Resulta curioso que un 20 de noviembre, día de la muerte de Franco pero 55 años antes, naciera un club cuyos jugadores estuvieron a punto de ser fusilados por el propio dictador. No ayudaba su origen proletario, ni sus ideas de izquierdas, ni sus valores, feministas, entre otros. Pero la casualidad quiso que los integrantes de la plantilla del Atlético Baleares, que viajaron como miembros de la selección de Mallorca en 1936, salvaran su cuello porque el día del alzamiento nacional les cogió viajando de las islas a Barcelona para participar en la Olimpiada Popular de Barcelona.
Ese viaje a la Ciudad Condal, donde se celebraría un acto deportivo y cultural en protesta a la promoción del nazismo de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, se convirtió en un trayecto hacia la salvación de muchos de los integrantes de ese barco. "Se salvaron de ser fusilados", apunta a EL MUNDO Manel García Gargallo, historiador y autor del libro Els origens de l'Atlètic Balears (1920-1942). Dels inicis a la fusió (Lulú, 2013). De aquel pasaje, algunos se quedaron a luchar en Cataluña, otros se exiliaron y pocos pudieron volver a su vida anterior ya que Mallorca se significó del bando nacional desde el inicio de la contienda.
Una vez triunfó el bando nacional en la Guerra Civil española, el Atlético Baleares, tras absorber a otros clubes más pequeños de la isla de Mallorca, realizó en 1942 un "lavado de imagen" para desligarse de su pasado proletario, subversivo, republicano y muy progresista y así poder sobrevivir durante el franquismo. Fue el primer club español que nombró a una mujer, presidenta de Honor: Lita Soler Arimón, miss Baleares y pionera del deporte femenino en la isla. Fue en 1935.
Monos recortados para jugar
Feminismo aparte, el Atlético Baleares nace en 1920 como el primer gran club proletario, de la unión de dos entidades muy ligadas a Mallorca y al trabajo raso: Isleña (actualmente Trasmediterránea) y la Fundición Carbonell, de nombre deportivo, Mallorca FC, que no el actual, que se llamaba Alfonso XIII. "En aquella época, todos los clubes pertenecían a la clase media o alta, eran de gente con posibles que podían sacar tiempo para jugar", revela García Gargallo. Mientras que los jugadores del Isleña y del Mallorca se aprovecharon del decreto del Conde Romanones de 1919, que limitaba la jornada laboral a ocho horas para poder jugar y entrenar.
Esos trabajadores usaban los monos de trabajo recortados para jugar al fútbol a modo de equipación. Cuando se unieron en el Atlético Baleares, adoptaron una mezcla de los colores de ambos conjuntos: la camiseta blanquiazul de Isleña (los colores de la empresa) y el pantalón blanco del Mallorca FC (la equipación más barata porque no requería tintes).
El periodo dorado del club mallorquín osciló entre las décadas de inicios de los 50 e inicios de los 60. Fueron cuatro temporadas las que el Atlético Baleares peleó en la Segunda División española. "Fue la época en la que los dos principales clubes de Mallorca estuvieron más parejos", apunta el historiador.
Caída y supervivencia
Mientras que el club bermellón se profesionalizó y aglutinó la mayor parte de la masa social de la isla, el Baleares se fue hundiendo en las categorías de barro hasta que en 2005 a punto estuvo de desaparecer para luego reflotarse de mala manera tras convertirse en sociedad anónima deportiva en 2014.
Hoy, en manos del empresario alemán habitante de la isla, Ingo Volkman, va segundo en el grupo 3 de la Segunda RFEF y viene de eliminar al Espanyol de Manolo González en la segunda ronda de Copa. El Atlético de Madrid (hoy, 19.00 horas) será su segundo equipo de Primera en este torneo, ya que en primera ronda eliminó al Nastic, de Primera RFEF. Pero lejos quedan ya sus valores y sus orígenes ante una masa social que se ha ido transformando con los años.