Zverev en la final de Australia y el sueño de la generación perdida: “Lo que me pasó ante Alcaraz no me puede volver a suceder”

Zverev en la final de Australia y el sueño de la generación perdida: "Lo que me pasó ante Alcaraz no me puede volver a suceder"

Hay una diferencia enorme de Grand Slam ganados según la década en la que nacieron los tenistas. Hasta diez jugadores nacidos en los años 80, Djokovic, Nadal, Federer, Murray, Wawrinka, Safin, Roddick, Ferrero, Cilic y Del Potro, acumularon un total de 78 grandes. Los dos campeones de la década de los 2000, Carlos Alcaraz y Jannik Sinner ya suman seis pese a su juventud. Pero la década de los años 90 sólo ha dado dos vencedores de Grand Slam, Daniil Medvedev y el ya retirado Dominic Thiem, con un trofeo cada uno.

Existe toda una generación perdida que difícilmente se podrá recuperar -ahí están Tsitsipas, Rublev, Khachanov, Tiafoe, Hurkacz…- y que ya sólo busca consuelo. Si este domingo (09.30 horas, Max y Eurosport) Alexander Zverev levanta su primer ‘grande’ a sus 27 años tendrá el suyo. Después de dos finales perdidas, el US Open de 2020 ante Thiem y el pasado Roland Garros ante Alcaraz, el alemán está en su mejor momento con las puertas de la gloria abiertas, aunque delante esté Sinner.

Concentrado y sin presión

Nunca antes Zverev había jugado tan bien. Nunca antes Zverez se había mostrado tan maduro. Nunca antes Zverev había sido más libre. En Melbourne, el favorito es Sinner, y Zverev sólo tiene cosas que ganar. «Ahora tengo un objetivo claro, que es ganar un Grand Slam, y lo estoy persiguiendo dando lo mejor de mí mismo. No voy a tener un partido fácil, pero estoy preparado para una batalla muy dura. Creo que tengo el nivel necesario para ganar a cualquiera, aunque sea Jannik», comentaba Zverev que llega descansado a la cita.

Al contrario que en otros grandes, no se despistó en las primeras rondas, ante Lucas Pouille, Pedro Martínez y Jacob Fearnley, todos partidos resueltos por la vía rápida y, aunque cedió un set ante Ugo Humbert y Tommy Paul, sus victorias no estuvieron en peligro en ningún momento. Precisamente ante Paul y luego en semifinales ante Djokovic disputó tres tie-breaks que demostraron que está preparado: los ganó todos con una seriedad impropia.

De vuelta al gimnasio

Como siempre, el servicio es su mejor arma -ganó un 78% de puntos con su primero, ha llegado a sacar a 222 km/h-, aunque ahora tiene más. Aquel chaval larguirucho algo apático que acabó extenuado sus dos finales anteriores de Grand Slam se ha convertido ahora en un tipo más fuerte, más resistente, más hecho. Después de caer ante Alcaraz en París, Zverev volvió a llamar al que fuera su preparador físico en los inicios, Jez Green, y el trabajo realizado es evidente.

«Cuando estaba con Jez me consideraba uno de los tipos más fuertes y, el año pasado, en la final ante Carlos me agoté físicamente. No quiero que eso me vuelva a suceder nunca más, por eso he vuelto con él», valoraba esos días en Melbourne el alemán que estuvo cuatro años sin vivir una final de Grand Slam entre dudas, problemas físicos -se lesionó gravemente de un tobillo en aquellas semifinales de Roland Garros 2022 ante Rafa Nadal- y escándalos. Dos ex novias le acusaron de malos tratos y ambos casos acabaron con acuerdos extrajudiciales.

Sinner y sus problemas

El año pasado, con su ascenso al número dos del mundo entre títulos como los Masters 1000 de Roma y París-Bercy, ya se advirtió su madurez y ahora sólo queda confirmarla. Delante, eso sí, un Sinner que amenaza con hacer de la Rod Laver su casa y que parece inalterable pese a las extraños episodios sufridos en cada partido -el tembleque por el calor ante Holger Rune, la cojera ante Ben Shelton– y los vaivenes de su caso de dopaje. Justo antes de empezar el Grand Slam, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) puso fecha a la vista que decidirá su futuro, los días 16 y 17 de abril, entre el Masters 1000 de Montecarlo y el Mutua Madrid Open, y pese a todo, ahí está, en su segunda final consecutiva en Melbourne.

«Jannik encuentra en los partidos de tenis un lugar seguro. Ahí sale, hace lo suyo y siente que reproduce lo que ya sabe, lo que entiende, en lo que es bueno. Salir a la pista es un hogar para él», analizaba ayer Darren Cahill, técnico del italiano, que el próximo año abandonará los banquillos.

kpd