El derbi madrileño entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid se tuvo que detener temporalmente en el minuto 68 del encuentro tras el lanzamiento de numerosos objetos por parte del fondo del Frente Atlético sobre el área de Thibaut Courtois.
El partido trascurría con normalidad y sin polémicas hasta que Militao anotó el 0-1 para el conjunto blanco en el minuto 65. En ese momento, comenzaron a caer sobre la portería de Courtois diferentes objetos, entre ellos dos mecheros, desde la grada ultra del equipo rojiblanco.
El portero belga avisó al colegiado, Busquets Ferrer, y le llevó objetos en dos ocasiones, mientras Koke, capitán rojiblanco, les pedía calma. La megafonía advirtió de la situación y avisó que en caso de continuar con el lanzamiento, el partido se suspendería.
Tras el saque de centro, Courtois volvió a recibir varios objetos y avisó de nuevo al árbitro, que decretó la suspensión temporal del partido en el minuto 69.
Koke volvió a acudir a la zona para pedir calma a la grada e incluso el Cholo Simeone se acercó al fondo para charlar con sus miembros antes de irse a vestuarios.
Mientras la grada rugía con fuerza ese «¡Jude! ¡Jude! ¡Jude! ¡Jude! ¡Jude! ¡Jude!» que ya es tradición en el Santiago Bernabéu, Bellingham levantaba sus brazos en cruz y mantenía la mirada con la afición. Nada desafiante. Sí icónico. Hacía 71 días que Chamartín no veía la celebración más famosa del fútbol español. Llegó a tiempo, justo para sentenciar al Barça, decidir la Liga y completar el histórico 'barrido', como se dice en el deporte americano, a los azulgrana.
El Madrid ha ganado los tres clásicos del curso por primera vez desde 1936 y el británico ha marcado en la ida y en la vuelta ligueras. En Montjuic anotó dos goles, uno en el minuto 68, el empate a uno, y otro en el 92, un disparo desde Birmingham para darle el triunfo a los blancos. En el Bernabéu también aguantó hasta el descuento, definiendo a la red un pase de Lucas Vázquez en el minuto 91.
Dos tantos que han dado seis puntos a su equipo y han quitado otros seis a su máximo rival. «Es así de simple. Merecimos ganar. Quítale seis puntos al Madrid y pónselos al Barça...», se resignaba Xavi en la sala de prensa de la Castellana.
Dos meses de sequía
Bellingham rompió ante el conjunto culé una sequía de más de dos meses con el Madrid. Vio puerta en un Inglaterra-Bélgica de marzo, pero con el cuadro madridista no anotaba desde el 10 de febrero, cuando consiguió un doblete en otro de los partidos que han sido claves en el liderato de los de Ancelotti.
Sus cuatro goles en 2024 (uno al Barça, dos al Girona y otro al Almería en enero) distan mucho de los 17 que anotó en el primer tramo de la temporada, 13 en Liga y 4 en Champions, pero tienen su explicación en las lesiones que ha sufrido durante los últimos meses.
Con dolor en el hombro y el tobillo
Bellingham juega con molestias en el hombro izquierdo desde el 5 de noviembre, cuando sufrió una luxación en el partido ante el Rayo Vallecano. Pudo terminar ese duelo, pero se perdió los siguientes dos encuentros ante Braga y Valencia. Junto a los servicios médicos del Madrid, decidió realizar un tratamiento conservador y no pasar por el quirófano para no perderse más tiempo. Aprovechó el parón de selecciones de noviembre para quedarse en Valdebebas con los fisioterapeutas y volvió al césped para marcar 4 goles en el final del año.
La solución ha sido doble: largas horas en el gimnasio fortaleciendo la zona y un vendaje extremo para proteger el hombro. Le quita algo de movilidad, pero le evita más molestias de las que puede soportar. La protección se observa a simple vista por la tela negra y porque le llega hasta el cuello, casi como una armadura.
Pero a pesar de jugar con el vendaje durante seis meses, ni Bellingham ni los médicos planean una intervención quirúrgica a final de curso. El británico se irá con la selección inglesa a la Eurocopa y volverá a finales de julio a Valdebebas para empezar la pretemporada. Mientras, el Madrid, que no puede pedirle que renuncie a su país, sólo le pide una cosa: trabajar el hombro en el gimnasio para evitar que los dolores sigan en agosto.
Además del hombro, la otra articulación que ha preocupado a Bellingham ha sido el tobillo. El inglés es el futbolista de la Liga que más faltas sufre y el cuarto de toda Europa. 2,8 por encuentro. Una constante que en febrero, precisamente ante el Girona, el último equipo ante el que había anotado, le dejó K.O: esguince de tobillo y tres semanas de baja. Volvió en Valencia, donde Gil Manzano le expulsó. Otros dos partidos fuera.
«Empecé la primera mitad de la temporada muy bien, hasta enero, ganando la Supercopa. Lo que me mató un poco en cuanto al ritmo fue la lesión de tobillo. Y que luego supero esa lesión, supero también el dolor en el tobillo, juego contra el Valencia y me sancionan. Me afectó al ritmo que tenía», admitió en Manchester. Una reflexión que también comparten en Valdebebas, donde poco a poco vuelven a ver su mejor versión. Mantener la constancia anotadora del inicio de la temporada era imposible, pero Bellingham vuelve a ser decisivo y a estar en la pelea por el Pichichi.
ABRAHAM P. ROMERO
@AbrahamRomero_
Madrid
Actualizado Jueves,
26
octubre
2023
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El Madrid se hizo pequeño en Lille, diminuto, y cayó como caen los equipos que durante demasiados minutos no respetan el torneo que le ha hecho gigante. Una desastrosa primera parte, un penalti innecesario de Camavinga transormado por David y un inerte arreón final para cerrar una noche de pesadilla en Lille. [Narración y estadísticas (1-0)]
La Copa de Europa es la competición que más respeta el Madrid. Siempre ha sido así y siempre será. Por eso la primera parte del conjunto blanco en Lille fue tan decepcionante. Poca intensidad sin balón, poca movilidad con él, despistes, errores en la entrega y un sinfín de defectos que provocaron el 1-0 con el que se llegó al descanso.
Ancelotti recuperó a Camavinga, que se estrenó en la temporada después de su lesión de rodilla, y le dio a Endrick su primera titularidad del curso. El brasileño superó a Raúl como el debutante más joven de la historia del club en Champions y pudo marcar, pero le faltó acierto.
Extrema relajación
Compartió delantera con su compatriota Vinicius, que probó suerte ante Chevalier en el minuto 6 antes de que Bellingham definiera alto un pase de Carvajal. Tres minutos después, Endrick arrancó a 40 metros de la portería, rechazó darle el balón a Vinicius y se abrió paso casi hasta el área pequeña, donde definió al pecho de Chevalier.
Era el minuto 18 y el Madrid veía puerta aunque no atinaba. Estaba despierto y vivo, pero no mató cuando pudo y el Lille subió marchas y creció en el partido. En el 24, Lunin, que debutaba en la temporada en sustitución del lesionado Courtois, se hizo gigante ante Jonathan David, estrella local, y desvió los dos intentos seguidos del delantero tras un centro de Zhegrova a la espalda de Militao.
La oportunidad impulsó al Lille, consciente de la extrema relajación del Madrid. Camavinga intentaba achicar agua en su Titanic particular. Era el más activo con y sin balón, pasando por encima de Tchouaméni y Valverde, imprecisos.
Víctima de la desidia
Pero todo lo bueno que hizo el francés en el primer tiempo lo echó por la borda en el minuto 44. Zhegrova lanzó una falta desde la frontal y el balón dio en el brazo de Camavinga, que lo tenía en posición antinatural. Después de revisar la pantalla del VAR, el italiano Mariani decretó penalti. David, desde los 11 metros, engañó a Lunin y puso el primero.
El gol fue de esos psicológicos, aunque el Madrid ya estaba hundido en sensaciones. Son ya demasiados partidos en los que parece que le cuesta entrar en ritmo, proponer y demostrar deseo de ganar. Especialmente fuera de casa, donde esta campaña sólo ha ganado a la Real. En Lille se volvió a demostrar que tiene muchas virtudes, pero hasta el momento la desidia es su gran defecto.
Ancelotti intentó cambiar lo que pudo en el descanso. Con Mbappé todavía renqueante y con Modric habiendo jugado 80 minutos en el derbi, el italiano dio entrada a Fran García y retiró a Mendy. Decisión técnica para refrescar piernas, pero sin trascendencia en el juego. Tan mal lo vio el italiano que llamó al galo y al croata.
El Lille celebra su victoria.FRANCK FIFEAFP
Mbappé dio algo más de aire al ataque, pero al Madrid le faltaban ideas. Vinicius, con poco ángulo, remató desviado un pase de Modric al espacio y Ancelotti quemó sus naves. Apostó por Güler en lugar de Camavinga y los blancos asediaron por pura inercia el área del Lille, dejando espacios peligrosos a la contra.
El tramo final dejó a un Madrid incapaz, llegando al área rival más por el peso de la camiseta y los nervios del Lille que por virtudes propias. Pero como esto es fútbol, tuvo opciones. Carvajal remató desviado un centro de Modric y en los últimos minutos Chevalier salvó a los locales. Güler cabeceó en dirección a portería un centro de Vinicius y Bellingham no pudo definir en boca de gol, evitando el portero el empate. En la siguiente jugada, el meta desvió un remate de Rüdiger a un metro de la línea y un defensa evitó el remate a gol de Vinicius.
No se detuvo el Madrid en busca del honor perdido, pero no lo encontró. Güler no anotó el último intento y los blancos sumaron su primera derrota. Una muy dolorosa.