El pasado 30 abril, durante una subasta online, un coleccionista pagó 39.000 euros por una bicicleta con la que Miguel Indurain había conquistado en 1994 su cuarto Tour de Francia. Una Pinarello de la talla 59, fabricada en acero por las firmas Oria
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
GP de Italia
MIGUEL A. HERGUEDAS
@herguedas
Actualizado Sábado,
2
septiembre
2023
-
23:36El singular trazado del Autodromo Nazionale potencia las virtudes del...
El pasado 24 de marzo, poco después de que Nika Kvekveskiri anotase el penalti que metía a Georgia, por primera vez, en la fase final de una Eurocopa, las calles de Tiflis se tiñeron de una euforia que traspasaba lo futbolístico. Muchos ciudadanos, ajenos al balón, aprovecharon el momento para reivindicar un viejo anhelo: el de la integración en la Unión Europea.
Tres días más tarde, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa animaba a los jugadores a "seguir haciendo feliz al país con más victorias". Un mensaje relevante, dado que la popularidad de Ilia II rivaliza con la de Giorgi Mamardashvili, portero del Valencia, o Khvicha Kvaratskhelia, extremo del Nápoles, las estrellas de la selección. Desde 1977, año de su entronización, su influencia sobre la sociedad y la vida política no sólo se mantiene intacta, sino que ha sobrevivido a una tentativa de envenenamiento con cianuro.
Para saber más
Georgia atraviesa una furibunda crisis política, agitada por la polarización y los discursos de odio. De ello dan prueba aquellas escenas de gozo por la Eurocopa, que pronto se transformaron, a lo largo de abril y mayo, en multitudinarias protestas contra Rusia, el gigante que ocupa militarmente, con 8.000 soldados, una quinta parte de su territorio. Siguiendo las directrices del Gobierno, la policía disolvió con tal violencia a los ciudadanos que una ola de indignación empezó a inundar el país. Hasta alcanzar al vestuario dirigido por Willy Sagnol.
"Hubo futbolistas que apoyaron esa causa, aunque debieron guardar silencio o eliminar sus publicaciones de apoyo en las redes sociales", cuenta a EL MUNDO el director de uno de uno de los periódicos más influyentes de Tiflis, con la condición de no revelar su identidad. "Algunos fueron acusados incluso de pertenecer a partidos políticos de la oposición. Aunque ningún jugador ha querido admitir presiones de la Federación, veo muy probable que se produjeran", prosigue.
El último informe de Amnistía Internacional confirma que el "procesamiento de opositores por motivos políticos", "la violencia contra las mujeres" y las "detenciones arbitrarias de civiles" resultan aún hoy moneda común en Georgia. El 8 de julio 2023, una fiesta del Orgullo Gay fue reventada por 2.000 militantes de ultraderecha, que destrozaron el escenario y prendieron fuego a los emblemas arcoíris. Los agentes de policía, según la citada ONG, "no hicieron nada para impedirlo".
Como tampoco intervinieron, a mediados de 2017 en la sede de la Federación, cuando otro grupo de violentos clamaron contra Guram Kashia. El capitán de la selección había osado portar un brazalete con su club, el Vitesse holandés, en apoyo del colectivo LGBTQ. Hoy, Kashia liderará la línea de tres centrales ante Turquía, mientras en el banquillo del Westfalenstadion, a la espera de mostrar su olfato goleador, aguardará Budu Zivzivadze.
El futbolista del Karlsruher se ha erigido como uno de los estandartes de la disidencia. No sólo por aquel doblete ante Luxemburgo que despejaría el camino hacia la última eliminatoria frente a Grecia, sino por su frontal oposición al Gobierno. Zivzivadze no ha escatimado críticas a la Ley de Agentes Extranjeros. Un texto, ostensiblemente inspirado por el Kremlin, que coloca en la diana a cualquier empresa -de los medios de comunicación a las ONG- que presente un 20% de capital extranjero. Otro ejemplo de la deriva autoritaria de Sueño Georgiano, el partido gubernamental, el que intenta controlar cada resorte del poder. Incluido el balón.
Levan Kobiashvili, quien fuera ídolo del Schalke a comienzos de siglo, compatibiliza el cargo de presidente de la Federación con su acta de diputado, mientras Kakha Kaladze, campeón de dos Champions con el Milan, ejerce como alcalde de Tiflis. Pese a su escaso pudor para hostigar a los discrepantes, ambos encabezarán hoy la expedición en Dortmund. "Son los autores de todo el mal y de toda la inmundicia que pueda imaginarse", espetó Kaladze cuando le preguntaron sobre la influencia de la oposición en el equipo nacional.
Problemas sociales
Entretanto, el primer ministro, Irakli Kobajidze, no ha perdido la ocasión para reservar su cuota de protagonismo. "Cuando algo sucede por vez primera en 30 años significa que el esfuerzo de este Gobierno también ha supuesto una gran parte del éxito", adelantó el pasado 10 de abril. Según el último registro del Banco Mundial, correspondiente a 2019, Georgia es el séptimo país del mundo donde más fácil resulta hacer negocios, sólo unas décimas por detrás de Estados Unidos. Su sector turístico representa el 33,5% del PIB, casi el triple que en España o Italia. Sin embargo, aún sigue a años luz de Europa en cuanto a Índice de Desarrollo Humano, el coeficiente de la ONU que pondera la esperanza de vida, los niveles de educación o el consumo per capita.
Por no hablar de la libertad de prensa, donde en 2024 ya ha retrocedido 26 posiciones, según el informe anual de Reporteros Sin Fronteras. De ello bien saben en las redacciones de Tiflis. "Son tiempos duros. Desde que Vladimir Putin lanzó su guerra a gran escala contra Ucrania, mi país ha tomado una senda iliberal. La propaganda afecta a todos los niveles. Incluso al de la rivalidad con Turquía, el único país vecino que reconoce plenamente nuestra soberanía. A pesar de los prolongados intentos de Rusia de instigar la turcofobia, esos sentimientos son mínimos", concluye el citado informante georgiano.
El brutal impacto contra las barreras de la curva 6 había dejado al Mercedes casi en vertical, pero George Russell aún tenía fuerzas para implorar una bandera roja. "Estoy en mitad de la pista, por Dios", exclamaba el británico por la radio. En ese preciso momento, Fernando Alonso empujaba su renqueante Aston Martin hacia la meta de Albert Park. Nada más soltar el volante, lo primero que hizo en el pit-lane fue examinar el pedal del acelerador. Sin embargo, ese contratiempo no iba a disuadir a los comisarios, que de inmediato convocaron al asturiano para aclarar lo sucedido.
"Tuve varios problemas durante las últimas 15 vueltas en la batería y en la entrega de potencia", admitió el bicampeón mundial. Según había admitido a sus ingenieros, tenía tan atascado el pedal del acelerador que hubo de pisarlo a fondo para alcanzar en sexto lugar la bandera a cuadros.
Ese contratiempo iba a comprometer su pilotaje durante el tramo final ante Russell, a bordo de un monoplaza más competitivo. "Iba sufriendo un poco, pero no me puedo centrar en los coches que vienen por detrás. Cuando vi el coche de Russell me preocupé bastante", añadió en los micrófonos de DAZN.
La estrategia de Alonso quedó patente a travé de las cámaras on board , donde se vio con claridad cómo cargaba sus baterías antes de la recta para exprimirlas cuando Russell afilase los cuchillos en las cuatro zonas de DRS. Sin embargo, para saber con exactitud si cometió alguna ilegalidad, los comisarios deberán examinar con detalle las telemetrías.
Por su parte, Russell ofreció también su versión de los hechos, sin querer entrar en acusaciones hasta no analizar todos los datos. "Desaceleró de repente y volvió a acelerar. No me lo esperaba, me pilló por sorpresa. Eso fue culpa mía, pero también es interesante que nos hayan llamado a declarar. Estoy intrigado por ver qué tienen que decir los comisarios", comentó en los micrófonos de Sky F1.
Durante la última carrera del pasado Mundial, Lewis Hamilton ya se quejó de un brake test de Alonso camino de la curva 5 de Yas Marina. Entonces, la FIA anotó el incidente, pero ni siquiera abrió una investigación.