la odisea europea, que culminó con sus lamentos frente a la embajada española. Hizo pruebas en el Anderlecht y en un club danés, pero ninguna fructificó. "Me tuvieron en un hotel en Dinamarca una semana pendiente de la firma de un contrato que nunca se produjo y yo le dije al padre de Ilaix que me iba, que, o firmaba, o no seguía soportando ese frío", explica mientras estalla en una carcajada.
Así, tras pasar brevemente por París y Barcelona, aterrizó en Madrid para probar suerte en el club pepinero, que lo acogió desde el primer momento pese a esos problemas burocráticos contados al inicio. Cissé tiene agradecimientos para los entrenadores por los que ha pasado: "Todos me han ayudado mucho". Carlos Martínez, Imanol Idiákez, Mehdi Nafti y claro, Asier Garitano.
"Cada partido, como una final"
"Era el partido contra el Sporting, contra el que perdíamos por dos goles. No lo teníamos controlado y me dice Bustinza: 'Cissé, calienta'. No me lo creía y a los cinco minutos salgo y me pide Garitano: 'Sal y disfruta'", explica sobre su debut. Y Cissé siguió disfrutando claro, en Segunda, y ahora en Primera con equipos que admiraba en la televisión cuando era niño. "Veía al Barça del tikitaka con Xavi, Iniesta, Ronaldinho... y luego estar yo ahí jugando contra ese equipo...», recuerda el mediocampista, pero añade: "Cuando estás con ellos en el campo ves que son personas como tú y al final somos 11 contra 11". Cissé es fan de Iniesta, pero su espejo es Naby Keita.
Asegura Cissé que ya ha cumplido su sueño, pero que si tiene que pedir otro sería jugar con el Leganés en Europa y ser capitán del conjunto pepinero. Es de bien nacidos ser agradecido y la felicidad del jugador guineano se la debe a este equipo madrileño con el que juega cada partido "como si fuera una final" y por el que no pierde la sonrisa. "Dios me da paz, confianza y pensamiento positivo". En la vida, él ya ganó la Champions.
"Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclinan las frentes hacia el suelo". Federico García Lorca no estuvo en el Metropolitano, un estadio ruidoso, bullicioso, tormentoso, casi. Pero ante el Leganés faltaba el epicentro de la tormenta. Ese que inicia el terremoto, que arrastra a los valles y que provoca los ecos. Así que su poema se deslizaba por entre las butacas del fondo sur, vacío, callado... sancionado. El Atlético se sobrepuso al silencio y al tanto inicial del Leganés para vencer con un callado Sorloth tras un aluvión de ocasiones. [Narración y estadísticas, 3-1]
La tormenta la quiso poner el Atlético en el campo, con un inicio arrollador, presionante y con filo. Aupados a un 4-4-2, ofensivo y con mucha presencia en las bandas. Falta remate y eso que Sorloth tuvo uno en boca de gol. El amago previo de Griezmann le despistó, pero necesita más sangre el frío noruego si quiere que Simeone, un entrenador pasional, recurra a sus servicios más a menudo en el once. Aunque sin ruido encontró el éxito por partida doble. ¿Será suficiente?
Borja Jiménez salió a aguantar, con un once bastante trabajador y de batalla. Poca creación y mucho juego directo. Le contaba el entrenador a este periódico que hay cosas del año pasado que no valen este y que los futbolistas deben de cambiar de roles. Poco toque y mucha precipitación, una cosa es cambiar la EA Sports por la Hypermotion y otra reventar los GPS corriendo detrás del balón. Pero como el fútbol ni conoce de merecimientos ni de intenciones, sólo necesitó el Leganés un resquicio para perforar la portería de Oblak. Una descarga fallida de Riquelme en el borde de su área, la recuperó el Leganés y el balón llegó a los pies de Raba, que esta vez sí pudo hacer daño con un pase filtrado para Neyou. El camerunés no se lo pensó y disparó a la escuadra más cercana de Oblak. En algunas circunstancias podría considerarse fallo del portero el no proteger su palo, pero la violencia del chut sirvió de atenuante para el esloveno.
Neyou celebra su tanto con Simeone de fondo.PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP
El gol dio alas al Leganés y adormeció momentáneamente al Atlético. Tanto que la grada tuvo que reclamar a los suyos un contraataque tras una recuperación con el equipo blanquiazul descolocado. Tuvo el conjunto de Jiménez alguna transición peligrosa antes de que se despertara el Atlético que quiso, y no pudo, igualar antes del paso de los vestuarios. Ya no sabe qué hacer Simeone para dar con la tecla. Tras el final del medio tiempo hubo pitos a un equipo que no termina de encontrarse. Es un problema de efectividad claro, de contundencia como le gusta decir al Cholo. Hablamos de 5,6 disparos para hacer un gol antes de este encuentro, el FC Barcelona, por ejemplo, sólo necesita cuatro.
Más efectividad
Ni siquiera contará como disparo a puerta el fallo de Correa al inicio de la segunda parte tras una gra dejada de Griezmann. Era más difícil echarla fuera que encontrar un hueco en los 18 metros cuadrados que defiende Dmitrovic. A Simeone le llevaban los demonios. El fondo sur, vacío, no pudo ni lamentar la ocasión. Sacó el técnico a un bloque de argentinos para intentar dar la vuelta al marcador. El equipo actitud tenía, pero las cosas no terminaban de salir. Hasta que Witsel recogió un buen pase de Giuliano en el área, recortó tras el rechace a su primer centro y encontró a Sorloth, que metió su segundo gol con el Atlético de tacón, como si ya llevara 10.
Rugió el Metropolitano como si no tuviera una extremidad cercenada y comenzó el acoso rojiblanco a la portería de Dmitrovic. Casi culmina la remontada el denostado De Paul, pero Tapia se cruzó de manera providencial y después lo intentó Julián sin éxito. El tanto se mascaba. Y lo consiguió el mayor goleador de la historia del Atlético de Madrid, al que el VAR le salvo dos minutos después de una roja. Tras una jugada de fe de Giuliano, quien rebañó la bola al destino para ponérsela fuerte y abajo al francés que se adelantó al primer palo ante un vencido Dmitrovic. Sorloth haría el tercero tras otra jugada de fe de Julián. La fe rompía el silencio y con ella vencía el Atlético.