Milot Rashica, con dos goles y una asistencia, y Rafa Silva, con dos asistencias y un gol, amargaron al Athletic en Estambul, donde concluyó su racha de cinco victorias consecutivas en la Europa League. El equipo de Ernesto Valverde, plagado de caras nuevas, deberá esperar para completar su pase a octavos de la Europa League, cuya primera fase cierra el próximo jueves ante el Viktoria Plzen en San Mamés. [Narración y estadísticas (4-1)]
Las rotaciones no sentaron bien al Athletic, privado de inicio de piezas básicas como Iñaki Williams, Iñigo Ruiz de Galarreta y Dani Vivian, y dieron una merecida victoria, al equipo de Ole Gunnar Solksjaer, que debutaba en el banquillo. Desde el inicio, el Besiktas impuso su solidez en defensa y la calidad de sus centrocampistas.
Rashica clavó en la escuadra de Julen Agirrezabala una incorporación desde la banda, en una jugada iniciada por Ernest Muci y con un precioso taconazo de Rafa Silva.
Agirrezabala, en el mano a mano
Ate un Athletico lento y romo, la superioridad local se plasmó durante la primera parte. Los Leones sólo pudieron desperezarse poco antes del descanso, con un par de acercamientos de Beñat Prados y Alex Berenguer. El preludió de la jugada del empate, bien definida por Unai Gómez. La ajustada posición del futbolista de Bermeo debió ser examinada por el VAR.
Premio para un Athletic remolón y demasiado castigo para un Besiktas que no acusó el golpe. A la vuelta de la pausa, los locales generaron tres ocasiones en 10 minutos. En las dos primeras se interpuso Agirrezabala en sendos manos a mano ante Ciro Immobile y Rafa Silva. En la siguiente, un gran cruce de Unai Núñez evitó que Rashica se plantase otra vez frente al guardameta donostiarra.
Pareció recuperarse el Athletic con una ocasión que Nico Williams, en fuera de juego, falló ante Mert Günok. Sin embargo, al cuarto acercamiento del Besiktas, de nuevo con Rafa Silva y Rashica, se tradujo en el 2-1. Esta vez con el portugués asistiendo y el albanokosovar marcando tras otra cabalgada por la banda derecha. Y aún quedaban el tercero, en el que Rashica y Rafa Silva intercambiaron los papeles, y el 4-1, un penalti de Nico Serrano a Semih Kilicsoy certificado por el VAR, que transformó Joao Mario.
Cuando Julen Agirrezabala y Nico Williams nacieron, la gabarra llevaba 18 y 16 años sin pasear a un campeón por la ría de Bilbao. Nadie de su generación ha visto al Athletic alzar la Copa del Rey, cinco veces han llorado que se les escapó y ambos se conjuraron y fueron clave para levantarla 40 años después. Les costó 120 minutos probar de todas las formas posibles cómo batir a un combativo Mallorca que los llevó hasta una tanda de penaltis en la que no fallaron. La gabarra, por fin, volverá al agua el próximo jueves.
Fue Iker Muniain quien recorrió los escalones hasta el palco de La Cartuja para recoger de manos del Rey Felipe el título. A final de la larga fila de autoridades estaba Iribar, con lágrimas en los ojos. Como el mítico guardameta, el capitán navarro sabe lo que ha costado volver a ser campeones. "Una barbaridad, muchas derrotas, muchas lágrimas, muchos momentos amargos. Hoy saboreamos el lado bueno del fútbol. 40 años han pasado para coger la Copa y no soltarla jamás", aventuró.
Buscó Iker a otro veterano, De Marcos, para volver a levantar una Copa que llegó pronto a las manos de Ernesto Valverde. No rehuyó el protagonismo como tampoco se libró del manteo.Técnico siempre comedido, agarró el trofeo, caminó en solitario hacia la grada rojiblanca de La Cartuja y, sin dejar de sonreír dejó la Copa en el punto de penalti desde donde se acababan de proclamar campeones. No tiene comparación con ninguno, Sólo hay que ver cómo estaba el campo lo que significa para esta afición. Al final fue en los penaltis, porque también hemos sufrido", admitió el técnico, que miraba de reojo los lanzamientos pero se alegró de la parada de Agirrezabala. "Ha jugado partidos muy comprometidos antes de esta final, como contra el Atlético o el Barça", destacó Valverde.
No será la que se vio en el césped su única celebración, que tendrá que planear. "Me había negado a pensar cómo celebrarlo y ahora tendré que hacerlo. Cuando estaba en Grecia, después de una final aparecíamos en un bar perdido para comer un gyros (un sandwich con pan de pita) y beber cerveza. Algo así haremos", confesó el entrenador mientras la fiesta seguía en el césped.
Una valla cedió
Celebró el Athletic con su afición tan de cerca que una valla del fondo cedió ante la eufórica cercanía de los jugadores sin que se lamentaran daños y al unísono con su plantilla de campeones abrazada en el área entonaron el Txoria Txoi antes de que Asier Villalibre sacara su mítica trompeta y Unai Simón y Yuri se pasaran un ratito cortando la red donde acabaron los cuatro penaltis pateados por el Athletic.
No llegó a patear Nico Williams, que fue el peligro, el mejor jugador del partido, el talento al que se agarraron los rojiblancos. «No puedo esperar más a subir a la gabarra. Llevamos mucho tiempo persiguiendo esto, desde el parque hasta este estadio. El año pasado fallé dos ocasiones en las semifinales y ahora esto es un sueño. Por mi familia, mi hermano, De Marcos, estoy feliz de haberlo logrado en el club de mi vida».
Ese sueño lo cumplirá el próximo jueves y tendrá un protagonismo especial: "Siempre he sido el hermano de, pero ahora me estoy haciendo mi nombre".
Julen Agirrezabala ataja el lanzamiento de Morlanes.J. REINAAFP
Lo mismo sentía Julen Agirrezabala, otro veinteañero a quien le han contado la historia de cuando fueron los mejores. En este partido fue creciendo hasta atajar las ocasiones del Mallorca, que no fueron muchas pero algunas muy claras, y el penalti de Morlanes que hundió a los de Aguirre con una suerte que muchas veces les salió de cara. Esta vez Dominik Greif no pudo ser el héroe ni llevarse una Copa de regalo de cumpleaños que borrara tres años de calvario de lesiones.
Lo tuvo cerca el Mallorca. Aguirre reconoció más a su equipo que Valverde durante muchos minutos. La Cartuja era rojiblanca y rujía en euskera, pero sus futbolistas estuvieron atenazados por la responsabilidad en toda la primera parte. Les costaba hacer correr a los Williams, que lo peleaban con más corazón que cabeza. Iñaki contra Copete y Lato mientras Nico lograba quebrar a Gio González y Valjent pero no encontraba la portería de Greif.
De la ansiedad se pasó al temblor con el gol de Dani Rodríguez. «Como si jugaras en la plaza» le había dicho al gallego su mujer y por eso no dudó en rematar una pelota escupida por Prados que le ofreció Gio González para que se convirtiera en héroe. Ni Muriqi ni Larin ni Abdón. Aquel chico criado en el Deportivo que en el que llegó del Albacete en el verano de 2018 para jugar en Segunda acercaba al Mallorca a la segunda Copa. Eso pensaba en el palco bufanda al cuello, Rafa Nadal y su entrenador Carlos Moyà. Unas filas más abajo sufría Iríbar viendo a su Athletic tambalearse y a Nico, en un mano a mano escorado contra Greif, estrellar el empate en el exterior de la red antes de que le anularan un tanto por fuera de juego.
Valverde y Unai Simón consuelan a Morlanes.JAIME REINAAFP
En el vestuario, Valverde les leyó todo lo que había apuntado en su libreta y hubo un despertar. Si Larin pudo hacer el segundo, nada evitó que su rival se quedara el balón y que el pequeño de los Williams se echara el escudo a la espalda. Se escapó por la banda izquierda, perdió la pelota ante Gio, peleó la recuperación con Samu Costa y asistió a Oihan Sancet para que batiera la meta mallorquinista. Este regalo le convierte en el tercer jugador más goles ofrece a sus compañeros de toda Europa.
Todo empezaba de nuevo aunque, esta vez con un Athletic que se sacudió la tensión para mandar con descaro, jugar y crear ocasiones, pero sin poder evitar la prórroga que puso nerviosos a todos. Pudo cerrar el partido otra vez Nico, pero los 40 años de sequía acabaron de penalti, un castigo que el Mallorca recuerda que ya sufrió en 1998 en su primera final en Mestalla. Al partido le puso fin el largo abrazo de Valverde y Aguirre.
El Atlético de Madrid nunca ha faltado a su cita con la Champions desde la primera temporada completa de Simeone. Son 11 años consecutivos disputando la máxima competición continental, una racha que comenzó como una ilusión y se ha vuelto una obligación desde la planta noble hasta el césped. No obstante, existe confianza plena tanto en la plantilla como en el entrenador de lograr el objetivo desde el seno del club.
Esa obligación tiene a los jugadores muy concienciados según cuentan desde el vestuario tras su derrota en Vitoria. Un tropiezo que achacan al bajón habitual que se produce tras una gran exigencia europea. Saben que no se puede volver a repetir contra el Athletic, el único equipo que les ha vencido en tres ocasiones este año y el que les rompió la racha de imbatibilidad del Metropolitano, 28 duelos consecutivos sin perder. Un gol de penalti de Berenger inclinó el duelo copero a los intereses de los leones.
El Athletic Club está a tres puntos de los de Simeone, pero tienen el gol average ganado tras su victoria por dos goles a cero en San Mamés. Una derrota en el Metropolitano haría que los colchoneros no dependieran de sí mismos para sellar la cuarta plaza. Habida cuenta que la tercera, tras la última victoria del Girona, se aleja a siete puntos de los del Cholo y a diez de los vascos, una distancia notable cuando restan 18 puntos por disputarse.
No es la primera vez que el Atlético de Simeone se encuentra en el alambre. En la 2019/20, el equipo cogió velocidad de crucero justo tras empatar con el Athletic de Bilbao en la jornada 28. Desde la quinta posición en la que se situaba, cuatro victorias seguidas le auparon hasta la tercera plaza, lugar en el que terminaría la liga.
Aunque, el momento más parecido al actual lo vivieron los colchoneros en la 2021/22. Tres puntos les separaban del Betis y, pese a que no fueron igual de regulares que hace dos años, les ayudó el descalabro de los dos equipos sevillanos, no sólo para asegurar plaza Champions, también para terminar terceros en la competición doméstica por delante de hispalenses y béticos.
"No será una semana simple", anunció Simeone tras la derrota en Vitoria. Ya comenzó la vuelta a los entrenamientos torcida con la baja de Morata por un cuadro agudo de neuralgia del trigémino, un dolor facial de origen nervioso totalmente incapacitante. Afortunadamente, el delantero madrileño se ha ido recuperando y tiene pinta de ser de la partida, ya que en lo que avanzaba la semana ha podido entrenar con sus compañeros.
Morata, en un partido con el Atlético.ATM
Enfermedades aparte, Morata no atraviesa su mejor momento deportivo del año y ya hay rumores sobre su posible marcha a final de curso. Lleva casi dos meses sin marcar y suma apenas un gol en los últimos 19 partidos. Lo más curioso es que esto se produce cuando había igualado la mejor temporada goleadora de su carrera con 20 tantos. Tampoco el otro protagonista de la delantera Griezmann está mucho mejor.
Muchas voces han reclamado más protagonismo al francés en el momento crucial de la temporada. Desaparecido en Copa y en Champions, en liga sus actuaciones han sido intermitentes. No obstante, llega el Athletic Club, su víctima preferida en la liga española. Hablamos de 14 goles contra los leones en toda su carrera.
La peor defensa de Simeone
Pero el problema del Atlético de Madrid esta temporada, pese a la sequía de sus delanteros, no está delante sino atrás. Estamos ante el peor curso defensivo del conjunto de Simeone. Son 12 partidos seguidos sin mantener la portería a cero y ya 63 goles en contra, la mayor cantidad de tantos encajados desde la llegada del técnico argentino.
Unos miran a la portería, Oblak quizás ya no es el guardameta que daba puntos a los rojiblancos. Otros lo hacen a la defensa, con una temporada mejorable para muchos de los centrales y también para Nahuel Molina, el hombre más señalado en las derrotas rojiblancas. Pero quizás el problema del Atlético de Madrid esté en el conjunto de sus futbolistas. La mayoría son mayores y no son muy rápidos.
Ante el Borussia, el once inicial del Atlético de Madrid tenía una media de 31 años. Es el equipo titular más viejo de los 121 años del club, cuyo cumpleaños fue este viernes, y también la plantilla era la más veterana de los cuartos de la Champions League con 28,64 años.
El problema es que, pese a haber certificado el Mundialito de Clubes de la FIFA para 2025 que supone una inyección económica de 50 millones de euros extra, clasificarse para Champions le reporta al Atlético de Madrid unos 67 millones por temporada de media. De quedarse fuera, desde el club advierten que habría que ajustarse el cinturón con respecto a nuevas incorporaciones.