Media hora antes de que los coches empezasen a rodar en Jeddah, Red Bull anunció la suspensión de empleo y sueldo a la empleada que había presentado una denuncia contra el jefe del equipo, Christian Horner. La escudería ya desestimó los cargos contra Horner tras una investigación interna, por lo que el team principal británico ha seguido al frente de las operaciones, tanto en Bahrein como en Arabia Saudí.
De momento, Red Bull se ha negado a ofrecer más detalles sobre esta cuestión, alegando que se trata de “un asunto interno”. Sin embargo, esta misma tarde, Horner acaparará otra vez la atención mediática durante su comparecencia en la rueda de prensa oficial de la FIA, prevista tras la primera sesión de entrenamientos libres.
La denunciante se había presentado a trabajar el lunes, pero la escudería austriaca, tras conocer las conclusiones de la investigación, decidió prescindir de sus servicios. Según fuentes cercanas a Red Bull, la trabajadora habría recibido la comunicación por carta y ahora dispondría de cinco días hábiles para emitir sus apelaciones.
“comportamiento inapropiado”
Hay que recordar que a comienzos de febrero, la mujer había denunciado a Horner por “comportamiento inapropiado”. Desde el primer momento, el jefe de Red Bill negó las acusaciones y en los últimos días ha mostrado su total confianza de seguir en el cargo hasta final de temporada. “Estoy totalmente seguro”, adelantó tras la contundente victoria de Max Verstappen en el GP de Bahrein.
Asimismo, varios altos cargos de la Federación Internacional (FIA) y los jefes de equipo de la F1, recibieron el pasado jueves unos mails anónimos que incluían conversaciones de Whatsapp entre la empleada y Horner.
La víspera, Red Bull dio a conocer las conclusiones de su investigación interna a través de un sucinto comunicado. “La investigación independiente sobre las acusaciones presentadas contra el Sr. Horner ha concluido y Red Bull puede confirmar que ha sido desestimada. La denunciante tiene derecho a apelar. Red Bull confía en que la investigación ha sido justa, rigurosa e imparcial. El informe de la investigación es confidencial y contiene información privada de las partes y de terceros que colaboraron en la investigación, por lo que no haremos más comentarios por respeto a todos los implicados. Red Bull seguirá esforzándose por cumplir las normas más estrictas en el lugar de trabajo”.
Davis Bertans no era una presa fácil de capturar. En el verano de 2020, su agente ya había conseguido un contrato de cinco años con los Wizards a cambio de 80 millones de dólares. Además, en las últimas semanas había surgido el interés del Real Madrid, algo desorientado tras la precipitada marcha de Guerschon Yabusele. Durante las negociaciones, el entorno del jugador pudo usar también la carta de los Warriors, que le habían invitado a sus entrenamientos. Se percibía cierta inquietud en el mercado ante la decisión de uno de los mejores tiradores de la NBA. Un alero que promedió un 39,6% de acierto desde la línea del triple a lo largo de ocho temporadas. Hasta que a primera hora del martes, el Dubai Basketball dejó a todos descolocados.
«Esta plantilla es muy competitiva y el club tiene grandes ambiciones para el futuro. Es un nuevo desafío para mí, pero me siento muy emocionado y estoy deseando jugar delante de nuestros aficionados a final de mes», comentó Bertans nada más estampar su firma. A los 31 años, en un momento de plena madurez, no sólo renunciaba a la verdadera elite, sino que dirigía sus pasos a Emiratos Árabes Unidos. Un proyecto algo confuso, pero que ya ha se hace sentir en el Viejo Continente.
El periplo de Bertans dará comienzo, de forma oficial, el próximo domingo 22. Un partido de la primera jornada de la Liga Adriática (ABA) ante el Estrella Roja. Nada importarán los 5.000 kilómetros que separan Belgrado de Dubai, porque el equipo árabe ha conseguido lo que hace unos años ya logró el Maccabi Tel-Aviv: disputar la competición que reúne a los mejores clubes de Serbia, Croacia y Eslovenia. Todo un logro para una estructura construida contra el reloj, pero un consuelo de segundo orden para quien hace cinco meses aspiraba a la Euroliga.
Los peligros de un gasto desorbitado
A mediados del pasado abril, los 13 equipos propietarios de la máxima competición, bajo la presidencia de Dejan Bodiroga, desestimaron la incorporación de Dubai. Privilegiaban, a su juicio, la sostenibilidad por delante del riesgo. Era el criterio del CEO de la Euroliga, Paulius Motiejunas, que venía advirtiendo de los peligros de un gasto desorbitado. Y de su frontal rechazo a la irrupción bajo los aros de un Manchester City o un PSG. Atrás quedaban, pues, los 150 millones de euros prometidos por Dubai para los seis próximos años. También los sueños de grandeza de Emirates Airlines, que en el otoño de 2022 ya había lanzado un primer envite para acoger la Final Four en menos de un lustro. El Coca Cola Arena, un fabuloso pabellón con capacidad para 17.000 espectadores, deberá conformarse con el debut de Bertans.
¿Significa esto un fin de trayecto para Dubai y para la expansión del basket en el Golfo Pérsico? Teniendo en cuenta que el próximo Mundial se disputará en Qatar en 2027 y que el presidente de la FIBA es el jeque qatarí Saud Ali Al Thani, más bien convendría sostener lo contrario. Ahora queda por ver la credibilidad de Dejan Kamenjasevic, director general del club, quien durante una reciente entrevista con Eurohoops envió el mensaje que más convenía. «No gastaremos más de lo que ganamos. No asolaremos ninguna liga, ni compraremos a los mejores. Queremos trabajar en armonía con el resto, crear un ecosistema y ser competitivos».
Desde el inicio de su mandato, Kamenjasevic ha venido apostando por la astucia y la prudencia. Dos virtudes que le emparentan con Svetislav Pesic, su mentor, a quien había conocido cuando se asentó en Girona huyendo de la Guerra de los Balcanes. El aprendizaje junto al ex técnico del Barça le terminaría abriendo las puertas de los banquillos en Baskonia y Girona, donde ejerció como técnico asistente. Luego supo moverse hasta encontrar un hueco en la órbita del emirato. Sus tablas en el mundillo contrastaban con la inexperiencia del vicepresidente Djordje Djokovic. Pese a actuar como indudable reclamo, el hermano menor del campeón de 24 majors fue destituido de modo fulminante a mediados de julio.
Nómina balcánica
Una decisión que se interpretó como muestra de la pugna por el poder. Pese a su éxito con Serbia en los Juegos de París, los inversores no lograron convencer a Pesic. Tampoco a Sasha Djordjevic, por lo que debieron conformarse con Jurica Golemac en el banquillo. Todo un reto para el ex alero del Olimpia de Ljubljana, que ha dispuesto de sólo tres meses para construir una plantilla desde cero. Entre su nómina balcánica cabe destacar a Klemen Prepelic (ex Real Madrid), Danilo Andjusic (Partizan) y Aleksa Uskokovic (Estrella Roja), pero también a Nemanja Dangubic (Estudiantes) o Leon Radosevic (Bayern). Como complementos foráneos, la experiencia de Ahmed Duverioglu (Fenerbahçe) y un base trotamundos como Nate Mason.
Tal y como ha admitido el propio Golemac, el plantel se cierra ahora con Bertans. Ese alero que apuntaba maneras en Vitoria y que hace dos veranos casi aparta a Alemania, futura campeona, en los cuartos del Mundial. Si en Charlotte no quisieron afrontar sus cinco millones de dólares garantizados para este curso, en Dubai eso no supuso mayor problema.
El pasado 24 de marzo, poco después de que Nika Kvekveskiri anotase el penalti que metía a Georgia, por primera vez, en la fase final de una Eurocopa, las calles de Tiflis se tiñeron de una euforia que traspasaba lo futbolístico. Muchos ciudadanos, ajenos al balón, aprovecharon el momento para reivindicar un viejo anhelo: el de la integración en la Unión Europea.
Tres días más tarde, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa animaba a los jugadores a "seguir haciendo feliz al país con más victorias". Un mensaje relevante, dado que la popularidad de Ilia II rivaliza con la de Giorgi Mamardashvili, portero del Valencia, o Khvicha Kvaratskhelia, extremo del Nápoles, las estrellas de la selección. Desde 1977, año de su entronización, su influencia sobre la sociedad y la vida política no sólo se mantiene intacta, sino que ha sobrevivido a una tentativa de envenenamiento con cianuro.
Para saber más
Georgia atraviesa una furibunda crisis política, agitada por la polarización y los discursos de odio. De ello dan prueba aquellas escenas de gozo por la Eurocopa, que pronto se transformaron, a lo largo de abril y mayo, en multitudinarias protestas contra Rusia, el gigante que ocupa militarmente, con 8.000 soldados, una quinta parte de su territorio. Siguiendo las directrices del Gobierno, la policía disolvió con tal violencia a los ciudadanos que una ola de indignación empezó a inundar el país. Hasta alcanzar al vestuario dirigido por Willy Sagnol.
"Hubo futbolistas que apoyaron esa causa, aunque debieron guardar silencio o eliminar sus publicaciones de apoyo en las redes sociales", cuenta a EL MUNDO el director de uno de uno de los periódicos más influyentes de Tiflis, con la condición de no revelar su identidad. "Algunos fueron acusados incluso de pertenecer a partidos políticos de la oposición. Aunque ningún jugador ha querido admitir presiones de la Federación, veo muy probable que se produjeran", prosigue.
El último informe de Amnistía Internacional confirma que el "procesamiento de opositores por motivos políticos", "la violencia contra las mujeres" y las "detenciones arbitrarias de civiles" resultan aún hoy moneda común en Georgia. El 8 de julio 2023, una fiesta del Orgullo Gay fue reventada por 2.000 militantes de ultraderecha, que destrozaron el escenario y prendieron fuego a los emblemas arcoíris. Los agentes de policía, según la citada ONG, "no hicieron nada para impedirlo".
Como tampoco intervinieron, a mediados de 2017 en la sede de la Federación, cuando otro grupo de violentos clamaron contra Guram Kashia. El capitán de la selección había osado portar un brazalete con su club, el Vitesse holandés, en apoyo del colectivo LGBTQ. Hoy, Kashia liderará la línea de tres centrales ante Turquía, mientras en el banquillo del Westfalenstadion, a la espera de mostrar su olfato goleador, aguardará Budu Zivzivadze.
El futbolista del Karlsruher se ha erigido como uno de los estandartes de la disidencia. No sólo por aquel doblete ante Luxemburgo que despejaría el camino hacia la última eliminatoria frente a Grecia, sino por su frontal oposición al Gobierno. Zivzivadze no ha escatimado críticas a la Ley de Agentes Extranjeros. Un texto, ostensiblemente inspirado por el Kremlin, que coloca en la diana a cualquier empresa -de los medios de comunicación a las ONG- que presente un 20% de capital extranjero. Otro ejemplo de la deriva autoritaria de Sueño Georgiano, el partido gubernamental, el que intenta controlar cada resorte del poder. Incluido el balón.
Levan Kobiashvili, quien fuera ídolo del Schalke a comienzos de siglo, compatibiliza el cargo de presidente de la Federación con su acta de diputado, mientras Kakha Kaladze, campeón de dos Champions con el Milan, ejerce como alcalde de Tiflis. Pese a su escaso pudor para hostigar a los discrepantes, ambos encabezarán hoy la expedición en Dortmund. "Son los autores de todo el mal y de toda la inmundicia que pueda imaginarse", espetó Kaladze cuando le preguntaron sobre la influencia de la oposición en el equipo nacional.
Problemas sociales
Entretanto, el primer ministro, Irakli Kobajidze, no ha perdido la ocasión para reservar su cuota de protagonismo. "Cuando algo sucede por vez primera en 30 años significa que el esfuerzo de este Gobierno también ha supuesto una gran parte del éxito", adelantó el pasado 10 de abril. Según el último registro del Banco Mundial, correspondiente a 2019, Georgia es el séptimo país del mundo donde más fácil resulta hacer negocios, sólo unas décimas por detrás de Estados Unidos. Su sector turístico representa el 33,5% del PIB, casi el triple que en España o Italia. Sin embargo, aún sigue a años luz de Europa en cuanto a Índice de Desarrollo Humano, el coeficiente de la ONU que pondera la esperanza de vida, los niveles de educación o el consumo per capita.
Por no hablar de la libertad de prensa, donde en 2024 ya ha retrocedido 26 posiciones, según el informe anual de Reporteros Sin Fronteras. De ello bien saben en las redacciones de Tiflis. "Son tiempos duros. Desde que Vladimir Putin lanzó su guerra a gran escala contra Ucrania, mi país ha tomado una senda iliberal. La propaganda afecta a todos los niveles. Incluso al de la rivalidad con Turquía, el único país vecino que reconoce plenamente nuestra soberanía. A pesar de los prolongados intentos de Rusia de instigar la turcofobia, esos sentimientos son mínimos", concluye el citado informante georgiano.