Un hombre condenado en 2016 por la violación de una menor de edad fue seleccionado por el equipo de Países Bajos de vóley-playa para los Juegos Olímpicos de París-2024, confirmó este jueves la Federación Neerlandesa de Voleibol.
Steven van de Velde, que tiene hoy 29 años, fue condenado a cuatro años de prisión después de haber reconoció la violación de una niña de 12 años, según el diario británico The Telegraph.
El deportista cumplió una parte de su pena en Gran Bretaña y luego fue trasladado a Países Bajos, donde fue liberado antes de regresar al voleibol en 2017.
“Conocemos la historia de Steven”, declaró Michel Everaert, secretario general de la Federación Neerlandesa de Voleibol (Nevobo) en un comunicado. “Fue reconocido culpable en la época según el derecho inglés y cumplió su pena”, añadió.
Expertos consultados por Nevobo y por el Comité Olímpico Neerlandés estimaron que no había “ninguna posibilidad” de que Van de Velde reincidiera, subrayó.
Michel Everaert estima todavía que el jugador ha sido “plenamente reintegrado en la comunidad neerlandesa del voleibol” y que se muestra como “un profesional y un ser humano ejemplar, por lo que no hay ningún motivo para dudar de él desde su regreso”.
Según la Federación Neerlandesa, el jugador admitió haber cometido “el mayor error” de su vida en su juventud.
“No puedo dar marcha atrás, así que tendré que soportar las consecuencias“, declaró.
Se jugaba el liderato en el Carpena y no era baladí aunque resten 10 jornadas y un mundo. Por la mañana había perdido en casa el Barça, por si había alguna duda de que Real Madrid y Unicaja están siendo los mejores equipos de la ACB. Y verdes y blancos brindaron un choque a la altura de las expectativas, de una intensidad tremenda, de idas y vueltas y de hasta un final con cierta polémica, cuando Campazzo robó a Carter en una acción dudosa -"es falta porque querían hacerla", se quejó Ibon Navarro- y Deck sentenció a la contra. Sale más líder el Madrid de Málaga y suma dos triunfos en la carretera (el viernes se impuso en Bolonia) de los que atajan supuestas crisis. [81-87: Narración y estadísticas]
Se desgañitó Málaga entera con esa acción en el filo, porque en ella iban sus esperanzas de un triunfo colosal. Antes había ocurrido de todo en el Carpena, con un Madrid lastrado por sus pérdidas y algo irregular en su consistencia, y un Unicaja todo amor propio, que se repuso de la floja primera parte y que no encontró más triples de Osetkowski ni de ningún otro cuando los necesitó para resolver el thriller. Aunque logró mantener el basket-average, se queda a dos triunfos de los de Chus Mateo en la tabla.
El primer impacto en el Carpena lo asestó un tipo insospechado, siempre tan en la sombra Abalde -Hezonja causó baja-, con la sensación perenne de no alcanzar lo que prometía. Pero en el Carpena sí, bajando la temperatura al envite, tirando de clase y esta vez también de efectividad. Sus tres triples sin fallo aplacaron el ímpetu inicial de Unicaja, contrarrestaron los dos de Osetkowski y equilibraron a un Madrid dominador del rebote.
Sólo dos antideportivas (una a Campazzo y otra a Musa, ambas claras) cortaron el ritmo del equipo de Mateo, como revitalizado tras su visita a Bolonia. Ibon Navarro, pese a la desventaja y la pérdida por lesión temprana de Kendrick Perry, seguía metiendo gasolina al duelo, así se entiende el baloncesto en Málaga, ritmo, agresividad, frenesí. Pero no le llegaban los triples y se vio 11 abajo (21-32), más complicado todo para los locales con Poirier y su dominio de la pintura en cancha. Tras un pequeño arrimón verde, un triple de Campazzo cerró una primera parte eléctrica.
Osetkowski celebra uno de sus triples.ACB Photo
Pero no estaba dicha la última palabra de Unicaja, un grupo orgulloso, que había ganado 19 de los últimos 20 partidos en la ACB, que sueña con lo de 2006, el liderato en la temporada regular, aquel título histórico. Que ya levantó 21 puntos en el WiZink y que a la vuelta le hizo un 12-2, con cuatro triples, dos de ellos de Alberto Díaz, el motor, el corazón. Tres más para Osetkowski, inspiradísimo, un fracontirador en cuerpo de pívot y la respuesta del Musa para una batalla estupenda, una final en mitad de marzo, los dos púgiles a tumba abierta igualados (64-64) para entrar en el cuarto final.
Y ahí siguió todo avanzando en la agonía, con la irrupción de Sima (10 puntos ante Poirier) pero también el rebote ofensivo blanco, que destrozaba las opciones locales. Un triple de Yabusele y un alley-oop de Poirier dejaron al Madrid enfilado en la recta de meta (74-78). Aunque tras el tiempo muerto, un 6-0 verde, la penúltima respuesta, porque el Madrid tenía el golpe sobre la mesa preparado.
Regresó Tavares a pista y le encontró Campazzo en los cielos cuando se comía la posesión. El propio Campazzo iba a ser protagonista con ese robo polémico a Carter que dejó todo visto para sentencia.
La primera final en la historia del UCAM Murcia está hecha de nombres propios, de tipos conjurados en «las locuras» de Sito Alonso que hoy tienen su segundo round en el WiZink, donde el Real Madrid tratará de quedarse a un paso del título. En las filas del equipo revelación, un relato vital inspirador, el del cubano Howard Sant-Roos, autor de 13 puntos y ocho rebotes en el duelo del sábado. Un trotamundos que salió de la pobreza de La Habana a los 16 años hasta convertirse en uno de los mejores defensores de Europa. «Con mi trabajo pude sacar a mi madre de la pobreza, eso me enorgullece», reivindica.
Ser parte de la historia es precioso. Estamos contentos por la temporada, por todos los que están detrás del nombre UCAM Murcia. Pero vamos a seguir luchando a muerte, porque nada está escrito. Afrontamos partido a partido. Nos daban por muertos desde el Valencia, así que para nosotros no es nada nuevo. Nos enfrentamos a un equipo que ha dominado en Liga, Euroliga...
¿Cuál es el secreto del UCAM Murcia?
Ser nosotros mismos. Sito es el cabeza de todo, el que trae las ideas, el que nos propone su visión, y nosotros nos encargamos de hacerla. El equipo está hecho de jugadores que desde un principio creyeron. Llegar hasta aquí demuestra que somos especiales.
¿Cómo es Sito Alonso de cerca?
Es un loco total. Trae ideas al campo que desde fuera dices: 'Qué está haciendo'. Te convence a seguir las locuras. Te lo explica. Y esos riesgos salen, nos han llevado a la final.
Es un especialista en defensa y enfrente tiene a alguno de los mejores exteriores de Europa: Campazzo, Hezonja, Musa, Llull...
Es un desafío para mí. Tienen una plantilla que habla por sí sola. Tengo que traer mi mejor juego, para que no me pasen por arriba. Tienen fuerza, experiencia, capacidad ofensiva... no tengo ningún nombre en la cabeza, el que me pongan delante tengo que hacer mi mejor papel. Porque mi equipo cree en mí.
¿Le gusta defender?
Disfruto, absolutamente. Me siento mejor haciéndolo, ayudando a mi equipo, soy egoísta en el sentido de que me digo que nadie lo hace mejor que yo. Es importante que marque la diferencia en los equipos que voy para mostrarme a mí mismo y a los demás que lo sé hacer bien.
Con 16 años se fue a jugar a la cuarta división italiana, luego Alemania, República Checa, Turquía, hasta llegar a Euroliga con Panathinaikos y CSKA y finalmente a España...
Mi carrera ha sido una aventura, un sueño. Si me lo dicen 20 años atras, diría 'no me cuentes mentiras'. A cada país, a cada equipo que iba era una aventura. Esa era mi idea: como vengo de donde vengo, en todo lo que me pase en adelante voy a tratar de reír, de estar concentrado para disfrutarlo. Creo que me ha ido bien por eso.
Howard Sant-Roos.ACB Photo
¿Cómo fueron sus inicios?
Callejeros, muy de barrio. Tres contra tres, dos contra dos, uno contra uno... Casi nunca cinco contra cinco. Se veía de todo. Jugábamos descalzos, no teníamos balones o eran muy malos, desgastados. Cuando había uno nuevo, todos íbamos al mismo lugar a jugar. Siempre así.
Su familia era humilde.
Mi infancia de pobreza me ha hecho ser más duro. Yo nací sin nada y Dios me ha dado la oportunidad de salir de esa pobreza. Y poder con mi trabajo hacerme cargo de mi familia, de mi madre sobre todo. Sacarla de los estragos que yo pasé cuando era pequeño es algo que me enorgullece.
¿Qué sería de Howard Sant-Roos sin el baloncesto?
Sería tabaquero al 100% si me hubiera quedado en Cuba. Mis tíos, mis primos, ellos lo hacen en Cuba. Siempre me ha gustado la mecánica de hacerlo y yo me fumo mi puro de vez en cuando.
Ha firmado dos años más con el UCAM.
He encontrado mi sitio después de tantas aventuras. El clima, cómo me ha tratado el UCAM, a mi mujer y a mis hijos. A los 33 años tratas de encontrar algo que te haga sentir bien. Y me encanta España, la cocina, mi lengua madre y el clima. Sin el sol yo no soy nada, es fundamental.
¿Cómo es Howard fuera de la pista?
Yo soy un loco, totalmente. Nada que ver el jugador con la persona. No sonrío mucho en el campo, estoy concentrado, haciendo mi trabajo. Fuera me gusta salir, jugar a la Play, ver animes. De vez en cuando mi puro, mi roncito cubano... Soy una pesona muy normal.