El Cholo es un hombre de mensajes ocultos, normalmente. Sin embargo, cuando se trata de líos con el calendario, sus quejas han sido amargas y públicas. A juzgar por el Atlético que se vio ante Las Palmas, no se puede decir que el argentino no tuviera parte de razón. El equipo, por primera vez con una semana de descanso tras la vuelta de la Supercopa, fue un ciclón. En 20 minutos ya estaba ganando por dos tantos y terminó el partido con cinco, que podrían haber sido más si Correa hubiera estado más fino. [Narración y Estadísticas, 5-0]
Pensando en Milán, o quizás en afianzar sus argumentos físicos, Simeone sacó a once guerreros para ahogar a Las Palmas. La presión alta que infringieron a los canarios se vio reforzada con que el conjunto amarillo, esta vez de negro, pareció presentarse con una hora menos al encuentro. La diferencia horaria, ya saben. No se puede explicar el partido de Las Palmas, desconocido y más teniendo en cuenta lo que hizo sufrir a los rojiblancos en la ida en el estadio insular.
El Atlético sufrió una revolución tanto táctica, como de nombres. Los rojiblancos comenzaron con un 4-4-2, en lugar de su 5-3-2 habitual, y con una delantera inédita: Correa y Llorente. Este último, no pisaba la línea de ataque en el once del Cholo desde un partido contra el Liverpool en el que los rojiblancos remontaron a los reds en la Champions de 2020. El madrileño también anotó un doblete, solo que en lugar de en los primeros 20 minutos fue en los 20 últimos.
En esta ocasión, el argentino y la defensa amarilla fueron sus cómplices para perforar la portería de Álvaro Valles. Si en el primero se beneficiaría de un rebote en el cuerpo de Perrone para, solo, embocar su disparo a la izquierda del portero canario. En el segundo sería Correa quien rebañaría un balón a Coco, tras dormirse este en los laureles, y cedería al madrileño, también sin vigilancia en el punto de penalti, para hacer su doblete.
Las Palmas, un equipo gustoso con balón, no sabía cómo superar la presión rojiblanca y cada salida del esférico desde su línea defensiva era un tormento. Lo consiguió dos veces en la primera mitad, en una Javi Muñoz estampó un obús en la escuadra y en la segunda fue Munir quien disparó desde la frontal y vio cómo su disparo se iba lamiendo el larguero. Antes, Lino había vuelto a avisar tras la pasividad de la defensa canaria ante un caracoleo de Correa. Valles respondió al brasileño con la parada del partido.
La segunda parte empezó de la misma manera que la primera, con una pequeña diferencia. Esta vez Correa sí acertó con una de las oportunidades que tuvo. El argentino, que había dispuesto de una clara ocasión que terminó en córner, tuvo una segunda oportunidad tras el propio saque de esquina. Aunque el balón inicial salió rechazado por la defensa, Koke peleó el balón aéreo, éste terminó en las botas del delantero con la defensa saliendo con toda la parsimonia canaria que uno se puede imaginar, y solo tuvo que ponerlo en la red.
Canarios desconocidos
La misma parsimonia la empleó Figueroa Vázquez en dar el paseíllo hacia el Var para revisar un claro penalti de Marvin sobre Lino. El defensa no toca balón tras tirarse al suelo ante el brasileño. La pena máxima la embocó Correa. Estaba la tarde para dobletes y merecía el argentino darse esta alegría. Podría haber hecho el hattrick si hubiera aprovechado un robo en el centro del campo con Vallés a 30 metros de su portería. Tuvo otro en una contra un minutos después, pero también erró en el disparo.
En el minuto 80, Kirian se disponía a sacar una falta peligrosa en campo rojiblanco y se resbaló al golpear un balón que terminó en saque de banda en contra. La imagen del capitán canario boca arriba, como una tortuga que se da la vuelta, fue una buena metáfora de lo que fue el partido en el Metropolitano.
Las Palmas no compareció en Madrid y recibió la mayor goleada de esta temporada. Coronada por una manita que hizo Memphis en el penúltimo minuto de partido. Debían haber puesto el despertador una hora antes. La diferencia horaria, ya saben.