El Mundial 2024 echó a rodar oficialmente en Sakhir, aunque nadie lo diría. Los primeros entrenamientos libres del GP de Bahrein dejaron demasiadas incógnitas como para emitir un juicio definitivo, porque ni Ferrari, ni Mercedes, ni la propia Red Bull exprimieron sus coches en busca de los tiempos. Tampoco Fernando Alonso, aunque el asturiano, quinto en la tabla, dejó buenas sensaciones con el neumático medio (1:33.193).
Pese a lo suave de la temperatura, en torno a 18ºC, nadie arriesgó de inicio bajo el sol del desierto. Ni uno solo de los favoritos quiso montar el neumático blando con el que se resolverá la sesión clasificatoria del viernes. En cualquier caso, Max Verstappen marcó territorio con el compuesto C3, con notoria ventaja frente a Sergio Pérez, Ferrari y Mercedes. Ahora queda por saber si ese feroz ritmo debe achacarse a una menor carga de combustible o una configuración más agresiva de su motor.
Charles Leclerc y Carlos Sainz tampoco asumieron peligros innecesarios. El madrileño había bloqueado llegando a la primera curva, igual que George Russell o Lance Stroll, así que terminaría optando por cumplir el programa trazado. El 1:33.385, con récord incluido del ultimo parcial, sólo le sirvió para acabar undécimo. El monegasco, por su parte, admitió que no había sido “una gran vuelta”, mientras Xavi Marcos, su ingeniero español, mostraba su general satisfacción: “sólo perdemos una décima en la curva 11”, le dijo.
Récord en el primer sector
Alonso, como queda escrito, había empezado con buen pie, incluido el mejor tiempo en el primer sector (29.9). Tras ese intento pasó muchos minutos dentro del garaje. Mientras los favoritos se resistían, el bicampeón mundial regresó al asfalto cuando restaban poco más de 10 minutos, montando el compuesto C2, seis decimas por delante de Lance Stroll.
Las quejas del canadiense sobre la inestabilidad del AMR24 en las dos primeras curvas se extendieron por el paddock. Incluso Verstappen lamentó la aspereza de su RB20 cuando engranaba marchas más cortas. “El coche está literalmente dando saltos”, lamentó el tricampeón mundial. Su sexto tiempo final, a 45 milésimas de Alonso, se antoja irrelevante.
De igual modo hay que considerar anecdótica la tabla final de tiempos, comandada por Daniel Ricciardo, Lando Norris, Oscar Piastri y Yuki Tsunoda.
El potencial de McLaren
Llegado el ecuador McLaren decidió captar su cuota de pantalla, montando antes que nadie, el neumático blando. El equipo de Zak Brown juega aquí más en casa que en Woking, por cortesía de un fondo soberano en poder de la monarquía local, así que Piastri (1:33.113) y Norris (1:32.901) se turnaron en cabeza, mostrando algunas de las virtudes del MCL38, un monoplaza de indudable potencial, pero que aún hay que meter en vereda.
En busca también de los flashes, Tsunoda y Ricciardo lucieron la preciosa decoración de los Red Bulls, la antigua AlphaTauri, con un nombre oficial tan extraño que obviaremos por razones de espacio. Ante la atenta mirada de dos veteranos como Tim Goss y Alan Permane, incorporados en las últimas semanas, Ricciardo asumió el liderato (1:32.869) por 32 milésimas. Y ya no lo soltaría más. .
La cabeza erguida buscaba el contacto visual con Vinicius. La curva del cuerpo no parecía presagiar nada, pero la mano ya indicaba dónde llegaría el pase al brasileño. Los rivales le habían concedido un par de metros y Toni Kroos no desperdició la oportunidad. Suya fue ayer la majestuosa asistencia para el 0-1, obra cumbre de otra gran noche para el Real Madrid. «No hay palabras para definirle. Es un jugador top, crucial para nuestro juego, por el modo en que controla los tiempos y por sus pases», admitió Carlo Ancelotti.
La felicidad de Carletto, como la de la mayoría de sus futbolistas, no sólo se ceñía al empate que había enfriado el cráter del Allianz. Se trataba, más bien, de la satisfacción por haber hecho emerger de nuevo ese temple competitivo con el que salir a flote tras una situación límite. Porque después de tres triunfos consecutivos en Múnich, el 14 veces campeón volvió a sudar ayer como corresponde en unas semifinales. El 2-2 no sólo le otorga cierta ventaja para el Bernabéu, sino que también le permite igualar su propio récord en Champions, donde ya suma 11 partidos sin perder, igualando el registro de la temporada 2016-17. Otro motivo de celebración para los 4.000 madridistas que lo vivieron en directo en Múnich. Los que disfrutaron de las virguerías de Vinicius y los errores groseros de Kim Minjae. Los que corearon la maestría de Kroos durante los 76 minutos que pisó la hierba.
«Me ha regalado un gol. Le conozco muy bien. Y él a mí», sonrió Vinicius, con ese brillo tan peculiar en los ojos. Aún parecía saborear el placer del balón al espacio ante Manuel Neuer y el desdichado Minjae. Una cortesía de Kroos, que durante la primera parte cerró una asombrosa estadística. Según la contabilidad de OPTA, 15 de sus pases lograron romper una línea de presión rival. El mejor rival en ese aspecto, Leon Goretzka, sólo pudo filtrar cinco.
«Nos faltaba para ganar los duelos»
«Durante la primera parte hemos defendido con poca intensidad y les dimos la posibilidad de controlar el juego. Nos faltaba para ganar los duelos, pero tras el descanso hemos presionado más, hemos sido más agresivos», analizó Ancelotti, sin pudor a la hora de señalar los defectos de su equipo. Antes de que se cumpliese el minuto 23, el Bayern había rematado ya siete veces ante Andriy Lunin, incluidos dos saques de esquina. Un fuego graneado al compás de sus tambores. La atronadora artillería de siempre en el Allianz Arena, la guarida de un equipo que, a estas alturas de la temporada, suma en la Bundesliga cuatro puntos y seis goles más que el año pasado. Cualquier menosprecio al Bayern en la Champions debería pagarse con la excomunión. Tan intolerable como conceder un par de metros de más a Kroos.
Desde aquella cesión en el Leverkusen, cuando apenas había cumplido la mayoría de edad, Toni había jugado ocho veces contra el Bayern, pero nunca logró siquiera un pase de gol. Ni siquiera en las dos últimas eliminatorias de cuartos y semifinales (2017 y 2018), ya en su plenitud madridista. Quizá por ello, ese gesto con el que indicó el camino para el 0-1 dejó tan boquiabierto a Rodrygo. «¡Qué pase, increíble!», exclamó el delantero, víctima de un clamoroso penalti por parte de Minjae. «Siempre le decimos que siga. No un año, sino muchos más. Me encanta jugar con él», añadió el brasileño. El recital del 8 en Múnich se antojaba ayer el preludio de algo grande en el Bernabéu. «Aún habrá que sufrir, pero ahora en un ambiente que todo el mundo conoce», anticipó Ancelotti. Vinicius, más conciso, presagió una «noche mágica».
Más le vale al Bayern recuperar pronto a Matthijs de Ligt, baja ayer de última hora. Su ausencia como central diestro dejaba un poco más desguarnecida la zona donde Vinicius revolotearía ante Joshua Kimmich. Así que Thomas Tuchel recurrió a Minjae, un central fichado este año del Nápoles. Sin el poderío físico del neerlandés, con ciertos problemas a campo abierto, el coreano al menos aportaría el buen criterio ofrecido durante la primera mitad de curso, donde se había consolidado como el mejor defensa del Bayern.
150 partidos para Müller
Los peligros del Real Madrid, máximo anotador de la Champions al contragolpe con seis goles, se basaban en las transiciones, pero Minjae nunca supo cómo perfilarse para sujetar a Vinicius a campo abierto. Esa debilidad en los dominios de Neuer frustró cualquier amago de épica para Tuchel. «El Madrid ya lo ha hecho antes: marcar dos goles en dos ocasiones. No somos el primer equipo que lo sufre. Deberíamos haber anotado el 3-1, pero luego les regalamos un penalti», admitió el ex técnico del PSG.
Desde aquella liguilla de 2016 con el Dortmund, hasta la inolvidable eliminatoria de 2022 al frente del Chelsea, Tuchel siempre había sabido poner al Madrid ante el desfiladero. Por eso, una situación tan desesperada como la actual convertía a su equipo en un rival aún más peligroso. La elección inicial por Thomas Müller, en detrimento de Serge Gnabry, supuso una apuesta algo nostálgica, con la que el capitán pudo celebrar su 150º partido de Champions. Un hito de la competición, igualando el registro de Iker Casillas en el Madrid. El récord absoluto de partidos en un mismo club aún lo ostenta Xavi Hernández (151).
La influencia de Müller, relegado en los últimos tiempos a un papel casi residual, sólo pudo interpretarse desde lo emotivo. Porque Tuchel se reservaba la baza de Raphael Guerreiro, uno de los futbolistas más infravalorados de la Champions. La mera presencia del portugués ordenó la ofensiva del Bayern, que pudo orientar a Jamal Musiala y Leroy Sané hacia el gol. La diferencia entre jugar a pie natural o pie cambiado giró radicalmente el partido.
Mazraoui y Rodrygo, en dura pugna por un balón.AFP
Había que remontarse a octubre, ante el Darmstadt 98 en la novena jornada de la Bundesliga, para asistir al último gol de Sané. Pero como de talento anda sobrado, el canterano del City aprovechó la escasa implicación de Rodrygo para silenciar a los críticos. Desde el otro perfil, Musiala andaba ya abusando de Lucas Vázquez. Con apenas 21 años ya se siente capaz de dominar una semifinal de Champions.
La designación de Clement Turpin, con quien el Madrid había ganado sus seis partidos, levantó cierto malestar en Alemania. Sin embargo, nada pudo objetarse al francés, que señaló sin dudar los 11 metros tras el derribo de Lucas a Musiala y el de Minjae sobre Rodrygo. «Para la vuelta tenemos que ser más clínicos. Será un partido abierto. Hay que mejorar en las defensas individuales y ser más fuertes», finalizó Tuchel.
GP de Italia
MIGUEL A. HERGUEDAS
@herguedas
Actualizado Domingo,
3
septiembre
2023
-
17:17Ver 1 comentarioEl madrileño, tercero por detrás de los Red...
El adiós en la cuarta vuelta del GP de China se sumó al de Albert Park, donde Fernando Alonso, una semana antes, al menos sí había podido completar 32 giros. En cualquier caso, el segundo abandono consecutivo deja al asturiano como último clasificado del Mundial 2025. Un farolillo rojo que no ocupaba desde el GP de Rusia 2017, cuando sufrió un problema electrónico en su McLaren-Honda. En Shanghai, esta vez, fallaron los frenos.
"El pedal se me fue al fondo y me di un buen susto", comentó Alonso tras la carrera, donde Lance Stroll, decimosegundo en la meta, tampoco pudo dar continuidad a su buena actuación en Melbourne. Según el bicampeón mundial, la avería pudo deberse a un tapón en el conducto de los frenos traseros.
"Por suerte todo sucedió en la primera curva, que es muy larga y puedes reducir la velocidad bajando marchas. Si me pasa en la curva 14 me hubiese llevado a tres o cuatro coches por delante", reveló Alonso, feliz de haber salido "indemne" de un "feo accidente". El ovetense protagonizó el único abandono de un domingo resuelto sin ningún safety car.
"Hemos mejorado desde Australia"
Según las primeras estimaciones, el ritmo de carrera del AMR25 de Stroll resultó incluso más lento que el de Alpine o Sauber. Mientras, Haas sorprendía con un nivel mucho más competitivo, puntuando con Esteban Ocon y Oliver Bearman. El francés protagonizó un espectacular adelantamiento ante Andrea Kimi Antonelli, asumiendo tantos riesgos por el exterior como para terminar levantando una gran polvareda.
Pese a la lógica decepción por un adiós tan prematuro, Alonso considera que Aston Marín ha dado "un paso más" en Shanghai. "Hemos mejorado desde Australia", analizó en referencia a sus opciones en la sprint race, donde quedó algo más cerca del top-10.
Alonso, poco antes de tomar la salida en Shanghai.ASTON MARTIN
En cuanto al futuro inmediato, con una semana de descanso antes del triplete en Suzuka, Sakhir y Jeddah, Fernando se mostró bastante escéptico. "Los ceros pueden ser habituales este año", admitió. Según su análisis, Racing Bulls y Williams se encuentran "claramante por delante de nosotros". Además, la recuperación de Haas y la experiencia de Nico Hulkenberg en Sauber suponen otras amenazas. "Tampoco hay ningún coche que sea claramente último", consideró.
A partir de ahora, las esperanzas en el garaje capitaneado por Andy Cowell deberían depositarse en el genio creador de Adrian Newey. Sólo así cabe interpretar el vaticinio de Alonso para las 22 carreras que restan del Mundial 2025. "Quien consiga dos o tres décimas de mejora con algún paquete aerodinámicono va a remontar dos posiciones, sino ocho", finalizó.