Se encendieron las luces del antro: el Madrid está en peligro

Se encendieron las luces del antro: el Madrid está en peligro

La semana fue espantosa. El meme colectivo del “manicomio” convirtió al Real Madrid en el vecino. Lo que nunca debe ser. Todos somos un poco culpables, hasta los que nunca creímos y observamos la jugada como el sobrio mira a sus amigos borrachos en el antro. No les quitamos el vaso de la boca. No se planteó el partido desde la exigencia ni desde el cabreo por la infamia de Londres sino desde una festividad incomprensible. Como si el club se contentara con los aspavientos y el relato. Faltó dejar el techo abierto para poder cantar bajo la lluvia.

La afición perdonó preventivamente, lo que nunca ha solido hacer el Bernabéu. Entregado a cambio de nada, parece que ni el entrenador ni los jugadores sintieron la necesidad de ofrecer nada distinto a lo que han venido haciendo durante el año. Ni una idea, ni un plan de partido. Melonazos absurdos, sucesión de saques de esquina al primerísimo palo, desesperación acentuada por la locura enfermiza del dañino VAR. El mismo horror de siempre, con la misma propuesta desde el banquillo: ninguna. El primer tiro a puerta fue en el minuto 55. Todavía no había hecho Ancelotti ningún cambio.

Hizo tres de una tacada, incluidos Ceballos y Endrick, el único delantero centro de la plantilla. Le puso de extremo derecho. La revolución consistió en que los tres primeros ataques fueron tres centros a nadie, y el primero del Arsenal un golazo. El único que confió un poco fue Saliba, pero el Madrid recibió el regalo con pereza. No mordió porque no tenía hambre, ¿cómo se arregla eso? Si en el club dudaban hace un año entre cambiar al entrenador o a un puñado de jugadores, ahora tienen que hacer las dos cosas. Pudieron hacerlo antes: este fracaso también es culpa de su inacción.

Cuando acabó el partido los futbolistas se quedaron compadreando, de risas con el rival. Nunca creyeron. “El Bernabéu debería aplaudir al equipo”, había sentenciado Maldini poco antes en la retransmisión. Debía tener feligreses en la grada: ni un amago de bronca. La indiferencia es el peor mal, el más difícil de erradicar. Nunca han mandado en el Madrid los maldinis, y ahora es el peor momento para que lo hagan. Se encendieron las luces del antro: el Real Madrid está en peligro.

kpd