Campazzo, la “alegría desbordante” que volvió mejor de la NBA: cambio de agente, ayuno intermitente y otro MVP en el horizonte

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“Aunque no juegues, mejoras”. Entre los muchos desvelos que se trajo de su aventura NBA, de no hallar hueco ni en los Nuggets ni en los Mavericks para los que Luka Doncic le reclamó, Facundo Campazzo intentó rascar lo positivo, traerse de vuelta la mejora individual, el paso adelante físico, la dureza mental de no jugar, de saberse rechazado por el sueño que perseguía. “Mi altura jugó en mi contra”, concluyó lo que no era un punto final, sólo una muesca más en el camino de quien siempre supo que lo suyo era contradecir la lógica. Fue en el Martín Carpena, hace cuatro años, cuando lució más pleno el argentino, MVP de la última Copa que ganó el Real Madrid. Trofeo y galardón que ansía reconquistar (el 35% de los entrenadores y directores deportivos de los 10 clubes no clasificados para la cita de Málaga así lo pensaban antes de empezar), de nuevo líder de un equipo al que siempre supo que iba a volver.

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En el minuto 36 del partido del jueves de cuartos, el UCAM Murcia se rebelaba amenazante. Una remontada que hubiera sido pesadilla para Chus Mateo. Entonces, el balón fue para su guía. El Facu agarró la responsabilidad. De los últimos 13 tantos del Madrid, 11 salieron de sus manos. Nueve de sus 16 puntos en total y una asistencia mágica para el corte por fondo de Deck. “Lo que verdaderamente nos hace peligrosos es tener una variedad ofensiva muy amplia en todas las posiciones, esta vez me tocó a mi la responsabilidad”, se quitó importancia. “No ha sido de los más brillantes, pero en el momento oportuno ha sacado el carácter y el corazón. Tiene un hambre voraz”, le elogió su entrenador.

Campazzo ha sido el único refuerzo blanco de la temporada. Un fichaje evidente, aunque su retorno no resultara sencillo. De vuelta de la NBA, con dinero a deber al club de su cláusula de rescisión y negociaciones que no avanzaban, el de Córdoba tuvo que hacer un paso intermedio por Belgrado. Fue en el Estrella Roja donde se reencontró con Europa y la Euroliga, donde dejó pasar el tiempo de camino a la ciudad donde nació su hija Sara hace cuatro años. “Siempre estuve atado a Madrid. Me siento como en mi casa”, dijo en una entrevista en Básquet Plus, rechazando ofertas más jugosas económicamente. Para ello, tuvo que cambiar hasta de agente.

Vaciar la nevera

Con Quique Villalobos, ex jugador blanco, agente de Luka Doncic, Carlos Alocén o Anthony Randolph, entre muchos otros, todo resultó más sencillo y viable. Como sintiéndose en deuda, con ese “hambre voraz” del que advierte Mateo, el comienzo de temporada de Campazzo fue como si tuviera que recobrar en unas semanas el tiempo perdido. En Murcia, la ciudad y el equipo en el que había estado cedido dos temporadas, se zampó la Supercopa Endesa, MVP del torneo (el quinto galardón individual en su palmarés) en su rentrée. “Se le notó más fresco al principio de temporada. Esa alegría desbordante… Ahora los partidos y la carga en las piernas se notan, pero ha llegado en un buen momento a la Copa”, resumía su entrenador en sala de prensa tras la clasificación para semifinales, donde se las verá este sábado contra el Valencia de Alex Mumbrú (18.00 h.).

Un periodista argentino le preguntó directamente a Mateo, que ya le tuvo a sus órdenes como ayudante de Pablo Laso, precisamente por eso, por si el Facu que había vuelto de la NBA era mejor jugador de baloncesto, pese a tener unos 32 años (casi 33) que no aparenta gracias al ayuno intermitente que sigue con los consejos del kinesiólogo Paulo Maccari desde hace años -siguiendo las indicaciones de Luis Scola y Manu Ginóbili en sus tiempos pasados juntos en la selección argentina-, desde que vació (literalmente) su nevera y empezó de cero: sólo come dos veces al día, la primera, después del entrenamiento.

El entrenador blanco lo tenía claro: “Sí, ha dado un paso adelante en madurez. Es un jugador absolutamente referencial para nuestro equipo. Es el base, significa que pasan muchos balones por él, que toma muchas decisiones. Estoy muy contento con su vuelta y cómo está jugando. Ha dado un punto de crecimiento y mejora desde que volvió de la NBA”. Tan claro lo tenía, el entrenador y el club, que, pese a la marcha de Nigel Williams-Goss y Adam Hanga, la edad de Sergio Rodríguez y las dudas sobre la recuperación física de Alocén tras dos años lesionado, el Madrid no fichó otro base. El hombre era Campazzo. “Crecí como jugador y como persona. Cuando me tocó jugar mucho y después cuando no jugué tanto, me sirvió para conocerme cómo reaccionaba ante esas situaciones, cómo lo pasaba en el momento de querer jugar y no poder”, admitía en una entrevista en La Razón previa a la Copa.

kpd