El paso del Mortirolo se abrió antes de la Segunda Guerra Mundial para que los ganaderos llevaran las cabras a los pastos de las tierras altas. La brecha trazada en una de las costillas de los Dolomitas también fue utilizada por los contrabandistas por esquivar el control de los carabinieri. La leyenda envuelve a esta mole de rampas infernales. Dureza extrema para un gigante que rivaliza con los imponentes Stelvio, Gavia y Pordoi.
Allí, Franco Chioccioli sentenció el Giro de 1991. Allí, Marco Pantani demarró como nunca a falta de 10 kilómetros para la cima en 1994, aquella ronda perdida por Miguel Indurain con Eugeni Berzin. Allí, Alberto Contador, en 2015, firmó su remontada más célebre al rebasar a todos tras afrontar la subida con una desventaja de 50 segundos por una avería mecánica.
Esta subida, cubierta con un bosque de coníferas que apenas deja pasar el aire, es un retablo para los escaladores de tronío, como Tadej Pogacar, tan apasionado de la mística de la Corsa Rosa, que este domingo se anotó la etapa reina de un Giro en el que nunca ha tenido adversarios de alta intensidad. Aventajó a Geraint Thomas y a Daniel Martínez en 2.50 minutos. Ya supera a sus rivales más próximos en cerca de siete minutos y todavía resta una semana de alta montaña. ”Ha sido uno de los mejores días de mi vida”, declaró el bicampeón del líder inabordable, vencedor de cuatro etapas en su debut en la ronda italiana.
El esloveno volvió a abrumar en una jornada de tremendo desgaste con un ataque demoledor a falta de 14 kilómetros para la meta, ubicada en la estación alpina de Livigno, que terminó con las esperanzas de renacimiento de Nairo Quintana. El colombiano fue segundo y presentó su mejor actuación en el regreso al Movistar.
El temor al Mortirolo marcó el desarrollo de la cita de este domingo, con la etapa maratoniana (222 kilómetros y cinco puertos). El pelotón se rompió con una macrofuga de 60 corredores, que alcanzó una ventaja de cinco minutos antes de afrontar el ascenso al puerto alpino, que se hizo por su vertiente más suave, la de Edolo Monno, con 12,7 kilómetros al 7,7% de pendiente media. En la aventura se metieron gente con vocación ofensiva en la escapada, como Quintana, Valter, Juanpe López, Alaphilippe, Storer, Steinhauser, Narváez o Pelayo Sánchez. Scaroni tuvo el privilegio de pasar primero por la cúspide del Mortirolo.
La renta de los fugados fue disminuyendo por la presión del UAE e Ineos. A falta de 30 kilómetros y con dos puertos por delante y en ascensión permanente, la diferencia bajó a los 3.40. Los aventureros quedaron reducidos a una veintena.
Los gregarios de Pogacar controlaron la situación con rienda larga. En últimas rampas de Passo Foscagnio, a 14 kilómetros de la meta, el líder decidió que había llegado la hora de los fugados. Aceleró y sin apenas oposición de marchó para superar a todos. Quintana y Steinhauser fueron los últimos. Al colombiano le cazó a falta de 2.000 metros para la clausura, en las rampas más dura de Livigno, un lugar que conoce muy bien, porque allí se levanta un centro de alto rendimiento muy visitado por el equipo UAE. ”Livigno es uno de mis sitios favoritos de Italia”, señaló un líder que amenaza con cerrar el Giro con una de las ventajas más alta de la historia reciente. Honor y gloria para un inagotable generador de espectáculo.
El nuevo gigante pega el estirón y el ciclismo español, necesitado de sensaciones intensas, se congratula. Iván Romeo (Valladolid, 2003) aporta nueva luz a un presente esperanzador. El espigado corredor del Movistar (1,93 metros), campeón del mundo de contrarreloj sub'23, estrena palmarés en categoría profesional y certifica las expectativas levantadas por un chaval que rompe estereotipos: atesora un físico imponente, opuesto al típico escalador, y presume de formación académica.
El vallisoletano, integrante de esa nueva generación comandada por Juan Ayuso, inauguró casillero el pasado viernes con un fenomenal triunfo en la tercera etapa de la Volta a la Comunitat Valenciana, con una escapada a falta de 17 kilómetros para la meta con la que sorprendió a gente tan experimentada como Carlos Rodríguez, Pello Bilbao, Joao Almeida o Thymen Arensman. El chico, que es mucho más que un excelente contrarrelojista, ya avisó de sus intenciones en la jornada anterior, en la que rompió el grupo de las mejores. El sábado, con final en el Portell de Morella, trabajó en beneficio de sus compañeros Pablo Castrillo y Jefferson Cepeda, que buscaron la victoria hasta el último suspiro. El triunfo fue para el colombiano Santiago Buitrago (Bahrain), líder de una ronda que acaba este domingo en Valencia con una etapa de 104 kilómetros que arranca en Alfafar.
Romeo es uno de los pinguinos más talentosos de la escuadra de Eusebio Unzué. Desde pequeño destacó por su habilidad en la escuela de Juan Carlos Domínguez de Arroyo de la Encomienda. Luego se incorporó a la MMR Cycling Academy de Samuel Sánchez y Benjamín Noval y perfeccionó su técnica en la factoría estadounidense Hagens Berman Axeon de Axel Merckx, hijo del corredor más espléndido de la historia. En 2023 se incorporó al Movistar y desde entonces no ha dejado de progresar. «Es muy maduro, con buena base, muy profesional», dicen desde el equipo navarro. Es meticuloso en el estudio de los recorridos. El pasado verano se fue, junto a su padre, a Zúrich días antes del comienzo del Mundial para analizar el trazado del circuito. Su trabajo fue recompensado con una medalla de oro en la crono sub'23. Sembrar para recolectar.
«Me siento en las nubes, muy contento porque al final es algo que venía buscando desde hace mucho tiempo y por lo que trabajamos todos los días. He hecho un invierno muy duro. He dado un salto de calidad muy grande pero de nada sirve si luego no ganas, hay que materializarlo, así que estoy contentísimo por mí y muy contento por el equipo», afirmó el viernes tras subir al podio de Alpuente.
Romero es el cuarto español que gana etapa en este 2025. Los anteriores fueron su compañero Javier Romo, en Tour Down Under; Mario Aparicio (Burgos), en Sharjah Tour de Emiratos, y Urko Berrade (Kerm Pharma) en Clássica Camp de Morvedre.
Regresa al banquillo del técnico que se puso las botas de goma y cogió una pala para quitar el barro de la casa de su familia en Massanassa, localidad en la que nació hace 50 años. El fútbol se ha convertido en algo secundario para Vicente Moreno. El desastre provocado por la DANA ha alterado las prioridades de un entrenador que se ha encarnado en símbolo de solidaridad y coraje. «Es muy duro no poder estar allí para los que tenemos hijos, familiares y amigos afectados por esta situación. Pero somos gente trabajadora y dura y, aunque parezca difícil, saldremos de ésta», exclamó el pasado día 1, poco antes de comunicar a Osasuna que se trasladaba a la zona cero de la destrucción y el horror.
Ante su emotivo y angustioso llamamiento, Osasuna no sólo le otorgó permiso para marcharse a Valencia, sino que le cedió una furgoneta llena de material que el propio entrenador condujo hasta Massanassa. El agobio no disminuyó hasta que llegó a su casa y pudo abrazar a sus dos hijos y ayudar a sus vecinos a apartar el lodo, retirar vehículos y reconstruir sus casas. Allí, durante una semana ha estado trabajando junto a cientos de voluntarios. También ha escuchado y consolado a las víctimas golpeadas por una riada infernal. Poco después de llegar a la Comunidad Valenciana, su cabeza se olvidó del balón y se centró en socorrer a los más necesitados. Sin embargo, ha mantenido contacto prácticamente diario con su staff en el conjunto navarro.
Dani Pendín, segundo entrenador del equipo, recalcó antes del inicio del Osasuna-Valladolid del pasado sábado que Moreno ha atravesado por una situación extrema: «Vicente está sufriendo mucho por su familia, por sus amigos y por lo que está pasando allí. Tiene ganas de estar allí y de ayudar. Está haciendo lo que puede. Lo conozco bien y está sufriendo mucho, se le ve en la cara».
«un chute de alegría y motivación»
Pendín tomó las riendas del equipo en el partido de la Copa del Rey disputado esta semana. En los últimos días estuvo muy pendiente de su jefe, pero sin agobiarle con cuestiones técnicas. «Él sabe todo lo que estamos haciendo. Ahora lo importante es que se centre en ayudar a su gente», dijo antes de medirse al Chiclana.
Vicente Moreno, que ayer estuvo al frente del entrenamiento de Osasuna realizado a puerta cerrada en las instalaciones de Tajonar, vuelve hoy con su equipo en el partido que le enfrenta al Real Madrid en el Bernabéu. El preparador ya ha comunicado a sus jugadores que al término del encuentro se volverá a su localidad natal para seguir trabajando con el cubo, el cepillo y la pala en la retirada del insoportable fango.
Ayer decidió no acudir a la rueda de prensa previa al partido. Su puesto lo ocupó Pendín, que aprovechó la ocasión para incidir en que la presencia de Moreno en el entrenamiento supuso una recarga de ánimo para el grupo: «Es evidente la alegría que tenemos. Estamos contentos porque Vicente está mejor. Es satisfactorio que haya venido porque es el líder del equipo. Esto es un chute de alegría y motivación».
El fútbol ha pasado a un segundo lugar para un entrenador que está realizando una notable temporada con Osasuna, que ocupa el quinto puesto de la clasificación de la liga. Suma 21 puntos, sólo tres menos que el Real Madrid. Moreno llegó al club pamplonica la pasada primavera tras la marcha de Jagoba Arrasate, un emblema en el club. En su currículo figuran pasos por el Xerez, Nástic, Mallorca, Almería y el Al-Shabab de Arabia Saudí.
«Vuelve cuando quieras»
El valenciano ha contado con el apoyo absoluto de Osasuna en esta última y convulsa semana. «Vuelve cuando quieras», le dijo la directiva del club. Su labor con los damnificados de la DANA ha despertado voluntades solidarias entre los seguidores del conjunto navarro. Así, Osasuna, inmediatamente después de conocerse la magnitud del desastre, contactó con el Ayuntamiento de Massanassa para ponerse a su disposición y colaborar en la reconstrucción de aquellas infraestructuras municipales más dañadas. El club aseguró que contará para ello con la colaboración de Kosner, su principal patrocinador, y de Saltoki, distribuidor en exclusiva de la marca, especializado en materiales de fontanería, electricidad y construcción y que dispone de varios centros en la Comunidad Valenciana. Ha sumado también el apoyo de otros patrocinadores, empresas colaboradoras, jugadores y empleados. Ya se ha enviado una tonelada y media de alimentos.
Osasuna cuenta en su plantilla con un numeroso grupo de jugadores procedentes de la Comunidad Valenciana, como Rubén García, Nacho Vidal, Lucas Torró y Moi Gómez; y otros con una gran vinculación como Aitor Fernández, Juan Cruz o Rubén Peña por haber jugado en equipos de esa Comunidad. El director deportivo de la entidad, Braulio Vázquez, tiene a gran parte de su familia en Valencia y también ha acudido a la zona inundada para ayudar a los damnificados.
El club ha abierto una cuenta bancaria en La Caixa a través de Fundación Osasuna para que todos los socios y aficionados de la entidad puedan colaborar en la ayuda. En esa cuenta, que se mantendrá abierta durante las próximas semanas, ya se han recaudado más de 250.00 euros. Todo es poco, eso lo sabe bien Moreno, para quien ahora el fútbol se ha convertido en algo secundario.
El mejor mecánico del mundo empezó a trabajar a los nueve años. Acudía todos los días al taller, sólo paraba los domingos, a las 12 del mediodía, para ir a misa. Alejandro Torralbo (Villanueva de Córdoba, 1962) creció entre arandelas, alicates, tuercas y lubricantes de cadenas. «Salía corriendo de la escuela de mi pueblo y me iba a ayudar a mi tío, que tenía un local de reparación de bicis y motos. Allí estaba siempre, incluidos los fines de semana; de eso hace más de 50 años. Aquellos tiempos nada tienen que ver con los de ahora», advierte el técnico de UAE, formación liderada por Tadej Pogacar y Juan Ayuso.
El álbum de Torralbo es un tesoro, con fotos de Indurain, Rominger, Olano, Ullrich, Juan Fernández, Chava Jiménez, Valverde, Contador, Sastre, Sagan, Basso... También hay recuerdos de su paso por los equipos Clas, Mapei, Banesto, Festina, Coast, Bianchi, Cervélo, CSC, Saxo Bank, Tinkoff o Katusha. Desde hace cuatro años trabaja para el UAE. Ha cubierto 43 Vueltas a España, 28 Tours de Francia y 24 Giros de Italia. Es un fijo de la selección española, ha sido testigo directo de tres Juegos Olímpicos (Atlanta, Londres y Río) y de 29 campeonatos del mundo. Por sus manos pasaron las bicicletas de los campeones Olano, Freire y Valverde.
«Comencé en el ciclismo a los 16 años, con Miguel Moreno, primo de mi madre, que era director del equipo Peña Manzaneque. En mi casa no querían que siendo tan pequeño estuviera por ahí con los ciclistas, pero al final me dejaron salir. En 1980 me fui a la Vuelta a España con el equipo Chocolates Hueso. Luego me llamó José Manuel Fuente, Tarangu, para el equipo Clas y desde ahí hasta ahora. Al principio trabajaba a diario, sólo descansaba el domingo para ir a misa. Creo me equivoqué, tenía que haber estudiado. Empecé BUP y lo dejé por las bicis. Llevo en este mundillo desde siempre... Es lo que hay», dice.
Torralbo, con Olano.T. Torralbo
Y lo que hay es un cúmulo de vivencias impagables. A sus 61 años es un emblema del ciclismo. En Facebock han creado la página Fans de Alejandro Torralbo. «Eso es cosa de unos gallegos que me quieren mucho. Ellos aseguran que soy el mejor mecánico del mundo, pero yo no soy el mejor, solo soy el más viejo», incide el técnico que vive en La Fresneda (Asturias).
Torralbo asegura que ahora el ciclismo es menos familiar: «Antes te ocupabas de la limpieza de las bicis, de la puesta a punto, de la presión de las ruedas, de la altura del sillín, etc. Ahora todo es diferente, trabajamos con los biomecánicos que te aconsejan en el uso de manillares, bielas, retroceso... Los mecánicos españoles siempre teníamos buen cartel, pero ahora los fabricantes nos miran de reojo, porque dicen que nosotros reparamos todo, no como otros, que cuando una pieza se rompe la tiran y buscan otra nueva. En el UAE hay más de 100 personas, con gente de 22 países, es como una empresa. Somos 11 mecánicos, parecen muchos, pero no es así, porque, a veces, hay dos carreras por semana y, además, tenemos que preparar el material en un centro que el equipo tiene cerca de Milán».
Torralbo, Torrontegui y Rominger.A. Torralbo
Ahora, todo está medido y planificado para obtener el máximo rendimiento. Una labor que ha situado al UAE en la cima. «Pogacar es un fenómeno. Nunca he conocido a nadie igual. Él dice una cosa y la hace. Trabajo con él desde 2021. Está muy pendiente del mantenimiento, pregunta por la presión de las ruedas, por los desarrollos... Es un campeón en todos los aspectos, tanto dentro como fuera de la carretera. El año pasado estuve con él en Tirreno-Adriático, París-Niza, Strade Bianche y Tour de Francia. Hicimos la última Volta a Catalunya y le acompañaré en la concentración de Sierra Nevada», señala.
El mecánico andaluz también valora la gran progresión de Ayuso. «Juan es muy completo. Recuerdo que la primera vez que coincidí con él me sorprendió que llevara las manetas de la bici hacia dentro y para abajo. Yo le decía que no entendía porqué las llevaba así, pero él me contestaba: ''Así tengo cinco vatios menos por la aerodinámica''. Ahora la UCI ha cambiado las normas y no permiten que se inclinen más de 10 grados. Ayuso no ha sido el primero en meter las palancas, recuerdo que Sastre ya lo hacía. Ayuso está pendiente de todos los avances, se preocupa de la mecánica y de la nutrición para mejorar».
En sus 45 años en el ciclismo ha presenciado historias de todos los colores, éxitos grandiosos, escándalos de tramposos y hasta el denominado dopaje mecánico. «Eso del motor escondido en las bicis no lo he visto. No es cierto, es un invento. Me acuerdo que en una ocasión decían que Lance Armstrong había utilizado un motor en una cronoescalada en Alpe d'Huez. Yo no estaba en su equipo, pero pude ver que su bici ni siquiera pesaba 6,8 kilos, que era lo permitido. Los mecánicos tuvieron que poner unas placas para llegar a ese peso. Si hubiera utilizado un motor, su bici pesaría más»..
Con Alejandro ValverdeA. Torralbo
Torralbo, que ha conocido a lo más granado del pelotón de las últimas cuatro décadas, tiene especial cariño a Olano, Tony Rominger y Carlos Sastre. «Con Abraham me entendía muy bien, él venía de la pista y eso se notaba en los aspectos técnicos. Estuve con él en el Mundial de Duitama, en 1995, el que ganó con la rueda pinchada. Todavía mantenemos contacto. Tony presentaba dos caras, como corredor tenía una mentalidad suiza, pero fuera de la carrera era muy atento, le encantaba correr con lluvia. Con Carlos tengo una gran relación, tiene muchos valores, es una persona acojonante, siempre ha estado muy atento con mi familia. En mi casa guardo una bicicleta suya. Su triunfo en el Tour ha sido lo más guapo que me ha pasado en el ciclismo. Casi nadie creía que podía ganar un Tour, pero lo ganó. Puedo presumir de haber inflado las ruedas de su bici», bromea.
El técnico cordobés también destaca la profesionalidad de Contador. «Con Alberto coincidí en el Saxo Bank. Se preocupaba de todos los detalles, de cómo mejorar la aerodinámica y aumentar la velocidad. Sabía mucho de mecánica y se interesaba hasta por las cintas del manillar. Era como un piloto de motos. Si en los entrenamientos escuchaba un ruido raro de la bicicleta me lo contaba para solucionarlo. El ciclismo era y es su pasión. Para mí, Alberto es un ejemplo».
La empatía de Contador contrastaba con la frialdad de Jan UIllrich: «Estuve con él en 2003, en el equipo Bianchi, que heredó la estructura del Coast de Juan Fernández. Era un corredor que hablaba poco, un tanque».
Torralbo sólo coincidió con Indurain en los Mundiales, llegó al Banesto por petición propia de Abraham Olano, cuando el navarro ya se había retirado. «Estaba con Miguel sólo una semana al año, con la selección, el resto del tiempo era nuestro rival. Es buena gente y de eso te das cuenta nada más verlo. Proviene de una familia trabajadora y eso se nota en su capacidad de sacrificio. Recuerdo que no le gustaba mucho el manillar de las bicis de contrarreloj», señala.
El corredor más singular con el que ha trabajado fue José María Jiménez: «Chava era capaz de lo mejor y de lo peor. Cuando me decía: ''Alejandro, mañana ponme las ruedas voladoras'', ya sabía que iba haber tarde toros. Era un genio. El Curro Romero del ciclismo. Cuando estaba bien no había nadie que lo parara. Yo le decía que era un escalador con un cuerpazo de rodador. No podía con las contrarrelojes, yo le ponía un manillar de cabra, pero él me insistía en que se lo quitara porque para lo que iba hacer no le merecía la pena».
Alejandro Torralbo, el incomparable mecánico de manos prodigiosas.