La Policía portuguesa realiza este domingo registros en varios establecimientos del club del Oporto relacionados con una operación desencadenada hace meses a raíz de los incidentes registrados en la Asamblea General del club.
La nueva dirección del club, liderada por André Villas-Boas, informó en un comunicado de los registros, llevados a cabo en la tienda del socio del Estadio do Dragão y en la sociedad Porto Comercial, participada por el Oporto.
El club “se compromete a prestar todo el apoyo a las autoridades en el desarrollar de sus diligencias”.
La Policía de Seguridad Pública (PSP) de Oporto confirmó a Efe que los registros están relacionados con la llamada Operación Pretoriano, que investiga los incidentes ocurridos en la Asamblea General del club, cuando hubo agresiones a aficionados.
La operación se saldó con doce detenciones, entre ellas la de Fernando Madureira, líder del principal grupo de hinchas del club, los Super Dragones.
Según documentos de la Fiscalía citados por medios locales, este grupo pretendía crear “un clima de intimidación y miedo” que sería “favorable a los intereses” de la entonces dirección del conjunto, liderada por Jorge Nuno Pinto da Costa.
La dirección de Pinto da Costa se demarcó y ofreció su cooperación a las autoridades.
El Inter resolvió con un penalti de Hakan Calhanoglu su durísimo compromiso ante un Arsenal que mereció mejor suerte en el Giuseppe Meazza. El equipo de Simone Inzaghi, con una defensa totalmente renovada, llevó a buen puerto su agónico ejercicio de supervivencia. Después de cuatro jornadas, Yann Sommer aún no ha encajado un gol. [Narración y estadísticas (1-0)]
Una mano de Mikel Merino en el añadido del primer tiempo penalizó a los gunners, que llevaron la iniciativa (62% de posesión) y generaron innumerables ocasiones en sus 13 saques de esquina. En la segunda parte, Denzel Dumfries sacó un balón sobre la línea de gol y Yann Bisseck taponó un remate de Kai Havertz que parecía el 1-1. Al vigente campeón de la Serie A le bastó con su único disparo a portería. Desde los 11 metros, Calhanoglu, de regreso tras una lesión en el muslo, batió por primera vez en el torneo a David Raya.
El buen arranque del Inter se limitió a 10 minutos. Desde ese momento empezó a sentirse más conforme cuando lograba sorprender con espacios. Su producción ofensiva de la primera media hora hora se redujo a un madrugador remate de Dumfries que reventó contra el travesaño. Enfrente, el Arsenal también jugaba al despiste, intentando aprovechar algún balón parado.
La mano de Merino
No hubo un remate visitante ante Sommer hasta que Bukayo Saka se animó con una diagonal desde el perfil derecho. Un par de minutos después, Gabriel Martinelli dispuso de tiempo para telegrafiar un centro hacia la cabeza de Merino, obstaculizado de malas maneras por el guardameta suizo. Nada quebaba ya de aquel Inter presionante de los primeros minutos, así que los londinense aprovecharon la inercia para acercarse con siete saques de esquina, nada menos.
Cuando el coliseo milanés suplicaba por el descanso, un libre directo de Calhanoglu hacia Mehdi Taremi fue pobremente defendido por Merino. Mal perfilado para el despeje, el navarro tocó el balón con el antebrazo. Una golosina para el turco, casi infalible desde los 11 metros. Más dudas para los gunners, que llegaban con el paso torcido tras sumar un solo punto en las tres últimas jornadas de la Premier.
La ventaja, cómo no, agudizaría las prevenciones del Inter, intentando esconder su debilidad defensiva en las cercanías de su área. Si a ello añadimos las dificultades de Sommer en los balones altos, lo normal es que el 1-1 se hubiese concretado antes de la hora de juego. Havertz trazó una sutil parábola con la zurda que obligó a Sommer a una reacción felina. El cerco se estrechaba y los más de 70.000 hinchas nerazzurri andaban con el alma en vilo. De nada sirvieron los intentos de Inzaghi para refrescar su línea de medios con Nicolo Barella y Henrikh Mkhitaryan. Para el último cuarto de hora necesitaba cloroformo, pero finalmente le bastó con su tradicional cinismo. Así terminó desesperando a los londinenses.
En Múnich, ese mismo triunfo por la mínima se resolvió por cauces totalmente distinos. Un cabezazo de Jamal Musiala hizo justicia al aplastante dominio del Bayern (1-0) frente a un Benfica que sólo quiso ver correr las manecillas del reloj. Manuel Neuer ni siquiera tuvo que atajar un solo disparo, así que la situación de Vincent Kompany ya no parece tan desesperada en la Champions.
La velada ya arrancó torcida en Múnich, con un intervención de urgencia de los servicios médicos en la Südkurve y otro contratiempo aún más extraño. Davide Massa, conminado por la UEFA, debió retrasar un cuarto de hora el pitido inicial para permitir que los aficionados pudiesen llegar al estadio. Según informó el club bávaro, los retrasos se debieron a una avería en las señales del metro que accede a las cercanías del Allianz Arena.
Los riesgos de Neuer
Quien sí se había acomodado en su asiento era Franck Ribery, que eligió mala noche para la visita. Porque el Bayern volvió a mostrar algunas de sus recientes carencias. Caía una ligera niebla sobre Múnich y el equipo de Kompany no concretaba su manejo (76% de posesión). El empuje durante los 45 primeros minutos, con 10 disparos y siete córners sólo inquietó a Anatoliy Trubin con un intento de Harry Kane y otro de Serge Gnabry, solventado con brillantez por el meta ucraniano.
El Benfica, con cuatro cambios respecto a aquel once que decepcionó ante el Feyenoord, mantenía sus naves amarradas a puerto. Su único acercamiento llegó tras una temeridad de Neuer a casi 50 metros de su portería, que quedó en nada por falta previa de Zeki Amdouni sobre Alphonso Davies.
Hasta el más apasionado de los lisboetas podría entender que los 90 minutos se harían demasiado largos en Múnich. También para futbolistas de la talla de Renato Sanches, de regreso a su ex feudo, o Ángel Di María, que saltó al césped en sustitución de Kerem Aktürkoglu. A la vieja usanza, el Bayern encajonó a su adversario hasta hacer justicia. El Benfica suma ya 13 partidos europeos sin victoria frente el gran ogro bávaro.
La protección a Lamine Yamal, por su edad y por la atracción que genera en los rivales, se ha convertido en un debate recurrente en las convocatorias de la selección pero ayer dejó el plano teórico y pasó al práctico. El joven jugador salió el estadio Enrique Roca de Murcia cojeando de la pierna izquierda después de haber jugado 93 minutos y haber recibido entradas le costaron tarjeta amarilla a los defensas daneses.
El temor es que sea una sobrecarga muscular por el esfuerzo y los golpes que acumula el futbolista, imprescindible tanto para el Barça como para la selección. Si Hansi Flick sólo ha renunciado a su titularidad ante Osasuna -la única derrota en Liga de los azulgrana-, Luis de la Fuente le ha alineado no sólo en los tres duelos disputados en esta Nations League ante Serbia, Suiza y Dinamarca, sino que en la Eurocopa sólo prescindió de él ante Albania. Como campeón de Europa y a sus 17 años, Yamal lleva disputados 14 partidos y 1.107 minutos en apenas dos meses de competición.
Además, ser la estrella de España, el jugador más diferencial, le ha puesto en el foco de los rivales, que tienen la intención de pararle como sea. Los daneses lo hicieron con muchas ayudas... y también a base de patadas. "Le dan patadas... como decía un amigo mío: ¿qué queréis que le dé besos?", trataba de naturalizar De la Fuente. "Los rivales se emplean contra él con dureza, hasta el límite del reglamento, es cierto. Ante ese talento y esa edad, lo que tratan es de intimidar y buscar el contacto. Es la ley del fútbol. Él tendrá que aprender de esto y tratar de quitarse el balón antes para evitar esas entradas", auguró el seleccionador.
No será consuelo su argumentación si debido a esos problemas musculares pierde a otro futbolista para el partido en Córdoba ante Serbia que puede dejar encarrilado la clasificación para los cuartos de final de la Nations League sin esperar a los duelos de noviembre ante Dinamarca en Copenhague y Suiza en Tenerife.
Porro y Morata
Otros dos nombres propios de la victoria de España en Murcia fueron Álvaro Morata. Las confesiones del delantero sobre sus problemas de salud mental coparon la previa y se convirtieron en una ola de cariño hacia él. Las 29.000 personas que acudieron al Enrique Roca corearon su nombre en algún momento del partido y le ovacionaron cuando De la Fuente lo sacó del campo. "Eso es lo que buscábamos, que le transmitieran cariño y seguridad, y estoy orgulloso de que los aficionados hayan reaccionado así. Ojalá se repita en otros campos", deseó el seleccionador.
El otro protagonista, esta vez más por lo que hizo en el campo que por la reacción de la grada, fue Pedro Porro. El extremeño pudo quitarse el peso de encima de no haber jugado ni un solo minuto como internacional en el que España fuera ganando el partido. Su debut ante Escocia fue estrepitoso, como el de todo el equipo, y ante Dinamarca, por la baja de Carvajal y la retirada de Navas, De la Fuente volvió a darle la confianza.
El lateral se convirtió en mucho momentos en un buen arma ofensiva del equipo, con desparpajo. "Con Pedro siempre hemos contado, pero en otros momentos hemos tenido la visión subjetiva de que Dani y Jesús estaban mejor. Ahora está en unas circunstancias tiene que aprovechar y está muy bien en el Tottenham", explicó el seleccionador.
La victoria ante Dinamarca deja a España como líder de grupo y la encarrila hacia los cuartos de final, a los que llegarán el primero y segundo de cada grupo. Pero, además, tiene gusto a superación por la cantidad de bajas que acumula el equipo. "Todos los proyectos se consolidan mejor desde la victoria. Hay jugadores en la recámara muy talentosos que nos permiten mirar el futuro de manera tranquila. Teníamos un bloque cohesionado y ahora hay que construir otro edificio". Palabra de seleccionador.