El Madrid sacó coraje, fuerza y ganó, porque jugar al fútbol no sabe por culpa del ínclito de su entrenador. Una vez más, la calidad de los jugadores sacaron adelante un partido que una vez más se complicó ante un Betis quisquilloso.
Mbappé , por fin, existe y tras el taconazo de Valverde, creó el milagro que demostraba que es un delantero centro, a la fuerza. Que puede ser un delantero centro. Es tan bueno que se acostumbrará, aunque el problema
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Había pasado buena parte de la noche mirando de reojo a Zubimendi, comandante en jefe por San Sebastián, pero tras un balón parado, Arda Güler pudo al fin cargar el fusil de su bota izquierda. A Sergio Gómez, otra de las figuras de esta bondadosa Real Sociedad, le dio entonces por un absurdo gesto de protección con los brazos. Un penalti clamoroso. El único modo plausible, ahora mismo, de que Vinicius cante un gol. No anda para mucho más el brasileño, víctima de otra pena máxima cuarto de hora después. Tras ceder su turno, Mbappé resolvió el triunfo del Real Madrid en un feudo hostil. Al equipo de Imanol, sin ese ápice de fortuna en el remate, poco más se le pudo reprochar. Al de Ancelotti aún se le espera mucho margen de mejora.
Los tres disparos a los palos de Courtois dejaron con mal cuerpo a la afición donostiarra, que ya venía penando tras las derrotas ante Rayo Vallecano y Alavés y los traspasos de Le Normand y Mikel Merino, básicos en el equipo. Para paliar los males quizá bastase la visita del Madrid, que siempre enciende los ánimos de la ciudad, o las recientes presentaciones de Aguerd y Oskarsson. Un central, titular, y un rematador, suplente, para un 4-3-3 donde sorprendía con Sucic como pareja de Zubimendi.
Ancelotti, juguetón la víspera con los periodistas, dio paso a Güler y a Brahim Díaz, en detrimento de Rodrygo. Privado de sus mediocentros genuinos, el técnico recurría a Fede Valverde en una posición que no potencia sus virtudes. Más bien todo lo contrario. Desde bien pronto el uruguayo alternaría esa posición de pivote con Modric, porque el arranque no admitió ni un instante de tregua. Con el balón y con la presión alta, la Real quiso parecerse a ese equipazo que el año pasado hizo carbonilla al Inter y el Benfica. Un torrente difícil de contener. En un plazo de 10 minutos, Zubimendi picó por arriba para Sadiq, pésimo en el control, y Kubo dejó en suerte a Sergio Gómez, que no pudo bajarla tras el bote.
Ni hierro, ni acero, ni granito
Había una idea en la Real, una convicción. Ese impulso propio de quien sabe la importancia del momento. El Madrid, por contra, guardaba sus cartas, sin dejarse perder por la confusión. Como aún no se ve con capacidad para controlar, ni mucho menos dominar, la orquesta de Ancelotti se entrega a sus concertinos. Al desafinadísimo Vinicius o al cada vez más entonado Mbappé. Incluso antes de saltar a la hierba, el francés sentía que podía repetir lo ofrecido el pasado febrero en Donosti con el PSG. Suyas fueron las ocasiones de mayor peligro, alcanzado ya el ecuador de la primera mitad. Una, habilitada por Brahim, propició la lesión muscular del internacional por Marruecos. La segunda, aún más clara, fue barrida por Aguerd, otro de los Leones del Atlas.
Por esas ocurrencias que sólo puede ofrecer el fútbol, el partido conmemoraba el centenario de Eduardo Chillida, escultor de la materia y las preguntas al universo. Una curiosa paradoja, dado el constante ajetreo. Ni una brizna de hierro, acero o granito en las áreas. Sólo errores defensivos y un par de remates levemente imprecisos por parte de la Real. Espectacular el zurdazo de Sucic, casi en la cruceta del impávido Courtois. No menos poderoso el tiro de Sadiq contra el travesaño, tras quebrar la cintura de Militao. Cuando el Reale Arena aún lamentaba los goles perdidos, Remiro salvó abajo un cabezazo de Rüdiger. Y Rodrygo, sustituto de Brahim, tampoco acertaría tras un tremendo fallo en la salida de los centrales.
Courtois intenta despejar un balón ante Sadiq.AFP
Según la propia confesión de Sergio Gómez, Imanol redobló su arenga durante el descanso. Así, nada más volver, Sucic probó de nuevo el tacto de la madera tras una delicadísima pared con Sadiq. La segunda mitad pondría a prueba los pulmones txuri urdin, que ya fallaron varias veces el curso pasado. Sostener el ritmo, saltar al balón dividido, atacar los espacios, representaba un riesgo máximo. El único asumible para el técnico local.
El Madrid, con la consabida experiencia de un partido mil veces jugado, sabía llegado su momento. En cualquier balón cruzado, en cualquier diagonal de sus delanteros, podría imponer su calidad. Así lo hizo dos veces de penalti. El segundo sobre Vinicius, por pisotón de Aramburu, fue concedido tras la llamada del VAR. Como el triunfo visitante, tampoco admitía demasiada réplica.
Fue el partido más lamentable de un Real Madrid previsiblemente vergonzoso. No es que el fútbol exhibiese este martes lo que el equipo había ido sugiriendo toda la temporada. Lo que había ya estaba claro: se vio contra el Barcelona, contra el Liverpool, contra el Milan y contra cualquier rival de entidad excepto el grotesco City de Guardiola. Esta es la obra de Ancelotti y del club en todo su esplendor: un equipo que con Valverde, Camavinga, Modric, Bellingham, Rodrygo, Mbappé y Vinicius es incapaz de dominar un solo minuto de un solo partido.
Esa es la luna, aunque el dedo apuntó a otro lado. El primer día del preverano del 2025 en Madrid lo pasaron millones de personas angustiadas por la posibilidad de que Ancelotti saliese contra el Arsenal con Lucas Vázquez y Alaba como laterales. La perspectiva, tan tenebrosa, hacía pensar durante la tarde en que quizá lo mejor para la eliminatoria fuese que prosperase súbitamente la cruzada contra la UEFA de la Unión Internacional de Peñas del Atleti por el doble toque de Julián Álvarez. Ahorrarse la tortura y que se la comiesen el Cholo Simeone, Nahuel Molina y Javi Galán. Al final no jugó Lucas y sí Alaba, y en ese trampantojo quedó sugerido que el Madrid ha vuelto tiempo atrás: vuelven las trampitas de vestuario, la persecución del filtrador. Falta el del banquillo.
Ya en partido, todo siguió bastante el guion previsto. El Madrid se conjuró en la previa para no conceder saques de esquina y antes de los diez minutos Courtois había salvado un gol olímpico y uno del Arsenal había despejado sobre la línea un remate de su compañero. La apuesta por Alaba para reforzar el agujero izquierdo resultó en ocasiones más o menos continuas por ese costado. En ataque, Vinicius le ignoró igual que ignora a Fran García, así que tampoco se notó demasiado el cambio. Al único que no ignora es a Mbappé, lo que provoca finalizaciones de contraataques crecientemente ridículas. Aquel Madrid ya añejo se habría ido 0-2 al descanso. Pero fue 0-0 y había que dar gracias.
Declan Rice abrió fuego bordeando una barrera made in Móstoles que desató el infierno. La exhibición de inferioridad fue inmensa. La aportación desde el banquillo fueron Lucas y Fran. Es tan ridículo como suena: dejo a un lado el maquillaje de acojone de los antis, esto es hoy el Real Madrid.
Con un Vinícius Jr. muy incisivo y efervescente, el Real Madrid venció este martes por 2-1 al Chelsea en Charlotte para cerrar con un triunfo su gira de pretemporada por Estados Unidos. Lucas Vázquez y Brahim marcaron los goles de los blancos, que vuelven a casa tras este tour con una victoria y dos derrotas (1-0 ante el Milan y 2-1 contra el Barcelona).
Dentro de solo ocho días y ya con todas sus estrellas incorporadas (incluyendo Kylian Mbappé y Jude Bellingham), el Madrid se jugará el primer título de la campaña con la Supercopa de Europa frente al Atalanta.
No se llenó el Bank of America Stadium de Charlotte (el hogar de los Carolina Panthers de la NFL) con 62.167 espectadores en un aforo de 75.037 personas y con clara mayoría blanca. Probablemente tuvo mucho que ver que Carolina del Norte espera con preocupación la llegada de la tormenta tropical Debby que ha dejado numerosos destrozos en el sureste de EEUU.
El tiempo fue desapacible durante la tarde, con cielo nublado y algo de viento, pero no llovió y el amistoso se disputó con normalidad.
Vinícius Jr. y Brahim fueron los mejores y completó la delantera un Rodrygo, que jugó sus primeros minutos de la pretemporada. No participaron en el encuentro Endrick y Arda Güler.
Al ritmo de Vinícius
Noni Madueke fue el protagonista del arranque. Las incursiones por la derecha del extremo británico encendieron el ataque del Chelsea y de una de sus aventuras por el costado surgió la primera ocasión con un remate de cabeza Raheem Sterling.
La respuesta por los blancos -hoy de naranja- llegó por cortesía de Vinícius. El brasileño ya fue el mejor en el clásico, pese a que solo jugó poco más de media hora, y esta noche volvió a exhibir chispa, descaro y frescura en cada acción.
Poco a poco, el Madrid fue ganando velocidad y no tardó en averiguar que el Chelsea presentaba incontables grietas en defensa. El primer gol llegó en el 19. Rodrygo se inventó un estupendo pase al hueco para Brahim y la jugada acabó en las botas de Lucas Vázquez, cuyo tiro con la zurda rebotó en la defensa del Chelsea y se fue llorando hasta la red.
La buena imagen que había dejado el Chelsea en el inicio se evaporó en un visto y no visto. En cambio, el Madrid rozó el segundo con un gran disparo de Dani Ceballos que no entró por centímetros.
No tuvo que esperar mucho más Carlo Ancelotti para disfrutar de un nuevo gol de los suyos. Vinícius dio una deliciosa asistencia con el exterior para Brahim, que recortó de maravilla al portero Filip Jörgensen y anotó casi sin ángulo en el 27.
El Madrid bailaba al son de Vinícius -coreado por la grada- y Brahim y parecía que el tercero estaba a la vuelta de la esquina. Pero el Chelsea reaccionó. Primero desperdició una clara oportunidad de Christopher Nkunku a pase de Sterling, pero en el 39 sí recortó distancias con un cabezazo en el área pequeña de Madueke que ni Fran García ni Courtois supieron interceptar.
Con 2-1 y buenas sensaciones para el Madrid, Ancelotti dio entrada en el descanso en la portería a Andriy Lunin. La conexión Vinícius-Brahim volvió a rondar el gol y Militao tampoco estuvo lejos de marcar con un testarazo.
El habitual carrusel de cambios de los test veraniegos, en el que se fue al banquillo Vinícius entre otros, enfrió el partido en la última media hora y el Madrid no sufrió para cerrar la victoria.